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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Visita en la oficina
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Eran poco más de las cinco de la tarde de una oscura y húmeda tarde de otoño. Me levanté de mi escritorio y me giré para mirar hacia la oscuridad que envolvía mi oficina, viendo a la gente que salía a toda prisa hacia sus coches para ir a casa o para meterse en un bar, cálido y acogedor para tomar una copa rápida con los colegas.

Volví a mirar el reloj; quizás otros treinta minutos más y me iría a casa. Entonces oí abrirse la puerta de cristal de mi despacho, giré la silla y vi a mi novia Laura entrando. Llevaba un abrigo largo y oscuro, con el cuello subido, y las solapas le hacían sombra en su pelo rubio y ondulado. Mis ojos recorrieron su esbelta figura, deteniéndose en sus piernas y terminando en sus tacones de 12 centímetros.

― Alto Salvi ―dijo sonriéndome cálidamente, rodeando mi escritorio y sentándose en la esquina, el abrigo cayendo un poco para mostrar más de su pierna y muslo bronceados. Mi polla se hinchó al instante― Te he echado de menos todo el día y, bueno, he pensado en venir a verte por una vez ―dijo, con los ojos brillando de forma juguetona.

― No te esperaba, pero, vaya, es muy agradable verte aquí, creo que todo el mundo se ha ido a casa ahora, así que es una pena, ya que habría sido agradable que conocieras al resto ―Apoyé mi mano en su pierna y dejé que mis dedos se deslizaran por debajo de la suave tela del abrigo, notando su calor.

― ¿No hay nadie por aquí? ¿Nadie en absoluto? ―preguntó Laura

―Algunos podrían entrar y salir, no estoy seguro ―respondí, mi polla se puso dura, ella tenía la capacidad de excitarme.

Ella se volvió hacia mí― Quiero jugar, Salvi ―Se acercó y metió sus manos dentro de mi camisa, sus dedos recorrieron mi duro pezón. Jadeé un poco por la sorpresa.

― No podemos ―murmuré― Podrían pillarnos ―mis palabras salieron de mi boca en frases cortas y tartamudeadas.

― Estamos solos, dijiste, podemos pasar un buen rato juntos ―murmuró. Se apretó provocativamente contra mí, sus manos bajaron a mi entrepierna, sus dedos apretaron el bulto de mi pene a través de mis pantalones― Quiero tu polla ―murmuró roncamente, inclinando su cara hacia la mía― ¡Fóllame! ¡Fóllame fuerte, Salvi!

Mi boca dejó de ser funcional, estaba aturdido. Mi cabeza daba vueltas con opciones y posibilidades.

― ¿Sorprendido? ―sonrió.

― Mucho ―respondí.

― ¿Contento? ―susurró Laura con una sonrisa cómplice.

― Sí.

― Bien. Me alegro. Ahora déjame complacerte un poco más ―Se puso de rodillas ante mí, y rápidamente bajó la cremallera de mi bragueta, metió su mano dentro y me sacó la polla. Laura sonrió con placer cuando la vio.

― Mmm ¡Qué polla más bonita! Creo que me lo voy a pasar muy bien ―Llevó mi polla a sus labios sujetándola con ternura, besó la punta y luego, se la introdujo lentamente entre sus labios. Fue increíble cuando mi polla se estremeció en su boca. Laura pasó su lengua lascivamente alrededor de la cabeza, excitándome aún más. La sensación era maravillosa, su boca era cálida y húmeda, y su lengua tenía una habilidad extraordinaria.

― Alguien podría vernos, ¿no te preocupa Laura? ―Tartamudeé, con la cabeza confusa por el conflicto entre tratar de ser sensato y querer follarla sobre mi escritorio.

― Mmm, ya sabes que me gusta exhibirme ―dijo, levantando la cabeza de mi polla. Volvió a metérsela en la boca, chupando sin parar con evidente placer. Su cabeza se balanceaba de un lado a otro. A medida que mi polla se ponía turgente en su boca su lengua trabajaba la cabeza con creciente ardor. Yo jadeaba y gruñía, sujetando su cabeza con las manos y moviéndola de un lado a otro, moviendo mis caderas mientras me la mamaba.

― Mmm... ¡Sí, chúpala! ¡Chúpame la polla! ¡Chúpala fuerte! Ohhh sí, eso es, vamos, ¡Chúpala!

Laura se desabrochó el cinturón y dejó caer el abrigo. Estaba completamente desnuda, aparte de los zapatos. Se acarició los pechos y bajó la mano libre y se metió un dedo en el coño, masturbándose delante de mí

― Eres una perra sucia, ¿verdad? Nos van a pillar ―dije, poniéndola en pie.

Si alguien estuviera en las oficinas de enfrente, nos vería, pero a estas alturas, estábamos perdidos en el momento, con todas las hormonas corriendo por nuestros cuerpos.

