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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Elfos traviesos
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Me he retirado recientemente después de haber pasado muchos años trabajando duro y cuidando de mi familia. Y cuando un centro comercial pidió un Santa Claus, mi esposa me persuadió para solicitarlo, y conseguí el trabajo. Fue entonces cuando conocí a la joven Nandi, mi elfo ayudante, una morena sexy de veinte años, con largo pelo negro, un cuerpo delgado y atractivo, y un gran coño pelado y caliente, como descubrí, porque durante las últimas dos semanas, después de hacerme pasar por Santa para que todos los niños la conocieran, ella me ha estado montando hasta que deposito mi saco lleno en ella. De todos modos, esas dos semanas increíbles pasaron muy rápidamente, y fue la víspera de Navidad, el último día que jugaríamos a Santa y su elfo servicial, el último día que llegaría a depositar mi gran carga en ella.

Esa mañana llegué al centro comercial ansioso por seguir con el trabajo del día, pero también un poco triste, ya que casi había terminado, pero pronto me animé cuando Nandi me saludó, dentro de su disfraz de duende, de vestido verde corto, medias a rayas y zapatillas verdes. Estaba con ella otra joven, también vestida con orto pequeño vestido verde, medias a rayas y zapatillas verdes.

― ¡Hey Santa! ―dijo Nandi alegremente― Esta es Mina, ha venido a ayudarnos hoy, porque este último día se vuelve muy loco, y la vamos a necesitar.

Miré a Mina, y sonreí con entusiasmo, porque era una pequeña rubita, con pelo que se detenía justo alrededor de sus pómulos, grandes ojos azules, un cuerpo perfecto y delgado, y una sonrisa que iluminaba cualquier habitación.

― Hola ―dijo sonriendo― Oí que eres muy bueno, Santa ―dijo sonriendo un poco más.

Miré a Nandi, y ella me devolvió la sonrisa, e instantáneamente mi polla se movió en mis pantalones al pensar en lo que estaba por venir. De todos modos, tuve que volver al asunto en cuestión, y rápidamente tomé mi asiento antes de que Nandi y Mina comenzaran a hacer pasar a los niños.

Las siguientes horas pasaron volando, mientras cientos de niños y sus familias pasaban conocer a Santa, hasta que finalmente el último salió y terminamos. Entonces suspiré y me relajé en mi asiento, ligeramente cansado pero no tuve mucho tiempo para descansar, antes de que Nandi y Mina entraran, y cerraran la puerta detrás de ellas.

― Hemos terminado ―dijo Nandi― Excepto por una cosa.

― Tienes que depositar esos grandes sacos, que tienes para nosotras ―dijo sonriendo excitada.

Nandi y Mina se acercaron a mí, mientras me sentaba un poco antes de que pusieran sus manos en cada una de mis rodillas, y luego se inclinaron y preguntaron― ¿Está Santa Claus listo para ponerse a trabajar? Porque tiene mucho que hacer esta noche.

Y empezaron a besarme a través de la gran barba falsa y blanca, y yo, excitado, empecé a devolverles los besos.

Durante los siguientes segundos jugué al hockey c lengua con esos traviesos y sexys elfos, intercambié lenguas y saliva con ellas, hasta que se arrodillaron delante de mí, y entonces Nandi dijo― Veamos si Santa Claus tiene un regalo para nosotras.

Entonces juntas comenzaron a desabrochar la gran hebilla del cinturón, antes de que me bajaran los pantalones de Santa Claus, y mi polla saliera casi totalmente dura.

Instantáneamente Nandi la agarró, y envolvió sus delgados deditos alrededor de mi polla, antes de darle unos buenos tirones, y arrullarme― ¡Oh, sí! Santa nos ha traído un gran regalo. Debemos haber sido muy buenas este año.

― ¡Oh sí! ―dijo Mina deslizando su pequeña y suave mano alrededor de mi polla también― Es tan grande y firme ―dijo con entusiasmo.

Entonces ambas jóvenes elfas comenzaron a acariciar mi vieja y dura verga juntas, y yo gemí fuerte, porque honestamente nunca antes había estado con dos mujeres, mucho menos con dos jóvenes y calientes veinteañeras, y ahora estaba más excitado que nunca, y me estaba encantando.

