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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
En casa de mi tía Bárbara
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Había acudido a un asunto en la ciudad dónde vive mi tía Bárbara y acepté su ofrecimiento de quedarme en su casa porque vive sola. Allí me sorprendió el aislamiento por el coronavirus impidiéndome regresar a casa con mis padres.

Cuando entré en la casa, noté que mi tía y llevaba una blusa blanca con una falda negra y creo que tenía puestas unas medias. Al verla pensé— ¡Oh, mierda! Me he puesto cachondo.

Me ofreció algo de tomar— ¿Quieres una taza de té o algo más fuerte?

—Algo más fuerte —dije.

— ¿Cerveza, vino, whisky…?—ofreció.

— Cerveza, estaría bien —respondí.

Mi tía sacó la cerveza de la nevera y se puso una copa de vino.

— Siento mucho tener que quedarme en tu casa los próximos catorce días —dije.

— No hay problema, no es tu culpa y no te preocupes, al menos no estaré sola.

Nos sentamos y tomamos un par de copas y charlamos. Empezó a contarme cosas de ella en aquella casa.

Al rato le dije a mi tía— ¿Te importa si voy a cambiarme de ropa?

— No, en absoluto, te enseñaré tu habitación.

Me llevó al final de las escaleras y empezó a subir. Pude ver que tenía puestas las medias. Pensé para mí mismo que tenía un par de piernas muy sexy. Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras y caminamos por el pasillo se detuvo y dijo— Este es el cuarto de baño, y este es mi dormitorio, el tuyo es el siguiente, y creo que me voy a cambiar de ropa también.

Entré en el dormitorio, tiré mi bolsa en la cama y agarré un par de jeans y una camiseta, en poco tiempo me quité la ropa que llevaba y me puse los jeans. Nunca uso ropa interior con jeans. Pensé para mí que mi tía iba a tener algo que admirar, yo todavía estaba semi duro y tengo alrededor de veintidós centímetros de polla y es bastante gruesa, así que se puede imaginar el bulto en mis pantalones. Bajé a la cocina mientras mi tía estaba todavía arriba.

Estaba sentado tomando una cerveza cuando la oí bajar las escaleras, entró en la cocina y pensé al verla— ¡Oh, mierda! la polla se me está poniendo muy dura en segundos.

Se había cambiado de ropa y puesto una camiseta azul pálido y una falda corta de mezclilla, pero se había dejado las medias puestas. Pude ver que se había quitado el sostén y que sus pezones se estaban empezando a endurecer.

Vi a mi tía mirándome el bulto de mis vaqueros, me dijo que le sirviera un vaso de vino. Me levanté y le serví a mi tía un gran vaso de vino.

— Salud —dijo ella—espero que disfrutes de tus próximos catorce días conmigo. Espero que no sea muy aburrido para ti.

Pude ver que tenía una leve sonrisa descarada en su cara y le dije—Estoy seguro de que será así.

Luego nos sentamos a charlar y a beber vino y cerveza y cuando miré el reloj y vi que eran casi las once de la noche dije que me encontraba cansado.

— Sí, supongo que será mejor que nos vayamos a la cama —dijo mi tía que se levantó.

Al verla, la miré de arriba abajo, pensando que ha estado sola muchos años sin haber follado con nadie en ese tiempo. Seguro a que está muy cachonda

Subimos juntos a las habitaciones se detuvo en la puerta de su habitación y se dio la vuelta y me besó en la mejilla y me dijo— Gracias por el día de hoy, Esteban, me alegro mucho de que estés aquí, al menos no estaré sola durante las próximas catorce noches.

Después fue a su habitación y yo a la mía, y de repente me llamó— ¿Puedes venir un momento? No puedo cerrar la ventana.

Entré en su habitación mientras ella, de pie junto a la ventana estaba intentando cerrarla— Creo que el cierre está roto —me dijo.

Me acerqué a ella y empecé a tratar de averiguar qué le pasaba a la ventana que estaba a mi lado. Empezaba a ponerme otra vez muy duro debido a que me sentía muy caliente. Entonces tiré de la ventana y se cerró. Cuando me di la vuelta, pude ver que estaba mirando el bulto de mis pantalones. Me quedé quieto un segundo y la miré, luego la rodeé con mis brazos y la acerqué a mí. — No pasa nada tía, no debes de estar molesta —le dije.

— No estoy molesta, solo que no puedo hacer nada bien en este momento.

Al decir eso dicho, la miré a los ojos y le dije— Estarás muy bien tía Bárbara.

De repente me besó en los labios y luego se alejó un poco— ¡Oh, mierda! Lo siento mucho, Esteban.

Puse mis manos en sus hombros y la arrastré hacia mí, pero esta vez la besé en sus labios y ella respondió inmediatamente poniendo su lengua en mi boca. Estuvimos besándonos durante unos minutos.

Estaba tan jodidamente caliente que mi polla se salía de mis vaqueros cuando me acerqué más a mi tía y puse mi mano en su camiseta para tocar sus tetas. Ella estaba tan caliente que sus pezones se endurecieron en un abrir y cerrar de ojos. Le subí la camiseta a la cabeza y empecé a besar y a chupar sus pezones. Podía sentir su cuerpo temblando.

Tomé su mano y la puse en mi polla— ¡Oh Dios mío, Esteban! Parece muy muy grande.

— Desabróchame los vaqueros —Le pedí y en abrir y cerrar de ojos se cayeron al suelo.

