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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
De compras con Toni
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Hola de nuevo, pensé que era buena idea escribir algo más de Toni. Especialmente para aquellos que disfrutaron leyendo el relato anterior. Espero que todos disfrutéis de este, incluso los que no habéis leído el primero.

Antes de nada, debería decir es que fuimos a llevar a Toni en su residencia. Cuando nos acercábamos a la residencia de Toni, mi esposo dijo que debería cubrirme un poco porque teníamos que atravesar por el centro de la ciudad. Era una buena idea, porque pese a la hora, todavía había mucha gente por las calles. Me abotoné la falda y la blusa, aunque lo hice mal y los botones de la blusa se desparejaron. No me di cuenta hasta que Toni lo dijo cuando salí para que pudiera salir del auto. Es un joven muy educado, que incluso se ofrece a ayudarme a abotonar bien la blusa. Le dejé hacer, pensando en dejarle dar una última mirada para que disfrutara. Luego, nos dimos un abrazo rápido e intercambiamos números de teléfonos junto con la propuesta de que tal vez podríamos volver hacerlo, algún momento. Parecía feliz e ilusionado mientras nos íbamos.

Guillermo comenzó a preguntarme si lo había pasado bien y si hablaba en serio sobre otro encuentro algún día. Le dije que todo era posible si todos estábamos de acuerdo, pero en ese momento necesitaba que me llevara a casa y me follara si podíamos llegar a tiempo. Terminamos en un área de descanso porque ninguno de los dos pudo esperar lo suficiente.

Debo decir que Toni apareció en nuestras conversaciones en numerosas ocasiones durante nuestro polvo rápido en el área de descanso y durante las siguientes semanas y multiplicó por diez nuestra actividad sexual. Siempre habíamos tenido sexo a lo largo de la semana, pero esta vez era diferente, era todos los días.

Nuestras agendas estaban bastante ajustadas, por lo que cualquier actividad de ocio o diversión tenía que esperar. Pero nuestras conversaciones sobre Toni, nos seguían haciendo muy buen efecto. Un día, Guillermo propuso que sería divertido un viaje en auto hasta un centro comercial de nuestra antigua ciudad para comprar y cenar. Yo estuve de acuerdo porque necesitaba algunas cosas. Luego insinuó que tal vez mi "nuevo amigo" podría disfrutar uno o dos días en nuestra compañía. Para no parecer demasiado ansiosa, estuve de acuerdo diciéndole― Tal vez podría disfrutar y relajarse dejando un poco de lado los estudios, ¿pero se aburrirá de compras como te pasa a tí la mayoría de las veces?

― No si juegas en los probadores o las zapaterías como haces en el coche cuando viajamos ―dijo Guillermo para convencerme.

― Me convences, pero quizás mejor solo un viaje de un día. es posible que Toni no esté listo para pasar toda la noche con nosotros.

A la mañana del sábado, me desperté a las 6 de la mañana y me levanté para arreglarme y prepararme. Estaba muy nerviosa llamar a Toni y además, Guillermo me susurró algunas cosas muy cachondas al oído hasta que llamé.

Los chicos de hoy en día con todas sus redes sociales parecen estar muy ocupados. No respondió y le dejé un mensaje―Hola Toni, soy Sarita, nos conocimos hace unas semanas cuando te llevamos a casa, llámame si tienes la oportunidad ―Qué decepción fue tener que hacer eso. Guillermo empezó a decir que tal vez aún estaba dormido después de una noche de diversión o tal vez… Mi teléfono empezó a sonar, era Toni disculpándose― Pensé que era una llamada basura, estaba esperando saber de ti continuamente ―Fue difícil irrumpirle y preguntarle si le gustaría venir con nosotros.

― Si si si ¿Cuando, donde?

― 8:45 donde te dejamos ―Le dije y me pareció notar que estaba emocionado.

Llegamos a donde le habíamos dejado la vez anterior y le encontramos en la acera, dando cortos paseos. Los ojos se le alegraron cuando nos vio. Salí del auto para dejarlo entrar y alargó la mano para estrechar la mía. Sorprendida, me acerqué a él y le susurré― Te chupé la polla la última vez que nos vimos, ¿no puedo al menos recibir un abrazo? ―Eso lo sorprendió, pero son la ayuda de mi sonrisa se tranquilizó un poco. Se veía bien, recién afeitado, con ropa limpia y bien arreglada y se lo dije. Respondió con timidez, pero me dijo que estaba muy bonita y me quedaba muy bien mi atuendo. Había elegido un vestido ligero que no llegaba hasta la rodilla, con botones en la parte delantera, sin hombros, con solo tirantes de un par de centímetros que lo sujetaban, botas negras por la pantorrilla y una linda chaqueta de blanca. El vestido era uno de los varios que tengo, y que prefiero para ir de compras debido a que es fácil de poner y quitar y que evitan que Guillermo se aburra esperándome.

