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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Fuego juvenil 2
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Ramón que así se llamaba el changarín se adueñó de mi cuerpo; yo disfrutaba como loco de su miembro y el me ahogaba con sus besos, me lo hacía de parado en el galpón y comencé a tener charlas con mis amigos púberes de sexo y vivencias de vista etc. Uno me contó que en una oportunidad vio a su prima durmiendo boca abajo con la sabana de la cintura para abajo y una pierna  al descubierto y eso lo había calentado muchísimo; otro que había oído que las mejores chupa pijas te sacan con el dedo o punta de la lengua el afrecho debajo del glande y que eso “nos enloquece según parece”.

Puse en práctica lo escuchado y una tarde me buscó en la casa; yo me hacia el dormido con un glúteo y pierna al aire, el se acerco subiendo su mano hasta llegar a mis nalgas mientras decía.

—Haaa puta, putita que linda estas hoy amor.

Y comenzaba a besarme por la espalda para llegar al cuello y luego a la boca, mientras abría mis piernas y yo sentía su pija tibia babosa desesperada buscando mi aro mágico y se hundía en él mientras el sudor de su pecho mojaba mi espalda.

—Mi gringuita puta, la putita de papi.

Y sollozaba.

—Mía, mía, todo esto es mío.

Repetía mientras acariciaba mi cuerpo.

—¿Cuántas putas tenés?.

Preguntaba yo en medio de mis gemidos.

—Solo vos adoradita, mi leche es solo tuya.

Y descargó todo dentro de mí.

En otra ocasión puse en práctica lo del dedo y lengua en la cabeza de la pija, le chupé las bolas y él se paró con las piernas bien abiertas y yo arrodillado abajo lamí todo hasta beberle el semen que era mucho más agrio y salado que el mío pero sus gemidos me hicieron olvidar el asco.

Llegó el día mas maravilloso que podía haber tenido hasta ahí. Empezamos a darnos besos de lengua para llegar a la penetración solo que esta vez me puse al borde de la improvisada cama que hacíamos y tomando mis muslos por su parte posterior traje mis piernas hacia atrás casi logrando que las rodillas tocaran mis hombros e incline mi cabeza para ver todo. El se agachó sacando su lengua de víbora y empezó a hundirla en mi culo haciendo ruido al chuparlo ponderando lo rosadito, blanco y limpito; me lo mojó con dos dedos y se aprontó para entrar su hermosa e hirviente pija. Vi como ese pedazo negro entraba entre mis blancas carnes para desaparecer y solo quedar a la vista sus pendejos.

Orgulloso de lo que lograba mi ardiente cuerpo de pendejo alcé la vista para hacerme ponderar pero lo que vi me maravilló más. Tenía los ojos cerrados con una sonrisa como amarga y parecía jadear mientras me bombeaba, lo vi morocho feo, desdentado, sudado, pelo desprolijo y grasoso pero que divino como gozaba su putita blanquita.

—Amor, amor que cola que boca que chupa pija que sos.

Me incline todo lo que pude para que no dejara nada afuera y le pedí la boca para meter mi lengua y besarnos hasta que largó la lechita. Debe de haber estado quince segundos acabando, mientras me babeaba la cara, salivaba dentro de mi boca y le pedí que no la sacara enseguida por favor.

Cuando fuimos al baño de la mano sentí como su leche caía por mis piernas y le pedí mas besos en la boca, me senté en el bidet y mientras jugueteábamos lengua con lengua me lavo la cola; me miro intensamente y me dijo que estaba pronta para ser enfiestada.

—¿Qué es eso que papi esta tan orgulloso de su hembra que quiere compartirla con dos amiguitos, tengo todo calculado?. Pregunté

Me pidió plata y al despedirnos antes de que llegaran mis padres le dije que pensaba gozar con sus amigos; me puso la el dedo en la boca diciendo.

—Eso solo conmigo.

Esa noche soñé excitado como sería estar con tres tipos y que uno de ellos era mi dueño. 

ADRO

 

 

Fuego juvenil

Esta serie de relatos narra la iniciación sexual de un entonces inexperto joven a cargo de un empleado de la familia. Este joven conocerá el sexo con Ramón pero también con otros hombres.

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