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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Desvirgando al nene
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Cuando empecé a trabajar como doméstica con esa familia, yo también era mamá primeriza. Un poco de adelanto en el tema me hizo ganar la confianza en ellos. Lo cuidé como a mi hijo (mucho no me costaba) y todo fue pasando naturalmente. Si bien era mayor que mi patrona. aún con 45 conservaba algo de aquel cuerpo que juntaba miradas, caderona, cola prominente y senos medianos.

El nene fue creciendo y en su condición de algo gordito, y de rostro no muy agraciado, empezó a ser de los de relleno en su grupo de amigos en la pubertad camino a la adolescencia.

Moviéndome libremente por la casa con mis tareas, oí unos gemidos de su dormitorio y alarmada pensé que se había traído una noviecita a la casa. Dominada por la curiosidad miré por la cerradura, se estaba masturbando y si bien no podía ver su cuerpo completo lo que quedaba expuesto al ojo de la cerradura era acostado en su cama. de la cintura para abajo.

Traté de evitar aquellas situaciones y un día como tantos, vino con un amigo a preparar una tarea para el colegio. Juro que sin querer escuché el diálogo entre ellos casi en susurro, el cual nunca pensé era referido a mí.

— Es cierto, que buena está. Y que hermoso culo tiene. ¡Qué suerte poder verla todos los días! ¿Ya te hiciste la paja con ella?

— Siempre pienso en ella.

Me retiré con cuidado, turbada, indignada y algo orgullosa y como renovando votos empecé a ser más cercana a él. Lo conocía de siempre y hasta le había cambiado los pañales, dado de comer en la boca y él me miraba como mujer....

Mi matrimonio era bueno, pero en la faceta sexual ya estábamos en el nivel compromiso y muy de vez en cuando algo de pasión.

 Casi sin querer comenzó a hablar apoyando sus manos en mis brazos y saludos de despedidas con besos en la mejilla, pero con abrazos de alegría. Sentí su energía juvenil de posesión en sus abrazos y casi sin querer fui deseando su debut conmigo.

Sabía de memoria los horarios del matrimonio y una de esas tardes en que llegaba más temprano lo saludé más efusiva con dos besos seguidos, y él en su timidez no dejó de abrazarme por detrás y empecé a sentir su apoyo y su bulto creciendo y decidí tratar de parar, pero al darme vuelta y ver su mirada de asustado y ansioso apoyé muy suavemente mis labios en los suyos.

Creo que también me asusté, pero aún con torpeza buscó un beso más intenso y sin herirlo le marqué los tiempos en besar, lengua dentro de su boca, cerrar los ojos y sus manos tomando mis nalgas con fuerza mientras no paraba de acariciármelas. Paré un segundo para mirarlo, sonreí y el cerró los ojos entreabriendo la boca esperando mi lengua que no se hizo rogar.

Fuimos a su dormitorio y aunque estaba de más le pedí me jurara silencio. Lo hizo y le pregunté si estaba bien seguro a lo que me contestó que no daba más.

Acostados, ardiendo no paré de besarlo y sobé su bulto, fui desnudándole al tiempo que hacía volar mi ropa también. Temí que mi cuerpo desnudo lo asustara o defraudara, pero todo era fuego y sin tapujos lo empecé a lamer hacia abajo y literalmente comencé a chuparle la pija. Era realmente buena, durísima y bastante buen tamaño, podía sentir los latidos de sus venas cuando me la metí toda en la boca y empezó a gemir lleno de placer.

Mi bebé, aquella criatura que cargué en brazos para hacerla dormir ahora gozaba de mi boca y conocería el sexo conmigo. Después de unos minutos paré de mamársela y subí pensando que esquivaría mis labios, pero para mi sorpresa volvió a los besos fogosos. Me chupó las tetas y ahora por su voluntad, bajaba lamiéndome el estómago, buscando mis entre piernas y fue increíble verlo chuparme la concha, desesperado por comprobar lo que supuse veía por internet. Lo tomé suavemente de los cabellos para guiarlo donde debía buscar y él refregando su rostro para cubrirme todo el sexo buscando darme el placer que me enloqueció.

Jadeé sin pudor, me sobé las tetas hasta que le pedí que me cogiera. Salió de mis piernas me miró sonriendo feliz y me lo traje hacia arriba para que casi sin que se diera cuenta me hice penetrar. Lo sentí entrar y bombear, lo abracé con fuerzas y atrapé con mis piernas y volvió el deseo pleno de ese pedazo de carne entrando y saliendo en mi jugosa y caliente concha.

No recuerdo cuanto tiempo hacía de tener orgasmos tan seguidos, imparables y de una intensidad de nirvana. Él no paraba de besarme y jurarme amor lo miré con ternura acariciando su frente mientras descargaba su caliente y abundante leche dentro de mí.

Quedamos abrazados de costado, acariciándonos, dándonos besos cortos, sonriendo felices y sin vergüenza de nada y me juré por dentro que me dejaría hacer todo lo que se le antojara, lo que me pidiera y a lo que a mi marido le negaba. El macho pervertido que usaría mi cuerpo sería él y no el padre de mi hijo.

Mujerona

 

 

Trabajando de doméstica

Esta es la historia de las relaciones de una mujer madura con un chico para cuya familia trabaja como doméstica. Si bien era mayor que su patrona, con 45 conservaba aquel cuerpo que juntaba miradas, caderona, cola prominente y senos medianos.

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