La Página de Bedri
Relatos prohibidos Zorra
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Aunque parezca una fantasía, estas son las auténticas historias de las continuas aventuras de Raquel, mi esposa puta. Lástima que no puedan ver las fotos que tengo en mi teléfono de ella chupando y follando. Cuando conocí a Raquel, acababa de divorciarse y me confesó que era sexualmente inexperta pero me sorprendió al perforarse el clítoris, algo que la mantenía mojada todo el tiempo. A Raquel le encantaba el sexo en lugares públicos y la emoción de ser descubierta. Raquel, es una hermosa mujer morena, de ciento sesenta y cinco centímetros de estatura, unos sesenta kilogramos de peso, tetas y caderas y culo que dice "jódeme". Le encanta usar altos tacones para mostrar sus piernas bien formadas y casi nunca usa bragas. Casi me da un ataque al corazón cuando hace algunos años salimos con unos amigos y llevaba una minifalda hasta el culo y inclinó, dejando al descubierto su culo y su coño. La jalé justo a tiempo, ella se rió y preguntó inocentemente― ¿Cuál es el problema? En una ocasión le sugerí ir a un teatro para adultos y ella estuvo ansiosamente de acuerdo. La primera vez, el local estaba lleno de chicos con sus manos en las pollas masturbándose. Nos sentamos cerca del escenario y comencé a tocarla. Raquel comenzó a gemir, con su coño empapándose y mojando el asiento mientras se acercaba al orgasmo. Miré detrás de nosotros y vi a un tipo con una polla dura y monstruosa. Pensé que se pondría de pie y vendría a por mi esposa. Raquel ahogó un grito cuando vino y luego se desplomó sobre el asiento. Después de recuperarse, les sonrió a los chicos y nos fuimos. La segunda vez, fuimos al palco para parejas. Había un tipo solitario que se masturbaba en el lado izquierdo, así que nos sentamos en el lado derecho. Empezamos a besarnos y saqué los grandes senos de mi esposa del vestido y comencé a chuparle los pezones mientras acariciaba mi polla. El otro hombre perdió todo interés por el escenario y se puso a mirarnos. Le dije a Raquel que lo invitara, el hombre aceptó, sentó a su lado y ella comenzó a acariciarlo. Unos minutos después, Raquel me susurró― Me está frotando el clítoris ―lo que la hizo retorcerse en el asiento. Hubo mucha respiración pesada cuando un vigilante entró y nos sorprendió. Rápidamente nos vestimos y salimos del teatro riendo. Nuestra siguiente aventura fue a una fiesta sexual privada. Fue muy agradable ver lo que sucedía. No creo que realmente pensáramos que participaríamos. Los actos sexuales ocurrían en todas las habitaciones, en el pasillo y en la esquina. Follando, chupando, masturbando, sodomizando; chica con chica, en grupo... aquello era un todo un auténtico buffet sexual. Lo que vimos hizo que los dos quisiéramos ir a casa y follar. Raquel me dijo que había conocido a un chico y que lo había invitado a casa. El viaje de camino a casa duró casi una hora y Raquel cabalgó a aquel chico al que nunca llamó por su nombre. Al llegar a casa fuimos al salón, nos sentamos en el sofá, pusimos su película porno favorita, con muchas corridas y comenzó a chupar la polla del chico sin nombre. Después de unos minutos, Raquel lo hizo ponerse en el suelo y le pidió que la follara. Eso me excitó muchísimo porque nunca la había visto actuar así de salvaje. Ella lo quería en el culo, pero este chico no podía hacerlo así que lo hice yo que le di por el culo y en unos pocos minutos, mi esposa estaba gimiendo y noté su culo temblar. Su coño estaba completamente empapado después de que ella vino. Raquel, le dijo entonces al chico que le follara el coño. Después de habérsela follado con fuerza y de que ella gritara de placer, los dos la chupamos y la jodimos nuevamente. Luego, el chico sin nombre, recogió su ropa, se la puso y se fue. Mi esposa y yo nos fuimos al