Toni deshaciéndose en cumplidos hacia mí y él mismo se veía tan bien que terminé apoyando mi pie derecho en el umbral de la puerta, enseñando una buena porción de pierna y muslo. El chico se quedó mirando fijamente hasta que le pregunté si tenía intención de entrar allí. Guillermo se rio le dijo― Apúrate, ya se lo has visto antes ―El pobre chico estaba un poco conmocionado, pero subió a la parte de atrás y le dijo a Guillermo― Lo siento, pero está tan buena ―Entonces supe que ese día, iba verdaderamente a disfrutar. Provocar a esos dos iba a ser muy divertido.

Teníamos una buena hora y media en coche por delante, así que nos detuvimos a por un café para llevar, Guillermo fue a buscarlo y regresó con una botella de Baileys. Después de reforzar un poco el café, salimos a la carretera y comenzamos a hablar sobre los estudios de Toni, de deportes y de algo de política. Mientras tomaba mi café, comencé a darme cuenta de que Guillermo había cargado el mío bastante, puede ser un hombre travieso con la mente retorcida algunas veces. Así que pensé que podría mejorar un poco el juego y cuando llegué a la mitad del café, cerré la tapa y le pedí a Toni que pusiera un poco más de Baileys en ella, ya que la botella estaba en la parte de atrás. Desabroché algunos de los botones superiores de modo que cuando me volví hacia él, mi escote quedó ante sus ojos. Se despistó y casi vierte el licor fuera de la taza mientras lo ponía y me miraba al mismo tiempo. Yo solo había querido un chorrito, pero Toni me estaba mirando y sin prestar atención y terminé con casi el vaso casi lleno. Empecé a reírme y le pregunté a Toni si estaba confabulado con Guillermo para intentar emborracharme.

Guillermo había estado bastante callado mientras conducíamos, solo comentando algo sobre deportes, pero aquello llamó su atención y le preguntó a Toni si tenía algún pensamiento acerca de emborracharme y desnudarme de nuevo. Toni casi muere y comenzó una letanía de― Dios mío, no, lo siento, no era mi intención… no, por favor, no pienses eso... yo… ―y así sucesivamente mientras Guillermo y yo nos reímos. Guillermo finalmente lo tranquilizón diciéndole― No te preocupes por eso, ella es una niña grande que puede controlarse y si comienza a sentirse demasiado bien, tal vez los dos podamos tener suerte ―Esa frase liberó el tema que habíamos evitado durante el viaje.

Guillermo miró a Toni por el espejo y le preguntó directamente― Cuéntanos, ¿cuántos de tus amigos han oído la historia de nuestro viaje juntos?

Me sentí un poco mal por Toni cuando empezó a balbucear que nadie lo sabía, que no nunca diría nada sobre eso. Pero Guillermo se rió y le preguntó― ¿Entonces, quiénes eran esos tres chicos que salieron del edificio a medio vestir y el que se quedó allí parado y mirándote desde la puerta? Estoy seguro de que no te habrían creído si se lo hubieras contado y estarían esperando alguna prueba.

Después de un poco de presión, Toni bajó un poco la cabeza y dijo que había contado algo una noche que había bebido demasiado y uno de sus amigos le preguntó quién era la mujer a la que había besado esa noche, que nos había visto desde la ventana cuando lo dejamos allí.

Yo escuchaba todo sin decir palabra mientras le decía a Guillermo que solo les había hablado de mis juegos enseñándoles las tetas a los camioneros, nada más― Sólo pude ver un poco los senos de ella, eso fue todo.

Me pareció que es un amor de chico, demasiado educado para decir tetas o pechos. Guillermo casi se atragantó cuando finalmente le pregunté a Toni― ¿Ni siquiera mencionaste lo buena que fue la mamada que te hice? Bueno, ahora estoy ofendida, pensé que te habría alegrado contarle lo buena que soy ―Y te lo hice dos veces.

El pobre chico no sabía cómo responder. Balbuceó varias veces que, si hubiera sido él, se lo habría dicho a todos. Una vez que se dio cuenta de que no estábamos enojados y que nos estábamos divirtiendo con él, se calmó y admitió haber contado un poco más, pero que tampoco le creyeron. Por mi parte, con un poco de insistencia, logré que admitiera que soy realmente buena haciendo mamadas.

