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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Anal en el cine
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Este día en particular conozco a este muchacho ya que coincidimos en nuestro grupo de amistades. Fue muy fácil conversar con él, tiene una personalidad encantadora. Una sonrisa enigmática que te dan ganas de saber que diablillo está detrás de ella. Alan se llama. Nos llevamos tan bien que me invitó a salir a solas para ir al cine.

El día llego, y yo me puse lo más bonita que pude. Me hice unos bonitos rizos en mi cabello largo suelto. Un bonito trajecito a las rodillas de color azul y de tela muy suave. Una tanguita color negro, y nada más porque  no necesitaba bra;  así que estaba cómoda y completamente libre. Por último un perfumito de esos dulces que te dan ganas de olerme cada segundo. Bueno nos encontramos allí, temprano,  y elegimos la película más larga. (Que coincidencia).

Nos sentamos en la última fila de arriba de la sala. El cine estaba prácticamente vacío. Unas cuantas parejitas en las filas delante, pero la nuestra, totalmente vacía.

Sinceramente, Alan me atraía muchísimo, y quería saber si yo también le gustaba. Así que me le acerqué lo mas que pude, y en una escena de la película, di un sobresalto y mi mano dio a parar en su entrepierna.

—Discúlpame, no fue mi intención —dije supuestamente avergonzada.

—No te preocupes linda. Yo te tengo que decir que desde que te vi me atraes tanto. Ese perfume tan dulce que tienes… — me mueve suavemente el cabello y se acerca a mi cuello para olerme.

—Me gusta —me comienza a besar muy suave, por las orejas, por el cuello, que hace que se me erice la piel.

—¿Ay Alan, no crees que es muy rápido? —digo gimiendo muy suave.

—Para nada —dijo pasado sus dedos por mi entrepierna y llegando a mi chochita.

—Alan aquí no, nos pueden ver.

—No hay casi nadie tranquila. Solo vela.

Se arrodilla frente de mí, me alza el trajecito, y simplemente comienza a lamerme. Eran unas lamidas tan suaves que la sensación era muy rica. Subió un instante su cabeza y me dice—Te sabe muy  deliciosa.

Con frenesí, me lamia y chupaba mi clítoris. Que difícil estaba siendo contener las ganas de gemir. Cada segundo que pasaba debajo de mi traje, me estremecía más. Su boca me empapó todita, hasta mi culito,  que él me rozaba con sus dedos.

—¿Hace cuanto no lo haces por atrás? —preguntó mientras me introducía un dedo en mi huequito trasero.

—Ay Alan, hace un tiempo ya, no se lo doy a cualquiera. –contesté ya toda sonrojada por cómo me tocaba.

—Pues ven, que yo te voy a tratar bien.

Se sentó, y me paró al frente de él, dándole la espalda, me tomó por la cintura y me bajó lentamente hacia él. En la oscuridad no pude ver bien su miembro, así que para mí era toda una sorpresa lo que encontraría. Sentí la punta de su glande rozándome la entrada de mi culito. Intentó entrarlo un poco más pero se resbaló.

—No mentías ¡eh!, está bien apretadito, incluso después de lo de hace ratito.

Lo detuvo con su mano y esta vez le atinó. Fue muy suave, pero sentía como se me iba abriendo mi rotito cada vez más. Por más que intentaba relajarme, la tenia gorda, era inevitable sentir un poco de dolorcito. Pero con cada centímetro que entraba mi vagina se mojaba. Me mordí los labios.

Lentamente comenzó a moverme, dándome pequeños sentasos. Teníamos que ser sigilosos porque estábamos en el cine, ¿recuerdan?

Fue subiendo el ritmo, y yo que ya no aguantaba toda la sensación que se me salió un gemido.

—Shhh, calladita bebé —dijo tapando mi boca con su mano.

Metió su otra mano bajo mi vestidito y me tocaba el clítoris al ritmo de sus penetradas. Yo le lamia los dedos de su mano que tapaba mi boca. No podía resistir lo rico que me sentía. El estaba como una piedra. Yo estaba toda llena de mi babita. Me cogía tan rico el culo que no paraba de escurrir mucha babita de mi chochita. El estaba totalmente empapado. Me incliné hacia adelante para ver, y aprovechó y me apretó las nalgas. —Tengo tantas ganas de azotarte esa nalgas bebe — decía mordiéndose los labios.  

Desabotoné la parte de arriba de mi vestido dejando al descubierto mis grandes senos dejando que me los manoseara y apretara muy deseoso.

—Que culito más rico, ven bésame.—dijo halando mi cara hacia él. Su boca estaba tan rica, que sus besos me hacían estremecerme toda. No podía aguantar mucho mas, entre sus besos, su gorda verga ensartada en mi culito y su mano masturbándome la chochita, me tenía mal.

Le susurré, en los labios — Alan ya no aguanto, creo que me vas a hacer venir si sigues así.

—Hazlo que yo también estoy en esas. Vente para mí reina.

—Ay papi siii… dame no pares, ya casi. —dije apretándome los senos.

Me inclinó un poco hacia adelante, y de una toda su verga estaba dentro de mí, sentía ese chorro caliente en mis entrañas. Yo por otro lado, lo mojé todito. Hay que decir que dejamos el piso muy mojado. Incluso luego de venirnos bien rico, me quede sentada en su falda, con el todavía dentro de mí. Y no parábamos de besarnos y suspirar.

—Anda límpiate con esto linda —dijo dándome su pañuelo.

—Gracias. Creo que vendré mas a menudo al cine si será así, ¿no?—  sonreí.

— Definitivamente preciosa. —dándome una guiñada.

Inocencia

Otro relato ...




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