Relatos prohibidos
Les quiero contar una cosa que descubrí de mi esposa un día que estaban pintando y decorando la sala de la casa, eran como seis trabajadores, y tuve que irme pero regresé pronto y mi esposa se había metido a bañar; entonces me escondí para ver que pasaba cuando ella saliera de bañarse. Después de un rato salió enredada en una toalla y en lugar de irse a la recamara se fue a la sala. Según esto para ver como iba la pintada de la sala y les dice a los trabajadores que esta de otro tono la pintura del techo. Eso lo aprovecha uno de los trabajadores que le dice— Súbase a la escalera para que toque el techo y vea que esta fresca la pintura y por eso es el cambio de tono en el color.
Entonces empezó a subir por la escalera y les dijo nada más— Deténganmela porque me dan miedo las alturas.
Entonces para pronto, la rodearon todos para detener la escalera y ella se subió y todos la detenían de las piernas y aprovecharon para ir subiendo las manos y le jalaron la toalla y la dejaron sin nada, y no dijo nada. Se desnudaron todos y la bajaron de la escalera manoseándola por todos lados y en todos sus agujeros y le empezaron a restregar las vergas en todo el cuerpo. Mi esposa parecía que estaba vuelta loca gritando de gusto. Se quedo parada frente a los hombres que no perdieron tiempo y comenzaron a posar sus manos sobre ella, apoderándose de lo que podían, masajeando sus pechos, sobando su culo y sus piernas.
La acostaron en la alfombra y le empezaron a chupar los pechos y la panocha. Le empezaron a introducir los dedos en su panocha y también uno que otro mango de desarmador. A ella le encanta que le hagan cosas ricas y uno de ellos se acostó boca arriba, el que tenía la verga más grande, y la sentaron en su tremenda cosa. Ella se retorcía de placer mientras todos los demás se jalaban su verga para tenerla lista para entrar en acción cuando les tocase. Luego la recostaron sobre el pecho del que estaba abajo y le empezaron a lubricarle su culito pero ella dijo— No por ahí no.
— Te va a gustar tu nada mas déjate hacer — Le dijeron ellos que poco a poco le fueron metiendo la verga de otro de ellos. Al principio no quería porque le dolía pero el dolor ser fue convirtiendo en placer y decía así — ¡Más, más! quiero sentir varias vergas al mismo tiempo.
Y en eso suena el celular de uno de ellos y le preguntan ya acabaron el trabajo y él contesta— Si, ya lo acabamos pero ahora estamos cogiéndonos a la señora que está bien buena.
— ¡Ahhh! ok! ¿Y podríamos ir nosotros también somos cuatro?
Entonces le preguntan a mi esposa que si pueden venir otros trabajadores a darle su ración
— Si, que vengan los que quieran con tal de que me cojan rico, que si que vengan todos.
Al rato llegaron y le siguieron dándole verga hasta que se cansaron total se la cogieron los diez. Y así se pasaron toda la tarde dándole por todos lados a veces de dos en la vagina, u otro por el culo o por la boca.
Otro relato ...