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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Soy cornudo
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Dani apuró la cerveza con sus sus ojos y pensamientos pendientes de la atractiva rubia que estaba de pie en el bar de la playa a unos metros de distancia. Una repentina brisa abrió brevemente su falda envolvente provocando un destello de muslos bronceados y bragas. Había otras personas sentadas en las mesas mientras el atardecer comenzaba a imponerse, pero nadie más pareció darse cuenta del repentino destello de carne desnuda.

El camarero que la servía tampoco pudo ver nada, de todos modos, era difícil desde su posición. Sin embargo, Dani no dudaba de que le hubiera gustado ver lo que él había visto; conocía una mirada de lujuria cuando la veía. Había visto esa mirada cuando llegaron por primera vez hacía tres días y había visto cómo se le iluminaban los ojos cada vez que hacían una visita al bar que se encontraba a unos cientos de metros de su apartamento, estaba claro para él que al dueño del bar le gustaba Clara, su mujer.

Sin embargo, hablaban de él y de vez en cuando le miraban. Dani empezó a sentirse un poco desconcertado, además de curioso. Conocía bien a Clara; llevaban diez años juntos, ocho de ellos como marido y mujer. También tenían dos hijos, así que sabía que la mirada de ella era seria. Aun así, se sentó a verlos hablar y a esperar pacientemente a que ella volviera con las bebidas.

Pasaron casi diez minutos cuando ella se alejó de la barra y de su admirador y volvió a la mesa. ― ¿Estaba interesante la conversación? ―dijo Dani mientras ella se sentaba.

Ella ignoró su pregunta― ¿Sabes que cuando reservaste estas vacaciones cómo encontraste este lugar? ―le preguntó ella.

― Te lo dije ―Contestó él― En internet.

― Lo sé, pero ¿dónde? ―Le preguntó de nuevo.

Dani se encogió de hombros― Supongo que buscando vacaciones para adultos.

― ¿Adultos?

― Sí, como sólo para adultos ―Contestó él― ¿Por qué?

― ¿Adulto como que adulto? ―Preguntó ella.

―Adulto como sin niños ―Le dijo él― Eso es lo que queríamos después del desastre del año pasado.

Ella sabía a qué se refería. El año anterior habían terminado en un complejo familiar lleno de niños hiperactivos y eso había arruinado su intención de descanso y relación. Aunque tenían sus propios hijos y disfrutaban de las vacaciones con ellos, había momentos en los que necesitaban de tiempo juntos, a solas.

― ¿Pero sabes algo más sobre este complejo turístico? ―le preguntó ella.

Él volvió a encogerse de hombros mientras daba un trago a la cerveza― No me molesté en entrar en muchos detalles. Fue un acuerdo de última hora ―Contestó― Siempre nos gustó esta zona, así que reservé. ¿Por qué, no te gusta este lugar?

Clara se inclinó hacia delante y dijo en voz baja― ¿Notas algo en el lugar?

Dani miró rápidamente a su alrededor― Sí, no hay niños.

― Mira más detenidamente.

Dani volvió a mirar a su alrededor. Las dos mesas más cercanas a ellos tenían cada una dos parejas blancas con un hombre sentado con ellos. Había dos mesas más con un solo hombre; había un par de mesas más con mujeres blancas sentadas con hombres y luego había una gran multitud alrededor de tres mesas juntas. La multitud consistía en seis mujeres con seis hombres.

Se encogió de hombros― A mí me parece bastante normal.

Justo cuando terminó de hablar una mujer y un hombre aparecieron desde la dirección de los apartamentos caminando de la mano. Pasaron por delante de ellos mientras se sentaban en una de las mesas en las que había un único hombre sentado. El hombre tenía una sonrisa en el rostro mientras se levantaba y le daba un beso a la mujer― ¿Lo has pasado bien, cariño? ―Le oyeron decir.

La mujer dijo algo que no pudieron oír con claridad y luego dijo en voz más alta― ¿Qué tal si nos traes a Israel y a mí una copa?

Dani miró a Clara que se inclinó hacia adelante― el camarero me dijo que este complejo es un lugar de encuentro para cornudos ―Dijo en voz baja.

