La Página de Bedri
Relatos prohibidos Hacer cambiar de opinión a Sofía
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Me senté en la cama, encendí la cámara, luego sonreí y dije― Hola, Me llamo René, y esta encantadora joven a mi lado es Sofía ―Luego miré hacia ella y dije― Saluda Sofía. Ella suspiró con desgana, luego miró a la cámara y dijo― Hola ―saludó con desgana y claramente incómoda. ― Ahora, la razón por la que Sofía parece tan incómoda― dije dirigiéndome de nuevo a la cámara― Hoy hemos tenido una interesante discusión sobre si se puede hacer cambiar de opinión a alguien, sin necesidad de un debate intenso, una presentación de documentos y citas de filósofos ya fallecidos ―añadí. ― Yo digo que sí se puede. Con sólo una buena cogida, puedes hacer cambiar de opinión a casi cualquiera. Pero Sofía dice que no se puede. Lo sé, claro, ella es bonita pero no tan lista ― dije, y ella me miró enojada. ― De todos modos, y después de una larga discusión ―dije a la cámara― Se nos ocurrió este experimento. ― Se te ocurrió a ti―Interrumpió Sofía― Creo que es una estupidez. Y una pérdida de tiempo ―añadió con firmeza. ― Sí, pero vamos a hacerlo de todos modos ―dije con una sonrisa. ― Así que, básicamente, este es el acuerdo, Sofía y yo vamos a follar ante la cámara. Lo sé, yo también estoy excitado ―dije a la cámara con una gran sonrisa. ― Y si puedo follarla bien, y ella acepta tragarse mi semen, porque normalmente no lo hace con su novio. De antemano, Teddy, lamento hacerte esto, pero recuerda que es sólo un experimento, no significa nada ―dije antes de que se convirtiera en un problema. ― Pero si puedo hacer que cambie de opinión, simplemente follándola, entonces no sólo habré ganado la discusión, sino que para demostrar que tenía razón, Sofía estará de acuerdo en dejarme poner este vídeo en internet ―dije sonriendo aún más a la cámara. ― ¿No es cierto, Sofía? ―le pregunté. ― Sí ―dijo ella con un suspiro de hastío― Pero no va a suceder y entonces vas a borrar esta grabación, en el momento en que terminemos ―dijo con firmeza. ― ¿Estás de acuerdo con eso? ―pregunté con indiferencia. ― ¡Sí! ―dijo ella con firmeza. ― De acuerdo, entonces, es un trato ―respondí con entusiasmo. Entonces me giré y la miré, y con una gran sonrisa en mi cara le pregunté― ¿Entonces, estás lista para empezar? La pequeña y delgada rubia, con el pelo rubio rizado, gafas, y vistiendo una camiseta polo de color a rayas y pantalones vaqueros, respondió― No, no estaré preparada nunca para empezar esto. ― De acuerdo, bueno, empecemos de todos modos ―dije más entusiasmado que ella. Entonces me incliné y me acerqué para besarla, y al principio ella se apartó claramente nerviosa y en absoluto contenta, pero cuando mis labios tocaron los suyos, y nuestras bocas comenzaron a rozarse, ella comenzó a relajarse un poco, y me devolvió el beso. Nos besamos suavemente, con nuestros labios entrelazados y un poco de lengua. Luego puse una mano en su muslo, y al principio, sentí que se tensaba un poco. No estaba acostumbrada a que la tocara, pero después de un momento, empezó a relajarse de nuevo. Durante un minuto más o menos, estuvimos besándonos, y yo acariciando suavemente su muslo a por encima de los vaqueros, antes de que empezara a llevar mi mano hacia arriba hasta que se llegó a su entrepierna, y pude notar el calor que ya salía de entre sus piernas. La respiración de Sofía se volvió un poco más intensa, ya que se había excitado un poco. Y comencé a masajear delicadamente esa zona, y ella gimió suavemente mientras se lo hacía. Acaricié suavemente su pubis por encima de sus vaqueros durante un minuto más o menos, hasta que llevé mi mano hacia arriba, y luego hacia abajo, y se la metí dentro de los pantalones hasta encontrar sus pequeñas bragas de algodón. Mis dedos comenzaron inmediatamente a acariciar la parte delantera de sus bragas, rozando una y otra vez el suave y cálido pubis que había debajo, y Sofía comenzó a gemir un poco más intenso, antes de que ambos nos recostáramos lentamente en la cama, besándonos sin cesar. Le froté el coñito a través de las bragas durante unos cuantos minutos, y pude notar cómo se humedecían, hasta que retiré mi boca de la suya, sonreí y me moví hasta el borde de la cama. Luego, de pie frente a ella, me agaché y empecé a quitarle las zapatillas, antes desabrocharle los vaqueros, y luego empecé a bajárselos lentamente por sus delgadas y pálidas piernas. Ella se quedó tumbada mirando cómo se lo hacía, mientras le bajaba los vaqueros y se los quitaba para dejar al descubierto sus braguitas blancas de algodón y la pequeña mancha de humedad en la parte delantera, antes de que me acercara de nuevo y cogiera