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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Segunda vez con mi jefe
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Ese fin de semana iba a ser un poco largo sin Víctor en casa. Tenía que viajar por trabajo y regresaría el lunes. Así que estaba fuera de casa el sábado por la tarde, haciendo recados en el centro comercial local, cuando me encontré con Carlos en el estacionamiento.

― Qué buena coincidencia, ahora mismo tu marido está lejos de la ciudad ―dijo el gigante negro, mientras una gran sonrisa aparecía en su bello rostro. Me cogió por sorpresa y las cosas se pusieron un poco incómodas mientras hablábamos. Tengo que admitir que estaba empezando a mojarme cuando recordé la situación de hacía un par de semanas, cuando Carlos me había follado salvajemente en el baño durante una fiesta.

Caminamos juntos hasta nuestros autos y finalmente me preguntó si quería ir a su casa a tomar algo. Sabía que él quería algo más que un trago, pero después de esa noche juntos en el baño, yo quería más de su enorme polla negra. Acepté ir―sólo por un trago, pero sólo un trago―y lo seguí hasta su casa conduciendo mi propio coche.

Una vez allí Carlos sirvió un par de vasos y se sentó a mi lado en el sofá. No tardó mucho en pasar su brazo alrededor de mi cintura y poner sus labios sobre los míos. Sus grandes manos se movían por todo mi pecho. Luego me bajó la parte superior para liberar mis tetas redondas y me chupó los pezones que ahora estaban tan duros mientras yo me estaba mojando más y más a cada segundo que pasaba. Carlos se quitó la camisa, luego se aflojó los pantalones y me mostró su enorme herramienta negra que ya estaba dura. Me puse de rodillas y traté de meter su hermoso pene en mi boca, pero él me agarró por el cabello y dijo―No puedo esperar; Ana, sólo quiero cogerte ahora mismo―Casi me lo suplicó.

Me dio la vuelta, haciéndome doblar sobre el brazo del sofá. Luego me quitó la falda de mezclilla y me arrancó las bragas de algodón con un rápido movimiento de su gran mano. Noté dos dedos que entraban entre los labios mojados de mi coño, y como él comenzó a follarme con los dedos.

Parecía muy sorprendido cuando exclamó― Estás tan exageradamente mojada, Anita.

― Por supuesto ―respondí― Es por lo caliente que estoy esperando por esa enorme polla tuya.

No dijo nada más; sólo me agarró el culo, las nalgas se abrieron y pude notar mis propios jugos saliendo de mi coño. Enterré mi cabeza en el cojín del sofá cuando pude notar la cabeza de su polla entrando en mi coño mojado. Luego empezó a bombear y me sentí tan llena que había olvidado lo enorme que era. Un poco de dolor estaba creciendo ahora en mi coño, pero al mismo tiempo, el placer era increíble. Siguió cogiéndome acelerando el paso.

De repente empezó a abofetearme las nalgas cada vez más fuerte. Entonces pude sentirlo insertar un dedo en mi culo lo que me envió al límite, mientras todo mi cuerpo comenzaba a temblar, invadido por un placer orgásmico salvaje y pleno.

Él continuó arando mi coño más y más duro, haciéndome correr de nuevo después de sólo dos minutos. Me agarró el pelo y me gritó a la oreja― ¿Lo quieres duro, perra? Te follaré como nunca en toda tu vida ―dijo mientras me follaba cada vez más fuerte.

Ahora estaba siendo rudo y podía sentir su pelvis golpeando mi trasero mientras me metía todo el largo de su enorme polla dentro de mi coño. Tenía ambas manos enganchadas en mi pelo tirando de mi cabeza hacia atrás, entonces pude notar como su polla se volvía más dura dentro de mí. Luego gritó que se estaba corriendo y después de unos segundos sentí su semen caliente inundando mi hinchado coño.

Después de que su orgasmo disminuyó, me soltó el pelo y me dejé caer boca abajo en el sofá, notando como sacaba su polla flácida de mi vagina mojada. Sentí como todos los jugos que salían de mi coño bajaban por el interior de mis muslos.

Carlos se sentó a mi lado y yo me levanté del sofá para meterme entre sus piernas y limpiar todo el jugo de su magnífica polla. No podía creerlo, pero mientras lo hacía, empezó a ponerse dura de nuevo.

Cuando estaba listo para continuar, salté encima de él; le miré a los ojos y le dije que aún no había terminado. Agarré su polla, la volví a meter dentro de mi coño y lo monté.

Él jugó con mis tetas mientras yo botaba sobre él. Podía notar que me venía otro orgasmo, mientras me pellizcaba los pezones, lo que me hacía excitarme más y más. Cambié mi movimiento de rebotar a girar y pude notar su pene girando dentro de mí. Sentí que algo se me acumulaba dentro de mí y tuve que pararme mientras mi orgasmo se apoderaba de mi cuerpo, me levanté de su polla y luego exploté sobre él y sobre el sofá, chorreando salvajemente.

Entonces Carlos me dijo que él aún no había terminado; así que me agarró de las caderas y me tiró al suelo sobre las manos y las rodillas. Él también se bajó del sofá para ponerse detrás de mí. Pensé que quería follarme al estilo perrito, pero tuvo otra idea, ya que usó algunos de nuestros jugos que salían de mi coño, para lubricarme el culo. Me embadurnó el ano; luego me insertó dos grandes dedos, haciéndome llorar de dolor y sorpresa.

Me volví hacia él para decirle― No hay forma de que pueda darte en el culo... me vas a destrozar.

Me miró y me dijo que se lo tomaría con calma. Luego empezó a guiar su polla lentamente dentro de mi culo. Al principio me dolía como el demonio y casi podía sentir mi ano en llamas. Traté de separarme, pero él me agarró las caderas para que no pudiera escaparme. Continuó metiéndomela por el ano y yo protesté, pero entonces el dolor comenzó a disminuir y el placer se apoderó de mí.

Carlos se rió a carcajadas, diciéndome― Lo sabía, perra, te he metido toda mi polla en el culo.

Le rogué que fuera con calma; no quería pasar el resto del día en el hospital. Empezó a bombear mi culo con suavidad y lentitud, haciéndome sentir bien, mientras aceleraba el paso empujando su polla cada vez más rápido. Luego se puso de pie para darme una buena cogida al estilo de la ―vieja prisión― como me dijo. Él realmente me lo estaba dando todo ahora metiéndome todo su pene en mi culo.

Se agachó para empezar a tocarme el coño mientras me follaba el culo. Me estaba sintiendo tan mojada, tan puta y caliente como si me estuviera follando con una polla negra grande y dura.

Sus dedos estaban muy dentro de mi coño, ya que podía sentir su orgasmo viniendo sobre mí. De repente me empujó con fuerza en el culo y pude notar su semen caliente fluyendo en mi recto.

Descansó sobre mi espalda, recobrando el aliento y al cabo de un rato se separó de mí. Me desplomé en el suelo con su semen saliendo de mi coño y mi culo. Carlos se sentó en el sofá a tomar un sorbo de su copa. Yo me levanté y traté de llegar al baño; tuve algunos problemas para caminar mientras notaba mi trasero muy hinchado y dolorido.

Carlos me dio las gracias por el buen rato, diciéndome que de ahora en adelante sería su propia puta blanca cada vez que quisiera follarme el culo.

Conduje a casa; agradeciendo que aún me quedaran dos días para recuperarme, antes de que Víctor volviera y pudiera reclamar con seguridad que me quería joder por el culo...

Ana y Víctor

Otro relato ...




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