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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Viaje a casa
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Hace algunos años me fui de vacaciones con mi novia y su familia. Ella tenía dos hermanas, la menor fue con su amiga, la mayor con su novio. Mi novia y yo éramos sexualmente activos y aprovechábamos cualquier ocasión. Tuvimos algunos grandes encuentros sexuales y algunos momentos de tensión, cómo un momento de mes que la menstruación llegó un poco tarde.

Íbamos de camino a casa, mi novia y yo íbamos en el asiento de atrás, su hermana y su novio iban delante, obviamente cogimos dos coches. Era un viaje de un par de horas y mi chica estaba descansando, con su cabeza en mi regazo. Me puse un poco juguetón y empecé a tocarla. Jugué un poco con sus tetas por encima de la camiseta y el sujetador, pasé mis dedos por su pelo, toqué sus brazos y sus piernas desnudas. Ella estaba muy relajada y yo disfrutaba tocándola.

Pronto mi mano llegó hasta entre sus piernas y la empecé a tocar por encima de los pantalones. Ella abrió sus piernas tratando de no hacer un ruido que llamara la atención sobre lo que le estaba haciendo. Mantenía los ojos cerrados y disfrutaba. Miré al espejo retrovisor y me di cuenta de que su hermana estaba mirando mi mano tocando a su hermana por encima de los pantalones. No apartó la mirada ni dijo nada, yo solo observé sus ojos mientras miraba mi mano sobre el coño de su hermana.

Mi novia empezó a mover su pelvis ligeramente, como una sutil insinuación de que quería más. Pasé mi mano por su muslo y entre sus pantalones y bragas, todavía sin tocarle el coño dentro de los pantalones. Levantó las caderas en señal de aprobación y los ojos de su hermana se abrieron también en señal de aprobación.

Los ojos de la hermana de mi novia y los míos nunca entraron en contacto directo, sus ojos estaban siempre mirando mi mano tocar a su hermana. De vez en cuando miraba a la carretera, tenía alguna pequeña conversación con su novio, pero poco después sus ojos volvían a mirar a mi mano invadir la entrepierna de su hermana. A estas alturas ya tenía mi mano dentro de sus pantalones cortos y bajo sus bragas. Me encantaba sentir el vello de su coño rubio sobre sus labios, tan bonitos y llenos. Eso era así, porque en aquel momento, a principios de los 80, todavía no se afeitaban los coños.

No podía ver los labios de su hermana pero me la imaginaba mordiéndose el labio inferior mientras me veía masturbar a su hermana. Mis dedos se deslizaban dentro de ella que estaba muy mojada y apenas podía oír mis dedos follándole el coño por encima del sonido de la radio y el ruido de la carretera. Mi novia era una chica ruidosa y sé que era difícil para ella no gemir ni jadear.

Siempre me ha gustado mirar la cara de mi chica mientras la toco, pero me estaba divirtiendo mucho mirándole los ojos a su hermana observando mis dedos bajo sus pantalones mientras le trabajaba el coño. Me dolía la polla, pero qué se suponía que aquel era un momento para mis chicas.

Mi novia siempre se sonrojaba entre el cuello y los pechos justo antes de correrse, me di cuenta de esto así que tenía mi pulgar trabajando su clítoris y dos dedos entrando y saliendo de entre labios de su coño, que estaban muy hinchados y húmedos. Finalmente dejó escapar un pequeño gemido, tratando de silenciarlo, los ojos de sus hermanas se abrieron un poco más, y un poco vidriosos ya que debía estar mojada también. El cuerpo de mi novia se tensó, sus caderas se alzaron contra mi mano mientras se corría sobre mi mano. Nunca se corrió realmente, pero siempre dejaba un pequeño charco, tan agradable y húmedo entre el pelo de su coño y las bragas.

Su hermana miraba a mi novia correrse, sus ojos nunca se apartaban de su coño mientras la miraba para asegurarse. Saqué mi mano de los pantalones, limpié algunos de sus jugos en su muslo y luego jugué con ella sobre sus pantalones cortos de nuevo mientras bajaba lentamente.

Entonces su hermana me miró a los ojos, yo la miré a ella, me dirigió una pequeña sonrisa, miró hacia otro lado y no dijo nada. Le di a mi novia un beso y se quedó dormida, feliz en mi regazo. Los cuatro continuamos nuestro camino a casa escuchando baladas en el reproductor de casetes. Eran buenos tiempos...

Anónimo

Otro relato ...




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