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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Vídeo de mi mujer
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Hace varios años mi esposa Andrea planeó una fiesta de cumpleaños para mí. Invitó a más de cuarenta personas y arregló la casa para ello. El día de la fiesta, Andrea salió a la calle con unos pantalones de spandex muy ajustados y un sujetador del mismo tejido, a juego. Parecía una sola capa de pintura en su cuerpo. Cada pliegue de su cuerpo se podía ver fácilmente, los labios del coño suavemente afeitados se mostraron para que todos los vieran. Le señalé la entrepierna y le dije― Nena, puede que te follen esta noche.

Miró hacia abajo y luego tiró de la cintura de los pantalones ajustados hacia arriba haciendo que el fino tejido se apretara entre sus labios y dijo― Ese es el plan.

Los invitados empezaron a llegar justo después de las siete y nos reunimos en la piscina. La música sonaba y la parrilla humeaba. Oí que la licuadora funcionaba constantemente haciendo bebidas combinadas y batidos. Intenté no ser obvio mientras seguía a Andrea pero estaba excitado por ver con quién tendría sexo esa noche. Como en las fiestas, los hombres formaron un grupo para hablar de deportes mientras las mujeres se miraban unas a otras y cotilleaban.

Alrededor de las diez me di cuenta de que no había visto a Andrea en mucho tiempo, miré a mí alrededor para tratar de saber qué hombre faltaba. No pude debido a que todo el mundo se había dispersado. Había gente en el jardín, en la piscina, y de pie en pequeños grupos hablando. De repente, Andrea me besó en la mejilla.

― ¿Lo estás pasando bien? ―preguntó.

― Si ¿y tú?

Sonrió y contestó― Por supuesto.

Los invitados comenzaron a irse justo después de la medianoche. Uno de mis amigos solteros no estaba en condiciones de conducir y le dije que se quedara, que teníamos una habitación libre. Le llevé a la habitación y se dejó caer en la cama, le quité los zapatos y apagué la luz. Cuando fui a ayudar a Andrea a recoger, le dije que Mike se había dormido en la habitación de invitados― Si quieres tener sexo con él, termino yo de recoger esto.

― No, si está dormido, y borracho, no se le va a poner dura. Mejor te ayudo.

Cuando nos metimos en la cama, pasé mi mano por el coño de Andrea que separó las piernas y le metí tres dedos con facilidad. Ella movió sus caderas para encontrarse con mi mano.

― ¿Por qué estás tan mojada? ― Le pregunté.

No contestó pero empujó mi cabeza hacia su entrepierna. Puse mis labios sobre los labios de su coño y disparé mi lengua hacia ella. Me agarró del pelo y me apretó tanto que casi no podía respirar. Ella gimió mientras le comía el coño. Era obvio que estaba comiendo el semen de uno de nuestros invitados del coño de mi esposa. Me liberé lo suficiente para poder respirar y le lamí el culo. Eso siempre la vuelve loca.

― ¿De quién era el semen que acabo de comer? ―le pregunté.

Ella giró sus caderas y dijo que no lo iba a decir.

― Así que es semen ―dije.

Ella gimió que sí y luego dijo muy suavemente― Dos corridas.

― ¿Del mismo hombre? ―pregunté.

― No ―suspiró.

Me moví y le clavé mi polla dura con toda la fuerza que pude. Ella gimió y rodeó mi cintura con sus piernas.

― ¡Fóllame! ―gimió.

Empecé a follarla pero su vagina estaba extremadamente húmeda y suelta y yo estaba ligeramente borracho. No podía sentir nada y ella tampoco, así que caí a su lado y me dormí.

A la mañana siguiente me desperté y vi que no estaba en la cama. Mi cabeza estaba nublada por la noche anterior y tardé en recordar a mi compañero en la habitación de invitados. Me levanté tambaleante y me puse los calzoncillos, y luego fui por el pasillo hasta la habitación de invitados. Intenté abrir pero la puerta estaba cerrada.

― ¿Andrea, estás ahí? ―pregunté.

― Si, vete a la cocina y prepara el desayuno.

Estaba preparando el café y friendo un poco de bacon cuando Andrea entró en la cocina. Llevaba su bata corta, que apenas le cubría el culo. Miré su pelo revuelto y me reí― ¿Ya tienes los huevos revueltos esta mañana? ―le dije bromeando.

Cogió una taza de café y tras un sorbo sonrió― ¿Dónde está él, susurré?

― Dijo que se había ido, que no podía enfrentarse a ti después de follar conmigo.

Todo el día del domingo estuvimos tumbados reponiéndonos de la fiesta. Andrea se duchó, se puso un tanga y salió a tomar el sol en topless. A mí no me apetecía mucho estar al sol, así que busqué algo que ver en la tele. Encontré una vieja cinta VHS y decidí verla. Encendí la videograbadora por primera vez en mucho tiempo. En cuanto lo encendí, expulsó una cinta. La saqué y la miré, no tenía etiqueta. La volví a meter y empezó a reproducirse. Me eché hacia atrás para ver de qué era. En la pantalla aparecía nuestro dormitorio y Andrea siendo penetrada por detrás. No pude ver la cara del tipo, estaba fuera de la pantalla, pero estaba follando el coño de mi esposa como una estrella del porno. Ella estaba teniendo múltiples orgasmos antes de que él le diera una palmada en el culo y se retirara. Su polla cayó a media mano y empapada. Era de buen tamaño, mucho más gruesa que la mía.

Me saqué la polla y empecé la cinta de nuevo. Estaba masajeándome lentamente y no oí a Andrea entrar. No dijo ni una palabra, sólo se sentó a mi lado y también miró. Me apartó la mano y empezó a acariciarme la polla por mí.

― Nena, ¿quién es el que te está follando?

― Un amigo tuyo ―gimió.

― ¿Cuándo habías hecho eso? ―Le pregunté.

― Hace unos seis años.

― ¡Vaya, no lo sabía! ―respondí.

― ¿Quieres que te la chupe?

― No, sigue siguiera acariciándome y dime lo que sentías.

― Lo de grabarlo fue idea mía, y en realidad era la segunda vez que teníamos sexo ese día ―dijo.

― ¿Por qué estaba en la videograbadora? ―Le pregunté.

― Bueno, cuando estoy cachonda lo pongo para verlo mientras juego con mi vibrador.

― ¿Por qué no lo vas a buscar y te masturbas mientras te miro?

Se levantó de un salto y corrió al dormitorio, cuando volvió traía su vibrador favorito. Lo conectó y se sentó, luego lo mantuvo con fuerza entre los labios de su coño y directamente sobre su clítoris. Vi cómo los músculos de sus muslos se tensaban mientras apretaba el zumbante pene de plástico entre sus labios. En cuestión de pocos instantes, jadeó y empezó a retorcerse. Sabía que se iba a correr, así que estuve callado. Entonces, después de que el orgasmo terminara, ella apretó de nuevo y se corrió otra vez. La vi tener un orgasmo tras otro hasta que finalmente arrojó el vibrador a un lado. Jadeó y echó la cabeza hacia atrás, con las piernas ligeramente separadas. Puse mi mano en su muslo y la atraje suavemente hacia mí. Metí la mano entre sus piernas y comprobé que estaba empapada. Le pregunté si quería que la comiera, pero me dijo que no, que ya había terminado. Se subió el tanga y ella y su coño mojado volvieron a salir. Miré hacia abajo y en mi polla había un largo chorro de líquido goteando.

Gogo

Otro relato ...




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