cuarto y follamos nuevamente hasta que no pudimos más. En ocasiones hablábamos de la posibilidad de que ella follara a otros hombres en un local para adultos. Le dije que tal vez tuviera que follarse a un hombre negro y le pregunté que cómo se sentiría al respecto. Me dijo que nunca había estado con un hombre negro y que tendría que pensar en ello. Un par de días más tarde, Raquel dijo que podría hacerse a un conocido actor de una serie de policías en televisión. No pude culparla porque es un tipo muy guapo. Estos días estamos teniendo sexo todas las noches anticipando su actuación pública como una esposa puta. Encontré otro lugar un poco más lejos de nuestra ciudad que es un club privado. El gerente fue muy amable y nos mostró el club y llevé a Raquel a un reservado privado. Comenzamos a besarnos y comencé a comerle el coño ya muy húmedo mientras ella me abrió los pantalones y comenzó a chuparme la polla. Entonces fue cuando noté que alguien nos observaba a través de un agujero en la pared. Detuve a Raquel y le señalé una lengua que se movía por el agujero. Levanté el vestido de Raquel y la acerqué al agujero. El hombre comenzó a lengüetear el coño a través el agujero, algo muy difícil, y deslizó la lengua en el culo. Ella dio un grito suave y comenzó a gemir y mover las caderas mientras el hombre le daba un culazo, algo que a Raquel le encanta. El desconocido me pidió que lo dejara entrar en nuestra cabina para poder comérsela. Sin dudarlo le abrí la puerta y lo dejé entrar. Raquel se colocó sobre el banco y le sostuve el vestido mientras este tipo atacaba su coño con la lengua. Ella empezó a llegar con gemidos que luego convirtió en gritos cuando tuvo un orgasmo detrás de otro orgasmo. Finalmente, totalmente agotada, Raquel apartó la cabeza del desconocido que le dijo― No más ―No estaba interesado en follarla, el placer de ella era suficiente para él. Raquel estaba recuperando compostura cuando vi aparecer una gran polla en el agujero. Ella se arrodilló y comenzó a acariciarla y le preguntó al desconocido si tenía un condón. Él no, así que le presté uno, pero era demasiado pequeña para su gran polla. Dijo que iba a buscar un condón apto para su polla y se fue. Estábamos esperando a que él volviera y Raquel preguntó si estaba excitado por verla follarse por un extraño. Luego me agarró la polla y comenzó a chupármela, y se rió― ¡Oh, sí! tú, estás entusiasmado. Desafortunadamente, el desconocido de la gran polla nunca más volvió a aparecer y Raquel dijo― Es suficiente por esta noche, vamos a casa y jodemos. Jodimos durante horas cuando llegamos a casa, recordando nuestra experiencia de la noche. Esa aventura se llevó a cabo un viernes y el gerente del club nos contó que los jueves y sábados eran noches de parejas. A la mañana siguiente le pregunté a Raquel si quería volver al club esta noche. Respondió con entusiasmo ― ¡Claro que sí! ―Ella me dijo que tenía que asistir a una barbacoa para el trabajo y que la podría recoger esta noche en la barbacoa. Recogí a Raquel hacia las once de la noche y ya estaba muy borracha, vestida con bastante sencillez. Cuando le comenté acerca de que su vestido era bastante sencillo, me dijo― Bueno, no pude vestirme como una zorra para la barbacoa. Llegamos al club y ella dijo que necesitaba fumarse un cigarrillo. Estaba parada junto a la puerta fumando y la vi hablando con un apuesto joven. Ella le dio un caramelo de menta de sus favoritos, le agarró la mano y le dijo―Vamos. Al pasar a mi lado m agarró la mano y me dijo que viniera también y nos dirigimos a una cabina. Raquel le preguntó si tenía una polla grande y él respondió― Por supuesto. Entonces ella le dijo―Veamos ― Y se la sacó y comenzó a acariciársela. No era enorme, pero era de muy buen tamaño. Se metió la polla en la boca y comenzó a chuparla. Créanme cuando digo que