Me violentó cuando era una niña, aunque muy desarrollada, niña al fin.

Fui a hacer un mandado a su casa y allí me poseyó. Intenté una defensa casi inútil dado su tamaño y de un zarpazo me sometió haciéndome mujer siendo niña.

Era mi tío, el tío que admiraba por su casa linda con pileta, chica, pero pileta y quincho.

Morena de cabello larga ya pintaba para buen cuerpo y él; hermano de papá gordito y peludo al cual más de una vez capté mirándome más de la cuenta. Le pedía que no, pero sin gritar y sentí su mano bajando mi bombachita amarilla, su saliva en los dedos y el desgarro que me hizo suspirar en el dolor.

Después, su asqueroso semen y su llanto incontenible pidiéndome perdón y rogando mi silencio. Cuando me retiraba rumbo a casa (la cual quedaba a unas 3 cuadras) me tomó de la pera y me juró que me vio tan mujer que no se pudo aguantar. Que desde siempre me vio tan hermosa que se moría por ser quien me desvirgara.

Pasó un tiempo sin que volviera a verlo y dormía pensando en él. Dejé de lado juegos infantiles y mi conducta en el colegio era de chica adulta.

Cerca de las 2 semanas de acontecido todo mamá me pidió para hacerle un mandado a la casa del tío, traté de disimular el escozor que me invadió, pero no me negué; quería saber que sentiría frente a él en el reencuentro.

Vivíamos en un barrio mayormente bajo y clase media, tío era de las casas más lindas del mismo y un solterón muy perseguido, andaba por los 35 cuando pasó mi forzado debut. Cuando llegué tartamudeó y bajó la vista, me hizo pasar y me escuchó sin mirarme, me contestó y se dispuso a abrir la puerta para mi salida; pero me quedé parada y le pregunté si estaba enojado conmigo― Por favor ándate ―dijo sin mirarme.

― No quiero ―contesté.

Cerró la puerta y primera vez me miró, respiró hondo y me atrapó entre sus brazos buscando mi boca que no se negó a ser encontrada. La llenó con su lengua y fui besada con una furia que me ahogaba. Se dio cuenta y empezó a hacerlo más lentamente mientras acariciaba las nalgas levantándome la pollera.

Me llevó y arrojó a la cama, me desvestí yo misma quedando en ropa interior de la cual se hizo cargo. Me lamió los pezones haciéndome erizar y me bajó la bombachita amarilla para hacerme sentir el delirio de una chupada de concha. En segundos me retorcía y sentí como me mojaba e hinchaba la vulva, suspiré pidiendo parara que me iba a orinar y él me dijo que lo hiciera, que no se fijara en nada. Traté en vano de sacarlo de los pelos y descargué un montón de jugos que desconocía que tuviera dentro de mí. Exhausta y jadeante lo vi subirse para penetrarme lo cual deseaba con ardor. Me penetró muy lentamente y mirando como su pene desaparecía dentro de mí con una sonrisa maliciosa.

― Si llego a saber qué haces esto con otro, te mato, sos mía.

― Y si vos te acostas con otra cuento todo, yo soy tu única mujer.

Nos fundimos en un beso de lengua impresionante mientras nos decíamos toda clase de insultos cruzados con halagos― Sos una puta cualquiera, pero divina.

― Vos un degenerado que coges bien.

Echamos un polvo rápido ya que estaba demorando mucho en regresar a casa, y hasta la puerta me llevó en un solo beso con sus manos entre mis piernas. Antes de abrir la puerta para despedirme, empezó a meter sus manos por dentro de la bombachita y la otra por debajo de la remera manoseándome toda mientras se mordía los labios.

― Te voy a hacer lo que se me antoje.

― No estes tan seguro, muchos quieren lo mismo ―contesté agrandada.

Como despedida de ese encuentro me lamió toda la cara y me pidió lo escupiera. Después a casa y a la noche dormí desnuda pensando en él. Boca abajo, desnuda y las piernas bien abiertas con el dedo en la boca. Me costó dormirme.

ADRO.

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