Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Sábado de compras
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.

Me senté en mi auto afuera del centro comercial y esperé a que llegara Cheryl. Me había enviado un mensaje para venir aquí al mediodía y estacionarme en el mismo lugar que la última vez. Mi polla ya estaba semi-dura y se contraía ante la idea de follar su dulce coñito de nuevo mientras miraba ansiosamente que apareciera su auto negro.

Un suv blanco con vidrios polarizados se detuvo junto a mi auto y estacionó. Nerviosamente busqué a Cheryl cuando la puerta del conductor se abrió y salió la señora Harper que me sonrió y se detuvo en mi ventana abierta.

― Oh, hola, señora Harper.

― Hola ―respondió ella― ¿Has estado esperando mucho?

― ¿Esperar? No, acabo de llegar —mentí.

Ella sonrió con picardía y se acercó a la puerta, poniendo sus manos en los marcos de las ventanas. Los botones de su camisa azul pálido se esforzaron por contener el enorme escote atrapado debajo mientras se inclinaba hacia mí.

― Cheryl me pidió que nos encontráramos aquí.

― ¡Oh!

― Me gustaría tener una charla contigo. ¿Te importa acompañarme en mi auto? Daremos un pequeño paseo en coche.

― Vale.

Ella sonrió y regresó a su auto mientras yo cerraba el mío. Me subí al asiento del pasajero.

― Abróchate el cinturón ―ordenó mientras arrancaba.

Me puse el cinturón de seguridad y la miré mientras salíamos del estacionamiento a la calle. Su corta falda blanca se subió y mostró su muslo suave, bronceado y firme. Me atrapó mirándola y sonrió mientras se subía un poco más.

― Entonces, Cheryl me dice que estás enamorado de la madre de tu amigo ―afirmó― O tal vez un... deseo de... sería más preciso ―dijo con mirada inquisitiva.

― Eh, bueno...

― No seas tímido ―se rio― Sé todo sobre tus lecciones de natación con Cheryl.

― ¿Tú… ?

― Sí. Cheryl y yo estamos muy unidas, compartimos muchas cosas ―continuó― Como tú.

Llevó su mano derecha a mi muslo y apretó suavemente antes de pasar a mi rodilla y luego a mi entrepierna.

― Ella habla muy bien de ti. Me preguntaba si tal vez yo era la madre a la que se refería. ¿La de los enormes pechos con los que fantaseas?

― Uh, sí ―admití― Pienso en ti.

― Eso es muy halagador ―dijo con una gran sonrisa― Lo encuentro caliente. ¿Te importaría desabrocharme la camisa?

Me estiré y abrí los botones, mis dedos rozaron la carne de debajo mientras ella conducía. Sus grandes pechos abrieron la camisa y expusieron los globos casi desnudos a mis ojos hambrientos.

― Eso está mejor ―suspiró― Hace calor aquí.

No podía apartar la vista de las tetas ondulantes, eran fascinantes, hermosas y enormes.

― ¿Te gustaría tocarlos?

― Ah, sí ―respondí.

Ella se rio cuando mi mano acarició suavemente su seno derecho. Se sentía suave y pesado cuando llenó mi mano y apreté suavemente. El pezón del tamaño de un pulgar empujó en mi palma y se endureció mientras amasaba suavemente.

― Ya llegamos ―Anunció.

Se detuvo ante la entrada y tocó el mando de la puerta del garaje, entrando y luego cerrando la puerta mientras apagaba el auto.

― Ven conmigo ―dijo mientras salía del coche.

La seguí al interior y me detuve en la cocina mientras dejaba su bolso y las llaves sobre la mesa.

― Esta es una propiedad que tengo― explicó mientras señalaba las habitaciones― Mi pequeño refugio.

― ¿No lo alquilas? ―pregunté.

― No, no por unos años ―respondió ella― Es agradable tener un espacio privado para mí.

Mis ojos se sintieron atraídos por los enormes pechos que se balanceaban suavemente bajo la camisa abierta. Sus ojos se posaron en el bulto en mis pantalones, sonrió y fue por el pasillo hacia el dormitorio. La seguí con mis ojos recorriendo las curvas de sus caderas y su trasero. Se veía mejor de lo que recordaba.

― Ahora, ¿dónde estábamos? ―bromeó― Oh, sí, estabas haciendo esto.

Se quitó la camisa y se paró frente a mí, agarrándome las manos y colocándolas sobre sus tetas mientras empujaba la pelvis contra la mía. Sus manos palparon mi trasero y se apretó contra mí mientras nos besábamos.

Sus manos tiraron de mis pantalones y los bajó. Mi dura polla saltó rozando su vientre. Me quité la camiseta y me senté en el borde de la cama mientras ella se quitaba la falda, separando mis piernas y atrayéndola hacia mí. Mientras se acercaba, tomé un pezón gordo en mi boca y amasé sus enormes tetas, succionando mientras pasaba sus manos por mi cabello.