esta mujer puede chupar cualquier polla y cuando está achispada es muy de sexo oral. Él joven estaba muy erecto y Raquel comenzó su mágico acto de desaparición de meter toda una polla en su garganta. El chico comenzó a decir― Oh, joder, oh, joder, oh joder ―y le pregunté si quería follarla. Me dijo que no iba a durar para tanto tiempo, entonces se la sacó de la boca y le lanzó chorros de semen sobre las tetas. Ella le dio un beso en la mejilla y me dijo― Vamos ―y salimos de la cabina. El club estaba lleno y los hombres se apiñaban alrededor de las mujeres como un frenesí alimenticio. Raquel trajo a dos hombres a otra cabina y les dijo que necesitaba verles las pollas. Uno de los hombres negro tenía una buena polla de unos veinte centímetros, la de otro chico era más pequeña. Raquel le dijo que no, lo sacó de la cabina y agarró a otro hombre y lo jaló adentro. Se puso de rodillas y se la chupó a los dos hasta que estuvieron bien erectos y duros. Luego se puso en la posición de perrito, su favorita, comenzó a chupar una polla mientras la otra le follaba el coño. Me sorprendió cuando escuché a Raquel decir a uno de los extraños― Métemela en mi culo ―y el tipo sacó su enorme polla del coño y trató de metérsela en el culo. Pude ver su cara haciendo muecas mientras movía su trasero contra esa polla, pero esta noche nada iba a entrar por la puerta de atrás. El otro hombre anunció que iba a correrse y luego roció su semen sobre la barbilla y el cuello de Raquel y luego salió de la cabina. El otro extraño estaba tratando de volver a metérsela por el coño a Raquel. Metí la mano por debajo de ella y comencé a jugar con su aro del clítoris. Ella comenzó a gemir y sentí que algo me golpeaba la mano. Era una polla y la notaba como una lata de refresco. ¡Me sorprendió el gran tamaño! Él comenzó a follarla y se corrió dentro de ella, luego la sacó, se metió por debajo de ella y comenzó a comerle el coño. Después de que ella vino, tuve alabarla por ser tan buena esposa puta. Después de aquello, Raquel necesitaba un descanso y fuimos a la sala de estar, donde comenzó a hablar con un hombre de unos sesenta años. Después de unos minutos, Raquel le preguntó si quería seguirla y lo llevó a una cabina donde le hizo una mamada. El Hombre maduro, al no creer su buena suerte, se lo agradeció y nos dirigimos a la sala del frente donde había mucha actividad. Nada más entrar, a nuestra izquierda, una mujer estaba sentada en un sillón mientras se la follaban y chupaba una polla, mientras que su marido le susurraba cosas al oído. Una rubia estaba parada en el medio de la habitación, cubierta por hombres que intentaban tocarla. A nuestra derecha había un sofá con una linda pareja sentada en el lado izquierdo y un hombre blanco en el lado derecho acariciando su polla desnuda. Raquel les pidió a los del sofá que se movieran para que pudiéramos sentarnos. Ella se sentó al lado del tipo que se acariciaba la polla. Ella le preguntó qué estaba pasando con la rubia y luego le preguntó si quería que le chupara la polla. Él se mostró sorprendido pero aceptó y Raquel se puso de rodillas y comenzó a chuparle la polla. Noté que varias personas, incluidas las parejas, la miraban mientras chupaba la polla. Raquel repentinamente anunció― ¡Muy bien, jódeme! ―y se puso en el sofá en posición de perrito. El tipo comenzó a follársela tranquilamente mientras Raquel empujaba con sus caderas y le ordenaba que la follara con más fuerza. Supongo que nunca se había hecho una mujer como Raquel que es muy exigente cuando se trata de sexo. Un hombre negro vio a Raquel y se apoyó en el brazo del sofá. Lo vi hablando con ella que asintió, el hombre sacó la polla que desapareció por la garganta de Raquel. Ahora tenía una buena audiencia, recibiendo corridas en la parte delantera y trasera. Esto duró varios minutos hasta