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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Visita al parque de atracciones
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Durante todo el tiempo en que mi esposa Andrea y yo fuimos novios, solía ponerse escuetos vestidos que mostraban su cuerpo. De hecho, fue verla con uno de esos atuendos lo que me atrajo de ella en primer lugar. Tiene el pelo castaño que mantiene decolorado y sus ojos azules con su bonito bronceado son una combinación que los hombres encuentran atractiva.

Solía sentir celos cuando descubría a un chico mirándola, pero con el tiempo empecé a encontrarlo excitante. De hecho, empecé a avisarla cuando un admirador la miraba y hacía que se burlara de ellos. Sus pequeñas tetas nunca necesitan apoyo por lo que siempre va sin sujetador. Sus pezones están casi siempre duros por el roce de su camiseta y le encanta llevarlas de tirantes, finas y ajustadas para que sean más fáciles de ver.

Íbamos a ir al parque de atracciones y era un día caluroso de junio, así que se puso unos jean cortos, muy ajustados, y una camiseta blanca de tirantes. Se podía ver la parte inferior de sus bronceadas nalgas y se metió el top en los pantalones para mantenerlo ajustado al pecho. Durante el trayecto le dije que me estaba poniendo la polla dura. Ella se rió y dijo que ese era el plan hoy, poner duras todas las pollas. Le dije que se divirtiera, que me encantaba exhibirla.

En la atracción de troncos la puse delante y su camiseta se empapó cuando llegamos al fondo, hubo muchas miradas cuando salíamos. Mientras nos sentamos a comer le dije que quería follarla y que pasara el resto del día con el coño lleno de semen. Me dijo que si se quitaba las bragas y se paseaba con los labios del coño apenas escondidos bajo los flecos de los  pantalones lo haría. Le dije que sí.

Entró en uno de los baños y cuando salió me dio sus bragas enrolladas y me las metí en el bolsillo. La cogí de la mano y, cuando empezamos a caminar, le pregunté qué sentía al ir así. Me dijo que la costura de la entrepierna le llegaba hasta los labios del coño y que el tejido rugoso le rozaba el clítoris. Le pregunté si era incómodo. Me apretó la mano y dijo que no, que me estaba mojando. Dijo que podía sentir la brisa en los labios de su coño afeitado. Le dije que me preguntaba si podía verlos. Dijo que se sentía como si estuvieran al aire libre.

La guié al teleférico que recorre el parque y nos subimos solos, en una de las cabinas. Tan pronto como empezamos a subir me cambié al asiento frente a ella. Le dije que abriera las piernas. Ella lo hizo y pude ver los labios de su sexy coño sin pelo asomando por los pantalones cortos. Subió los pies a cada lado de ella haciendo que la costura de los pantalones cortos se clavara en su raja. Me puse en el suelo y empecé a chuparle el coño. Ella me agarró del pelo y me pidió que la follara. Levanté la vista para ver que no teníamos más que unos pocos minutos antes de que el viaje finalizara. Le dije que no había tiempo y continué con mi chupada de los labios de su coño, ahora todo mojado.

Acababa de sentarme junto a ella cuando sentí que la cabina empezaba a bajar hacia el suelo. Me levanté justo antes de que el operario llegara a nuestra cabina y tiré de ella para que se pusiera de pie. Quiso a sacarse la costura de la entrepierna pero le aparté la mano, y le dije que estaba bien. Abrió la puerta y empujé a Andrea hacia la puerta. Le cogió la mano y conmigo detrás de ella pude ver cómo le miraba las piernas mientras salía.

La tomé de la mano y le dije que aquel tío le había visto el coño. Ella sonrió y dijo que lo sabía.

― ¿Te pone cachonda enseñar tu coño a extraños? ―Le pregunté y dijo que sí.

― ¿Qué tal si hoy te folla un tipo afortunado y luego yo me pongo a follar contigo? ―le dije.

― ¿Te gustaría eso? ―preguntó ella.

― Me encantaría si pudiera meter mi polla dentro de tu coño suelto y lleno de semen ―le dije.

Ella se levantó de puntillas y me besó la mejilla y dijo― Quiero que me folle un desconocido afortunado.

― De acuerdo ―le dije―Elige a quien quieres follar y encontraremos la manera de hacerlo.

En la galería de tiro vio a un chico con ambos brazos cubiertos de tatuajes y dijo que quería que se la follara. Le dije que fuera a hablar con él y que viera si podía subirlo a los cubos del cielo, que tendría cuatro minutos antes de que llegara al otro lado. Te estaré esperando cuando te bajes. Le di un beso en la mejilla y me fui antes de que pudiera decir nada. Corrí al otro lado del parque y esperé.

Me senté allí durante más demasiados minutos y empecé a preocuparme. No podía salir a buscarla porque podría perderla. Justo cuando estaba a punto de volverme loco, la vi salir de la atracción con una enorme sonrisa en la cara. Vino directamente hacia mí y me dio un beso.

― Estaba preocupado ―le dije.

― Lo siento ―se disculpó.

La cogí de la mano y mientras caminábamos le pedí que me contara. Me dijo que se llamaba Mark y que trabajaba en el parque como vigilante.

― Se ha acostado contigo ―Le pregunté,

― ¡Si! ―me dijo sonriente.

― ¿Tu coño está mojado y abierto? ―le pregunté.

― ¡Sí, mucho! ―respondió maliciosa.

Miré a alrededor y luego la empujé detrás de un tablón de anuncios. Puse mi mano entre sus piernas, empujé la entrepierna de sus pantalones cortos a un lado, y mi dedo llegó hasta su coño. En efecto, estaba recién follada. Empecé a jadear y le dije que quería chupar el semen de su coño

― Aquí no podemos ―dijo.

― ¡Vámonos entonces! ―respondí.

Fuimos hasta el auto y corrimos a casa. Tan pronto como pasamos la puerta le quité los pantalones y metí la cara entre sus piernas. Le chupé el clítoris haciendo que me tirara del pelo y casi me asfixiara con su pegajoso coño. Cogí mi propia polla y de un solo empujón se la metí hasta el fondo. Le dije que me contara como había follado.

― Cuéntame cómo te ha follado ―le exigí.

― Cuando me acerqué a él le dije que sus tatuajes me mojaban el coño. Dejó su puesto y me cogió la mano. Me llevó a un área sólo para empleados y sacó su gran polla. Le dije que era más grande que la tuya ―Ella se rió y añadió― Como el doble del tamaño de la tuya.

Ella dijo que se agachó y él se la metió sin esperar.

― ¿Te dolió? ―Le pregunté.

― ¡Oh Dios, sí! Pero me estiró tanto el coño que tuve un orgasmo inmediato. Justo cuando él se corría, su intercomunicador comenzó a sonar, y era uno de los trabajadores preguntando si había un código diez en el área de descanso. Le pregunté que significaba eso y me dijo que un compañero suyo no tardaría en llegar.

― ¿También te lo follaste? ―pregunté.

Ella se puso salvaje de pasión mientras jadeaba que sí.

― ¿Y también la tenía muy grande?

― Era un negro muy bien dotado.

― Y te lo follaste…

― Sí, me lo estuve follando una media hora sin parar. Me corrí tanto que no podía mantenerme en píe. Me tuvo que sostener entre sus brazos mientras me follaba. Casi me desgarra el coño. Tuve un orgasmo tan fuerte que casi me desmayo.

Un más más tarde nos casábamos.

Gogo

Otro relato ...




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