― Oooh, no te olvides del otro ―ronroneó mientras sostenía mi cabeza con firmeza.

Mientras chupaba cada uno de los gordos pezones y pasaba mi lengua alrededor de ellos en pequeños círculos, ella movió sus manos a mis hombros y me frotó suavemente antes de empujarme de vuelta a la cama.

― Muévete un poco ―ordenó.

Subí a la cama y ella se metió entre mis piernas. Sus enormes melones colgaban sobre mi polla mientras comenzaba a besarme el estómago, los gloriosos globos rozaban mi polla y la parte superior de los muslos. Ella me miró y sonrió.

― Te gusta eso, ¿verdad?

― Oh, sí, me gusta.

― Bueno, esto te va a gustar más ―anunció mientras bajaba y tomaba la punta de mi polla entre sus labios.

Chupó la cabeza hinchada antes de deslizar su boca más abajo y dejar que su lengua se arrastrara por la sensible parte inferior. Me estremecí cuando ella levantó lentamente la boca y me liberó de sus labios carnosos.

Su lengua salió y me recorrió la polla a lo largo, lamiendo y dando toquecitos mientras continuaba hacia mis bolas. Ella lamió y chupó ambas antes de volver a la punta, su lengua se arremolinó vigorosamente alrededor de la punta mientras sus ojos se encontraban con los míos.

― Qué buena polla ―felicitó mientras comenzaba a arrastrarse por mi cuerpo― Es hora de que me pruebes.

Se sentó a horcajadas sobre mi cuello y de repente su coño grande, depilado y con pucheros brilló frente a mis ojos. Se sentó en mi cara mientras mi lengua se deslizaba entre los labios grandes y carnosos y dentro de la húmeda grieta de su coño. Lamí y chupé, dando con mi lengua sobre su clítoris mientras ella gemía y se retorcía encima de mí. Me las arreglé para rodear sus muslos con mis brazos y encontré sus gordos pezones con mis dedos, pellizcándolos y retorciéndolos mientras chupaba su clítoris entre mis labios.

― ¡Oh, mierda! ¡Oh, así de simple! ―gritó.

Mantuve su clítoris entre mis labios mientras ella se estremecía y emitía un profundo gemido gutural de placer, pellizcando sus grandes pezones con mis dedos mientras su jugo empapaba mi rostro. Se estremeció y tembló un momento antes de dejar escapar un profundo suspiro y relajarse cuando aparté la boca para recuperar el aliento.

― ¡Maldita sea, eres bueno! ―elogió antes de moverse y acostarse en la cama a mi lado.

Su mano encontró mi polla y la acarició lentamente mientras pasaba la lengua por mis labios y barbilla. Acerqué su cabeza y la besé apasionadamente, empujando mi lengua dentro de su boca para que pudiera probarse a sí misma. Después de un momento ella se apartó y sonrió.

― Ahora quiero ir a dar un paseo ―anunció mientras sacudía mi polla con la mano― Quiero esto dentro de mí.

― ¡Sube! ―le respondí con una sonrisa.

Maniobró sobre mi torso y alineó mi polla con su coño húmedo y hambriento. Se metió unos centímetros, se movió hacia arriba y luego se sentó, envolviendo mi polla con su sedosa y cálida vagina. Ambos gemimos cuando mi polla la llenó y sus manos fueron a mi pecho. Con movimientos lentos, comenzó a mover las caderas, apretándose contra mí mientras se mecía hacia adelante y hacia atrás, y sus enormes tetas se balanceaban con el movimiento. Agarré una con cada mano mientras ella se sentaba erguida y comenzaba a cabalgarme más fuerte, rebotando arriba y abajo mientras me follaba.

Echó la cabeza hacia atrás y puso los brazos detrás de ella, inclinándose hacia atrás mientras se retorcía encima de mí. Me dolía la polla y sentía que se rompería si ella retrocedía un poco más, la sensación se sumaba al placer de su coño agarrándome con fuerza.

En un movimiento rápido, llevó las manos hacia mi pecho y se estremeció violentamente, otro orgasmo sacudió su maduro cuerpo mientras mi pene masajeaba su interior. El sudor goteaba de su frente y sobre mi pecho mientras ella gemía en voz alta y se estremecía.

― Oh, Dios mío ―jadeó mientras colapsaba en mi pecho.

Ella resopló y jadeó mientras recuperaba el aliento. Lentamente moví las caderas, manteniendo mi pene dentro de su sedoso coño y moviéndolo lentamente de un lado a otro mientras ella se recuperaba.

― Oh, tienes una gran polla ―elogió.

― Gracias, y tú tienes un gran coño.

Ella se rio― Me alegra que te guste.

― Me gusta ―dije mientras empujaba mis caderas hacia arriba y lo introducía más en ella.

Ella jadeó y me dio una gran sonrisa antes de inclinarse cerca de mi oído.

