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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Compras en el supermercado
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Salí del trabajo y fui a la tienda de comestibles, todavía llevaba la ropa que uso para trabajar. Mi falda era muy corta, y como muchas otras veces no llevaba bragas.

Al rato me di cuenta de que tenía chicos que parecían estar siguiéndome de pasillo en pasillo. Fue entonces cuando me pregunté si habrían conseguido verme algo por debajo de la falda. Así que me agaché para coger algo del estante de abajo, unos cuantas pasillo más allá. Entonces les vi sonreír de oreja a oreja.

Mientras hacía la compra se quedaron cerca, observando cada uno de mis movimientos. Me estiré para coger algo del estante de arriba y cuando lo hice, por el rabillo del ojo, vi a los dos chicos detrás de mí. Estaban en cuclillas, tratando de ver bajo mi falda. Coloqué el paquete en mi carro y me aseguré de inclinarme lo suficiente sobre el carro. Eso hizo que mi falda se subiera por encima de mi trasero que quedó justo a la altura de los ojos de los jovencitos. Miré alrededor, para asegurarme de que no había nadie más y me quedé así por un rato, simulando ajustar el contenido de mi carro.

Mi coño y mi culo quedaban a la altura de sus ojos y a no muchos centímetros de sus caras. Me paré derecha y me bajé la falda sobre el culo. Miré hacia atrás y vi que los dos chicos que me espiaban se pusieron rojos. Rápidamente se pusieron de pie y otra vez nuestros ojos se encontraron. Esta vez, les dediqué una sonrisa tranquilizadora y les guiñé el ojo. Se miraron el uno al otro y me devolvieron la sonrisa. Avancé un poco más por el pasillo y se pusieron a unos tres metros a mi derecha.

Miré otra vez a mí alrededor y vi que no había nadie más en la isla, me puse en cuclillas, con las rodillas de frente a ellos. Ambos me miraban y abrí bien las piernas, mi coño estaba allí ante sus ojos, para que lo disfrutaran. Ambos me miraban sonriendo, yo los miré a los ojos y sonreí. Entonces entendieron que, aunque los sorprendiera mirando bajo mi falda, no me importaba.

Me quedé en cuclillas así, con el coño abierto y se acercaron, a medio metro de mí. No había nadie en el pasillo, excepto nosotros. Uno de los chicos puso su mano en mi rodilla y la empujó a un lado y el otro empujó la otra rodilla en la dirección opuesta, abriendo más entre ambos mis piernas. Mi falda estaba levantada alrededor de la cintura y mis piernas estaban tan separadas como podía. Los labios de mi coño se abrieron, estaba muy mojada, sus pantalones sobresalían. Sus pollas estaban duras y dispuestas para la acción.

En ese momento, un hombre mayor entró en el pasillo hacia nosotros. Giré mis rodillas hacia las latas de conservas de verduras. El hombre dudó y se detuvo, mi falda estaba enroscada alrededor de mi cintura. Me levanté y me bajé la falda por el culo. Me sonrió, al pasar junto a mí y pensé que su mano me rozaba el culo. No estaba segura de sí era algo que él llevaba, o su mano.

Los chicos me dijeron que iban a salir y se fueron. Yo terminé mis compras y parada en la caja registradora, los vi afuera. Pagué mis compras y salí. Fui hasta mi auto y los dos chicos me ayudaron con las bolsas de la compra. Las colocaron mis compras en el maletero de mi auto que estaba estacionado al final aparcamiento. No había más coches alrededor del mío.

Entré, y me senté con una pierna en el coche, y la otra fuera en el suelo. Esto dejó mis piernas abiertas mientras hablábamos y ellos disfrutaban de la visión. Me preguntaron si compraba allí otras veces, les dije que sí. Charlamos distraídamente un pequeño rato.

Uno de los chicos dijo que le encantaban mis piernas, el otro simplemente sonrió. Le agradecí la alabanza y le sonreí. Luego me preguntó si siempre iba de compras sin bragas. Sonreí, y dije que esperaba que no se hubieran sentido molestos, les dije que cerraría las piernas si les incomodaba. Ambos pidieron que por favor no lo hicieran, que les estaba gustando lo que veían. Les pregunté si estaban seguros de ello y dijeron que les encantaba ver mi coño. Pregunté si habían visto uno de cerca antes. Dijeron que sólo en revistas e Internet. Entonces les sonreí nuevamente y separé las piernas por completo. Dijeron que agradecían que les dejara verlo. Les respondí que era lo menos que podía hacer, después de que me ayudaran llevando las bolsas de la compra hasta el coche.

El chico dijo que mis piernas parecían muy suaves y preguntó si podía tocarlas. Le dije que podía y puse su mano en la parte interna de mi muslo, a un palmo de mi coño. Le dije que si quería que me acariciara el muslo, que no me importaba. Pasó su mano desde mi rodilla hasta casi mi coño, y de vuelta. Afirmó que era muy suave y delicado mientras continuaba acariciándome el muslo. Se puso valiente y empezó a acercarse a mi coño. Como no me opuse, me lo rozó ligeramente pero aun así no me opuse. Nos miró a mí y a su amigo y deslizando su mano hacia arriba me frotó el coño e incluso introdujo su dedo. Le dijo a su amigo que viera lo suave y liso que era. Cambiaron de lugar y este también me acarició las piernas y el coño. Ambos me tocaron el coño durante unos minutos. Me preguntaron si podían tomar unas fotos de mi coño. Les dije que sí, pero sólo mi coño, no mi cara. Luego les dije que tenía que irme, me preguntaron si volvería la semana que viene. Respondí que lo haría y que los vería entonces.

Mientras me iba, los vi en mi espejo chocando los cinco y riéndose.

Bárbara

 

 

Bárbara va de compras

Estos son los relatos de las cosas que le ocurren Bárbara cuando va de compras. A veces se mete en líos de los que solo puede salir de una única forma. Pero pese a todo, le gusta y siempre regresa.

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