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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
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Mi nombre es Daniela, soy una chica hermosa de treinta y dos años, de unos ciento setenta centímetros de altura, un trasero bonito y tetas grandes y hermosas. Laila es mi mejor amiga, de treinta y un años de edad, regordeta y de culo firme, con pechos pequeños y muy en forma. Lucas es su novio, un chico musculoso y atlético, de veintiocho años. Últimamente es una persona malhumorada y al borde de la agresividad.

Un día me encontré a Laila en un bar, nos sentamos a tomar una taza de café y empezamos a hablar.

— Oye Daniela, tengo una idea y me preguntaba si podrías ayudarme con Lucas. Sabes que todo el tiempo está jodidamente estresado, y sé que das muy buenos masajes. Bueno, la semana que viene es su cumpleaños y me preguntaba si podrías venir el martes y darle uno para ver si eso le ayuda.

— ¡Claro que puedo! —Siempre me ha gustado Lucas porque es muy alto y es muy musculoso— ¿Crees que eso le ayudará? —Dije sin querer parecer ansiosa y molestar a Leila— ¿Qué quieres que haga y a qué hora tengo que ir?

— Oh, no lo sé, es para que deje de ser tan imbécil, está todo el tiempo estresado por el trabajo. Probablemente se sentirá raro si yo estoy allí, así que ven como a las dos de la tarde, cuando él llegue de trabajar —dijo Leila.

—Ok, no hay problema, trataré de arreglarlo, espero poder ayudarle— dije.

— ¡Oh, estoy segura de que lo harás! —dijo Leila con un guiño inusual.

Llegó el martes que era un hermoso día soleado, así que llevaba una falda corta y un pequeño top que mostraba mis preciosas piernas y marcaba mis grandes y bonitas tetas. Me dirigí a casa de Lucas a las dos de la tarde como prometí.

Lucas me abrió la puerta, un poco gruñón, con pantalones cortos de deporte y el pelo mojado como si acabara de salir de la ducha. No tenía puesta la camiseta, lo cual es bastante normal para él, y no pude evitar admirar su pecho bien formado.

— Hola Lucas, Leila me pidió que viniera, ¿cómo estás? —Dije nerviosamente.

— Estoy bien, gracias. Hace mucho calor ¿Quieres tomar algo? —Me preguntó.

— No, estoy bien, pero gracias —Le dije.

Lucas me hizo un gesto para que entrara y subí las escaleras delante de él. Estoy segura haber notado sus ojos sobre mí culo mientras subía.

— Hermoso día afuera, ¿no es cierto? —me preguntó.

Al llegar a la habitación dispuse mi camilla de masaje y me preparé para empezar— Bueno, ¿empezamos entonces? —Le pregunté, un poco más nerviosa ahora.

— Sí, vale, claro —dijo tranquilamente— ¿Cómo me quieres? —Luego añadió rápidamente con una risita— Quiero decir, ¿cómo debería estar en la mesa?

— Oh, quieres decir ¿qué deberías ponerte? —Respondí—Bueno, la mayoría de la gente a la que doy masajes sólo usa una toalla, pero lo que sea con lo que te sientas cómodo estará bien.

Lucas entró en el dormitorio y volvió con una toalla en la cintura. De alguna manera la toalla cubría más de él que los pantalones cortos pero se veía mucho más sexy. Su cuerpo parecía que pertenecía a un gladiador romano. No pude evitar pensar en lo que había debajo de la toalla. Rápidamente desvié mi mirada avergonzada esperando que Lucas no notara que yo estaba casi babeando.

Lucas se acostó y comencé a aceitarle la espalda y el cuello— Estás muy tenso por aquí, creo que esto debería aflojarte bastante —Le dije.

— Eso espero, pero hasta ahora se siente muy bien —dijo Lucas con voz relajada.

— ¡Genial! Voy a empezar a trabajar un poco más abajo si eso está bien.

— Sí, por favor, hazlo.

Empecé a trabajar hasta la parte baja de su espalda y a alrededor de la parte superior de su firme trasero. No pude evitar notar lo apretado que estaba su trasero y cuando me acerqué a él pude sentir que empujaba su trasero contra mis manos.