― ¿Cornudos? ―Preguntó Dani, tratando de ser tan silencioso como Clara.

― Algunas mujeres casadas vienen aquí para descansar sin sus maridos pero a algunos maridos les gusta acompañar a sus esposas y permitirles follar con otros hombres.

A Dani se le fue la sangre de la cara― ¿Cómo sabes eso? ―Le preguntó.

― Te lo he dicho ―Contestó ella― el camarero me lo dijo.

― Él... eee... no cree que seamos así, ¿verdad? ―Preguntó Dani.

― Bueno, me preguntó si eras un cornudo, pero le dije que no ― y él dijo entonces― Pero le gustaría ser cornudo.

― ¡Que se vaya a la mierda! ―contestó Dani.

Clara sonrió y se inclinó hacia delante para darle un beso tranquilizador― Pero te gusta fantasear conmigo con otro hombre ―Dijo suavemente.

― Sí... bien... es sólo... ―Comenzó a decir― ¿No estarás diciendo que quieres hacerlo, verdad?

― Bueno... si surgiera la oportunidad ―dijo Clara mientras sonreía.

Dani no tuvo oportunidad de responder porque el camarero apareció de repente con una bandeja con bebidas― Invita la casa ―Dijo mientras dejaba la bandeja sobre la mesa. El camarero extendió la mano presentándose― Yo soy Joe y tú debes ser Dani ―Dijo antes de acercar una silla.

Dani comenzó a sentirse incómodo cuando se sentó entre él y Clara― Ya he terminado por esta noche ―Dijo mientras daba un sorbo a su bebida.

Otras tres personas de una mesa de atrás se levantaron y pasaron junto a ellos; la mujer y un hombre se cogieron de la mano y el otro hombre les siguió detrás. El primer hombre se dirigió a Joe mientras pasaba y éste le dijo― Que lo pases bien, amigo.

Dani miró al hombre que les seguía, llevaba unos pantalones cortos que tenían un prominente bulto en la parte delantera― Ahí va un cornudo feliz ―comentó Joe.

Dani se sintió incómodo. Sabía que Joe quería cornearlo y también sabía que Clara lo haría si se le daba la oportunidad ―Tal vez no sea feliz ―Dijo.

Joe se rió y le dijo― ¿No has visto su erección? Un cornudo siempre tendrá una erección cuando su esposa o novia esté con otro hombre.

― ¿Has hecho cornudos a muchos hombres, Joe? ―Preguntó Clara.

Dani se sorprendió de que su esposa hiciera esa pregunta.

― Sí ―Respondió mirando a Dani que apartó la mirada.

― ¿Qué consigues con ello aparte de lo evidente? ―preguntó Clara.

― Es una combinación de cosas ―Dijo mientras daba otro sorbo a su bebida― Pero al igual que mi amigo hace un momento, me excita esa situación, llevarme a una mujer para darle placer y tener a su marido como espectador.

― Parecía excitado ―comentó Clara― ¿Siempre se excitan tanto?

Joe sonrió― Ya lo creo ―Contestó― Es la primera señal de que disfrutan siendo cornudos. Siempre lo llamamos la prueba del cornudo.

― ¿La prueba del cornudo? ―Preguntó Clara.

― Bueno, si estás con una pareja por primera vez y le estás prestando atención a la esposa y al marido se le pone tiesa, entonces sabes que él está dispuesto a ello. Es un cornudo― Explicó Joe.

Dani se sentía más incómodo ahora al notar que Joe le miraba la entrepierna.

― ¿Así que si el marido se le pone tiesa en esa situación entonces debe disfrutar de ser cornudo? ―le preguntó Clara.

Joe asintió― Bueno, ponlo de esta manera. Si ese tipo que acabamos de ver no quisiera que ocurriera, lo estaría apartando de ella. No estaría siguiéndolos detrás con un fiambre en el pantalón, ¿verdad?

― Supongo que no ―respondió Clara mirando a Dani― ¡Estás muy callado, cariño!

― Tal vez Dani tiene miedo de pasar la prueba del cornudo ―dijo Joe con una sonrisa.

Dani soltó una carcajada nerviosa― Lo dudo ―añadió.

― ¿Entonces, estás dispuesto a hacerla? ―le preguntó Joe.

