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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Sexo con una compañera de trabajo
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Empecé a trabajar en una nueva empresa hace un par de meses. Hago el mismo trabajo que estuve haciendo durante diez años pero ahora me pagan mucho más que antes. Los primeros días fueron para conocer a todo el mundo e instalarme. Todo el mundo parece agradable, y realmente divertido y relajado.

Cuando ya llevaba más de una semana pensé que ya los había conocido a todos pero un día pasó por mi despacho una mujer que nunca había visto. No muy alta, de más de un metro setenta, de cabello oscuro con mechas, un poco gordita pero muy bien proporcionada, tiene el culo redondo y unas buenas tetas. Es el tipo mujer decidida que mandaría a la mierda a cualquiera.

Los días siguientes me fijé en ella y vi que siempre usa jeans que muy ajustados, lo que hace que su culo se vea realmente espectacular cuando camina ¡Incluso cuando se está quieta de pie! Comencé a fantasear y soñar despierto de cómo se vería en ropa interior. Mi polla se ponía dura cada vez que la veía y pensaba en eso.

Un día que mi trabajo había sido complicado, y los demás ya se habían ido, sigo en mi puesto intentado acabar unos papeles cuando pasó por mi sitio.

― ¿Aún sigues aquí? ―preguntó ella― Pensé que ya te habías ido.

― Aún no, pero estoy terminando, pensé que ya te habías ido como todo el mundo.

― Me voy ahora ―Se alejaba cuando se dio la vuelta y me dijo―Oye, me voy a tomar unas copas después del trabajo ¿Quieres acompañarme?

¿En serio me estaba pidiendo que fuera con ella a algún sitio? Esta pregunta me tomó por sorpresa, ya que nunca habíamos hablado desde que empecé allí― Claro, está bien ―respondí― ¿A dónde quieres ir?

―Bueno, me gustaría ir a casa y cambiarme primero.

― Sí, yo también.

Quedamos dos horas más tarde en bar cerca del parque y nos dirigimos a casa, en direcciones opuestas.

Lo que acaba de pasar, pensé para mí mismo, nunca me había pasado. No hace mucho que conozco a esta mujer y apenas he hablado con ella aunque siempre he intentado tener el momento para llegar a conocerla. En lo más escondido de mi mente, esperaba poder cogérmela para cuando terminara la noche.

Cuando llegué a casa, me puse algo más adecuado y me fui. Mientras me dirigía al bar, todo el tiempo, mi mente se imaginaba lo que ella llevaría, y con suerte, después lo que no llevaría puesto.

Nada más entrar al local la busqué pero no la encontré, supuse que había llegado antes que ella. Entonces oí detrás de mí― ¡Hey, tú! ―y al mismo tiempo sentí una mano en el culo. Cuando me di la vuelta, vi que ella llevaba una blusa de corte y una bonita falda con aberturas a cada lado. Mi polla se puso dura al instante.

― Tengo una mesa por aquí ―Dijo indicándome el camino.

Una vez en la mesa, nos sentamos y empezamos a hablar. Después de un par de copas y una conversación para romper el hielo, le pregunté― ¿Estás casada?

― Sí ―contestó ella―Mi marido está fuera de la ciudad pero eso no significa eso que no pueda salir y pasar un buen rato.

― No, por supuesto que no ¿Pero cómo se sentiría si supiera que estás sentada en un bar con otro hombre, con un compañero de trabajo?

― Bueno, no hago esto honestamente. Nuestra relación ha sido muy inestable desde hace tiempo. Desde que empezaste a trabajar con nosotros, te he echado el ojo. Estaba esperando el momento justo y con mi marido fuera de la ciudad bien...

No sabía qué decir ¡Al diablo con su marido! Él se lo pierde. Voy a aprovechas esta ocasión porque lo que vale realmente la pena y espero que ella me haga lo mismo más adelante.

―Bueno, está bien, tengo que admitir que estás muy bien esta noche ―la felicité.

― Muchas gracias ― contestó ella― Con suerte, podrás ver lo que tengo debajo ―dijo con un guiño mientras tiraba del hombro de su blusa hacia un lado y revelando una correa morada oscura y me di cuenta de que no era una correa de sujetador.

Pasamos otra hora en el bar cuando ella preguntó― ¿Quieres salir de aquí?

― Sí, me encantaría.

― ¡Genial! Sígueme.

Pagué la cuenta y nos fuimos.

Cogimos los autos y la seguí durante una media hora, más o menos, hasta una casita aislada cerca del bosque. Nos bajamos de nuestros autos y dije― ¡Qué linda casa tienes!

― No, esta no es mi casa, es de un amigo que me la ha dejado. Le dije lo que esperaba hacer y me dio las llaves recomendándome que me divirtiera ―dijo con una sonrisa de satisfacción.

Entramos y ella dijo― No sé tú, pero me vendría bien un poco de tiempo en el jacuzzi.

― ¿Ya lo tienes preparado? ―pregunté.

― ¡Claro! Mi amigo me lo dejó listo todo.

― No sabía que necesitaría un traje de baño ―dije.

― ¿Para qué necesitas un traje de baño? ―respondió ella sonriendo.