— ¿Quieres que trabaje un poco más fuerte aquí? —Le pregunté.

— Sí, por favor, lo noto muy apretado ahí —respondió.

Así que aflojé un poco la toalla y trabajé en sus nalgas cinceladas como rocas durante un rato hasta que mi deseo comenzó a superar los límites.

— Bien, si quieres darte la vuelta puedo hacer tu pecho —Dije esperando poder evitar mis instintos animales.

Lucas se dio vuelta e instantáneamente noté el bulto en la toalla.

¡Oh, Dios mío! Pensé para mí. Lucas tenía un montículo bastante grande bajo la toalla. He tenido chicos que se excitan, es algo común en este negocio aunque no suele significar mucho, pero Lucas me tenía excitada, y no tenía necesidad de saber lo que sucedía. Por suerte sus ojos estaban cerrados y no se dio cuenta de mi reacción.

Así que seguí trabajando su pecho y sus brazos, luego bajé a sus pies y empecé a trabajar sus piernas. Puso sus manos sobre su cara, creo que por la vergüenza de su erección. Mientras trabajaba en sus piernas, el bulto se convirtió gradualmente en el poste de una tienda de campaña. No podía creerlo y la curiosidad se apoderó de mí, así que levanté un poco la toalla para ver la polla más gruesa que he visto en mi vida. La cabeza era tan gruesa y redonda que no sé cómo Leila se la puede meter en la boca. Inmediatamente empecé a sentir humedad acumulándose en mi entrepierna y como una gota empieza a resbalar por mi muslo.

Coloqué la toalla de nuevo antes de perder el poco control que todavía tenía y subí a su cabeza para hacer un masaje del cuero cabelludo. Después de unos cinco minutos no pude soportarlo más.

— ¿Lucas, estarías más cómodo si te quito la toalla? —Le solté antes de que pudiera detenerme.

— Ummm, sí, creo que estaría...

No podía esperar a que terminara y le arranqué la toalla. Su enorme miembro se levantó y yo dejé escapar un respingo.

— ¡Oh, Dios mío, Lucas, no sé qué decir! —Respondí mientras lentamente, como si estuviera teniendo una experiencia fuera del cuerpo, vi mi mano alcanzarla y suavemente agarrar aquella enorme barra de carne. Como ausente, la comencé a acariciar de arriba a abajo. Sintiendo la piel suave y caliente deslizarse a través de mi mano. Era muy suave, como deslizar la mano por un trozo de cálido tejido de seda. De repente volví a la realidad cuando Lucas comenzó a hablar.

— ¿Por qué no me la chupas, Daniela? —sugirió Lucas con cierto tono de orden.

Mi coño palpitaba al pensar en esa enorme polla que me metería entre mis dulces labios, así que empecé a masturbarme lentamente al principio.

— ¡Puedo intentarlo pero nunca antes había chupado una polla tan grande! —Bajé mis labios a su pene y viciosa empecé a besar desde las bolas hasta la cabeza. Luego lamí la parte inferior y volví a subir. Sentir la masa de carne creciendo en mi boca y cómo me estaba volviendo loca, pero traté de mantenerme lenta y constante para saborearla. Lucas gimió con placer y puso su mano en la parte posterior de mi cabeza.

— Estoy seguro de que puedes hacerlo mejor que eso, Daniela —dijo mientras me empujaba la cabeza para hacerme tragársela. Rápidamente lamí alrededor del área donde la cabeza se encuentra con el resto, terminando con mi lengua de puntear en la raja. Todo su cuerpo se estremeció y él reaccionó forzándome a bajar la cabeza por completo y haciéndome tragar toda su polla. Tuve náuseas mientras su enorme miembro se deslizaba por mi garganta. Empujó tan fuerte que no podía respirar, pero seguro que casi todo de su enorme polla desapareció en mi garganta. Lucas empezó a empujar suavemente hacia dentro y hacia fuera, seguí amordazada pero no se detuvo. Justo antes de que estuviera a punto de desmayarme, soltó su agarre. Respiré profundamente pero luego me sumergí de nuevo. Me encantó el sabor de su polla en mi boca.

— Quítate la ropa, quiero verte las tetas—ordenó.