― Dudo que Clara quiera que me someta a esa prueba, sea lo que sea que implique esa prueba ―Contestó Dani.

― Sí, ¿cómo le harías la prueba? ―Preguntó ella.

― Vayamos a vuestro apartamento y te lo enseñaré ―Confió Joe.

Durante unos momentos Clara y Dani se miraron. Dani sabía que debía terminar allí mismo pero había algo en el interés de Clara que le intrigaba. Sí, era cierto que a veces, en momentos de fantasía, pensaba en ella con otro hombre. Hubo una ocasión, hacía un par de años, en la que un tipo se le insinuó en un hotel en el que se alojaban. Ella había bajado al bar antes que él y un hombre se le acercó y empezó a charlar con ella. Era un tipo bastante atractivo y se mostró bastante descarado en el interés por ella. El tipo parecía bastante decepcionado cuando Dani apareció en escena. Tanto si le había tomado el pelo como si no, ella le había dicho que si hubiera estado soltera se habría ido con él. La confesión de ella lo excitó y le dio un poco más de aliciente al sexo de esa noche.

― ¿Estás dispuesto a hacer la prueba? ―preguntó Joe directamente.

Dani no hizo ningún esfuerzo por responder.

― Estoy dispuesta si Dani lo está―Dijo Clara.

Dani sintió que le invadía una pizca de excitación sexual― De acuerdo entonces ―Se encontró diciendo.

Unos minutos más tarde los tres se dirigieron al apartamento. Dani cogió la mano izquierda de Clara mientras caminaban. De ninguna manera iba a caminar detrás de ellos. Sin embargo, Joe alcanzó su otra mano y Clara se encontró caminando entre dos hombres― Hmm esto es agradable, ser llevada a casa por dos hombres ―Dijo ella.

Dani no dijo nada durante el corto trayecto hasta el apartamento. Estaba en un estado de confusión y excitación nerviosa. Una parte de él quería que Joe desapareciera y los dejara solos, pero había otra parte que se excitaba al verlo agarrado de la mano de su esposa. Clara, por otro lado, parecía estar bastante tranquila con la situación.

Cuando llegaron al apartamento Clara abrió una botella de vino blanco en la cocina y fue la primera en hablar― ¿De qué se trata esta prueba?

Joe dejó su vaso― ¿Tienes una faja de bata o tal vez podemos usar el cinturón de Dani? ―Dijo mirando la cintura de Dani.

― Usa el cinturón ―Dijo Clara.

― También necesitamos una silla para llevar al salón ―Dijo Joe.

― ¿Quieres traer una, cariño? ―Dijo Clara mientras iniciaba el camino.

Dani ya se había imaginado que iba a haber algún tipo de sujeción y no le sorprendió mucho cuando le pidieron que se sentara en la silla que estaba colocada en el centro de la habitación.

― ¿Quieres desatarle el cinturón, Clara? ―preguntó Joe.

Dani se sentó dócilmente y permitió que Clara le desabrochara el cinturón y lo retirara. Mientras se lo entregaba a Joe, éste se colocó detrás de la silla y le pidió a Dani que pasara las manos por los barrotes del respaldo de la silla. De nuevo Dani se rindió dócilmente y momentos después sus manos estaban firmemente sujetas a la silla.

― ¿Podrías bajarle los pantalones, Clara, por favor? ―preguntó Joe mientras se levantaba.

Ninguno de los dos dijo nada mientras ella le bajaba los pantalones y los bóxers hasta los tobillos. Dani se sentía vulnerable y muy nervioso mientras estaba sentado con los dos de pie mirándole.

De repente Joe pasó su brazo alrededor de Clara― Ahora entonces Dani ―Comenzó a decir mientras le daba un abrazo― Clara y yo vamos a besarnos un poco y si se te pone dura al vernos entonces voy a tomar eso como un 'sí' para follar con tu mujer.

Dani se quedó boquiabierto y Joe la abrazó de nuevo― ¿Te parece bien? ―Le dijo.

― Sí, pero follamos en la habitación, no aquí en el salón ―dijo ella.

El lenguaje de Clara escandalizó a Dani― ¿Y si sigo así dejarás de hacerlo? ―preguntó Dani.

