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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
El amo en mi casa
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Oí llamar a la puerta y cómo no esperaba visita miré para ver quién estaba afuera. Al abrir, mis piernas empezaron a temblar, era él, mi amo que sonrió maliciosamente al ver mi cara patética. No había venido para nada más que follarse a mi esposa.

Cuando había venido, la vez anterior, me había enseñado como debe comportarse un verdadero esclavo. Me arrodillé rápidamente a cuatro patas y comencé a besar sumisamente sus piernas. Como premio a mi acto de recibimiento me dio una patada en la cara como recompensa. Me caí al suelo con dolor pero me ordenó que lo siguiera a cuatro patas como un perro. La obediencia a mi amo es una cuestión indiscutible así que lo seguí sin más.

Cuando mi amo llegó a nuestra habitación, mi caliente esposa estaba despierta, tumbada sobre la cama con la ropa apartada mostrando su suave vestido de dormir de color rojo. El maestro se acostó a su lado y la besó suavemente en los labios. Mi esposa estaba tan feliz de ver a su semental que lo abrazó con fuerza y comenzó a comerle apasionadamente los labios. Después de este formal beso íntimo volvieron a sus rituales habituales, a humillarme y tortúrame. El maestro es el más cruel humillando y torturando.

Ellos dos estaban sentados en el borde de la cama y yo arrodillado ante ellos, el amo me ordenó que me desnudara. Luego me dijo que me sentara frente a él como si hubiera una silla. Eso es muy difícil de hacer, pero lo como él me ordenó. Me quedé en esa poción tan incómoda y ridícula que mi esposa y su semental se rieron.

Después, mi amo me ordenó que me pusiera de píe, mientras tanto, mi esposa jugaba con la polla del maestro. Luego, toda la alegría y el placer son para el maestro y todo el dolor y la humillación para mí.

Después, apremiándome, el maestro me ordenó que lo desnudara. Lo fui desvistiendo cuidadosamente porque tenía miedo a ofenderle. Finalmente le quité la ropa interior y él se quedó completamente desnudo. Es muy fuerte y musculoso y tiene una gran polla.

―La fiesta va a comenzar ahora ―dijo el maestro que cogiéndome violentamente del pelo me mostró su supremacía ordenándome que le chupara sula polla delante de mi esposa, sin otra opción, comencé a chupársela. Pero mi boca no era lo suficiente grande para sostener una polla tan monstruosa y empezó a abofetearme mientras yo chupaba como podía. Mientras tanto ordenó a mi esposa que se desnudara diciéndole que estaba a punto de follarla―Solo estoy lubricando el pene con la boca de tu maridito. Rápidamente, mi esposa ya estaba lista para follar y gritaba― ¡Por favor fóllame maestro!

El maestro retiró su polla de mi boca y me dio una bofetada, me dijo que tenía molestias por mis dientes en su polla. Y me advirtió que la próxima vez que cometa ese error, me golpeara más fuerte en la cara.

Mi esposa estaba acostada sobre la espalda esperando que su semental llenara su coño. El maestro se colocó a su lado y le levantó la pierna que necesito sostener como siempre, y comenzó a follar a mi esposa con fuerza. Yo no podía hacer nada más que mirar y sostener la pierna mientras ella gemía de dolor y alegría y el maestro la llenaba con aquel monstruo gigantesco y le abofeteaba las tetas.

El maestro me dijo que dejara la pierna y me ordenó arrodillarme detrás de su culo y me dijo ―mientras cojo a tu esposa, lames mi culo.

Obedecí porque solo soy su perro y después de la sesión de culo me ordenó lamerle los píes. Lo siguiente que quería que le hiciera era lamer y chupar sus pelotas. Me ordenó que me recostara en la cama y mi esposa colocó su coño sobre mi cara y cuando el maestro comenzó a follarla sus bolas estaban en mi boca y comencé a chuparlas. Podía sentir el sabor del polvo que le estaba echando a mi esposa en mi boca.

Luego, el maestro me señaló un sujetador y unas bragas que yacían en el piso ―Tómalas y ponlas como un marica ―ordenó. Me los puse y ahora soy un cornudo marica.

Después, se levantó diciendo que necesitaba orinar. Entonces, mi esposa que tenía una sonrisa malévola en el rostro me llamó y me arrastré hasta junto a ellos. Ella me sujetó por la cabeza con una mano y la polla del maestro con la otra y empujó su pene profundamente dentro de mi garganta― ¡Hazlo cariño, solo hazlo en la boca de este cabrón! ―dijo ella.

Luego volvieron a la cama y el maestro folló otra vez a mi esposa con su enorme pene mientras me hacían mirar sin moverme.

Cuando acabaron, el maestro me ordenó vestirlo y que le acompañara, cuatro patas como un perro hasta la puerta. Antes de salir, me acarició la cabeza dándome unas palmaditas dijo―Has estado bien, la próxima semana lo harás mejor.

Luego regresé, también a cuatro patas como un perro, a nuestra habitación. Mi esposa me indicó que me pusiera a su lado y me acarició la cabeza y me dio golpecitos en la espalda mientras decía―Buen perro, buen perro.

Luego me ordenó que le lamiera el semen del coño para limpiarla y que cuando acabara me acostara a los píes de la cama y la dejara descansar.

Un esclavo.

Otro relato ...




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