La Página de Bedri
Relatos prohibidos El autostopista
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Una noche que estaba navegando por Internet, entré en determinadas páginas y me encontré con algunas fotos en el perfil de alguien. Se trataba de varias de fotos de mujeres hermosas en varios grados de desnudez dentro de coches, algo que estoy bastante familiarizada con haber complacido mis tendencias exhibicionistas varias veces cuando hacía viajes cortos. Me he puesto a pensar en esas aventuras y he decidido compartir una de ellas. Me gusta exhibirme desde que era muy joven. Mi madre lo pasaba muy mal intentando mantenerme tapada porque constantemente, yo me quitaba la ropa y, corría el patio a la vista de todos. Otros padres se quejaban a ella y no querían que yo hablara con sus hijas o hijos porque les decía que hicieran lo mismo. Aprendí que no debía hacerlo, al menos no donde los adultos pudieran pillarnos. Pero nunca lo superé, hasta el día de hoy sigo teniendo esos impulsos. Una noche, hace unos años, de camino a casa desde la playa, después de cenar y algunas copas, me entraron ganas de ser traviesa, como pronto descubriría mi marido. Tomamos la autopista, pasamos por delante de unos cuantos camiones y me desabroché unos cuantos botones, sólo como calentamiento. Habíamos recorrido varios kilómetros y habíamos adelantado una docena de camiones y desabrochado algunos botones más cuando Guillermo dijo que necesitaba orinar y se detuvo en una gasolinera para ir al baño. Pensé en abrocharme los botones porque yo también tenía que ir a orinar, pero decidí meter la blusa por dentro de la falda. Funcionó un poco y no estaba totalmente desnuda, sólo lo suficiente para mantener mi motor en marcha y tal vez encender otro motor o dos. Mientras estaba en el baño, me quité el sostén y las bragas para ir a juego con la parte superior. Cuando volvíamos a la autopista y yo volvía a desabrocharme, Guillermo se detuvo en el arcén justo antes de la entrada. Pensé que me estaba dando la oportunidad de prepararme. Para mi sorpresa, me dijo que esperara un segundo. Le pregunté por qué y me dijo que un joven había hecho autostop. ― Bueno, eso nos estropea la noche ―Le dije en voz baja. Guillermo sonrió y dijo― ¿Por qué? Tal vez le guste ver. Abrí la puerta y me puse de pie para que entrara el chico, que con una enorme sonrisa y su mochila nos dijo― Gracias por parar, llevaba aquí casi una hora y estaba a punto de empezar a caminar. Creo que no se dio cuenta de que parte de mi ropa estaba descolocada hasta que me incliné hacia delante y estiré el brazo derecho hacia atrás para levantar el respaldo del asiento y que él pudiera pasar su mochila y subirse. Un coche con dos puertas es atractivo, pero no para pasajeros detrás. Al retorcerme como lo hice, deshice parte de la blusa y moví la falda lo suficiente como para dejar al descubierto una buena porción de muslo, ya que todos sus botones estaban desabrochados excepto los dos superiores. Me pareció oír un ligero respingo cuando estaba a punto de entrar. Charlamos un rato con él, descubrimos que se llamaba Toni y que estudiaba en la universidad, tenía 19 años. Su casa estaba a unos 40 kilómetros de la nuestra casa, y decidimos llevarlo hasta allí. Nos iba a costar 45 minutos más de camino, pero era medianoche y llegaría sano y salvo. A pesar de la conversación, me di cuenta de que con cada camión que adelantábamos, mi marido frenaba un poco y me daba un empujón o un tirón a la falda. Yo le daba una palmada en la mano cada vez, pero su sonrisa traviesa me hizo reír por dentro y sentirme un poco traviesa de nuevo. Él lo captó, cuando no le di una palmada en la mano una vez que me lo hizo dejando al descubierto la mayor parte del muslo. Toni, sentado, justo detrás de mí, no era consciente de ello, lo que significaba que tal vez podía burlarme un poco de Guillermo. No le había dicho que me había quitado la ropa interior antes de recoger a Toni, así que pensé que si me desabrochaba otro botón de la falda y me desabrochaba aún más la blusa, podría ver lo que podría haber sido si no hubiéramos parado. Consiguió dar un vistazo cuando pasamos por delante de un camión con todo tipo de luces que me iluminó bastante bien. Volví a