Me di cuenta de su indirecta con una sonrisa.

―El jacuzzi está en la parte trasera, dame unos minutos y estaré contigo.

Salí al jacuzzi y me desnudé, mi polla ya estaba de por sí muy dura, anticipándome a lo que ella hiciera. Cuando me sumergí, el agua caliente inmediatamente me relajó. Me incliné hacia atrás, cerré los ojos y comencé a imaginar cómo se vería ella desnuda. Pocos minutos después, la oí llegar, abrí los ojos y la miré. Se había puesto una bata y venía hacía mi.

― ¿Cómo está el agua? ―Preguntó mientras se desvestía.

Cuando la vi desnuda quedé admirando la perfección de su cuerpo.

― ¿Te gusta? ―preguntó ella.

Le contesté con un silbido de admiración, entonces se dio la vuelta de una manera provocativa mostrándome su increíble culo.

― Eres simplemente preciosa ―le dije admirando.

― Gracias ―dijo tímidamente mientras se dirigía a los escalones el jacuzzi.

Al entrar me levanté y me dirigí hacia ella y al ver mi erección y sonrió. Me coloqué frente a ella, le puse las manos a cada lado de su cara y la besé profundamente. Un suspiro se escapó de la boca una vez que se rompió el beso.

― No me habían besado así en demasiado tiempo ―dijo sorprendida.

― Bueno, espero darte también la atención que no has recibido en demasiado tiempo.

― No hay otro lugar donde preferiría estar ahora mismo.

La atraje hacia mí y comencé a acariciarla muy lentamente, besando su cuerpo mientras lo hacía. Tomé cada seno en mi boca y giré mi lengua alrededor de cada pezón mientras ella ponía sus manos en la parte posterior de mi cabeza. Gimió para demostrarme la debida atención que le estaba prestando a su cuerpo.

Rompimos el abrazo y se echó hacia atrás. Entonces pude ver la voluptuosidad de su cuerpo y me sorprendió cómo se veía a la luz de la luna. La senté en el borde del jacuzzi y mientras la besaba profundamente, mis manos exploraron su cuerpo.

― Tu piel es como la seda ―le dije mientras la besaba hacia abajo hasta que me encontré con su coño mojado esperando. Me incliné y aspiré profundamente el coño más dulce que jamás había conocido. Con mi boca besaba cada muslo, trabajando hacia adentro. Una vez en el medio, encontré su clítoris hinchado y tuve ganas de jugar con él. Lo tomé con mi boca y lo chupé mientras mis manos acariciaban todo su cuerpo, prestando especialmente atención a su vientre y sus senos. Mi lengua recorrió su coño y su clítoris durante varios minutos. Comiendo, chupando y lamiendo, sabiendo que la estaba complaciendo ya que sus piernas se cerraron en mi cabeza varias veces y sus manos apretaban con fuerza mi cabeza. Su respiración se hizo más difícil y los gemidos más frecuentes. Luego, sin previo aviso, sentí sus flujos en mi lengua mientras me agarraba la cabeza con más fuerza aún y me la atraía hacia su maravilloso coño en erupción.

― ¡Oh Dios! No me he corrido así desde que no sé cuándo ―dijo al tiempo que me empujaba hacia el otro lado del jacuzzi― Ahora es el momento de devolverte el favor.

Se levantó y me dio un baile seductor frente a mí avanzando desde el otro lado.

― He estado esperando esto durante dos semanas ―dijo mientras avanzaba lentamente para llegar hasta mí.

Durante ese tiempo pude admirar su gran cuerpo que mojado brillaba a la luz de la luna llena. Cuando llegó a mi lado, se inclinó y me besó mientras una de sus manos tomaba mi polla y comenzaba a acariciarla lentamente.

Gemí mientras me besaba y fue cuando dijo ―Quiero tu polla dura dentro de mí.

Luego ella colocó sus piernas a cada lado de mí y lentamente se deslizó hacia abajo metiéndose toda mi polla.

― ¡Dios! Tu polla es más grande que la de mi marido y también se siente mucho mejor.

Lentamente comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo con mi polla dentro mientras me abrazaba y me besaba. Nuestro ritmo se hizo cada vez más rápido, hasta el punto de que el agua salpicaba. Puse mis manos sobre su bonito culo grande y comencé a guiarla en sus rítmicos movimientos.

Continuamos así por lo que debiera ser una eternidad, hasta que ella se detuvo, me miró y me dijo― Entra hasta lo más profundo de mi vagina.

Luego volvimos a movernos y ella continuó montándome como una amazona experta. Tomé cada seno con mi boca y le chupé cada pezón muy suavemente.

De repente dijo con la respiración cada vez más dificultosa― Ya casi estoy llegando, quiero que nos corramos juntos ―suplicó.

―Yo también estoy casi ―dije.

Comenzó a levantarse lentamente y luego se golpeó hacia abajo, emitiendo un suave grito cada vez. Le apreté el culo más fuerte con las manos y finalmente llegamos al clímax juntos.

Mientras no besábamos todavía sin aliento me preguntó― ¿La próxima vez que mi marido esté fuera de la ciudad, te gustaría volver a salir a tomar algo después del trabajo?

El contable

Otro relato...




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