― ¡Fóllame, Salvi! ―gimió― ¡Fóllame fuerte! ―Se retorció contra mí, arqueando su cara hacia la mía. Nos besamos apasionadamente, y su lengua se introdujo hambrienta en mi boca. Le apreté los pechos y las nalgas. Su cuerpo era firme y esbelto, y mis manos exploraron su cálida carne desnuda. Ella gimió suavemente y se apretó contra mí con avidez.

Soltó una risita y se acercó al escritorio. Se inclinó hacia delante con sus nalgas desnudas hacia mí y yo introduje mi mano en su entrepierna. Mis dedos salieron mojados, sus suaves gemidos llenaron mis oídos. Lentamente, jugué con ella. Se arqueó y jadeó. Sus nalgas se movían y se agitaban. Mi mano bombeó entre sus muslos, moviéndose más rápido. Laura gritó fuertemente, con la cara congestionada por la lujuria. Justo cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, me detuve. Jadeó con frustración. Riendo, me arrodillé detrás de ella y, separando sus nalgas, introduje mi cara entre ellas. Su ano era tentador y presioné mi lengua en él. Laura gimió suavemente.

― También te voy a follar el culo ―gruñí.

― Sí ―gimió ella― Me gusta ahí... ¡Lo quiero ahí! ¡Ohhh sí!

Pasé mi lengua por su ano y temblaba de excitación. Lentamente, arrastré mi lengua hasta su empapada raja. La cara de Laura se congestionó nuevamente y se mordió el labio inferior en tensión, con los ojos cerrados. Mi lengua penetró en su coño. Jadeó bruscamente y abrió la boca de golpe. Sus caderas se agitaron y sacudieron, sacudiéndose y bailando.

― Ohhh... uuuhhh ¡Oh, sí! ¡Ohhh sí, sí, Ohhh dios sí! ―gritó― ¡Ohhh uhhh ohhh uhhh ohhh uhhh sí! ¡Ohhh dios sí! ¡Ohhh uhhh sí! ―no se contuvo, si la gente entraba en el piso de la oficina nos oiría. A ella no le importaba.

Sujetando sus muslos, la follé con la lengua sin parar. Mi lengua entraba y salía de su coño, y se movía rápidamente contra su clítoris hinchado. Su coño chorreaba embriagadores jugos. Apreté mi cara más profundamente y chupé su clítoris. Laura gritó, temblando y gimiendo apasionadamente. Me apartó y separó las piernas, y se echó hacia atrás para separar las nalgas― ¡Vamos, Salvi! ―jadeó― ¡Fóllame, fóllame fuerte! ¡Y rápido!

Me puse en pie y apreté la cabeza de mi polla en la hendidura entre sus nalgas. Ella se tensó al sentirla en el agujero de su culo.

― Ahí ―gruñí―En tu culo, bien y duro.

― Por favor, toma mi coño primero ―gimió― Fóllame el culo después.

Sonreí y asentí con la cabeza y empujé la polla hasta su coño. Sus labios estaban abiertos de par en par, ansiosos y acogedores, y se la metí sin resistencia. Laura gimió de placer― Sí, Ohhh sí, dámelo ―jadeó― Dámelo todo, lo quiero todo, métemela, Salvi... ¡vamos! ¡Ohhh uhhh sí! ¡Oh, Dios, sí! ―gritó.

Eché la cabeza hacia atrás y gemí de placer mientras su coño se contraía frenéticamente contra mi polla. Le clavé los dedos en las nalgas, apretándolas con fuerza para apretar aún más su coño contra mi polla. Laura jadeó y gimió de placer, retorciéndose extasiada bajo mí. Cada vez la penetraba más profundamente, hasta que me tenía completamente dentro de ella.

― Ahora ―gimió con delirio― ¡Fóllame, Salvi! Fóllame como a una puta.

Empecé a follarla con un movimiento rítmico y de bamboleo, apretando sus nalgas de forma alterna con cada empuje. Laura jadeó y se tambaleó debajo de mí, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, equilibrada sobre sus talones, con los antebrazos apoyados en el escritorio y apretando fuertemente los lados con los las manos. Su coño tenía espasmos y se convulsionaba frenéticamente sobre mi pene― ¡Sí! ―jadeó― ¡Oh, sí, sí, sí! ¡Fóllame, Salvi! ¡Fóllame fuerte el coño! Vamos, ¡fóllame más fuerte! ¡Ohhh, si! ¡Ohhh dios si si si!