escuchar ese silencioso aliento mientras sucedía. Guillermo debía de haber echado un buen vistazo y estaba demostrando su reacción. Recorrimos un poco más de camino cuando de repente Guillermo le preguntó a Toni si pensaba que yo era sexy y agradable de ver, dejándome sorprendida. ― Sí lo es, aunque todo lo que puedo ver es la parte trasera de su cabeza y una mirada rápida cuando entré ―contestó el autoestopista. Entonces Guillermo le dijo― Sí, a muchos de los camioneros parece gustarles verla. A veces le gusta enseñarles las tetas y tal vez un poco más de vez en cuando. ― ¿En serio? ―fue la atónita respuesta del joven. Entonces Guillermo comenzó a contarle que algunas veces que había enseñado las tetas desde el auto, a pesar de que le dije que se callara. Toni se interesó y Guillermo se puso a hablar y yo me sentí avergonzada pero un poco excitada. Más aún cuando Guillermo le dijo― Eso era lo que íbamos haciendo hasta que te recogimos. Toni se excusó y dijo― Siento interrumpir vuestra diversión, podéis dejarme en algún sitio y continúo haciendo autostop. ― No, dijimos que te llevaríamos allí así que lo haremos ―Le dije. Fue entonces cuando Guillermo dijo― ¿Te parecería bien que ella les enseñara un poco las tetas a los camioneros? ― ¡Joder, no! Eso sería increíble, nunca he visto a nadie hacer otra cosa que no sea enseñar el culo y siempre era un chico. Me sorprendió pero tengo que admitir que cada vez me excitaba más la idea y la conversación y la forma en que ambos parecían querer que sucediera. Siguieron insistiendo, sobre todo Guillermo, en que mostrara algo a un camionero. Finalmente accedí a que en el siguiente camión hiciera un rápido flash con mis tetas. Guillermo vio uno, aceleró y me pidió que me preparara. Me saqué lo que quedaba remetido de la blusa pero la mantuve cerrada. Sentí más que escuché que Toni se movía detrás de Guillermo tratando de echar mirarme. Cuando nos acercábamos al camión, abrí la blusa mientras Guillermo reducía la velocidad y, cuando nos pusimos al lado, encendió la luz del techo de mi lado, iluminándome para el camionero y Toni― ¡Mierda, joder! ―fue todo lo que Toni pudo decir. Entonces me tapé y Guillermo aceleró mientras apagaba la luz perseguidos por el sonido de la bocina. Guillermo dijo― Fue una gran reacción ahí atrás, incluso mejor que la bocina del camión ―y añadió― Tal vez deberías darle a nuestro amigo de ahí atrás un poco más de espectáculo. Apuesto a que le encantaría volver a verlas un poco más de tiempo esta vez. Te gustaría eso, ¿no es así muchacho? ― Sí me gustaría, pero sólo si ella quiere ―balbuceó por lo excitado que estaba. ― ¡Adelante cariño! Déjale al muchacho echar una buena mirada, inclina ese asiento un poco hacia atrás y ábrete la blusa para Toni. Bueno, la exhibicionista que llevo dentro se hizo con el control e incliné bastante el asiento hacia atrás, y lentamente abrí la blusa para el chico. A él le encantó, a mí también, y a Guillermo también. Los dos empezaron a hablar sobre mis tetas y mis pezones. Toni tenía los ojos muy abiertos y respiraba acelerado, al igual que Guillermo, mientras charlaban. Cerré los ojos y me dejé mirar mientras me las apretaba un poco y me subía los pezones aunque ya estaban duros como las gomas de borrar de un lapicero. Estaba tan concentrada en eso que apenas noté que Toni se acercaba o que Guillermo desabrochaba el último botón de mi falda, que se abrió totalmente mostrándoles a ambos que estaba sin bragas. A medida que la falda se abría hacia los lados, me sentí un poco consciente de la situación y junté las piernas, y puse una mano para cubrirme un poco. Guillermo sabía que el sujetador había desaparecido pero no tenía ni idea del resto. Toni me miraba fijamente, respiraba con aceleradamente y le costaba hablar con Guillermo. Yo también respiraba acelerada y me costaba incluso pensar. Estaba en llamas. Ni siquiera sabía que la mano que me cubría se movía rítmicamente, pero Guillermo seguro que lo notó y alargó una mano para acariciarme una teta durante varios segundos y luego bajó hasta mi mano, notando la humedad. ― Toni, creo que podrías querer echarme una mano aquí y darle un pequeño masaje a esas tetas, antes de que me estrelle intentando hacerlo todo