Esas traviesas elfas me acariciaron la polla durante un par de minutos, gimiendo constantemente, hasta que Nandi se inclinó hacia delante, abrió su pequeña y dulce boca, y puso sus labios alrededor de la gran y redonda cabeza de mi polla. Gemí de nuevo, cuando noté que empezaba a chupar, y ahora estaba aún más excitado, ya que continuaron acariciando mi pene, mientras Nandi me chupaba. Luego de unas cuantas chupadas, sus pequeños labios húmedos corriendo alrededor de la cabeza de mi polla con entusiasmo, se levantó, y Mina se inclinó, abrió la boca, y luego apretó sus pequeños labios húmedos alrededor de mi polla. Gemí excitado por la situación de una nueva joven, que apenas conocía chupando mi polla, y durante otro minuto más o menos, me senté, perdido en mi deseo, cuando ella hizo lo mismo que Nandi acababa de hacer.

Durante los siguientes minutos, cada una de ellas se turnó para chuparme la polla, mientras que aún la acariciaban, haciéndome gemir una y otra vez, hasta que ambos se inclinaron y comenzaron a chuparme la cabeza de la polla.

― ¡Oh Cristo! ¡Oh, maldita sea! ―exclamé con excitación al notar sus labios y su lengua deslizándose por todo mi miembro duro.

Entonces Nandi levantó la cabeza y dijo juguetonamente― ¡Santa Claus!

― Lo siento ―le respondí con un gemido―Pero si vosotras dos seguís haciendo eso me voy a volar el saco antes de tiempo ―dije desesperadamente.

― Esa es la idea ―respondió Nandi con una sonrisa―Esta noche, tenemos que asegurarnos de que no te vayas a casa, hasta que hayas vaciado completamente tus sacos ―añadió con una gran sonrisa.

Luego apretó sus pequeños labios calientes alrededor de mi polla, y con Mina, y continuó chupando y lamiéndome. No podía creerlo, no sólo iba a follar dos jóvenes elfos calientes esta noche, sino que iba a descargar mis sacos muchas veces. Así que, me senté allí dejándolas seguir y después de sólo unos pocos minutos chupando y acariciando mi polla, sentí que mi excitación realmente comienza a crecer rápido, y mis bolas comienzan a apretarse.

― ¡Oh Cristo, chicas! Oh Cristo! Aquí viene la primera gran carga ― grité mientras continuaban chupándome.

Ambas tenían sus húmedos labios apretados a ambos lados de la cabeza de mi polla, y las hacían correr rápidamente de arriba a abajo, deseosas de hacerme eyacular, y entonces sucedió. Sentí que mis bolas se apretaron, mi semen empezó a subir, y con un poderoso grito, grité― "¡oh, maldita sea, sí!

Y mi semen pegajoso y caliente empezó a salir disparado volando por el aire, y cayendo salpicando sobre sus pequeñas y bonitas caras de elfo. No se detuvieron y continuaron pasando ansiosamente sus labios de un lado a otro a lo largo de mi pelle, haciéndome bombear más y más de la sustancia viscosa húmeda, que llovió sobre sus pequeñas mejillas, narices y barbillas. Durante varios increíbles segundos, me corrí con fuerza, arrojando una gran carga de semen sobre cada una de ellas, hasta que con un gran suspiro, dejé de eyacular y me relajé.

Pero no había terminado para mí, y con avidez, movieron sus labios hasta mi punta y comenzaron a chupar con entusiasmo los últimos chorros de esperma, casi peleando sobre quién iba a lamerlo, antes de que se dieran la vuelta y comenzaran a besarse y chuparse las caras.

Me senté allí y observé como mis dos traviesas duendecillas se besaban y se chupaban, tragando con avidez toda mi primera descarga, mientras continuaban agarrando mi polla blanda, antes de mirarme, con sus pegajosas caras húmedas y Nandi dijo ― ¡Wow! Santa. Eso fue realmente una gran corrida.

― Sí ―sonrió Mina― Y caliente y sabrosa ―dijo antes de lamer sus pequeños labios húmedos de forma seductora.

