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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Chico desconocido
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Luego de cinco años de viudez, vivía sola y a mis 42 años jamás pensé que podía disfrutar del sexo otra vez.

Daba clases en un centro universitario y un día, en el comienzo de un nuevo curso escolar, un chico se cruzó en mi camino, no supe ni cómo, pero me dejé seducir.

Las clases terminaban a las nueve de la noche y ese chico se ofreció llevarme hasta mi apartamento, la verdad que ahorrar ese trayecto me vendría bien. El chico empezó a preguntar cosas de mi vida y no me molestaba. En una de esas noches me dijo que trabajaba en un sitio nocturno, de estríper, y me invitó, acepté y fuimos. Era una sala grande y oscura, con mesas redondas dispuestas alrededor de un pequeño escenario, donde se proyectaban las luces. El chico me dejó en una mesa y me dijo— Espero que le guste lo que vas a ver.

En un momento dado se apagaron todas las luces y quedé aterrada. La luz regresó de forma tenue y apareció el chico en el escenario, vestido de traje, pero en cuestión de segundos se deshizo de su ropa, quedando solo con un diminuto calzoncillo que ocultaba un gran bulto. Mientras, todas las mujeres que había en el lugar gritaban exaltadas. El stripper invitó a alguien del público a bailar con él, y pareciendo casi al azar, me invitó a desatar un nudo en su diminuto calzoncillo, el calzoncillo cayó al piso. Nunca en mi vida vi una verga tan grande, probablemente eran 25 centímetros, se la veía gruesa. Los testículos también tenían un tamaño considerable.

Al terminar su actuación, ya era un poco tarde y nos fuimos de ese lugar. Al subir a su auto me pregunto— ¿Te gusto el espectáculo? —sonreí y le dije— ¡Me sorprendiste!

Al llegar a mi casa, el chico me tomo de la mano y me pregunto— ¿Quiere ver lo que la sorprendió?

Me quedé estupefacta, paralizada lo que aprovechó para abrazarme y besarme. Traté de separarme, el insistía y al final me entregué, correspondí a sus besos, y le dije— Entra a mi casa.

El chico, nada más cerrar la puerta, me dijo— Me encantan las maduras como tú.

Sus manos me habían levantado el vestido, me acariciaba mis nalgas y me miraba con lujuria, de su pantalón se levantaba ese gran bulto, sin pensarlo le toqué la verga por encima del pantalón y de dije— Vamos a mi cama, quiero que me cojas.

Le llevé directamente a mi cama y nada más llegar, se sentó y dijo— ¡Que rica cama ¿aquí te cogía tu marido?

Asentí con un ligero movimiento de cabeza. Se quitó el pantalón mostrándome su tremendo miembro, largo y grueso y las venas surcaban la verga. Me hizo temblar de solo verlo y mi coño se contrajo al igual que mi culito de pensar en la verga que me iban a meter, algo que no había pasado desde que quedé viuda.

Me quitó el vestido y me dejó totalmente desnuda, me miró y sus ojos brillaron, me dijo— Tienes unas bonitas piernas y buenas tetas para mamarte bien rico, y una vagina que hay que depilar, pero por hoy solo importa hundirte toda mi verga. Luego nos dimos un beso mientras me abrazaba y ahí me susurro— Híncate para que la veas de cerca ―Se la apreté y abriendo la boca se la chupe rico. Mientras saboreaba su verga me dijo― Me encanta que me la mamen así ¡chúpala toda, llénala de saliva para que te entre rico! ―Obediente lamí toda su verga dura, brillaba por mi saliva, que ricura de verga bien enorme.

Me levantó y me acostó de espaldas en la cama. Su mirada me recorrió toda e instintivamente abrí las piernas y le mostré mi coño peludo. Le pedí que la metiera con cuidado, debía estar estrechito por el tiempo sin usarlo. Me pasó una mano entre los labios vaginales y jugó con mi clítoris, y luego chupó los dedos. Empecé a gemir, me abrió más las piernas y aproximó su verga a la entrada de mi vagina. Me jaló de las nalgas y de un golpe me la ensartó hasta el fondo, haciéndome gritar. Lo jalé con las piernas y me entregué al placer a pesar de que sentía que me lastimaba- En poco tiempo mi vagina estaba deliciosamente expandida. Sus movimientos de meter y sacar empezaron, primero rápidos y al poco tiempo lentos y deliciosos, el chico me estaba disfrutando y yo me entregaba entera. Me besaba y acariciaba las tetas mientras me ensartaba una y otra vez. Sus manos me tenían atrapada por las nalgas y a cada embestida me jalaba y me las apretaba con fuerza, parecía adivinar lo que eso me fascinaba cuando mi marido me cogía. Logró poner mis piernas en sus hombros y así, sus penetraciones se hicieron más profundas. Me poseía a su antojo y bombeando con furia y rapidez me hizo explota. Mi coño se contrajo rítmicamente como chupando aquella verga rica que me ensartaba hasta el fondo y haciéndome gritar y gemir de gusto, alcanzando mi primer orgasmo intenso y prolongado como nunca antes, al tiempo que lo incitaba a que siguiera― ¡Sigue más, cógeme más duro, me estoy viniendo, así!

Su cara estaba entre mis tetas, me chupaba los pezones con fuerza y me los mordisqueaba. Me hizo venir de nuevo y mis gritos entrecortados se lo hicieron saber, disfrutando como nunca, hasta que, por fin, sus chorros de leche caliente inundaron mi vagina, pero él seguía bombeando, enloqueciéndome. Finalmente me aflojé, me sentí desvanecer y el dejó poco a poco de moverse, quedando encima de mí, jadeando y besándome tiernamente en los labios. Mi cama matrimonial era testigo de mi placer, allí mismo en la alcoba en donde mi difunto marido me había cogido por unos quince años. Yo, gozosa, me sentía transformada, estaba encantada con ese chico, y se lo demostré acariciándolo y abrazándome a él, me tenía rendida.