que el hombre se la sacó del coño y abandonó de la habitación. Vi al negro arquearse y retroceder y cómo comienza a temblar mientras comienza a correrse. La sacó y le disparó una gran cantidad de semen en la cara y el pecho. Raquel volvió a ponerse de pie y se rió― Necesito una toalla. Conseguí y le limpié un poco el semen, ¡el hombre estaba empapado! Le susurré al oído a Raquel preguntándole si estaría dispuesta a chuparla al hombre de una de las parejas que la había estado mirando. ― ¡Claro! ― respondió mí siempre agradable puta Raquel. Me acerqué a una pareja que estaba de pie junto a la pared y le dije al hombre que mi esposa quería chuparle la verga. Le preguntó brevemente a su novia o esposa si estaba bien eso. Ella le dijo que sí y Raquel lo hizo sentar mientras se ponía de rodillas y comenzó a chuparle la polla. Desafortunadamente este tipo tenía un pene no muy grande y blando. Estaba atrapado en el sofá al lado de su esposa y le acaricié la pierna. De repente, Raquel se soltó de su polla y me dijo que follara a la esposa. Me sorprendió que fuera tan atrevida y Le pregunté a la otra esposa si eso estaba bien. Ella dijo que estaba bien y se quitó los pantalones cortos. Empecé a acariciarla lentamente, decepcionado de que no estuviera mojada como siempre lo hacía mi encantadora esposa putita. Después de unos cinco minutos, Raquel se dio cuenta de que aquel tipo no iba a ponerse duro.. ― ¡Vamos! ―me dijo, mientras se abría paso entre la multitud, enganchando a un hombre al azar y llevándonos a los dos a una cabina. El desconocido no estaba cómodo conmigo allí, especialmente cuando Raquel le dijo― Este es mi marido ―Parecía muy confundido. Ella se dejó caer de rodillas, se la chupó hasta que estuvo dura y luego se volvió, se inclinó adelante y la deslizó en su coño. Ella comenzó a mecerse gimiendo. Él la folló por unos minutos y luego se detuvo. No se había venido y creo que lo incomodé. Raquel preguntó― ¿Cuál es el maldito problema? ―El tipo negó con la cabeza y luego salió de la cabina. Le comenté a Raquel que había visto un hombre fornido en otro salón. Ella me pidió que se lo trajera y nada más llegar, cuando vio lo grande que era le pidió le dijo que se uniera a nosotros y puesta de rodillas comenzó a chupársela. El hombre, estaba disfrutando de las habilidades orales e mi esposa y ella lo movió y colocó su polla en su coño. Lamentablemente no pudo mantenerse duro y se disculpó profusamente. Raquel le dio su número de teléfono y le dijo que la llamara cuando volviera a estar allí. Regresamos a la sala de atrás donde vimos a la pareja desde antes. El tipo se disculpó y dijo que pensaba que podía ponerse duro ahora. Raquel se dejó caer de rodillas y comenzó a chuparle la polla agresivamente. Ella se la chupó por unos minutos y levantó la cabeza ordenándome― por favor ―es decir, su esposa. Me sorprendió, porque se acordó antes de irnos que no debía tener contacto femenino, esa era la inseguridad de Raquel ¿Pero quién iba a dejar a una mujer tan caliente? Una vez más, le pregunté a la esposa si estaba bien con ella y le quité sus pantalones cortos de nuevo. Bajé la cabeza hacia su coño, notando ese olor a mujer fragante. Comencé a hablar con ella y le pase un dedo por el coño. Ella comenzó a responder empujando sus caderas y luego busqué el clítoris y comencé a frotarlo. Esto provocó sus quejidos y que escondiera la cabeza detrás del torso de su marido. Raquel dijo ―Es muy bueno en eso ―y la mujer gimió en aprobación. Después de unos diez minutos, Raquel levantó la cabeza, se apartó de la polla del hombre y salió de la habitación. Sintiendo que algo no estaba bien, rápidamente me disculpé, saqué la lengua de aquel coño y me fui. Las inseguridades de Raquel otra vez... Llegamos a casa, jodidos y Raquel me hizo ponerle la lengua en su clítoris durante unas