Estaba tan mojada y caliente que no necesitaba ningún estímulo. Me quité la parte superior para revelar mis grandes, hermosas y proporcionadas tetas. Y luego me quité la falda y las bragas empapadas. La polla de Lucas parece crecer aún más mientras me preparaba para subirme encima de él. Podía sentir los latidos mi corazón entre las piernas al pensar en meter esa monstruosa polla dentro de mí. Extrañamente no muy hacia sentir bien besarlo porque era el novio de mi mejor amiga, así que le metí mis enormes tetas en la cara y luego suavemente, muy lentamente, fui bajando mi coño ardiente sobre la punta de su enorme polla.

Empujé hacia abajo, así que la punta se metió dentro después de un poco de resistencia. ¡Se sintió tan bien, pero al mismo tiempo era tan grande! Tuve que empezar despacio y aumentar mi velocidad para poder manejarme con aquella polla tan enorme. Empecé a balancearme suavemente hacia adelante y hacia atrás. La dilatación de mi coño mojado facilitó que su verga de roca dura penetrara en mis profundidades. Ya me estaba metiendo alrededor de la mitad de su polla y se sentía muy bien, pero aparentemente eso no era suficiente para Lucas que me agarró del trasero y comenzó a empujarme hacia abajo. Podía notar cómo me estiraba con su enorme miembro cada vez que se apretaba contra mi vientre y cómo su polla salía cada vez que se retiraba.

Gritaba de tanto placer que no oí el ruido de una puerta  que se abría y se cerraba, ni noté el sonido de pasos en las escaleras, ni siquiera me di cuenta cuando la bolsa del gimnasio cayó al suelo. Lo que sí noté, muy abruptamente debo añadir, fue un segundo par de manos extendiendo las nalgas de mi culo y una lengua sobre el pene de Lucas y los labios de mi coño, y girando alrededor de mi culo.

— Oh dios, Leila, yo... —Grité mientras movía mi cabeza para ver a mis mejores amigos hablando por encima de mí. Lucas de repente recobró el sentido y fue a apartarme de él, pero Leila me tenía atrapada con la polla de su novio bien enterrada dentro de mí.

— Veo que estás disfrutando tu regalo de cumpleaños, querido —dijo Leila con frialdad mientras se quitaba el sudado traje de deporte, de pie junto a nosotros en la mesa de masaje.

— Siempre supe que teníais ojos el uno para el otro, por eso organicé este pequeño encuentro. Estoy feliz de ver que tenía razón —Dijo Leila con un guiño en mi dirección. Entonces se acercó a la cara de su novio, se inclinó y le dio un gran beso en los labios que duró varios segundos. No estaba segura de qué hacer hasta que empecé a notar que Lucas se movía por debajo de mí y que su polla volvía a empujar. Así que me senté sobre él para ver a mi mejor amiga besándose con su hombre mientras yo lo montaba y mi ansiedad y miedo se fueron convirtiendo en pura felicidad y euforia.

Lucas me agarró del trasero con fuerza y comenzó a embestir mi coño empapado y dilatado. Mis tetas rebotaban mientras seguía hundiendo su enorme polla en mí, empecé a gritar de placer y mi corrida comenzó a resbalar por toda su polla y sus bolas después de tener múltiples orgasmos, uno tras otro. Lucas aceleró, al borde de su propio orgasmo, a punto de correrse cuando Leila rompió el beso y dijo— Si te corres entonces Leila tendrá que irse.

Yo quedé petrificada, estaba a punto de alcanzar la liberación de su orgasmo en lo profundo de mí ser pero todo se quedó como congelado dentro de mí. Ambos nos quedamos allí sin saber qué hacer mientras Leila claramente estaba disfrutando con ello.

— Bueno, no es justo, todo lo que yo he tenido ha sido un poco de acción con la lengua —dijo con su mejor voz y cara de puchero. Y luego continuó— Vamos al dormitorio donde tendremos comodidad y mucho espacio para divertirnos.

Mi mejor amiga se fue caminando de una manera muy sexy hacia la habitación.

Después de eso, Lucas se sentó, me agarró por el culo y se puso de pie. Todo ello mientras seguía metido dentro de mí. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, mis brazos alrededor de su cuello, y me deje llevar a su cama.

BTF

Otro relato ...




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