Para entonces ya habíamos llegado al el estacionamiento del centro comercial y estaba ansiosa por ir de compras y ver qué podía provocar. Después de otro trago de Baileys, nos fuimos, primero a los baños para orinar rápido y luego a la tienda de ropa deportiva que estaba justo al lado de ellos. Me gusta más esta tienda por la ropa de senderismo resistente y el diseño que por los precios. Guillermo se fue al departamento de hombres, pero Toni se quedó conmigo. Miramos bastantes cosas, yo las sostenía en las manos mostrándoselas y le pedía opinión sobre todo. Nos decidimos por varias prendas y me dirigí a los vestuarios, Toni se quedó un poco atrás, así que dejé la mayor parte en su brazo y le dije que necesitaba que me dijera cómo me quedan las prendas y que tal vez le pediría de color diferente o lo que fuera. Él no se dio cuenta, pero yo tenía varias cosas en tallas diferentes, sabiendo que algunas no iban a quedarme bien.

Toni siguió sonriendo mucho más de lo que Guillermo hubiera hecho. Encontré una cabina grande y bonita en el medio del pasillo, entre una pared y la fila de cabinas, de modo que tuvo que quedarse cerca de ella. He estado aquí algunas veces antes y sé que, a menos que alguien más esté probando cosas, estaríamos solos. Colgué algunos de los artículos en el perchero del pasillo y tomé un par de pantalones cortos y una bonita blusa. Esta cabina tiene un espejo de cuerpo entero frente a la puerta y otro en el lado derecho. Guillermo me ha dicho que la puerta, incluso cuando está cerrada, tiene suficiente espacio a su alrededor para echar un vistazo, una vez vio a un tipo que esperaba a su esposa irse unos metros más allá para echar un vistazo a mi cabina. Me dijo que se había quedado boquiabierto mirando tan fijamente que no vio a su esposa salir para pedirle su opinión.

Toni estaba muy atento, preguntándome cómo me iban las cosas, así que aparecí en unos pantalones cortos y la blusa anudada por debajo de mis pechos, sin los botones abrochados. Aquellos pantalones cortos me quedaban bastante ajustados y de un tejido lo suficientemente delgado como para que, si se mojaran, mostrarían lo suficientemente como para que Guillermo reaccionara. La blusa era de un tejido similar y también de talla más pequeña que la que uso. Después de mirarme un rato, Toni parecía listo para ir de acampada, con su tienda de campaña casi levantada. Se puso casi completamente vertical mientras yo me mostraba, posaba, giraba y agachaba, dándole mucho que mirar sin ver realmente las partes que decía que más le gustaban. Quedó bastante impresionado y le pedí que me fuera a buscar lo mismo, pero una talla más grande los pantalones, y una blusa de la misma talla pero de un color diferente. Se fue cuando entré al probador para quitarme lo que llevaba puesto. Volvió rápido y llamó a la puerta que yo no había cerrado del todo bien, aparentemente por accidente, y se abrió lo suficiente como para que me viera el trasero mientras yo trataba de quitarme los pantalones. La blusa ya estaba en la percha y cuando me enderecé, gracias a los espejos pudo tener una visión total de todo mi cuerpo, excepto de las rodillas porque los pantalones cortos estaban allí. No hubiera querido ir tan rápido y dejarle ver tanto, y me sorprendí un poco, tropecé y me desequilibré para caerme sobre el pequeño banco y golpeándome la cabeza contra la pared. Toni, dejó caer lo que que tenía en la mano y entró rápidamente y vio todo un espectáculo. Yo estaba de rodillas, con el culo en el aire, las tetas aplastadas contra el banco y la cabeza apoyada en la pared, y riendo como una loca tocándome lo que pensé que se convertiría en un pequeño chichón en poco tiempo.

Toni entró y cerró la puerta mejor que yo. Estaba muy preocupado por mí y muy amable tratando de ayudarme a levantarme y sentarme en el banco. Estuve allí sentada durante unos minutos para recuperarme del golpe y los Baileys me también ayudaban a que estuviera un poco inestable. Toni estaba de pie preguntándome continuamente si estaba bien, si había algo dañado, si quería que fuera a buscar a Guillermo o alguien para que me ayudara. Fui diciendo que no a todo eso hasta que caí en la cuenta de que mis rodillas estaban enredadas en el pantalón, así que le pedí que me ayudara a quitármelos. Se quedó mirando un momento y le di una patadita y le supliqué ayuda. Me quitó los pantalones y se quedó arrodillado, simplemente contemplándome desnuda y frotándome la cabeza, comenzando en mis senos y mis piernas ligeramente abiertas mostrándole algo que ni siquiera Guillermo sabía. Mi acicalamiento esa mañana incluyó algunos precisos recortes, y en lugar de la espesura total que había visto hacía unas semanas, se encontró con lo que resultó ser una delgada línea de vello bien corto, y mi piel desnuda brillando con una humedad que se extendía.

