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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Cita en la piscina
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Mi teléfono sonó con un mensaje: “Ven a nadar mañana al mediodía, chico travieso".

Era más una exigencia que una invitación. Habían pasado dos semanas desde que nos encontramos en el aparcamiento.

― ¿Quién es? ―preguntó Brian mientras miraba por encima de mi hombro.

Le devolví la mirada y salí de la pantalla. Decidí que tenía que ser mucho más cauteloso al comprobar mi teléfono en el futuro.

― Sólo una tía buena que conocí ―mentí a medias― Me enrollé una vez y supongo que quiere más.

― Chico travieso, ¿eh? Parece una chica divertida ―se rio― Oye, ¿Por qué no vienes a pescar con nosotros mañana?

― Tengo que trabajar ―mentí― Lo siento, tío. Tendría que habértelo dicho antes.

― No hay problema ―respondió― Mi viejo va siempre, así que habrá otros días. Supongo que tendrás que decepcionar a tu nueva amiga.

― Puede ser ―reflexioné― Con suerte podré quedar con ella más tarde.

― Tal vez salir temprano para que puedas ir ―bromeó.

― Con suerte ―sonreí y terminé mi cerveza.

Me detuve en el camino de entrada justo antes del mediodía y aparqué, mirando para asegurarme de que Brian y su padre se habían ido. Bajé del auto y me dirigí hacia la piscina, viendo a Cheryl tumbada en la tumbona del patio mientras me acercaba.

― Justo a tiempo ―dijo con una sonrisa mientras se levantaba las gafas de sol― Me gusta.

El pelo rubio le colgaba por los hombros y terminaba justo por encima de los pechos con los pezones erizados. La braguita roja del bikini tenía dos lazos, uno en cada cadera, y apenas cubría el tesoro que guardaba entre sus piernas.

― Intento complacerte ―respondí con una sonrisa mientras mi polla empezaba a endurecerse.

Ella soltó una risita, volvió a ponerse las gafas y se tumbó en la tumbona con los brazos por encima de la cabeza, estirando su ágil cuerpo para que yo la viera. Con un pequeño suspiro, se relajó, contoneó las caderas y, con un gesto de su dedo, me indicó que me acercara.

― Sé bueno y desabróchame estos lazos ―me dijo señalando la braguita del bikini.

Me agaché y di un tirón a cada lado, soltando los ligeros nudos y viendo caer el tejido. Cogí una cinta de tela con la mano y tiré suavemente mientras ella levantaba ligeramente las caderas, apartando la braguita y dejándola caer en el suelo.

― Así está mejor ―ronroneó mientras ponía una pierna a cada lado de la silla.

De nuevo me hizo un gesto con el dedo para que me acercara, me arrodillé y acerqué mi cara a la suya. Su dedo se metió entre sus piernas y salió mojado antes de recorrer mis labios.

― Creo que sabes lo que quiero ―sugirió.

Me acerqué a los pies de la tumbona y pasé las manos por sus delgados muslos, deteniéndome para admirar el pubis reluciente y recién recortado que tenía delante. Ahora estaba casi desnudo, con un pequeño toque de vello rubio en la parte superior. Me acerqué e aspiré su almizclada fragancia antes de tocar con la lengua el interior de un muslo. La provoqué con pequeños lametones y mordisquitos, y sentí cómo me apretaba la cabeza cuando mi lengua se coló por fin entre los pliegues de su coño.

Me tiró suavemente del pelo mientras le pasaba la lengua por la rajita, empujando hacia dentro y pasándola por su clítoris mientras ella gemía. Moví las manos hacia arriba y encontré sus pechos, mis dedos pellizcaron y retorcieron sus pezones mientras succionaba su clítoris entre mis labios y la empujaba a un frenesí de gemidos. Se me humedeció la cara, sus dedos me agarraron con fuerza del pelo y me atrajo hacia sí mientras estallaba en el clímax.

Con un profundo suspiro, me soltó el pelo y dejó que me apartara para recuperar el aliento― Ha estado muy bien ―elogió― Ahora, ¿qué tal si te devuelvo el favor?

Me levanté de un salto, me quité los calzoncillos y me puse a horcajadas sobre ella para que mi polla descansara entre sus tetas.

― ¡Oh, alguien está excitado! ―se rio mientras se juntaba las tetas― ¿Quieres follarme las tetas?

― Sí ―admití mientras movía las caderas hacia delante.

― Vale ―soltó una risita― Fóllame las tetas con esa polla tan grande que tienes.