― Ahora, veamos si tienes unos cuantos más... ―dijo entonces Nandi con entusiasmo. Y se inclinó de nuevo y comenzó a chuparme la polla otra vez, y yo gemí una vez más mi polla comenzó a estar a la altura de las circunstancias. Luego me soltó la polla y se puso de pie, antes de agarrar su pequeño traje verde, y comenzó a tirar de él, y en segundos se levantó, y luego se quitó, y luego se quedó allí completamente desnuda, excepto por sus medias y zapatillas.

― ¡Oh Santa! ―gimió poniendo una mano en su pequeño y suave coño depilado y dándole un masaje― Me has vuelto a mojar ―dijo sonriendo. Luego dejó caer su disfraz al suelo, y yo miré su cuerpo delgado y caliente, y sus pequeñas tetas antes de que se acercara a mí y se subiera a mis piernas. Luego agarró mi polla, arrancándola de los labios de Mina, antes de posicionarse sobre ella, y luego bajó lentamente.

Yo gemí y ella también lo hizo, mientras su mojado pequeño coño hacía contacto con mi vieja y dura polla, se abría y se deslizaba sobre ella. Nandi se hundió en mi regazo, sus pequeños labios rosados se deslizaron a lo largo de mis venas, hasta que estuvo completamente sentada sobre mí, y luego puso sus manos sobre mis hombros, y sonriendo, comenzó a levantarse y a bajar sobre mí.

Ambos gemimos felices, mientras ella comenzó a montarme, agradable y firmemente, y durante los siguientes minutos, me aferré a su pequeña y delgada cintura, mientras ella montaba mi polla. Nandi gimió mientras rebotaba hasta que se hundió y luego suspiró, y durante unos segundos me clavó su coño, disfrutando de la sensación de montar la gran polla de Santa Claus.

Entonces se levantó y dio un paso atrás, ansiosamente Mina se puso de pie, y con una sonrisa dijo― Mi turno.

Luego miré con atención mientras ella tomaba su pequeño traje verde y lo levantaba, como lo había hecho Nandi, antes de que se lo quitara por completo, y se quedó allí tan desnuda como Nandi, sólo con sus medias y sus zapatillas.

Miré con excitación su pequeño y bronceado cuerpo, con sus pequeñas tetas, su estómago plano y su suave coño depilado, antes de que sumergiera un par de dedos en su rendija, y luego le diera un masaje.

― ¡Oh Santa! Has mojado mi pequeño coño también―se quejó con entusiasmo― Pero tienes que mojarlo más ―añadió sonriendo.

Luego hizo hacia lo que acababa de hacer Nandi, se sentó a horcajadas sobre mis piernas, y agarrándose a mi dura y húmeda polla, se colocó sobre ella, y luego se bajó lentamente. Ambos gemimos, mientras sus pequeños labios rosados tocaban mi polla, antes de que se abrieran, y su pequeño agujero húmedo la engullera.

― ¡Oh Santa! ―gimió en voz alta, mientras se hundía más en mi polla y luego agregó― ¡Oh Dios, tu trineo es tan grande!

Luego, por un momento se sentó sobre mí, antes de inclinarse y besarme de nuevo, y luego, lenta y firmemente de nuevo, comenzó a levantarse y a caer sobre mí, montándome como lo había hecho Nandi.

― ¡Oh sí! ¡Oh sí! ¡Oh sí! ―gimió una y otra vez― ¡Oh Santa! Nunca pensé que montar tu trineo fuera tan mágico ― se quejó.

Claramente ambas disfrutaban con la fantasía de Santa Claus, y yo ciertamente no iba a defraudarlas. Así que, las dejé continuar, y por el siguiente minuto más o menos Mina montó mi vieja polla, una y otra vez, gimiendo con cada subida y bajada que hacía, hasta que se hundió con un feliz suspiro, y luego después de un momento, se levantó.

Entonces Nandi se subió de nuevo a mí, y en segundos se bajó de nuevo por mi polla, y durante los siguientes minutos me montó de nuevo, antes de que se volvieran a cambiar, una y otra vez. Era celestial tener dos jóvenes ansiosas de montar mi polla una y otra vez, y podría haberme quedado así el resto de la noche, pero Nandi quería más.