Se agachó frente a mí, con sus manos en mis rodillas para mantener el equilibrio y contrarrestar su propio aturdimiento, o eso pensé. Resultó que, siguiendo su mirada, noté su atención entre mis piernas. Y otra cosa, casi nada, pero juro que sentí algo y cedí a ello y de hecho la ayudé al crecer más, tal vez era más una ilusión de mi parte que por la suya. Cuando mis rodillas alcanzaron su máxima extensión, ninguno de los dos respiró ni habló. Cuando me miró a los ojos, puse una mano en su hombro y le susurré― ¿Te gusta? Lo hice para ti esta mañana. He estado pensando en ti desde aquella noche y esperando que quieras volver a verme.

Comenzó a asentir con la cabeza, sí, casi como un muñeco y tuve que tomar su cabeza entre mis manos para detenerla y acercarla más. Sus manos alcanzaron mis muslos mientras le acercaba con sus ojos clavados en los míos. Mis manos dejaron su rostro para vagar sobre sus hombros y rodear su espalda hasta que nuestros labios se encontraron. Sus manos sujetaron mi cintura y mi espalda contra la pared las mantuvo allí hasta que los dirigí hacia mis tetas y él comenzó a acariciármelas una y otra vez y tomándolas completamente en sus manos. Fue delicado al principio, pero demasiado ansioso y tuve que susurrarle que fuera un poco más suave con ellas, estaban un poco doloridas por la caída.

Nos besamos hasta que necesité un respiro. Tomé su rostro entre mis manos y lo puse un poco hacia atrás, lo miré a los ojos y le dije― Bésalos y hazlos disfrutar ―mientras empujaba su rostro hacia ellas. No tuvo más dudas y con una mano envolviendo y levantando a cada una de ellas, me sentir mucho mejor. Era muy bueno en eso, mejor de lo que había imaginado en mis fantasías. A veces puedo alcanzar el clímax solo con jugar con los pezones y seguramente lo hice allí mismo, en la cabina, debido a su talentoso buen hacer. Empecé a temblar, lo sentí empezar a crecer dentro de mí, sabía que iba a ser uno muy grande y no que podría haberlo detenido si hubiera querido hacerlo. Mis piernas temblaban y de alguna manera me las arreglé para abrazar a Toni acercándolo a mí. Me deslicé un poco por el banco hasta que hicimos contacto, la tela de sus jeans presionando ásperamente contra mi húmeda rajita, empujándome con fuerza con el bulto de su polla. Afortunadamente había dejado de jugar con mis pezones. Me beso atrapándome la lengua con la suya, llegando hasta mi garganta. Fue entonces cuando perdí todo control y un gemido gutural salió mí llenando sus pulmones. Literalmente reboté en espasmos sobre el banco cuando me corrí, empapando a ambos en uno de mis raros pero maravillosos orgasmos a chorros. Toni tuvo su orgasmo al mismo tiempo, pude sentirlo y juro que podía sentirlo eyacular en sus jeans.

Nos llevó algo de tiempo calmarnos y relajarnos lo suficiente como para ver lo que aquello había causado, su pantalón estaba empapado casi como si se hubiera orinado, y el banco tenía charcos alrededor de mi trasero y el suelo tenía una muy visible mancha de humedad de lo que goteaba de mí y del banco. Toni se dejó caer de rodillas respirando como una locomotora vieja, tenía dificultades para recuperar el aliento. Sus manos todavía se aferraban a mis caderas como si su vida dependiera de ello. Su cabeza bajó lentamente hasta mi vientre mientras su respiración regresaba. Estaba tan aturdida que apenas me di cuenta de que se agachó aún más hasta que sentí sus labios besando mis labios pero no estaba cerca de mi cara.

Podía sentir el placer de esos besos y pensé que iba a perder de nuevo el control cuando oímos una voz femenina preguntando si habíamos terminado con la ropa. Aquello fue una bofetada de realidad para los dos. Toní comenzó a levantarse y estaba a punto de decir algo cuando le puse una mano sobre la boca y con voz temblorosa respondí que sí y que estaba probándome los últimos artículos y que saldría pronto.

Los jeans de Toni estaban casi goteando y después de que usamos los pantalones cortos para limpiar el asiento, le di mi chaqueta y lo empujé fuera de la cabina y le dije que la mantuviera frente a él para cubrir la mancha. Me vestí rápidamente, todo lo que había llevado era el vestido de mezclilla, la chaqueta y mis botas, parecía que me había olvidado de algunas prendas cuando me vestí esa mañana. Esa era otra cosa de la que Guillermo no sabía nada.

