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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Gratificante viaje en autobús
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Esto sucedió cuando estaba en el último año de la secundaria. Estaba en el instituto y era un caluroso día de verano, así que todo lo que llevaba era un vestido blanco de verano, sin bragas ni sujetador. En la secundaria era un poco atrevida y me pasaba cachonda todo el día, pero no tenía tiempo ni ocasión para aliviarme. No era una pajillera habitual pero ese día no podía esperar a llegar a casa para poder cogerme a mí misma. El timbre de la escuela sonó y salí corriendo por la puerta buscando una máquina expendedora y me compré una botella muy fría de refresco de cola. De ahí me fui al autobús y hoy no quería sentarme al lado de nadie. Al subir al autobús me puse lívida cuando vi que estaba lleno de gente excepto un asiento. El asiento que estaba justo encima de la rueda trasera derecha. Pasando por entre toda la gente me senté.

Pasaron  unos cinco minutos y me di cuenta de que el aire acondicionado del autobús estaba estropeado. Sin refrigeración, en un autobús lleno de gente, y sentada al sol, las gotas de sudor que se formaron rápidamente comenzaron a bajar desde mi cabeza, a mi pecho, a mis pechos, más allá de mi vientre, a mi ya mojado y muy caliente coño.

El autobús arrancó y yo agarré mi bebida helada y un pensamiento vino a mi cabeza. Coloqué la bebida a un lado de mi cuello, dejando que la botella fría hiciera su magia cuando se me ocurrió otra idea. Mirando a mí alrededor vi que nadie me prestaba atención, todos estaban ocupados hablando o mirando fuera del autobús. Coloqué mi bolsa cerca de mí a lo largo para que nadie pudiera ver nada excepto mi cabeza mientras me hundía en mi asiento. Al estar caliente y sudorosa, perdí todo sentido de discreción al deslizar los tirantes de mí vestido de verano y dejar que se me salieran los pechos. Mis pechos estaban calientes y tenían gotas de sudor en ellos, así que me pasé la botella por ellos. Tan pronto como el frío rocío de la botella golpeó mis pechos desnudos, rápidamente pero en silencio por el alivio y el frío y la excitación mis pezones se pusieron duros y sensibles al tacto. Mientras mi coño gritaba pidiendo atención. Así que levanté el vestido descubriendo mi coño depilado y empecé a jugar con mis pezones mientras llevaba la botella fría hacía mi coño, húmedo y caliente, y la colocaba a todo lo largo de ella desde la base de mi coño hasta la punta de mi clítoris. Salté de puro shock y placer pero tuve suerte ya que el autobús pasó por un bache que lo hizo saltar, así que nadie sospechó nada.

Las vibraciones que el asiento estaba emitiendo eran más vigorosas y fuertes que cualquier asiento en el que me hubiera sentado antes. Sin pensarlo, ni dudarlo, puse la botella fría debajo de mi coño como si la estuviera montando y empecé a frotar mi clítoris intensamente. En poco tiempo un  orgasmo me atravesó y lo dejé acabar. Mi cuerpo temblaba y dejaba escapar pequeños gemidos. No tenía miedo porque sabía que nadie me oiría por el ruido del autobús y el ruido de las conversaciones.  Además nadie me miraría temblando porque estábamos en un camino de mucha grava. Nuestra primera parada se acercaba, así que rápidamente volví a ponerme los tirantes, pero dejé mi falda levantada. Coloqué mi bolsa sobre el regazo cuando la gente se bajó para que no vieran mi coño desnudo. Pronto llegó mi parada y me bajé, y el hecho de saber que nadie sabía lo que había hecho me puso cachonda otra vez. Desde ese día me senté en ese mismo asiento y desde entonces  tuve muchos orgasmos placenteros.

Bila

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