Así que después de montarme por cuarta o quinta vez, ella me tiró, y luego dijo― Está bien Santa. Es hora de que hagas un trabajo de verdad ―Luego me ayudó a levantarme del asiento, antes de subirse a él, y de cara a la parte de atrás, se arrodilló hacia adelante, se agarró las nalgas y las separó, mostrando su pequeño coño abierto y su culo, y luego dijo― ¡Ahora móntame Santa! ¡Móntame tan rápido como entregas los regalos!

Me puse detrás de ella, coloqué mi polla contra la abertura de su coño y luego se la metí con un gemido, antes de agarrar sus pequeñas caderas y empezar a empujar fuerte y firmemente.

― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―gimió excitada cuando empecé a bombear― ¡Móntame Santa Claus! ¡Monta mi pequeño coño! Es todo tuyo, siempre lo ha sido, ¡todo tuyo!

Así lo hice, y por varios minutos increíbles y calientes, bombeé con entusiasmo haciéndola gemir, y luego mientras me estaba cogiendo felizmente a Nandi, Mina se subió al asiento a su lado, y se arrodilló también. Luego agarró las suaves y redondas nalgas de su culo y las separó, mostrando su pequeño coño abierto y el anillo de su culo, antes de decir ansiosamente― ¡Móntame también Santa! ¡Móntame a mí también! Mi coño es todo tuyo también ―añadió.

Así que después de entrar y salir de Nandi un par de veces más, rápidamente la saqué de ella, me puse detrás de Mina, coloqué mi duro y húmedo pene contra su pequeña y húmeda rajita, y luego me empujé suavemente dentro de ella. Gimió como lo había hecho Nandi, antes de que yo le agarrara las caderas y comenzara a bombear dentro de ella, fuerte y firmemente.

― ¡Oh sí! ¡Oh sí! ¡Fóllame Santa! ¡Fóllame! ¡He sido un elfo muy bueno todo el año! ―gimió en voz alta.

Así lo hice, y por unos minutos me follé su pequeño coño, hasta que me aparté de ella, y me puse detrás de Nandi, y le di unos buenos minutos de sexo, antes de sacarla de nuevo, y metérsela de nuevo hacia Mina. Por varios minutos felices cambié con entusiasmo de un lado a otro, follando un pequeño coño caliente y húmedo de veinte y algo, y luego el otro. Luego, mientras me iba de nuevo hacia Nandi, empecé a sentir que mi excitación aumentaba de nuevo, y ansiosamente empecé a follar con ella un poco más fuerte y rápido.

― ¡Oh sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Fóllame Santa! ¡Fóllame! ―gimió mientras la follaba con más ganas.

― ¡Oh Dios! ¡Lo estoy haciendo! ―le respondí con un gemido― Pero no por mucho tiempo más porque voy a explotar muy pronto―dije.

― ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ―gritó Nandi.

― ¡Dame tu saco lleno! Quiero tu saco lleno en mi coño ¡Lléname con tu saco lleno! ―gritó.

Ansiosamente continué bombeando tan fuerte y rápido como pude, y en un minuto más o menos, sentí que mis bolas comenzaban a apretarse, y mi excitación alcanzó su punto máximo.

― ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ―murmuré una y otra vez― ¡Voy a correrme!

Mientras continuaba follando aquel caliente y húmedo coño de elfo, noté que mis bolas se apretaron completamente, y con un rugido, comencé a disparar mi carga dentro de ella― ¡Oh, mierda! ¡Oh joder! ¡Oh joder! ―grité, descargando mi saco lleno en el fondo de su coño.

Mi esperma salió a través de mi polla, y roció en lo profundo de su vagina desprotegida, y agarrándola con fuerza, le metí mi duro miembro en lo profundo de ella mientras drenaba mis sacos de Santa Claus.

― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―gritó Nandi mientras sentía que yo entregaba mi carga, en lo profundo de ella.

Durante varios segundos calientes e increíbles, descargué mi segunda carga de la noche en su coño de pequeño duende caliente, hasta que finalmente, con un suspiro, me relajé y dejé de correrme. Por un momento o dos me quedé dentro de su húmedo y pegajoso coño lleno de semen mientras recuperaba el aliento, antes de que diera un paso atrás, dejando que mi polla gastada se saliera fuera de su coño, y colgara entre mis piernas.