Sin hablar, sin decirnos nada, nos quedamos en brazos uno del otro, recuperándonos ambos. Haciéndolo a un lado me levanté y sentí escurrir entre mis muslos su leche caliente. Me jaló de nuevo a la cama, me besó, me acarició y me dijo― Ven, te quiero coger de nuevo, estás muy rica ―Le pedí que por esa noche no más y le dije― ¡Eres maravilloso, yo también quiero sentir tu verga y me podrás coger todos los días! ―La verdad que, si quería más verga, pero mi vagina estaba muy irritada por la falta de uso. Se vistió y le prometí que sería su puta en exclusiva.

Al siguiente día, salimos de las clases y nos fuimos directo a mi casa, entramos y me dijo― Quiero darte una sorpresa ―Sacó un pequeño bolso y en él había todo lo necesario para depilarme. Me tomó de la mano y nos besamos, entramos al baño y empezó a desnudarme, y él también lo hizo, vi cómo se le paró la verga, me empecé a reír le dije que mejor en otra oportunidad, pero no me escuchó y suavemente empezó a afeitarme, yo estaba sentada en la poceta, muy abierta.

Finalmente terminó y tocó las paredes de mi vagina, que ya estaba húmeda debido a los roces de sus manos. Buscó un espejo y me dijo― Mira tú nueva presentación ―Quedé como niña de diez años. Entramos a la ducha, nos besamos y su boca chupó mis tetas. Me hacía vibrar, me dijo― ¡Ahora si me provoca besar, chupar y mamar tu coño, te hare venir! ―La verdad que nunca me habían hecho sexo oral.

Su boca bajó hasta mis muslos, y empecé a sentir su lengua acariciar mis labios vaginales. Mi cuerpo temblaba, mis piernas se tensaron y por momentos sentí si me metiera dentro la lengua. Mis gemidos se hicieron más fuertes, su lengua alcanzaba mi clítoris, me lo chupaba mientras el agua corría por nuestros cuerpos. Sentía ya venir mi orgasmo y dije― Ya, para, te voy a llenar la boca de mis fluidos ―Y me respondió― ¡Hazlo, no te detengas! El primer chorro fue prolongado y fuerte, después vino otro. El chico acercó más sus labios absorbiéndolo y siguió mamando de mi vagina y mi clítoris, haciéndome venir una y otra vez, sin dejar de emanar líquidos. El último orgasmo fue de lo mejor, con sus dedos frotaba mi clítoris y con su lengua frotaba mi raja haciéndome estallar en un orgasmo descomunal, jamás imaginado. Mi cuerpo era una explosión, sentía mis tetas reventarse, siguieron varias contracciones de mi coño y otros chorros de líquido más pequeños y cortos que el chico seguía bebiendo.

Salimos de la ducha y me dirigí al sofá del estudio donde mi difunto marido trabajaba, él me alcanzó y me preguntó― ¿Te han cogido el culito?

Le respondí que no, que eso debía ser doloroso, y respondió― Las putas siempre me dan culito, lo hare con ternura.

Sin decir más, le ofrecí las nalgas abiertas para que me culeara, quería experimentar esa sensación. Dirigiendo su verga a los pliegues de mi culito, me untó algo de saliva y se dio a penetrarme. Poco a poco fue abriéndose paso, fue un suplicio, pero finalmente entró. Su verga ganó terreno mientras yo sufría, mi dilatado esfínter dolía, y yo gritaba, Me jaló, entrándome toda, haciéndome pujar y llorar, pero no dije nada. El siguió con su verga adentro, empezó a bombear, un rico movimiento de entrada y salida en mi culo me ardía terrible y le pedí que me la sacara, no hizo caso. En cambio, me dio unas fuertes y sonoras nalgadas, enrojeciéndome las nalgas. Me estaba culeando de una manera terrible y salvaje, pero yo estaba encantada, lo deseaba así, hasta que no pude más y sentí desmayarme del dolor, el mismo tiempo yo sentía delicioso, me entregué a él como una verdadera puta y empecé a gritar.

Cuando nos recuperamos, preparé algo de comer, cenamos y vimos televisión un rato, aun desnudos los dos. Recostados en el sofá me agradeció lo rica que había sido con él y me enterneció. Empezamos a besarnos y a acariciarnos como dos amantes, y volvió a chuparme el coño. Me puso de a perrito y me volvió a meter su gran verga en la vagina. La hundió toda y sentí como se expandía en mi vagina que se adaptó a su gran verga. Después me pidió que me montara sobre su verga. Subiendo y bajando, le cabalgué un rato, mis tetas se movían al ritmo de mis movimientos, hasta que sentí su gran chorro de leche. Me la sacó y la llevó a mi boca para que me tragara su leche. Le lamí la verga hasta dejarla limpia.

Ya cerca de las 2 de la mañana, se vistió y acompañé a la puerta, nos despedimos en un prolongado beso y me hizo la promesa de cogerme todos los días, y claro que yo estaba dispuesta a entregármele todas las veces que él quisiera, que me siguiera cogiendo muchas veces, me convertí en su puta.

Kasandra

 

 

Nuevo despertar al sexo

Kasandra es una viuda, profesora universitaria, que conoce a un joven estudiante y con él, disfruta de un nuevo despertar al sexo.

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