dos horas y luego sacó su vibrador y se complació durante aproximadamente otra hora. ¡Qué puta! La amo. Casi quince años después de nuestra primera aventura Raquel y yo nos habíamos divorciado, pero nunca pudimos separarnos del todo. Nuestra vida era bastante aburrida. Yo estaba en grupos sociales, de solteros pero la vida era abrumadoramente aburrida. El sexo era bueno pero muy infrecuente. Un día le dije a Raquel― Empezaremos a tener relaciones sexuales con más frecuencia. Vas a chuparme la polla cada vez que te llame y actuarás y te vestirás a una mujerzuela, como solías hacer antes. Ella solo me miró, sonrió y dijo― Eso me suena bien. Comenzamos a besarnos y luego jodimos como locos. No sería inexacto decir que a Raquel no le gustaba hacer el amor de forma suave y romántica. Le encanta que la follen por detrás hasta que ella venga y luego la coman y repetir una y otra vez. Ella es la única mujer que conozco a la que realmente le gusta el sexo anal. Una vez me dijo que esos orgasmos son geniales pero diferentes de los vaginales. La mayoría de las mujeres son de ritmo suave cuando se trata de follar ¡Pero Raquel es la fuera del sexo! Más adelante, empezamos a recordar el sexo en los viejos tiempos y ella me dijo que tenía algo que confesar. Cuando estábamos saliendo y luego cuando nos casamos y teniamos una pelea, ella iba a visitar a su amigo Toni, se emborrachaban y luego jodían. Me preguntó si recordaba un día que llegó tarde a casa. Me dijo que se quedó dormida después de que jodieran y se despertó alrededor de las once de la noche y pensó ― ¡Oh, mierda, estoy en problemas!. Raquel me dijo que se levantó para vestirse, pero estaba cubierta de semen porque habían follado varias veces y Toni se había corrido sobre ella cada vez. Tuvo que tomar una ducha antes de volver a casa. Por supuesto, cuando llegó tuvimos una discusión y luego tuvimos sexo de reconciliación. Al parecer, llegó a casa con esperma dentro de su coño varias veces, después de que follara con Toni. Entonces Raquel me provocaría para que la follara y luego hacerme comerle el coño, sabiendo que la corrida de su amigo Toni estaba dentro de ella. Ella me confesó― No lo siento, me encanta follar, me encanta chupar polla, me encanta el sabor de venir, me encanta en el culo y me encanta que me coman el coño. Quiero volver a perforar el clítoris y quiero un vibrador. Esa petición fue toda una revelación. La llevé a una tienda de piercing y ella volvió a taladrarse la capucha del clítoris. Las instrucciones indicaban esperar entre siete y diez días antes de tener relaciones sexuales, pero no, Raquel quería follar tan pronto como llegamos a casa porque su coño ya estaba empapado de excitación. Le había lamido el clítoris una y otra vez hasta que temblaba tanto que no soportaba que se lo tocara. Más adelante, hablamos de visitar locales para adultos de nuevo y Raquel me preguntó qué quería que sucediera. Le conté mis fantasías acerca de verla con diferentes hombres y verla chupar y follar con ellos, viéndolos disparar corridas sobre sus tetas. Ella me preguntó― ¿Es eso lo que quieres ver? Asentí con la cabeza y le dije― Ya me dijiste que eres una zorra, ahora serás mi puta. Raquel me miró con sus grandes ojos marrones y dijo― Bueno, si eso es lo que quieres, lo haré tantas veces como quieras. ¡Qué mujer! Los dos estuvimos muy activos y comencé a buscar locales en los alrededores pero a una cierta distancia de nuestras casas. Probamos un par de lugares, uno nos gustó y el otro que no. Al primero que fuimos a Raquel no le pareció suficiente. Nos besamos y la acaricié hasta que ella vino varias veces. Había otra pareja allí, pero estaban demasiado ocupados en sus teléfonos celulares para notarnos. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. 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