yo. Te gustaría, ¿verdad, cariño?, dejar que el chico te toque. ― Si él quiere, sé que lo disfrutará. Esperaba que uno de vosotros dos quisiera jugar con ellas, y sería aún mejor si ambos me lo hicierais. Toni fue muy tímido al principio, tocando muy suavemente primero uno y luego el otro hasta que tomé su mano y la sostuve en uno de ellos firmemente y dije― Ahora la otra mano también. No te preocupes, no muerden y es muy agradable. Con todo lo que sucedía, no me di cuenta de que el coche se detenía hasta que sentí dos manos en mis pechos, una en mi muslo y otra pasando por debajo mi nalga izquierda y la cara peluda de Guillermo besando ese espacio entre el pelo de ahí abajo y mi ombligo. La mano de Guillermo dejó mi muslo y se deslizó por el lado del asiento y el respaldo se reclinó aún más hasta que quedé casi tumbada, la mitad en el asiento delantero, la mitad en el asiento trasero, la pierna izquierda pegada a la consola, la pierna derecha levantada con mi pie sobre el salpicadero, dando a Guillermo buen acceso a donde yo quería que alguien me hiciera algo. De alguna manera se contorsionó lo suficiente como para que su lengua llegara a donde podía hacer algo bueno y, mirando a los ojos de Toni, me acerqué a él y lo empujé lentamente hacia abajo para que me besara. Luego le di un suave tirón en el cuello para que me besara el pecho. Lo hizo bien y me los besó, lamió y chupó como si fuera un profesional. Con mi mano derecha en su cabeza, dándole pequeñas indicaciones, mi izquierda quedó libre para explorar un poco y pronto entró en contacto con el interior de su muslo izquierdo y más arriba. Me sorprendió la tienda de campaña en sus pantalones. Un bulto bastante respetable cuando alcancé hasta el interior de la abertura de la pierna― ¡Oh, Toni! ¿Qué escondes dentro de esos calzoncillos? Eso tiene que estar demasiado apretado ahí dentro. Guillermo redobló sus esfuerzos orales al oír eso, haciéndome alcanzar mi primer orgasmo. Toni se retiró al notarme temblar y oír mis gemidos y risas, lo que hago cuando estoy realmente excitada y me corro. Cuando volví a la realidad, Guillermo disminuyó sus esfuerzos y murmuró algo acerca de que yo encontrara algo con lo que jugar y dije― ¡Oh, sí! ―y me senté un poco y me giré hacia el chico, empujándolo hacia atrás en el asiento trasero y preguntándole― ¿Quieres que te ayude a ponerte más cómodo ahí atrás? Todo lo que pudo hacer fue murmurar algunos― Uuuhs, aaahs y ooohs. ― Tú siéntate y deja que ella haga lo suyo, voy a trabajar este extremo un poco más mientras disfrutas ―le dijo. Guillermo. Toni no dijo nada, sólo se quedó mirando mientras le quitaba los calzoncillos hasta que salió una buena polla, de unos 15 centímetros, dura como una roca, no muy gruesa pero bien constituida con una bonita curva hacia arriba y una cabeza bien formada que ya tenía un brillo húmedo. No pasó mucho hasta que toda la polla tuviera un bonito brillo húmedo gracias a mis babas mientras me la metía en la boca. Se puso a temblar cuando empecé a subir hasta la cabeza, y apenas volví a bajar, se desbocó, gimiendo y bramando. Me llenó la boca con una docena de ráfagas de semen juvenil que vibraron en mis amígdalas. El maldito chico debería masturbarse más para no ahogar a alguien. Había tanto semen que me tragué muy poco, la mayoría goteaba y corría por sus huevos y su vientre. Se disculpó por eso diciendo― Lo siento, nadie me había hecho eso. Lo siento mucho, por favor no te enfades. Le miré mientras lamía parte de semen y le dije― No te preocupes, no te sientas mal, me ha encantado. Eso es lo que tiene que pasar. Nos quitamos el primero de encima y el siguiente será aún más placentero para los dos. Duró mucho más tiempo en la segunda mamada, unos diez minutos más o menos mientras lo llevábamos a su casa. Antes de dejarlo, nos dio su número y quedamos varias veces más, y cada encuentro, la primera ronda oral era rápida pero la follada de después duraba más.
ToniEstos son algunos relatos de Sarita, una mujer exhibicionista, contándonos alguno de sus encuentros con un joven universitario, llamado Toni, que su marido recogió haciendo autostop. Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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