Mis muslos golpearon contra los suyos, el ruido resonó en las paredes de mi oficina, me moví más y más rápido, jadeando y gruñendo, sujetando sus caderas ahora y tirando de ella hacia adelante y hacia atrás. Los pechos hinchados de Laura se agitaban y sacudían con mis empujones. Tenía la cabeza arqueada y la cara congestionada por la lujuria, con los ojos cerrados. Se movía conmigo, moviendo su coño hambriento en contra de mi pene, apretando su coño como una funda apretada alrededor de mi polla dura como una roca. Cada vez más rápido, clavando mi polla dentro de ella, metiéndola de golpe con sacudidas salvajes de mis caderas, apretando los dientes en tensión―¡Oh, sí! ¡Tómala! ¡Tómala, escoria! ¡Toma mi polla!

Con un gemido estremecedor, Laura tuvo un orgasmo. Su coño se convulsionó frenéticamente. Yo jadeaba y le ensarté lentamente el coño con varias embestidas lentas y en espiral. Me esforcé por controlarme y apenas pude contener mi propio orgasmo. Reduje el ritmo a un suave movimiento de balanceo y Laura gimió de placer.

Saqué el pene de dentro de ella y, apartando los papeles, la puse de espaldas sobre el escritorio con las caderas en el borde. Abrí sus muslos y me coloqué entre ellos, de nuevo metiendo la polla en su coño― Voy a follarte un poco más, puta.

Laura no se resistió, su coño cosquilleaba con excitación.

― ¡Vamos! ―murmuró― ¡Tómame, Salvi! Tómame como lo que sabes que soy.

Introduje mi pene en su coño de una sola vez pero de forma suave. Laura gimió y arqueó la espalda, atrayendo mi cabeza hacia la suya. La besé y ella respondió con hambre, empujando su lengua en mi boca, acariciándome el pecho. Todavía tenía la camisa puesta y Laura me la desabrochó con habilidad y me la quitó de los hombros, acariciándome la espalda. Arqueando la cabeza, me lamió y mordisqueó los pezones uno a uno. Dejé escapar un suspiro de placer. Era delicado, pero intenso. Ella inclinó mi cabeza hacia sus pechos y yo lamí suavemente sus rígidos pezones. Laura gimió y apretó los pezones en mi boca. Los chupé con fuerza, y ella arqueó la espalda en éxtasis, pasando los dedos por mi pelo.

― ¡Sí! ¡Oh, sí! ―gimió.

Lentamente, empecé a follarla de nuevo. Mis caderas se movían suavemente en círculos ondulantes, obligándola a moverse al unísono. Mi polla se hundió profundamente en su coño. Suavemente, pasamos a un movimiento rítmico de vaivén, enderezándonos hasta la posición vertical. Sujetando los muslos de Laura con mis manos, me balanceé y moví mis caderas de forma constante hacia delante y hacia atrás, moviendo mi pene dentro y fuera de su coño. Su cabeza giraba lentamente de un lado a otro y, mientras lo hacía, gritaba obscenidades― Mmm, fóllame, fóllame el coño, Ohhh sí, Dios, me encanta tu polla. ¡Fóllame, nene, fóllame fóllame fóllame! Ohhh sí, eso es―gemía.

Eché la cabeza hacia atrás y gemí de placer. Me dolían las pelotas por la tensión. Los fuegos rugían en mi vientre. Empecé a follar más rápido, con una mano en su vientre plano, metiendo y sacando la polla con avidez de su coño. Laura jadeó, sus caderas se agitaron y se sacudieron bajo mí. Sus pechos se tambaleaban con mis empujones y ella los apretaba con frenesí, aplastándolos entre sus manos. Nuestros cuerpos se balanceaban y oscilaban juntos en una danza erótica. Cada vez más rápido y ella gritó, su cuerpo se sacudió y se retorció debajo de mí mientras se elevaba hacia otro orgasmo. Volvió a correrse y, segundos después, perdí el control. Metiéndome profundamente en ella varias veces, ― ¡Jodeeerrr! ―Grité en una liberación gozosa. Laura gimió y se arqueó mientras las gotas calientes de mi semen fluían en el interior de su coño.

Esperaba que perdiera la erección, pero cuando empecé a follarla de nuevo, suave y lentamente, sus ojos se abrieron de par en par y gritó sorprendida.

― Te dije que quería tu culo ―le dije― Todavía no he terminado, ¿recuerdas?

La saqué de su coño y, dando un paso atrás, la aparté del escritorio, guiando su cabeza hacia mí pene. Temblando de excitación, Laura me la chupó con avidez. Me follé su boca sin parar durante varios minutos, moviendo su cabeza de un lado a otro en mis manos, estaba duro de nuevo―Bien, ahora puedo tomar tu culo lentamente ―Busqué y saqué mi teléfono, lo puse en vídeo y pulsé el botón rojo para grabar.