Todo esto sucedió tan rápido que Guillermo todavía estaba en la sección de hombres con algunos artículos que quería probarse, lo bueno es que compra muy lentamente. Colgué los últimos pantalones cortos en las rejillas con la esperanza de que se secasen antes de que alguien más se los probara. Cuando llegamos donde él con él, dio cuenta de que algo había sucedido con Toni y yo. Se rió un poco cuando le dije que teníamos que comprarle unos pantalones nuevos a Toni debido al accidente que había tenido. Le daríamos los detalles después de que nos ocupamos de los pantalones de Toni. Guillermo fue a las cabinas para probarse sus cosas mientras Toni y yo elegimos algunas cosas para que se las probara.

Mi marido se dirigió a las cabinas con jeans nuevos y una camisa que me gustó para él mientras lo seguía con la mirada admirando su trasero. Entró en la cabina enfrente de la que habíamos usado antes. Me acerqué a la puerta y pregunté cómo le iba y si todo le quedaba bien, abrió la puerta y se quedó allí de pie, solo con sus pantalones, a punto de probarse la ropa que había comprado. Mientras él se volvía un poco hacia mí vi que tenía una erección, así que entré y le pregunté si aquello era para mí. Se rio y dijo un poco más fuerte de lo necesario que pensar en lo que podría haber sucedido lo había alterado. Oímos una risita desde la cabina de Toni, así que me paré en el banco y pude ver en el la cabeza de Toni, bueno, ambas cabezas gracias a los espejos. De hecho, estaba parado con sus jeans en la mano mirando la mancha que había hecho en ellos, con un poco de ayuda mía. Casi saltó cuando le dije que me los entregara y que iría a buscarle unos nuevos. Farfulló durante unos segundos, pero cedió cuando le dije que no aceptaría un no por respuesta. También le dije que si todavía estaba en esas condones cuando regresara, sus pantalones nuevos tal vez no le quedaran lo suficientemente bien sobre el bulto. Se puso rojo mientras Guillermo se estaba partiendo de la risa. Me levanté del banco y le mostré a Guillermo la mancha en los calzoncillos de Toni y él le dijo a que no se preocupara por aquello, ella suele hacerme lo mismo a mí, aunque tal vez no tanto.

Para entonces estábamos bastante seguros de que la vendedora tenía una idea de que estaban pasando cosas raras entre nosotros 3, así que después de coger ropa interior para Toni, fuimos a pagarlo todo. La chica era bastante buena y cuando le puse las etiquetas de las cosas de Toni, ella me lanzó una mirada inquisitiva y le dije que lo viejo estaba demasiado gastado. Ella le pidió que le mostrara los artículos viejos para asegurarse de que no hubiera escondido nada entre ellos y mientras inspeccionaba el paquete enrollado, no solo vio, sino que tocó algo de semen y mis jugos. Lo metió todo en una bolsa y nos dijo que lo disfrutáramos de un día maravilloso y nos dio las gracias por "usar" su tienda.

Cuando salimos, aún era antes del mediodía, así que decidimos hacer un almuerzo tempranero. Guillermo tenía todo tipo de preguntas que hacerle a Toni y a mí. Sin ocultarle nada, le contamos lo básico y nos aseguró que debería haber ido a ver, pero nos dejó solos un rato para que yo pudiera estar un poco a solas con Toni y nunca pensó que las cosas llegaran hasta donde habían llegado.

Toni estuvo bastante callado durante mi relato de lo sucedido, pero respondió las pocas preguntas de Guillermo. Después del almuerzo y una margarita, mientras nos dirigíamos al auto, Guillermo preguntó qué era lo siguiente en la agenda. Lo miré a él ya Toni y me di cuenta de que Toni todavía se sentía un poco inseguro de lo raro del día hasta el momento, y que en realidad podría estar pensando en volver a su residencia con sus amigos. Les dije a los dos que era m uy temprano, que el día todavía era joven y que había más tiendas para ir de compras. Y que de momento, tal vez deberíamos buscar un lugar para dar un paseo y quemar las calorías que todos habíamos ingerido. Guillermo me sonrió con esa sonrisa cómplice suya y Toni sonreía solo porque estaba feliz.

Sarita

Toni

Estos son algunos relatos de Sarita, una mujer exhibicionista,  contándonos alguno de sus encuentros con un joven universitario, llamado Toni, que su marido recogió haciendo autostop.

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