La Página de Bedri
Relatos prohibidos Cuando una puerta se cierra, unas piernas se abren
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Un día te levantas, y tu vida da un giro de ciento ochenta grados y te descompone todo lo que tenias asegurado. Descubres que tu mujer, con la que llevas desde los 18 años como novios, mas de 15 de relación, ha empezado una relación paralela con un compañero de trabajo, y de repente, todo se termina. Son las navidades, la peor época del año para quedarte solo, y te refugias en el alcohol, que lo único que hace es, que al día siguiente, el problema se combine con la resaca. Pasan varios días así, con mis mejores amigos intentando tirar de mí, porque la familia, dadas las fechas, aun no saben nada, poniendo excusas de trabajo y stress para no acudir a las citas navideñas. Juan, mi mejor amigo desde hace muchos años, ha pasado recientemente por una situación similar, pero provocada por una infidelidad de él. Se lió con una chavala 12 años más joven, que cuando presentó al grupo de amigos, nos cautivó a todos. Ruth, era encantadora, muy madura para sus 22 años, y estaba buenísima. Entre nosotros, los chicos del grupo, siempre envidiamos la suerte que había tenido Juan, de cautivar a semejante criatura. Rubia, de melena, con unos penetrantes ojos azules, no muy alta, con un cuerpo esbelto y unos turgentes pechos de un buen tamaño, que no dudaba en resaltar con prominentes escotes y ajustadas camisetas. Un día de resaca mañanera, me despierta su llamada― Buenos días ―gruño con la boca pastosa― ¿Pasó algo? ―Le pregunto ― La vida, Sergio, pasa la vida, y tú de botella en botella, por una tía que no te merece. Dúchate que paso en 10 minutos a buscarte y desayunamos ― Ok, te espero abajo, contesté ―y colgué Para mi sorpresa, Ruth, aparece sola. Me subo a su coche, nos damos dos besos, como solíamos hacer siempre y le pregunto extrañado por Juan ― Hoy trabaja fuera, estamos solos, luego se nos unirá ― Perfecto, vamos a Pandora, necesito un buen café ―respondí Llegamos a la cafetería, y pedimos unos desayunos mediterráneos. El tiempo transcurría demasiado rápido a su lado. Era una tía increíble, y yo me sentía muy atraído por ella desde el día que la conocí, pero era la chica de mi mejor amigo. Intocable para mí ― ¿Tú tendrías algo conmigo? ― ¿Cómo? ―La pregunta me pilló por sorpresa y me descolocó ― Me has oído perfectamente, ¿tú te enrollarías conmigo? ― Por supuesto que sí, sin lugar a duda ― respondí― si te hubiera conocido en otras circunstancias y no fueses la chica de mi mejor amigo ― ¿Y si le dejara? ― Serias la ex de mi mejor amigo, igual de intocable ― Quedan pocos tíos con ese respeto por la amistad, la verdad ―me contestó― Sabía que no eras como los demás. ¿Y si te dijera que él está de acuerdo? ― Me lo tendría que decir el, la verdad, y aún así, me costaría creerlo ― Te lo dirá, no te preocupes. Lo hemos hablado. Pero si aceptas, esta conversación, no la hemos tenido. Tú no sabes nada, que todo parezca idea suya. Y no me avises de cuándo va a ser ni cómo. La miré, sonrió, y empecé a reírme con ganas― ¡Estás loca, jajaja, casi me lo trago! Ella también rió, pero no dijo nada. Terminamos de desayunar y la acompañé a su trabajo. Juan se iba a retrasar y no le podía esperar Cuando la dejé, fantaseaba en mi cabeza con lo que me acababa de decir, y una poderosa erección se produjo en mi pantalón. Tuve que acomodar discretamente mi polla para no llamar la atención en la calle. Juan me llamó pasada una hora más o menos. Quedamos para tomar unas cervezas y luego comer algo. Después de unas cuantas, y hablar de toda la situación, que yo empezaba a asimilar, me comenta― Vamos a cambiar de tema, tengo un problema muy gordo, me dice ― ¿Y eso? Tengo a Ruth, como loca por hacer un trío. No sería la primera vez, ya lo hicimos, en verano, de vacaciones en Sevilla, con una amiga suya de allí. Fue tremendo, la verdad. Pero ahora quiere probar con un tío ― Joder, vaya plan ¿no? ― Le dije ― Pues sí, y la verdad que se lo debo, porque con su amiga, fue por iniciativa mía. ― Pues no sé qué decirte ―respondí sin saber muy bien que esperaba. ― Me he fijado como