Laura estaba incrédula. La empujé contra mi escritorio de nuevo y esta vez, presionando mi polla en su culo. Laura gimió y se inclinó hacia delante, separando los muslos. Gritó cuando la polla se introdujo en su culo. Sus dedos arañaron el escritorio y su cara se congestionó en una erótica mezcla de dolor y lujuria. Mi polla estaba hinchada y congestionada, y la empujé inexorablemente más y más adentro de ella, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y gimiendo fuertes obscenidades. Entré y entré, sin que pareciera que fuera a terminar, y el cuerpo de Laura se estremeció por el esfuerzo. Sus nalgas crepitaban de excitación. Le follé el culo lentamente, con profundo placer. Mis caderas se movían constantemente hacia delante y hacia atrás y mi polla aparecía y desaparecía entre sus nalgas.

― Sí ―jadeó― Sí, Salvi, sí, vamos, fóllame ¡fóllame el culo más fuerte, Salvi! Vamos, hazlo.

La filmación era incómoda y no siempre era lo primero en lo que pensaba, pero empecé a moverme más rápido y más profundamente, empujando ansiosamente en su culo. Laura gritó, con la cabeza dando vueltas por la excitación. Mi polla entraba y salía de su ano, cada vez más rápido, y enloquecida por la lujuria, se llevó una mano a la entrepierna y empezó a masturbarse con furia. Su orgasmo fue violento e intenso e hizo que su esfínter se convulsionara― ¡Ohhh! ―gritó― ¡Oh, Dios, sí! ¡Ohhh sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Fóllame! ¡Fóllame Salvi, Ooohhh dios sí! ¡Fóllame! ¡Fóllame el culo! Ooohhh uuuhhh aaahhh!

Reduje la velocidad de mis movimientos, empujando más profundamente en su caliente y apretado canal trasero, saboreando cada centímetro de su pasaje. Podía sentir el pequeño cuerpo de Laura temblar y agitarse. Aplasté sus pechos hinchados con mis manos, y gimió suavemente. Mi polla entró hasta el fondo de su ano y eróticamente, ella retorció sus nalgas contra mis muslos, su cara se arrugó con un placer profundo, genuino y desenfrenado― ¡Vamos, Salvi! ―murmuró― ¡Fóllame el culo con fuerza otra vez! Lo quiero fuerte.

Empecé a moverme más rápido. Mis caderas se balanceaban suavemente hacia delante y hacia atrás y mi polla entraba y salía con avidez de su tenso culo. Yo jadeaba y gritaba, mi voz se mezclaba con la suya en cadencias eróticas. Laura volvió a tener un orgasmo y ahora no pude controlarme. Con un fuerte grito, le ensarté el culo, hundiendo mi verga en ella, con las caderas moviendo sus nalgas, dejándome llevar, haciéndola jadear mientras eyaculaba y el semen salía de mi verga en su culo.

Volvió a empujar hacia mí, asegurándose de que toda mi polla seguía dentro de ella, no quería que se perdiera nada de mi semen. Y ese momento capturado digitalmente para siempre, Laura la cachonda.

La saqué de ella que me sujetó la polla y se lamió la palma de la mano, saboreando el semen de su culo y mi cálida eyaculación.

Recogí mi camisa y me la volví a poner, tirando de los pantalones, con la cabeza dando vueltas y zumbando por lo que había pasado en los últimos cuarenta minutos.

Laura se volvió a poner su abrigo, alisando los volantes y volviendo a atarse el cinturón, caminando hacia mí, pasando por encima de todo mis papeles que estaban esparcidos por el suelo― ¿Nos vemos en casa dentro de un rato? ―dijo con curiosidad.

― Por supuesto, sólo tengo que ordenar un poco primero ―me reí.

Laura lanzó un beso, abrió la puerta y salió. La oí cruzar la oficina y oí el timbre del ascensor cuando este llegó.

Me apresuré a recorrer mi despacho, recogí los papeles y los apilé sobre la mesa, cogí mi abrigo, apagué la luz del despacho y me apresuré a salir al despacho más grande.

― Buenas noches, señor Suárez ―sonó una voz desde detrás de un banco de monitores.

― Buenas noches, Sara ―respondí sorprendido, enrojeciendo un poco las mejillas― pensé que te habías ido.

― Oh, no ―respondió ella― he estado aquí durante la última hora o así.

Sonreí para mis adentros y traté de recordar lo que Laura y yo habíamos hecho. ¿Estuvimos callados? Qué más da, me reí para mis adentros, había sido un final de semana infernal y aún me quedaba el fin de semana por delante― ¡Sara, que te vaya bien! ―grité, corriendo por la oficina, ansioso por alcanzar a Laura. Me apetecía llevarla a un bar. La idea de tenerla desnuda bajo su abrigo, con mucha gente alrededor, me hizo empezar a ponerme duro de nuevo. Algo de lo que habíamos hablado pero que nunca habíamos hecho...

Salvi

Otro relato ...




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