Le agarré las tetas con las dos manos y las mantuve juntas mientras metía la polla entre sus mullidas tetas, notando su cálida piel. Moví las caderas lentamente hacia delante y hacia atrás, observando cómo la punta asomaba en cada empujón y volvía a desaparecer cuando ella me apremiaba.

― Eso es, méteme esa enorme polla. Fóllame las tetas con tu polla

― Se siente tan jodidamente bien… ―gemí.

― Sí, te gusta, ¿verdad? Te gusta follarme las tetas.

― Sí, me gusta ―reconocí.

― Imagínate cómo sería follar las grandes tetas de la señora Harper ―se burló― Son mucho más grandes que las mías.

― Oh, sí ―gemí mientras imaginaba sus enormes tetas envolviendo mi polla.

― Follando sus enormes tetas, haciendo que tu polla se hinche y te duelan los huevos ―bromeó― Hasta que no puedas aguantar más...

Gemí al sentir que me entraban ganas de correrme.

― Oooh, te estás acercando ―continuó― Siento que se está poniendo resbaladiza y deslizante.

Empujé hacia delante y su lengua se alargó hasta el extremo de mi punta hinchada, recogiendo el semen que empezaba a salir. Me lamió un par de veces y luego se apartó.

― ¡Qué rico! ―anunció con una sonrisa―Apuesto a que a la señora Harper le gustaría probarlo mientras te follas sus grandes tetas.

― Oh... joder ―gemí mientras luchaba por contener mi corrida.

― Sólo piensa en ella lamiendo esa gorda polla mientras te follas sus grandes tetas―continuó― Se te pondría taaan dura...

― Oh, joder...

― Eres un chico tan travieso ―se burló― Quieres correrte en sus tetas... en su cara... eyacular tu abundante y jugosa corrida en su boca.

No pude contenerme y mi polla estalló, enviando dos grandes chorros de semen a su cara y a su boca abierta. Ella apretó los labios y la expulsó, el semen le corrió por la barbilla y se sumó a los charcos en su pecho. Con un gemido bombeé las últimas gotas.

― ¡Oh, otra carga enorme! ―alabó― Méteme esa polla gorda en la boca.

Me acerqué y ella me la chupó, su lengua recorrió la parte inferior mientras sus labios se cerraban a su alrededor. Chupó vigorosamente, succionando mi polla con su boca y limpiando las últimas gotas antes de dejarla salir.

Sonrió y se pasó un dedo por la mejilla, recogiendo el semen y lamiéndolo después.

― Yo también soy traviesa ―soltó una risita― Vamos a darnos un chapuzón en la piscina.

Me aparté y la observé mientras se levantaba e iba hacia el borde de la piscina, asombrado por el contoneo de sus caderas y el movimiento de su culo. Toda una mujer, no una niña, tan seductora y sensual sin siquiera intentarlo. Me miró por encima del hombro y sonrió antes de zambullirse en el agua sin apenas chapotear. Me acerqué a la orilla y me quedé mirando cómo nadaba, admirando tanto su cuerpo como su forma mientras se movía por el agua antes de unirme a ella.

Nadamos y nos relajamos un rato antes de que ella se acercara y me abrazara. Su lengua luchaba con la mía mientras yo le sujetaba el culo con las manos y apretaba contra ella mi polla cada vez más dura.

― En el agua no ―me susurró al oído― En la cabaña.

Se separó y nadó hasta el extremo de la piscina, salió y cogió la toalla de una silla. Se envolvió con ella y entró en la cabaña. Salí y la seguí hasta encontrarla sentada en un sofá, todavía envuelta en la toalla. Apartó la toalla, me senté a su lado y acerqué mi boca a la suya.

Mientras nos besábamos, mi mano se deslizó entre sus piernas. Las separé y mis dedos acariciaron los carnosos labios antes de introducir dos y penetrarla. Al principio masajeé suavemente el interior de su sedosa y húmeda vagina, pero poco a poco aumenté la velocidad de los movimientos.

Ella gimió mientras mis dedos la penetraban y empezó a mover las caderas cuando se acercaba el orgasmo. Saqué los dedos y se los metí en la boca, observando cómo me los chupaba antes de volver a metérselos entre las piernas.

Me concentré en su clítoris, frotándolo suavemente en rápidos pequeños círculos y llevándola al orgasmo de nuevo mientras echaba la cabeza hacia atrás y gemía. Cuando se relajó, aparté la mano y dejé que se recuperara, acariciando mi polla mientras esperaba.