la miras, y como te mira ella. Serías el candidato perfecto. ― ¿Bromeas? ¿Yo con vosotros? ¿Con ella delante de ti? No creo ni que me empalmase. ― Ya lo estas solo de pensarlo jaja ―dijo señalando mi pantalón, que lucía un bulto considerable. Me ruboricé un poco y me excusé― ¡Joder! la situación es morbosa, desde luego, y un halago que me lo pidas tío, pero de ahí a hacerlo… ― Tienes razón, olvídalo, es el alcohol, jaja pidamos algo de comer. La comida transcurrió sin volver a hablar de tema. Pasaron unos días y llegó fin de año. Juan me habló de celebrarlo en su casa, a las afueras de la ciudad, un grupo de amigos. Quedamos sobre las 10. Me extrañó mucho no ver aparcado fuera nada más que el monovolumen de 7 plazas, que apenas usaba― Seremos pocos ―pensé, mientras aparcaba la moto Justo cuando me baje, me llega un mensaje suyo―Pasa cuando llegues y sube, estamos arriba. No contesté y entré directamente. La chimenea crepitaba y el ambiente era muy cálido. En el piso superior se oía música. Empujo la puerta de la cual salía “Hotel California” de los Eagles. Música poco apropiada para una fiesta que empieza, pensé, hasta que vi el tipo de “fiesta”. En el cuarto, sobre una antigua cama de barrotes, estaba Ruth, tendida, en tanga, con los brazos atados al cabecero y los ojos vendados. A su lado Juan, me indicó con un gesto que no hiciera ruido y me acercara. Ruth, desnuda, estaba mucho mas buena de lo que me había imaginado. Sus tetas eran grandes y firmes, sus pezones erguidos y duros, desafiantes. El fino tanga insinuaba un pubis completamente depilado. Juan le pellizcaba los pezones con una mano, y con la otra le acariciaba la vulva que ya dejaba marca de humedad en la tela de la ropa interior. Mientras mi cuerpo de acercaba a la cama mi cabeza decía “vete”. Juan me indicó que me desnudara, el ya lo estaba. Mientras lo hacía en silencio, le susurró― Ahora vengo. ― No tardes, estoy muy caliente ―jadeo Ruth. Juan se me acercó y me invitó a tomar su sitio. Me senté en la cama, junto a ella y él se acercó por el otro lado, pero se quedó de pie, mirando. Acaricié sus pechos con suavidad y dio un respingo. Atrapé sus duros pezones con los dedos y estiré un poco hacia arriba. Pase a tomar uno entre mis dientes, y deslice la mano bajo el tanga. Estaba muy excitada y empapada. Mis dedos entraron dentro de ella sin problema. Hice pequeños círculos en su clítoris, que alternaba introduciendo los dedos dentro de la vagina, que ya chorreaba sus flujos. Me arrodillé entre sus piernas y le bajé el tanga. Mi lengua se posó en el clítoris y comencé a lamerlo y succionarlo. Dos dedos se introducían dentro de su vagina, y al salir los deslizaba entre sus piernas buscando lubricar su ano. Estaba como loca, jadeando y gimiendo. ― ¡Métemela! ¡Métemela! ―susurró entre contoneos. Yo me había olvidado por completo de Juan, que seguía de pie, mirando y masturbándose muy despacio. Seguí con la boca y los dedos, hasta que los espasmos fueron más continuos y empezó a gritar― ¡Me corro, me corro, ah, ah, ah! Sin terminar de correrse, aproximé mi polla a su vagina y se la metí de golpe, sin dificultad, hasta el fondo, acompañado de un jadeo suyo. Estuve unos instantes quieto, mientras su interior me acogía cálidamente y le daba tiempo a acomodarse al tamaño de mi polla. Después comencé a moverme rítmicamente dentro y fuera, durante un rato. Me agaché y le besé la boca. Me respondió con su lengua dentro de la mía, en un profundo y húmedo beso. Justo en ese momento, Juan completamente empalmado, se acercó y le quitó la venda de los ojos. En cuanto se hizo a la tenue luz, vio mi cara y se separó un poco. ― Felicidades ―le susurró Juan. ― ¿Y esto? ―Dijo ella. ― Tu regalo, ¿te gusta? ― Por supuesto. Tú, sigue follándome ―dijo, mirándome. Sin decir nada, seguí mi ritmo de embestidas profundas, no podía aguantar mucho mas. Juan, le desató las manos. Se tumbó en la cama, e hizo un gesto para que ella se pusiera encima. Primero se la chupó un poco, mientras yo me afané en lubricarle el ano. Se coloco sobre él y se introdujo toda su polla dentro. Tras cabalgarlo un poco, puso el culo en pompa, ofreciéndome entrar en