Me agarró la polla, grande y gruesa con su manita y me dijo— ¡Dios mío, sí que es grande!

Pase mi mano debajo de la pequeña falda vaquera de mi tía y empecé a tocar su coño sin afeitar porque no tenía puestas las bragas. Dejé que mi dedo medio se deslizara entre los labios del coño y noté como rápidamente se empapó. Empezó a gemir mientras le metía el dedo en el jodidamente apretado coño. Le metí y le saqué el dedo en el coño y pronto empezó a temblar, entonces dijo que estaba empezando a correrse— Esteban, me estás haciendo correr.

Mientras le metía y sacaba el dedo, ella me tiraba de la polla. Estábamos ardiendo y empujé a mi tía a su cama y luego me arrodillé y empecé a lamerle el coño mojado. Ella estaba empezando a volverse loca, me estaba empujando con el coño en la cara y me echaba sus jugos en la boca. No podía creer que estuviera tan mojada y caliente.

No pude esperar más, me levanté, tomé mi pene en la mano. lo puse junto a su coño y lo empujé suavemente. De repente, la cabeza de mi pene estaba dentro de mi tía que dijo— ¡Oh, dios mío! sí que es jodidamente grande.

Empujé centímetro a centímetro hasta que le metí toda la polla y se volvió loca de alegría.

De repente dijo— ¡Cógeme, por favor, cógeme!

Empecé a empujar más fuerte dentro de su coño hasta que golpeaba con mis bolas en su culo. Nunca he conocido a una mujer que se corra tanto. Entonces pude notar que iba a correrme y no pude aguantar más y empecé a chorrear mi carga dentro de su coño apretado. Cuatro o cinco cargas de grueso esperma se dispararon dentro de ella.

Cuando me detuve rodé hacia un lado y ambos nos acostamos en la cama sin decir nada, entonces ella se volteó hacia mí. Y me dijo—Ha sido increíble, nunca nadie me había comido nunca el coño.

— ¿Estás de broma? Nunca nadie te ha comido el coño— Dije asombrado.

— No, yo hubiera querido que alguien me lo hiciera, pero nunca nadie me lo hizo.

Luego estuvimos en la cama hablando y todo el tiempo, ella me estuvo acariciando la polla que se me puso dura otra vez.

Me di la vuelta y me subí encima de ella para follar de nuevo. Comencé a golpearla con mi polla muy duro hasta que ella comenzó a chillar— ¡Jódeme, Esteban, jódeme!

Pronto pude sentir que iba a correrme pero esta vez quería que mi tía Bárbara me chupara la polla, así que se la saqué del coño y se lo dije— ¡Chúpame la polla, tía!

Ella me miró y me dijo—Nunca he chupado una polla.

— Acerca la cabeza y abre la boca, tía—dije y mientras lo hacía le empujé la cabeza hacia abajo, hacía mi polla. Cuando tuvo mi polla en su boca empecé a empujar la polla más y más profundamente en su boca, hasta que ella tenía mi polla en su garganta. Yo estaba a punto de correrme y no quise aguantar. Le y disparé mi carga en una boca y le dije— ¡Traga, tía Bárbara, traga!

Después de correrme siguió lamiéndome la polla y a darle besos.

— Siento no haber podido chupar bien toda la polla, pero era demasiado grande —me dijo.

La acerqué a mí y empecé a besarla profundamente, metiéndole la lengua en la boca. Luego dijo—No quiero que vayas a tu habitación ¿Pasarías conmigo toda la noche?

— Sí, por supuesto.

Luego nos metimos en la cama. A la mañana siguiente me desperté temprano y mi acurrucada a mi lado. Mientras la miraba abrió los ojos, sonrió y dijo— Gracias por lo de anoche, Fue imperdonable que nadie me haya hecho eso antes. Siento no haber podido meterme toda tu polla en la boca, pero era demasiado grande para mí. Y me llenaste el coño hasta el punto de que no pude aguantar más. Pensé que iba a explotar. Esteban, la tienes muy grande y no estoy acostumbrada a ese tamaño de polla. Además, no he follado nada durante casi siete años. No es que yo no quisiera, pero nadie me gustaba. Siempre quise comer pollas y que me comieran el coño pero nunca encontré a nadie que me gustara para hacerlo.

Con eso dicho le dije a mi tía que se metiera entre mis piernas y se metiera mi polla en la boca y empezara a chuparla. Ella no necesitaba que se lo dijera dos veces y pronto estaba tomando la cabeza de mi polla en la boca. Le dije que se relajara y siguiera chupando mientras le metía mi polla más profundamente en la boca. Empezó a atragantarse pero le hice tomarla pero no pudo aguantar más. Le saqué la polla y la puse de rodillas y empecé a follarla por la espalda. Estaba empapada y le golpeé el coño muy fuerte, luego empecé a disparar mi carga dentro de su jugoso y húmedo coño y me desplomé en la cama cuando terminé.

Se dio la vuelta y se dejó caer sobre mí y empezó a besarme empujando su lengua hacia mi boca. Me susurró al oído que nadie me había follado por la espalda antes.

— Estoy muy contenta de que te quedes aquí conmigo. ¿Me follarás todos los días, Esteban?

Yo le sonreí y le dije— Por supuesto que lo haré, tía Bárbara.

Esteban

 

 

Mi tía Bárbara

Esteban es un amigo y colaborador que nos cuenta como va pasando la cuarentena encerrado en casa de su tía, solo ellos dos. Día a día, nos relata como le va y las cosas que hace con su tía Bárbara.

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