Cuando abrió los ojos, sonrió, se recostó en el sofá y abrió las piernas.

― ¿Quieres follarme? ―dijo― ¿Meterme esa gran polla en mi coñito?

― Sí, quiero follarte ―respondí mientras me movía entre sus piernas― Quiero follarte bien.

― ¡Métemela! ―me instó― ¡Méteme ese enorme palo de carne!

Empujé y metí lentamente mi polla en su húmedo y aterciopelado coño, metiendo todo lo que pude antes de empujar lentamente. En unos pocos golpes, se la había metido hasta la base y me mantuve así por un momento.

― Joder, me siento muy llena ―gimió.

Empecé a bombear de nuevo, aumentando la velocidad mientras sus tetas se agitaban y rebotaban con cada embestida.

― Joder, tienes un coño estupendo ―gemí.

― Sí... joder, fóllame el coñito ―siseó.

Sentí que aumentaba la presión, pero no quería correrme todavía, así que me detuve, la saqué y respiré hondo.

― Eres una puta provocadora ―se lamentó.

Me acerqué y empujé la polla contra sus labios, viéndolos separarse mientras su boca se abría y me recibía dentro. Le follé la boca durante un minuto antes de volver a meterme entre sus piernas. Empujé rápidamente y la follé con fuerza.

― Oh, eso es... eso es… ―gimió.

Volví a sacarla y le metí la punta en la boca y en la garganta, esta vez metiéndole la polla hasta el fondo. Empujó mis caderas y se apartó, tomando una gran bocanada de aire antes de volver a metérmela hasta el fondo. Cuando me aparté, me levanté del sofá, la agarré por la cintura y le di la vuelta para que su culito quedara al aire. Empujé de nuevo y sujeté con fuerza sus caderas mientras me la follaba furiosamente, con los ojos fijos en su firme culito.

― Qué culito tan bonito ― resoplé― Quiero follarte el culo.

― Hoy no ―gruñó― Aún no estoy lista para eso.

― Algún día lo estarás ―gruñí mientras la penetraba―Me lo voy a follar como tu pequeño y apretado coño.

― ¡Oh, sí... fóllame el coño! ―gruñó― ¡Fóllame bien!

― Voy a llenar este coñito ―advertí― ¡Joder, aquí viene!

Me abalancé sobre ella mientras mi polla entraba en erupción, arrojando mi semen en su apretado coño mientras gemía ruidosamente. Sentí palpitaciones tras palpitaciones mientras me vaciaba y me aferré a ella hasta que las palpitaciones disminuyeron y me quedé seco. Me relajé y me aparté, viendo cómo un reguero de semen seguía a mi polla reblandecida y caía sobre el sofá.

― ¡Mierda! ―protestó― Se suponía que tenía que ser fuera, chico travieso.

― Es que me sentí tan bien ―respondí.

― Bueno, por suerte he vuelto a empezar con los anticonceptivos, así que no habrá problema ―reflexionó.

―Lo siento, no estaba pensando en eso ―me disculpé.

― Quizá debería volver a follarme a mi marido por si acaso ―soltó una risita.

Vi cómo unas gotas de semen se escurrían y goteaban sobre el sofá.

― Sí, tal vez ―acepté.

Se puso boca arriba y abrió las piernas.

― Tú has hecho el desastre, creo que deberías limpiarlo ―dijo mientras pasaba un dedo entre los pliegues.

Se metió el dedo cubierto de semen en la boca y lo chupó hasta dejarlo limpio.

― Vamos, mete ahí esa lengua mágica ―me instó― Lame hasta dejarme limpia.

Metí la cara entre sus piernas y empecé a lamer su raja llena de jugos, metiéndome más mientras ella se retorcía y gemía.

― Oh, sí... cómeme el coño lleno de semen ―siseó― ¡Qué niño tan travieso...!

Chupé su clítoris entre mis labios y ella agitó las caderas, empujando contra mi cara mientras otro orgasmo la inundaba. Lo solté de mi boca cuando se relajó y me aparté, limpiándome la barbilla con la mano mientras me incorporaba.

― Necesitamos otro baño ―sugirió.

― Sí ―acepté con una sonrisa de satisfacción.

Se levantó y me pasó la mano por la mejilla.

― Entonces te devolveré el favor antes de que te vayas ―prometió mientras caminaba hacia la piscina.

MJ

La madre de Brian

Un joven venteañero, acude a casa de un amigo con el que ha quedado. pero esté se ha ido a pescar con su padre y solo se encuentra a la madre, bañándose en la piscina. Luego se complica.

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