él. Lo hice primero con un dedo, dos, y luego aproximé mi polla. Empujé el glande, que, con cierta resistencia, consiguió entrar. Fui metiendo todo el miembro, y lo dejé, una vez más, acomodarse. Comencé a bombear despacio, primero, pero la estrechez de su culo, y su calidez, más el calentón del rato anterior y la situación en su totalidad, hicieron que el ritmo aumentara, a la vez que Juan lo hacía desde abajo, y noté que me venía un orgasmo. Me corrí dentro de su culo, entre jadeos, como hacía tiempo que no lo hacía. Todavía empalmado, me salí de ella, y Juan, en un rápido movimiento, tomó mi sitio, y empezó a encularla con fuerza. Yo me tendí en la cama, y Ruth, tomó mi polla con la boca, y me comenzó a hacer una esplendida mamada. Juan, mientras se follaba su culo, comenzó a estimularle el clítoris, y al rato, los dos se corrieron a la vez. Juan salió de culo, y puso su polla cerca de la mía, para que nos chupara las dos. Al poco tiempo, estábamos listos de nuevo. Ruth miró complacida su trabajo, y dijo― ¡No esperaba empezar así el año, como me ponéis! Voy a limpiarme un poco Se fue al baño, mientras se podía ver una buena cantidad de semen caer desde su culo, piernas abajo. Volvió enseguida, ya limpia. Se tumbó entre los dos, y yo, instintivamente, llevé una mano a su vulva. Su clítoris permanecía hinchado y húmedo. Comencé a frotarlo suavemente, mientras le mordisqueaba un pezón. Juan atrapó el otro en la boca mientras un dedo se perdía dentro de su vagina. Ella tomó nuestros miembros con las manos, pajeándonos muy lentamente. Se giró sobre mí, y mi polla se introdujo en su coño, entera, de golpe. Se fundió en un beso apasionado y húmedo mientras notaba como elevaba el culo, ofreciéndolo a su chico. Noté como la polla de Juan se enterraba bien profundo dentro de ella. Comenzamos de nuevo el juego, pensé. Yo apenas podía moverme bajo ellos, siendo los envites de Juan los que marcaban el ritmo de aquel polvazo. Estuvimos un buen rato en esa postura. Juan se salió. Fue al mueble del fondo y vino con varios cinturones. Ayudó a Ruth a salirse de mí, y me incorporé, mientras la tumbaba a ella en la cama, boca arriba. Le separó mucho las piernas y le ató un tobillo a cada lado del cabecero. Por instinto, hice lo mismo con sus brazos. Así de expuesta, indefensa, estaba aun más sexy si cabe. Juan se tumbó sobre ella y empezó a follarla de nuevo. Yo arrimé mi polla a su boca, tomé la cabeza con las manos y comencé a follarle la boca, provocándole varias arcadas y que salivara mucho. El ritmo de Juan era frenético a estas alturas por lo que supuse que estaba a punto de correrse, pero Ruth lo hizo primero, entre jadeos y espasmos, y con la boca llena de mi polla, deseoso de follármela otra vez. El momento no se hizo esperar, Juan salió de dentro de ella para tomar mi sitio en la boca diciendo― ¡Fóllatela, que está deseándolo! Y le empezó a follar de nuevo la boca entre jadeos y gruñidos, mientras se corría en el fondo de su garganta Me situé entre sus piernas, me deleité viendo sus labios hinchados y enrojecidos, y se la metí hasta el fondo. Comencé a bombear con fuerza y ganas, como queriendo romperla en dos, y noté que me iba a correr. Casi no me dio tiempo a sacarla, para correr a su boca, y metérsela entera de nuevo, donde descargué todo. Juan se afanó con la boca y los dedos en su entrepierna, arrancándole un nuevo orgasmo. Tras ello, caímos derrotados en la cama. No comimos las uvas de la suerte, pero dimos las campanadas. Fue una noche memorable. Nos retiramos a darnos una ducha, ellos en el baño de arriba y yo en el cuarto de invitados, donde me ofrecieron quedarme a pasar la noche. Al día siguiente, por la mañana, desayunamos los tres juntos. Ruth, comento que habíamos hecho realidad uno de sus sueños más húmedos. Me alabó como amante, y a Juan, le agradeció complacerla en todo lo que le pedía. ― Tengo varias ideas muy morbosas ―comentó Ruth― Ahora sois dos, los que no me podéis negar nada ― Todo se puede estudiar ―dijo Juan ― Por mi parte, estoy disponible, si queréis Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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