― Sí ―Respondió Joe.

― Sin embargo, ¿cuánto tiempo tengo? ―preguntó Dani.

― Calculo que tendrás una erección en cinco minutos, pero te daré treinta ―Joe le dijo.

― No lo haré ―Dani le dijo desafiante.

Joe se separó de Clara y se inclinó sobre Dani, apoyando las manos en el brazo de las sillas― Para cuando llegue al coño de tu mujer no sólo estarás tieso sino que además estarás chorreando semen ― le dijo.

Dani se movió incómodamente en su asiento cuando Joe dio un paso atrás para ser recibido por un beso de Clara. Le impactó verla besar a otro hombre. No era un beso cualquiera, sino un largo y apasionado beso. Ella era más pequeña que Joe, por lo que tuvo que levantar las manos y rodear su cuello para ponerlo a su altura. El beso duró unos minutos y luego Clara se apartó y volvió al sofá.

Joe se unió a ella y rápidamente volvieron a besarse abrazados. Una vez más, Clara lo besó con pasión, pasando las manos por su cabello antes de bajar una mano por su brazo musculoso y apoyarla en un muslo. Dani respiró con fuerza al ver la mano de ella apoyada en su muslo. Joe respondió apoyando su mano en la cintura de ella. Durante unos momentos continuaron besándose con pasión y luego ella miró a Dani. Su atención, sin embargo, no estaba en su cara sino en su ingle.

Dani miró hacia abajo. Su polla seguía flácida entre los muslos cerrados, pero tenía miedo. El horror de verla besar a otro hombre estaba desapareciendo y ahora podía notar sensaciones, sensaciones sensuales. Temía que esas sensaciones hicieran que su polla se pusiera rígida y sabía que, una vez que eso ocurriera, ellos follarían; de eso no tenía ninguna duda.

― ¿Se permite tocar? ―Preguntó Clara mientras volvía a centrar su atención en Joe.

Joe sonrió― Siéntete libre de hacer lo que quieras ―Le dijo― Lo que creas que le provoque una erección.

Dani sintió de nuevo esas sensaciones y vio cómo la mano de Clara se movía por y se posaba en el bulto de Joe. Cerró los ojos para intentar aislarse, pero Clara dijo― ¿Tienes una polla bien grande? ―Preguntó y los ojos de Dani se abrieron con horror.

― Compruébalo tú misma―Dijo Joe mientras se levantaba.

Joe estaba vestido con una camiseta larga y unos pantalones cortos hasta la rodilla. Dani vio como la mano de Clara se dirigía a la hebilla del cinturón. No pensó que ella lo hiciera, ni siquiera pensó que tuviera la capacidad de hacer algo así; después de todo, ella apenas sabía nada de aquel hombre, pero le desabrochó la correa del cinturón y le aflojó la cintura de los pantalones.

Mientras tiraba de ellos, miró a Dani. Una vez más su atención no estaba en su cara sino en su polla. Sus ojos permanecieron dirigidos en su polla mientras tiraba de los calzoncillos de Joe lentamente hacia abajo por los muslos. Dani se las arregló para mantenerse en sus pensamientos mientras trataba desesperadamente de no dejarse atrapar por el espectáculo― Es muy grande ―Le oyó decir a su esposa.

A Dani le resultaba imposible no mirar, le resultaba imposible no mirar a su mujer sosteniendo la polla de otro hombre con su mano. Su blanca mano parecía tan pequeña contra la enorme y gruesa polla, tan pequeña que apenas podía abarcarla. Dani podía sentir que ahora empezaba a excitarse y sabía que estaba empezando a perder la batalla.

Hizo lo posible por concentrar sus pensamientos en otro lugar, pero Clara se lo estaba poniendo cada vez más difícil― ¿Puedo chupártela? ―La oyó decir.

Observó cómo la gran mano de Joe se posaba en el hombro de su rubia esposa― Nena puedes hacer lo que quieras con mi polla.

Mientras sus labios se plegaban alrededor de la punta bulbosa de la polla de Joe, se giró y miró a Dani. Esta vez lo miró a los ojos, se estaba burlando de él, le estaba tomando el pelo, estaba viendo cómo su polla empezaba a levantarse lentamente de entre sus muslos. Dani cerró los ojos, quería poner otros pensamientos en su cabeza, cualquier pensamiento, cualquier cosa menos la idea de su mujer chupando la polla de otro hombre. Pero se estaba convirtiendo en una batalla inútil.

Abrió los ojos de nuevo sólo para ver las manos de Joe acariciando los pechos de Clara a través de su delgado top. Lo vio tomar sus pezones entre sus pulgares e índices para excitarla. Sabía lo sensibles que eran sus pezones, sabía lo excitada que se ponía cuando él le hacía eso mismo. Sintió que su pene se ponía rígido de nuevo. Dani cerró los ojos.

El crujido de la ropa atrajo de nuevo su atención y abrió los ojos para ver a Clara de pie y a Joe sacándole el top por encima de la cabeza. Apenas había tenido tiempo de caer al suelo antes de que él le desabrochara el sujetador. Dani vio como Joe bajaba su cara hasta los pechos de ella y apenas consiguió cerrar los ojos antes de que sonaran los primeros besos. Podía oírlos, podía oír el sonido de los labios contra la carne y también podía oír el sonido de suaves gemidos, los suaves gemidos de éxtasis de Clara.

Volvió a oír el crujido de la ropa y no pudo evitar abrir los ojos. Era Joe el que estaba arrodillado en el suelo. Eran las manos de Joe las que se ocupaban ahora de la hebilla de un cinturón, del cinturón de la falda de Clara, para ser más exactos. Vio cómo la falda de Clara se deslizaba elegantemente por sus muslos hasta el suelo y la dejaba allí de pie, con sólo sus bragas blancas. Las grandes manos de Joe, de piel oscura, se acercaron a la cintura de las mismas justo cuando Dani sintió que algo frío goteaba sobre sus muslos. Miró hacia abajo; su polla estaba tiesa y goteando. La batalla estaba perdida.

Dani dejó escapar un gemido, un gemido de desesperación que atrajo la atención hacia él. Clara se quitó las bragas, se agachó para recogerlas y agarró la polla de Joe para conducirlo hasta donde estaba Dani. Clara no dijo nada mientras se inclinaba y lo besaba suavemente en los labios. Lo miró a los ojos y, tras dejar caer las bragas en su regazo, condujo a Joe por la polla hasta la puerta.

Dani gimió al verlos salir de la habitación. Les oyó llegar hasta el dormitorio y luego oyó el ruido de los muelles de la cama. Durante unos instantes hubo silencio pero luego oyó los suaves gemidos de Clara. El volumen creciente de sus gemidos y el sonido de los movimientos rítmicos de los muelles de la cama le confirmaron que estaban follando.

Se miró la ingle, su polla erecta tenía las bragas de Clara colgando de ella y servían para ayudar a absorber su semen. Tiró de sus manos, quería liberarlas, quería masturbarse. Dani estaba desesperado por aliviarse pero no podía hacer nada más que escuchar. Escuchar los sonidos que venían de la habitación de al lado, los sonidos de los muelles de la cama que crujían, el sonido del cabecero de la cama golpeando la pared, los sonidos del sexo, los sonidos de su mujer teniendo sexo con otro hombre.

Luego estaban los gritos y gemidos. Clara ahora gritaba, gritaba obscenidades, gritaba de pasión. Podía oírla gritar sobre la gran polla de Joe, oírla gritar sobre lo bueno que era, oírla decirle, rogarle incluso que la llenara. También podía oír a Joe. Joe también era expresivo, gimiendo y gruñendo en sus embestidas diciéndole que se iba a correr, diciéndole que le iba a llenar el coño. Los gritos y gemidos finales fueron casi ensordecedores y luego se hizo de nuevo el silencio.

Ese silencio era casi tan ensordecedor como lo habían sido los gritos. Duró lo que pareció una eternidad y luego oyó la voz de Joe. No pudo distinguir lo que decía, pero se lo imaginó tumbado encima de ella, hablando mientras su polla seguía dentro de ella. También pudo oír el sonido de los movimientos rítmicos de la cama. Joe la estaba follando de nuevo.

Dani maldijo en voz baja. Joe se estaba follando a su mujer otra vez, mostrando su destreza, demostrando su virilidad. Él nunca se la había follado tan rápidamente de forma consecutiva, no era capaz. Volvió a maldecir. Clara estaba comenzando a gritar de nuevo, nunca la había escuchado tan ruidosa durante el sexo, nunca la había visto disfrutando del sexo así. Pero Dani no era Joe. Dani no tenía una polla enorme y gruesa como Joe. Dani no tenía el apetito sexual que tenía Joe. Dani no podía complacer a su mujer como Joe. Dani lo maldijo de nuevo.

Quería ahogar esos sonidos, quería ponerse los dedos en los oídos para ahogar los gritos y las obscenidades que salían de la boca de Clara mientras se acercaba a otro clímax. También quería correrse, quería masturbarse, quería agarrar la polla y acariciarla al ritmo de las embestidas de Joe. Quería liberar su semen junto al de Joe. Pero eso era imposible, por supuesto, estaba atado a una silla, sin poder tocarse, sin poder liberarse, sin poder disfrutar de los placeres que Joe estaba experimentando con su esposa. Podía oír a Joe gritando que se iba a correr, podía oírle avisar a su mujer de que estaba a punto de llenarla, podía oír a Joe correrse, y podía oír a Clara gritando― Siii.

Luego otra vez el silencio que duró más esta ocasión. En un momento dado pensó que se habían dormido, pero entonces oyó el sonido de los muelles de la cama, se estaban desenganchando. Pudo oírlos hablando en voz baja, hablando despacio. Oyó a Clara reírse; también los oyó besarse y luego oyó el sonido de los pies en el suelo.

Ahora tenía miedo, podía oírlos acercarse. ¿Qué pasaría después? ¿Qué dirían? ¿Qué diría él?

Los miró cuando entraron desnudos en el salón, de la mano y desnudos. Sus ojos se dirigieron a la ingle de Joe donde la polla seguía medio erecta, brillante y húmeda, medio erecta y cubierta de su propio semen. Clara sonrió y se inclinó para besarlo― ¿Estás bien, cariño? ―Preguntó.

Dani esbozó una leve sonrisa. Se alegró mucho de verla, quería besarla como es debido, quería tomarla en sus brazos, quería amarla. Ella se acercó a su polla y le levantó las bragas. Había un embarazoso charco de semen alrededor de la base de su polla― ¿Estabas excitado entonces? ―Le preguntó ella.

Él no dijo nada, qué podía decir.

Joe estaba de pie a su lado, con un brazo alrededor de su cintura y todo lo que podía hacer era mirar la polla de Joe― ¿Te ha gustado escuchar cómo follamos? ―Le preguntó mientras le envolvía las bragas alrededor de la polla. Y Dani gimió.

― Sabes que eres un cornudo ahora, ¿no? ―le dijo ella mientras empezaba a mover su mano arriba y abajo por su polla y él gimió de nuevo.

― Joe te ha puesto los cuernos. Lo sabes, ¿verdad? ―se burló ella mientras sus movimientos de la mano se aceleraban.

― Siii ―respondió Dani.

― ¿No te importa que me folle regularmente en estas vacaciones verdad? ―Se burló de nuevo.

― Nooo ―Gimió nuevamente.

― Díselo cariño― Dijo ella― Dile que puede follarme cuando quiera― se burló mientras los movimientos de su mano lo acercaban a correrse. Dani gimió― ¡Díselo, cariño, díselo! Dile que soy suya para que me folle como quiera.

Dani gimió y luego gritó cuando empezó a correrse. Clara bombeó su polla con más fuerza y él volvió a gritar― Es un buen chico ―dijo mientras el semen salía a borbotones y se derramaba sobre las bragas.

Mientras ella limpiaba las últimas gotas de su semen cuando Dani vio un hilo brillante corriendo por el interior de los muslos de su esposa. Era el semen de Joe. Mientras que él sólo se había corrido en las bragas húmedas de su mujer, Joe se había dado el lujo de correrse dentro de su coño caliente y apretado, el coño caliente y apretado de su mujer.

Joe también lo notó y rápidamente, separándose de Clara, fue detrás de la silla y desató a Dani― Un buen cornudo siempre ayuda a su mujer y la limpia después de que se la haya follado otro hombre ―le dijo a Dani.

Dani nunca había hecho algo así, ni siquiera había tenido la intención de hacerlo. Había limpiado su coño con un pañuelo de papel después, pero nunca se lo había limpiado con su lengua. Al igual que un cornudo, sin embargo, estaba siendo forzado a hacer cosas, llevado a lugares a los que realmente no quería ir. Clara se sentó en el sofá con las piernas separadas y Joe llevó a Dani al borde del sofá y le hizo arrodillarse.

― Eso es, cariño ―Dijo tomándolo por la cabeza― Me limpias, limpia todo el precioso semen de Joe.

Dani sacó la lengua y tocó los labios del coño cubiertos de semen. Era espeso, cremoso y salado. La mano de Clara le apretó la cara contra ella. Sus mejillas se cubrieron de los pegajosos restos del coito mientras profundizaba en ella con su lengua ansiosa. Además de limpiarla, se dio cuenta de que también estaba excitando a Clara. Sus dedos se le clavaron en el cuero cabelludo y empezó a girar la ingle contra su cara. También pudo oír sus gritos de placer.

Tampoco era la única que estaba excitada, al mirar a su lado vio a Joe de pie acariciándose la polla mientras los observaba. Estaba completamente erecta de nuevo y parecía amenazante. Clara también se había dado cuenta de su excitación y extendió la mano para sujetarle la polla.

― Fóllame otra vez, por favor, Joe ―La oyó decir.

Ella apartó a Dani, sus servicios habían sido anulados, ahora quería una polla. Pensó que tal vez la llevaría de nuevo a la habitación, pero no, la llevó al sofá. La hizo arrodillarse en el sofá con la cara hacia abajo y luego se subió detrás de ella. Con una pierna en el suelo y la otra en el sofá, le metió la polla hasta el fondo y empezó a follarla violentamente.

Dani se quedó mirando cómo la cogía, cómo ferozmente la machacaba por detrás y cómo la trataba con rudeza. Joe le tiraba del pelo con una mano y con la otra le daba fuertes palmadas en las nalgas. Le gritó que moviera el culo, llamándola puta. Dani nunca había usado un tratamiento así con ella.

Vio cómo sus nalgas se ponían cada vez más rojas y oyó a Clara gritar cada vez más fuerte, pero no le dolía. A Clara le encantaba cada empuje de la polla de Joe, cada bofetada en sus nalgas, cada tirón de pelo y cada insulto que le decía. De repente, las bofetadas cesaron y los tirones de pelo cesaron cuando Joe utilizó ambas manos para agarrarla de las caderas. Los gritos de Clara se volvieron casi ensordecedores mientras él la follaba sin piedad hasta que se corrió de nuevo. Dani se apartó y miró con asombro cómo se desplomaban juntos en el sofá. Nunca había visto algo así en su vida.

Pasó más de una hora hasta Clara salió del baño después de un largo baño. La ayudó a secarse antes de que se metiera a su lado en la cama. Dani la deseaba, estaba excitado, quería hacer el amor con ella pero sabía que Clara no estaba en condiciones de volver a follar esa noche mientras se acurrucaba en sus brazos y cerraba los ojos.

A última hora de la tarde del día siguiente, mientras se sentaban en el chiringuito para tomar una bebida, Joe salió del bar y se acercó a ellos. Saludó a Dani antes de inclinarse y darle a Clara un beso en los labios. Le susurró algo al oído y ella se levantó y le cogió la mano. Dani los vio alejarse hacia los apartamentos. Sintió que la polla se le ponía dura. Una vez más había pasado la prueba del cornudo.

De repente sintió la presencia de alguien a su lado― ¿Te importa si me uno a ti? ―dijo una voz desconocida― Me llamo Rober.

Dani tomó la mano extendida y la estrechó― Soy Dani ―Dijo.

― Mi mujer está intentando conseguir lo que la tuya ya está a punto de conseguir ―Dijo Rober mientras se sentaba.

Dani miró la entrepierna del hombre, otra erección, otro marido que había pasado la prueba.

Asier

Otro relato ...




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