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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Celebración de cumpleaños
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Iba muy emocionado mientras conducía el auto de camino a casa, era mi cumpleaños y mi muy sexy esposa me había dado algunas pistas de que podría ser bastante especial. Cuando entré, la casa estaba silenciosa, busqué pero no encontré a nadie. En el cuatro, sobre la cama había una bolsa con una nota. Tome la nota y la leí, me decía que me pusiera la ropa y los accesorios que tenía dentro y que fuera al lugar que me indicaba.

Abrí la bolsa y me encontré un arnés con jaula para la polla y los testículos, un tapón anal, pinzas para los pezones, una camisa, unos de pantalones y unos zapatos. Me apresuré a ponerme todas las cosas y a vestirme con aquella ropa. Cuando me miré en el espejo, pude ver que las pinzas que sobresalían de mis pezones, y el bulto provocado por el arnés del consolador era inconfundible.

Salí de casa y me fui al bar que me indicaba la nota— Date prisa, no puedo esperar—finalizaba el recado.

Hice el camino nervioso y excitado, notando la incomodidad de mi polla dura atrapado en aquella jaula. Cuando salí del auto, noté que se había formado una mancha húmeda en mi entrepierna y que el fino material de los pantalones se volvía casi transparente. Afortunadamente el interior del local estaba bastante oscuro. Pronto vi a Sira sonriéndome y luciendo sexy con un vestido corto de tirantes rojos que le realzaba el cuerpo. El escote le llegaba casi hasta el ombligo y la falda le cubrí apoco más del culo. Me abrazó apasionadamente, y sus manos recorrieron mi cuerpo revisando para ver si me había puesto todos los accesorios que me había dejado en la bolsa. Sira dijo que solo tomaríamos un trago rápido y que nos iríamos a otro lugar— Tengo planes —dijo ella.

Nos sentamos, y la camarera trajo las bebidas. Sira me abrió los pantalones y me acarició la polla, me desabrochó la camisa para jugar con las pinzas mordiéndome los tiernos pezones. Yo estaba muy caliente y quería que nos fuéramos ya, pero Sira tuvo otra idea; se levantó y comenzó a bailar junto a la mesa— Bailar conmigo bobo —Cerré los pantalones, y comencé a abotonar mi camisa mientras me levantaba. Bailamos muy cerca el uno del otro con mis manos agarrando su muy buen trasero. Estaba tan excitado que quería follarla allí en la mesa.

—Bien, creo que estás listo para irnos —dijo, y caminamos del brazo hacia la puerta siendo el objeto de atención de toda gente presente en el local.

—Tu conduces —dijo cuando llegamos a su auto—Te voy a chupar la polla mientras vamos a otro lugar. Cuando salimos del estacionamiento, Sira estaba sobre mí con su culo al aire y su cabeza sobre mi regazo. Éramos todo un espectáculo para el tráfico de la noche. Como no podía chuparme la polla a causa del el arnés, lamió y retorció las pinzas de mis pezones. Cuando aparcamos, Sira se subió a mi regazo y nos besamos durante varios minutos mientras ella estrujaba su empapado coño contra mi polla enjaulada.

— ¿Estás listo para tu regalo de cumpleaños?

— ¡Si, si…!

—Pues vamos para adentro.

Subimos a casa y una vez dentro intenté ponerme sobre ella, pero mi sexy esposa quería mantener el control. Así que me maniató las manos a la espalda con unas esposas. Me hizo sentar y comenzó a bailar frente a mí. Provocándome con su cuerpo sensual y sus manos incansables.

Se había quitado la ropa y estaba desnuda, a excepción de sus zapatos de tacón. ¡Se se veía tan sexy! Su coño ya estaba goteando y desprendía un aroma poderoso. Yo quería tocarla, lamerla y follarla, pero no podía hacer nada, solo mirarla y notar el dolor de mi polla atrapada por la jaula de cuero.

Sira se masturbó frente a mí, de pie, con su coño a la altura de mis ojos; se frotó frenéticamente el clítoris hinchado hasta obtener un tembloroso clímax. Como premio me dio a lamer sus dedos.

— Necesito un trago —dijo ella, y salió de la habitación. Cuando regresó lo hizo con un atuendo distinto y dijo— Es hora de cenar.

Fuimos al comedor y Sira me liberó las manos, pero no la polla. Cenamos un delicioso plato, y nos dimos de comer mutuamente, y compartimos una botella de vino. Todo estaba fantástico pero yo necesitaba una liberación.

Durante toda la cena, Sira me frotó la polla, y provocó con su lindo cuerpo, mientras me contaba todas las cosas desagradables que planeaba hacerme más tarde. Sira sugirió que termináramos el vino en el amplio balcón, dijo que como ahora estaba oscuro, eso ofrecía privacidad. Se quitó el vestido y se sentó a mi lado, vestida solo con el pequeño cordel de tu tanga y sus zapatillas de joder. Entonces ella me pidió que me desnudara. Me quité la camisa y abrí los pantalones, el aire fresco de la noche me hizo cosquillas en la entrepierna húmeda y los pezones atormentados. Sira me agarró del tapón anal y lo movió dentro y fuera. Luego, la sorpresa vino cuando encendió el vibrador que contenía.

Bebimos el vino, nos besuqueamos y nos acariciamos como adolescentes, los dos estábamos muy excitados. Empecé a suplicarle que me quitara el arnés de la polla y que me dejara follarla.

— ¿Si te lo quito harás lo que te diga? — preguntó Sira entornando seductoramente los ojos.

— Por supuesto.

— Mucha calma amiguito, si no puedes mantener las manos alejadas, lo enjaularé de nuevo,

Sira se arrodilló frente a mí, en el balcón, y empezó a chuparme la polla y a acariciarme los huevos, pero fue cuidadosa manteniéndome siempre fuera de los límites del orgasmo.

Al rato intercambiamos posiciones, ella se sentó y me dijo— ¡Cómeme el coñito! No esperé para zambullirme entre sus muslos para notando su humedad, chupar la pequeña protuberancia de su clítoris, hasta que explotó en un poderoso orgasmo dejando una buena cantidad de su néctar en mi boca mientras se venía.

— ¿Listo para joder maridito?

— ¡Si, claro que sí! —respondí muy cachondo.

Sira se levantó y me colocó de rodillas sobre la silla, con el trasero en el aire. Jugó unos momentos con el tapón que aún vibraba en mi culo. Lo sacó, pero pronto noté otro objeto en mi culo, miré hacia atrás y la vi con arnés con un consolador. Me iba a follar. Sira me cogió el culo duro y rápido el día de mi cumpleaños, provocándole un orgasmo pero evitando que yo lo tuviera. Yo quería follarla pero ella me agarraba del pelo y me empujaba contra su coño. Le lamí tres venidas más antes de que finalmente me dejara montarla. Le metí la polla dentro de su vagina chorreante y la moví con frenesí, dentro y fuera, hasta tener el orgasmo de mi vida. Nos derrumbamos en el suelo abrazándonos.

— ¡Feliz cumpleaños amorcito! —dijo Sira dándome un besito en los labios.

Ciertamente, ese ha sido un cumpleaños que no olvidaré enseguida.

MUF

Otro relato ...




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