Tan pronto como lo hice, Mina se puso del asiento de Santa Claus, se arrodilló frente a mí, tomó mi pene mojado y blando, lo rodeó con sus labios suaves y comenzó a chupármelo.

― ¡Oh, mierda! ―gemí, apenas habiendo recuperado el aliento― ¡Por favor! Dame un minuto ―le pedí educadamente.

Mina levantó sus labios de mi polla, me miró, y respondió con una mirada triste en su cara― Pero quiero tu semen también en mi coño ―Entonces puso sus labios alrededor de mi y comenzó a chupar de nuevo.

Gemí suavemente, mientras sus pequeños labios se deslizaban hacia atrás y adelante a lo largo de mi polla, su rubia cabeza, se balanceaba tratando de revivirme una vez más, y después de varios minutos ansiosos, mi polla comenzó a levantarse de nuevo.

Con impaciencia, Mina agarró mi firme con su mano y chupó mi polla con más fuerza, en un momento incluso profundamente hasta la garganta. Luego, al verme totalmente erecto otra vez, se dirigió de nuevo a la silla, donde Nandi estaba ahora sentada frente a nosotros, con sus delgadas piernas vestidas con medias abiertas, y sumergiendo sus delgados dedos en su coño, y sacando mi depósito de crema.

Mientras se chupaba los dedos, Mina se subió al asiento de al lado, de cara a mí, abrió sus delgadas y bronceadas piernas y dijo excitada― ¡Vamos Santa! ¡Dame un gran saco también!

Respiré profundamente y me acerqué a ella, agarrando mi duro y húmedo pito antes de agacharme entre sus piernas y colocarlo en su entrada húmeda que estaba esperando, y luego con un suave empujón, metérsela dentro de ella.

― ¡Oh sí! ―gimió― Monta mi coño hasta que descargues, Santa. Quiero tu gran saco también ―dijo entonces con respiración profunda.

Durante los siguientes minutos, mi vieja polla se deslizó de un lado a otro dentro de su joven y húmeda vagina, entrando y saliendo de su húmedo y caliente agujero, mientras ella se quedaba debajo de mí, gimiendo y suplicando por más.

A nuestro lado, Nandi seguía observándonos, mientras jugaba con su dulce y pequeño coño, y sacaba mi segunda carga, y como era muy buena, le ofreció un poco a Mina, y con entusiasmo el pequeño duende rubio giró su boca hacia los dedos de Nandi, y los chupó hasta dejarlos limpios.

Las vi hacer esto unas cuantas veces mientras continuaba bombeando en el pequeño coño de Mina, y mientras lo hacía, comencé a acelerar el ritmo, y a cogerla un poco más y más rápido.

― ¡Oh si! ―gimió ella entonces― ¡Sí! ¡Fóllame como a ese elfo, Santa! ¡Fóllame así! Monta mi pequeño coño, como si me quisieras. Yo también te quiero ¡Móntame Santa! ¡Móntame!

Así que lo hice, y durante unos buenos minutos, me aferré a sus pequeñas caderas de nuevo, mientras metía mi gran y dura polla de Santa Claus dentro y fuera de su húmedo y pequeño agujero de duende, y ella gimió una y otra vez.

Follar a esa pequeña mujer rubia y caliente, y escuchar sus gritos me excitó mucho, y mientras mi polla se deslizaba dentro y fuera de ella rápidamente, noté que mi excitación crecía una vez más.

― ¡Oh sí! ¡Oh sí! ―Empecé a gemir mientras continuaba cogiendo con ella.

― ¿Vas a vaciar tu saco de Santa Claus lleno? ―me preguntó― ¿Vas a darme tu gran carga de crema?

― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―grité mientras mi empuje se hacía más rápido y más urgente.

― ¡Hazlo Santa! ¡Hazlo! ―me gritó empujando sus pequeñas caderas para encontrarse con las mías― ¡Lléname! ¡Lléname! ¡Lo quiero! ¡Lo quiero todo!

Continué follando tan rápido y fuerte como pude, decidido a darle todo lo que quería para Navidad, y mientras lo hacía, noté que mi excitación crecía aún más rápido, y mis bolas comenzaban a apretarse de nuevo.

― ¡Oh, joder! ¡Aquí viene! ¡Aquí viene! ―grité follando su dulce y húmeda vagina.

― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ―gritó ella entonces.

Con ella gritando para que me descargara en su interior, y yo follándole salvajemente su pequeño coño caliente, no pasó mucho tiempo antes de que notara que mis pelotas le metí profundamente mi polla en su coño forzando tan profundo como pudiera, antes de que explotara, y empezara a chorrear mi semen dentro de ella.

― ¡Oh, mierda! ¡Joder! ¡Joder! ―gemí una vez más, mientras descargaba mi tercera gran carga de la noche.

― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―gritó Mina retorciéndose debajo de mí, mientras la llenaba con mi gran y cremoso semen de Santa Claus― ¡SÍ! ¡SÍ! ¡Lléname! ¡Lléname! ―gimió mientras yo notaba que sus caderas se flexionaban, tratando de que su pequeño coño me ordeñara hasta secarme.

― ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ―Gemí mientras la notaba apretando mi polla que escupía semen. Por unos segundos increíbles me descargué dentro de ella hasta la última gota, luego con un gran suspiro de alivio otra vez, terminé, y me relajé por completo. Por un momento me quedé sin aliento, mientras ella suavemente apoyaba su pequeño coño lleno de semen húmedo contra mí, y finalmente me retiré y sonreí, ¡mi gran noche había terminado!

O eso pensaba, porque apenas me había retirado, Nandi se deslizó desde el asiento y se dejó caer frente a mí, tomó mi pene, que estaba ya blando y goteando, y se lo llevó a la boca con entusiasmo.

― ¡Oh Dios! ―exclamé desesperado― ¡Dame un respiro! ―le pedí, suplicándole que me dejara recuperar.

― ¡Un Santa Claus más! ―dijo ella, mirándome con entusiasmo― ¡Sólo descarga un saco más en mi boca, quiero saborearte de nuevo! ―dijo ella urgentemente, antes de que posara sus dulces labios alrededor de mi húmeda y ya semi dura polla, y empezara a chupármela casi desesperadamente.

Gemí suavemente, la mitad porque su succión era buena, y la otra mitad porque estaba realmente cansado, ya no era un hombre joven, pero eso no pareció disuadirla, y ansiosamente sus pequeños y suaves labios corrieron por mi polla, mientras empezaba a tirar de ella, e increíblemente, a pesar de mi edad, mi vieja polla empezó a levantarse de nuevo. Con impaciencia pudo verla endurecerse de nuevo, y esa pequeña y traviesa elfa comenzó a comérmela más y más rápido, haciéndome gemir una y otra vez.

Mientras Nandi me chupaba la polla miré a Mina que estaba sentada observándonos, mientras jugaba con su propio húmedo agujero, y sacaba mi reciente semen y lo chupaba de sus dedos.

Durante unos minutos, Nandi chupó mi vieja y dura polla, deseosa de sacarme una carga más, y después de un poco más de tiempo, Mina se dejó caer junto a Nandi y se unió a ella. Sus pequeños labios húmedos se apretaron instantáneamente alrededor de mis bolas, y comenzaron a chupar, y yo gemí más fuerte mientras ambas jóvenes calientes elfas me la chupaban.

― ¡Oh Dios! ¡Ese es el truco! ¡Eso es! ―Gemí animándolas a seguir adelante.

― ¡Sí! ―dijo Nandi levantando su cabeza y mirándome con excitación― ¿Te gusta eso? ¿Te gusta que te chupe tu polla de Santa, mientras Mina te chupa las pelotas? ―preguntó con entusiasmo.

― ¡Sí! ¡Oh Dios, sí! ―le respondí mirándola― Vosotras dos sois las mejores chupadoras de polla que Santa Claus ha tenido ―le respondí siguiendo el juego.

Nandi sonrió y luego dijo― Entonces danos tu última gran carga, maldito viejo sexy.

Y empezó a agitarme la polla con más fuerza, antes de poner sus suaves húmedos labios alrededor de la cabeza de mi polla y empezara a chupar con urgencia otra vez, y con Mina todavía lamiendo y chupando mis viejas pelotas, pronto empecé a gemir más fuerte y más a menudo.

― ¡Oh, mierda! ¡Oh joder! ¡Oh mierda! ― Empecé a decir una y otra vez. ― ¡Me voy a correr! Vas a hacer que Santa Claus, vuelva a correrse de nuevo.

― ¡Sí! ¡Hazlo Santa! ¡Hazlo! ― respondió Nandi levantando la cabeza de nuevo para mirarme con ojos excitados― Dame tu último gran saco lleno, lo quiero ¡Lo quiero! ―me urgió con entusiasmo.

Su mano estaba ahora moviendo mi polla con fuerza mientras sus labios se apretaron alrededor de la cabeza de mi polla otra vez, y comenzó a chupar casi desesperadamente. Mientras tanto, la pequeña Mina seguía con la lengua en mis pelotas tintineantes, ansiosa de ayudarme a descargar una última vez.

― ¡Vamos Santa! ¡Vamos! ―gritó Nandi, mientras frotaba la cabeza de mi verga contra su lengua― Deposita tu última gran carga, estoy esperando ―gimió lamiéndome la polla mi eje con fuerza.

Noté que mi excitación crecía más rápido, sentí que mis bolas comenzaban a apretarse de nuevo, y desesperadamente Nandi y Mina hicieron todo lo que pudieron con sus bocas para hacer de esta Nochebuena, la mejor Nochebuena que jamás había tenido.

― ¡Oh, mierda! ¡Oh joder! ¡Oh, mierda! ―exclamé― ¡Estoy ahí! ¡Estoy ahí! ¡Estoy ahí! ―Gemí cuando noté que mis bolas se apretaban una vez más, y la cuarta carga de la noche comenzó a subir.

Nandi continuó sacudiendo mi polla contra su lengua lista para atrapar mi semen, Mina continuó lamiéndome las bolas, ansiosa de ayudar a que eso ocurriera, y luego con un grito, exploté por cuarta vez.

― ¡Oh, maldición! ―grité mientras empezaba a descargar directamente en la pequeña boca de Nandi que estaba esperando. Luego gruñí una y otra vez mientras disparaba chorro tras chorro de mi semen de Santa Claus y Nandi, ansiosamente atrapó cada gota con su boca. Por unos gloriosos segundos descargué todo lo que me quedaba en la boca de esa hermosa y caliente jovencita, hasta que finalmente con un enorme gemido y un pesado suspiro, terminé. No podía producir más, mis sacos estaban vacíos, Santa había hecho su trabajo de la noche.

Nandi continuó acariciándome la polla, asegurándose de que sacaba hasta la última gota, antes de empezar a frotar la blanda y pegajosa cabeza de mi polla contra su lengua, y luego la metió con su boca, sólo para asegurarse de no dejar nada.

Gemí suavemente durante varios segundos mientras me chupaba hasta dejarme seco, antes de que se sacara mi polla blanda de entre sus labios, abriera la boca y me mirara, para mostrarme la pegajosa y húmeda sustancia viscosa que había recogido de mí, antes de que, de un solo trago, se la tragara toda― ¡Oh, gracias Santa! ¡Gracias! ―Y me dijo sonriendo― Sabía que podías hacerlo. Como lo haces todos los años.

Entonces Mina se arrodilló, puso sus labios alrededor de mi blanda polla, y le dio unas cuantas buenas chupadas, antes de que se levantara, se volviera hacia Nandi, y se besaran con lascivia.

Cuando empezaron a besarse y a chuparse la lengua, me tambaleé hasta el asiento de Santa Claus, y caí en él, completamente agotado. Luego, después de un minuto o dos, se apartaron la una de la otra, y se rieron, antes de ponerse de pie, recoger los trajes, y luego mirándome, sonrieron y dijeron― Nos vemos el año que viene Santa ―y luego, a pesar de estar todavía desnudas, y pegajosas, se fueron.

Santa Claus

Elfos

Esta es la historia de Santa Claus y sus traviesos elfos.

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