― Es hora de un gran final ―gruñó― Vive tu fantasía ¡Fóllame las tetas y córrete en mi cara!

Se levantó, rodó sobre su espalda y separó los brazos. Rápidamente me senté a horcajadas sobre ella, poniendo mi polla entre sus enormes tetas y envolviéndolas alrededor. Empecé a moverme y ella puso sus manos sobre las mías, manteniendo las suaves tetas juntas mientras comenzaba a empujar furiosamente.

― ¡Oooh, eso es bebé, córrete con esas tetas con las que sueñas!

Gemí cuando vi la punta sobresalir y rozar su barbilla, inmensamente excitado por la mirada sexy y lasciva en su rostro. Sus ojos brillaron intensamente mientras continuaba gruñendo.

― Eso es ¡vamos... córrete en mis tetas, bebé!

― ¡Oh, joder! ―gemí mientras aumentaba la presión― Eres tan jodidamente caliente...

― ¡Sí, caliente por tu semen! ―siseó― ¡Vamos, dámelo!

― ¡Oh, mierda! ―Gemí cuando llegué al punto de no retorno.

Agarré la polla y la sacudí furiosamente mientras explotaban y lanzaba chorros del líquido caliente y perlado a su rostro y pecho, chorro tras chorro de crema caliente cayendo en su frente, mejillas y barbilla. El semen salpicaba sus tetas con gotas brillantes en las enormes tetas y un chorro que corría entre ellos mientras me vaciaba. Mi cuerpo se estremeció violentamente cuando el orgasmo forzó cada gota en un clímax desgarrador y masivo como nunca antes. Dejé de masturbarme y solo sostuve mi polla en mi mano mientras el orgasmo disminuía.

― ¡Guau! ―jadeó ella― ¡Tienes eyaculaciones enormes!

― ¡Oh, mierda! ―respondí mientras jadeaba buscando aire.

― Oooh, trae eso aquí, bebé ―susurró mientras alcanzaba mi polla.

Me moví hacia arriba y ella levantó la cabeza tomando mi verga aún hormigueante en su boca. Vi con asombro cómo desaparecía entre sus labios cubiertos de semen, sorprendida de lo sexy que se veía cuando lo sacó y se lo frotó por la cara antes de limpiarlo de nuevo. Después de unos momentos, dejó caer la cabeza hacia atrás y dejó que mi ahora ablandada polla colgara libremente.

― ¡Guau, señora Harper! Esta fue una de las corridas más grandes de mi vida―admití.

― Creo que ahora puedes llamarme Debbie ―e rio.

Me acosté en la cama y descansé en silencio mientras ella iba al baño. Cuando regresó recogió su falda y blusa, vistiéndose lentamente mientras me sonreía.

― Generalmente voy de compras los sábados ―dijo mientras me lanzaba los pantalones― Me gustaría que me acompañes de vez en cuando, si estás interesado.

― Muy interesado ―admití― En cualquier momento que desee.

― Eso es lo que esperaba oírte decir ―sonrió― Ahora vístete, tengo compras que hacer.

Me puse los pantalones y la camiseta, y la seguí hasta el auto y luego de camino de regreso al estacionamiento.

― Ahora, espero la misma confidencialidad que Cheryl, ¿de acuerdo?

― Seguro ―le prometí― Nadie se enterará nunca por mí.

― Bien ―dijo ella con una sonrisa― Tengo tu número por Cheryl y me pondré en contacto contigo. No intentes contactarme.

Asentí en acuerdo.

― ¿Prometido?

― Prometido.

― Bien, reo que disfrutarás de nuestro acuerdo, ¿no?

― Sí ―estuve de acuerdo― Quiero verte otra vez.

Llegamos al estacionamiento y ella se detuvo junto a mi auto.

― Realmente disfruté nuestra charla, bebé ―sonrió mientras apretaba mi muslo.

― Yo también ―respondí.

― Hasta pronto ―prometió mientras cerraba la puerta.

Rápidamente se alejó, dejándome de pie junto a mi auto. Me subí y fui hasta casa, repitiendo el encuentro en mi cabeza una y otra vez. Cuando llegué, mi polla estaba endurecida y deseaba volver a estar con Debbie. Mi teléfono sonó mientras abría la puerta.

― Hola ―respondí.

― Oí que disfrutaste de tus compras hoy ―Era Cheryl.

―Sí mucho.

― Deb también lo hizo. Estaba muy complacida con tu experiencia en compras ―se rio.

― Me alegra oír eso ―respondí.

― El próximo domingo, mediodía, clases de natación.

― Allí estaré.

― Llega a tiempo, bebé ―se rio antes de terminar la llamada.

MJ

 

 

La madre de Brian

Un joven venteañero, acude a casa de un amigo con el que ha quedado. pero esté se ha ido a pescar con su padre y solo se encuentra a la madre, bañándose en la piscina. Luego se complica.

Ir a la historia prohibida




Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidos

Y si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.

Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí.