Hacía un mes que había tenido mi aventura con el gerente de la bolera. Mike y yo habíamos ido al sex-shop un par de veces en las últimas dos semanas y cada vez era más excitante y atrevido.
Estaba sentada en mi escritorio en el trabajo soñando con los acontecimientos de los últimos meses y supongo que se me notaba en la cara. Mi jefe entró en cuando yo era la única persona que estaba. Se acercó a mi mesa y me preguntó si todo estaba bien, lo que me sacó de mi trance. Siempre le gusta coquetear conmigo porque siempre le proporciona vistas por dentro de mi blusa o de mis faldas. Hoy no era diferente, llevaba mi falda morada favorita y una blusa blanca.
En otras ocasiones lo vi alejarse con los signos visibles de estar excitado. Ese día no fue una excepción, salvo porque se sentó en una silla junto a mi mesa, de cara a mí. Sabía que le gustaba mirar y me resultaba simpático ver cómo intentaba echar un discreto vistazo. Me encantaba, era muy guapo y por el bulto, estaba bien dotado. Yo ya estaba mojada por mi sueño anterior y mi perfume apenas ocultaba el hecho.
Habló conmigo y respondí a sus preguntas hasta que se atrevió a preguntarme si me gustaría ir a comer con él algún día. Le dije que sería un poco raro en la oficina me vieran salir con él, así que dijo que podía encontrarse conmigo en un lugar de mi elección. Cogí un papel de mi escritorio, escribí la dirección de mi casa, las indicaciones para llegar y se lo entregué. Al instante se le puso una sonrisa muy cursi y preguntó si hoy era demasiado pronto. Le dije que tenía que hacer arreglos pero que mañana podría ser. Entonces, se levantó y se despidió hasta el día siguiente.
Me reí un poco mientras trataba de ocultar su erección mientras iba por el pasillo. Estaba empapada y necesitaba un poco de alivio así que llamé a Mike para contarle lo que acababa de pasar y si estaba ocupado. Mi marido estaba a minutos para venir para llevarme a casa.
Nada más llegar a casa, nos pusimos a coger como conejos mientras le contaba lo que mi jefe me quería hacer. Mike me folló dos veces mientras le contaba de lo que posiblemente haría en mi cita del día siguiente, estaba muy caliente.
Mike me folló como un salvaje y me encantó cada segundo. Me dijo que quería cada detalle cuando llegáramos a casa al día siguiente. Poco después tuvimos que vestirnos para volver al trabajo. Sólo tuve tiempo de limpiarme antes de volver.
El director de mi oficina y los demás estaban de vuelta y trabajando cuando llegué. Mi compañera me sonrió y le devolví la sonrisa. Se acercó y dijo que me veía bastante sonrojada y me sonrió y guiñó un ojo. Ella y yo hablábamos de todo y sabía qué aspecto tenía después de una aventura sexual con Mike. Le sonreí y le devolví el guiño.
Justo entonces recibí una llamada en mi intercomunicador y era el jefe preguntando si podía llevarle una carpeta de cuentas a su despacho. La recogí y me fui. Cuando llegué, su secretaria no estaba, así que llamé a la puerta y me dijo que pasara. Cuando me acerqué a su escritorio, se puso de pie y me pidió que me sentara mientras revisaba los documentos de la carpeta. Todavía estaba muy mojada de antes y podía notar que mi coño goteaba un poco. Estaba mirando la carpeta y echándome miradas furtivas. Sonreí y, como siempre, le pregunté si había visto algo que le gustara. Su respuesta me sorprendió. Giró su silla y se arrodilló frente a mí, se inclinó y me besó.
Me sorprendí un poco al principio, pero le devolví el beso. Pronto pasó por el cuello y por mi blusa y finalmente por mi rodilla. Pronto fui muy consciente de mi humedad y me estaba poniendo nerviosa. No quería que intentara comerme con el semen de Mike aun goteando, pero no me dio tiempo a reaccionar. Sus manos me subieron la falda y su cara entró entre mis muslos en un rápido movimiento. Casi salté de la silla cuando su lengua lamió la entrepierna de mis bragas. Se retiró, sonrió y dijo― Chica mala, has tenido sexo después de que habláramos esta mañana ―Le dije que lo sentía, pero antes de que pudiera decir nada más, me dijo que estaba muy caliente y que le encantaba lamer mis jugos del coño y los de mi amante. Estaba respirando muy fuerte y me estaba dejando resbalar hacia adelante sin siquiera pensarlo. Mi jefe volvió a enterrar su cara entre mis muslos y me hizo correrme en minutos.
Volvió a sentarse en la silla y dijo que no podía esperar a comer al día siguiente. Yo sonreí y le dije que estaba igual de excitada y le agradecí sus servicios. Se rio y yo también lo hice. Me devolvió el expediente y dijo que querría volver a verlo más tarde. Le dije que cuando quisiera me llamara. Cuando salí, su secretaria estaba de nuevo en su lugar y me sonrió cuando pasé junto a su mesa. Me dirigí directamente al baño para limpiarme. Mis bragas estaban empapadas.
Otro relato ...