sus braguitas. Entonces, mientras nos mirábamos, le bajé las bragas, y se las quité y las dejé en el suelo, antes de mirar hacia abajo, y ver un pequeño coño afeitado y pálido, con sólo una pequeña matita de pelo rubio recortado, por encima. ― ¡Qué bien! ―dije con una sonrisa que ella respondió con otra sonrisa nerviosa. Entonces separé sus delgadas piernas para descubrir su pequeño y lindo coñito de color rosado, antes de bajar la cabeza, sacar la lengua y empezar a lamerlo suavemente. Sofía gimió al instante, y continué pasando mi lengua por sus pequeños labios, antes de ir subiendo y bajando por su raja, hasta que se la introduje, y le lamí también los labios interiores. Ella gimió suavemente, mientras le lamía el coño. Lamí y mordí su coñito durante unos cuantos minutos, haciéndole las mejores caricias que pude, e incluso acariciándole un poco el clítoris. Sofía jadeó y gimió, e incluso comenzó a apretarse contra mi boca. Entonces, después de un poco más de tiempo, de saborear su dulce coño, decidí que era su turno, y me levanté, y de pie sobre ella, empecé a desabrocharme los jeans. Sofía me miró curiosa por ver lo que tenían en su interior, y no creo que se decepcionara, ya cuando dejé caer mis vaqueros hasta los tobillos, y mi polla semidura se liberó, y colgó sobre ella. Sus ojos se iluminaron, y casi jadeó cuando lo vio. No la tengo como un burro pero está algo por encima del promedio. Pero supongo que Sofía no había visto muchas pollas, y por su reacción, también estoy suponiendo que es más grande que la de sus novios. Y ni siquiera la tenía completamente dura. Me puse de rodillas sobre su pequeño pecho, y dejé que mi polla colgara justo por encima de su cara, antes de decirle― Abre bien la boca ―e increíblemente, sin dudarlo, abrió la boca, mientras tenía una mirada de excitación en el resto. Entonces introduje mi miembro en su boca abierta, y ella apretó sus suaves y húmedos labios alrededor y comenzó a chupar. En su dulce y cálida boca húmeda, mi polla comenzó a crecer más firme y más larga. Sofía entonces miró con asombro pero continuó moviendo su cabeza hacia arriba y abajo, y siguió chupando mi polla totalmente dura. Durante unos minutos la dejé chuparme la polla, deslizando su dulce y húmeda boca hacia arriba y hacia abajo, antes de que sacara la punta de su boca, y colgara mis pelotas sobre ella, y de nuevo sin dudarlo, empezó a chuparlas también. Podría haberme quedado así durante el resto del día, pero tenía un experimento que hacer, y un reto que ganar, así que saqué mis pelotas de su dulce boca, y me puse de pie, me quité los vaqueros por completo y la camiseta, y Sofía se quitó la camiseta para mostrar un pequeño sujetador blanco, y quitárselo después, dejándome ver sus bonitas tetitas. Me quedé mirando su esbelto cuerpo desnudo que yacía debajo de mí, y me froté la polla un par de veces mientras lo hacía, disfrutando de la vista, antes de que me arrodillara entre sus piernas, y me preparara para la mayor tarea que jamás había llevado a cabo. Me incliné hacia delante, coloqué mi polla en la entrada de su coño, y con un suave empujón, se la metí. Mi polla separó los pequeños y rosados labios de su coño al introducirse entre ellos, y ella gimió con fuerza al sentirla entrando en su pequeño agujero. ― ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ―jadeó mientras mi polla entraba más dentro de ella― ¡Oh, Dios, la tienes grande! Mucho más grande que Teddy ―murmuró. ― ¿De verdad? ―pregunté con una sonrisa. ― ¡Sí! ―contestó mirándome nerviosamente ― Bueno, entonces, es posible que quieras prepararte ―le respondí, antes de empujar de nuevo. ― ¡Oh! ―jadeó con fuerza, mientras se lo hacía. Entonces volví a hacerlo, y otra vez, y ella jadeaba igual de fuerte, hasta que, después de varios empujones me la estaba follando suavemente. ― ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ―gimió una y otra vez mientras yo empezaba a follarla. Le sonreí y le pregunté― ¿Te gusta? ― ¡Sí! ―respondió, antes de sonrojarse. Así que continué, dentro y fuera de coño, mientras Sofía gemía con cada uno de mis empujones, tumbada debajo de mí, una y otra vez. Durante unos cuantos minutos me la follé así, antes de empezar a aumentar el ritmo, empujando un poco más profundo dentro de ella, y un poco más rápido, y rápidamente Sofía empezó a gemir más fuerte. ― ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ―exclamó. ― ¿Te gustaría un poco más fuerte? ―le pregunté. ― ¡Sí! ¡Sí! ¡Fóllame así! ¡Fóllame así! ―gimió y lo hice. Continué empujando dentro de ella un poco más rápido, un poco más fuerte, y mientras la pequeña rubia de gafas, jadeaba y gemía, mientras su cabeza bailaba tambaleaba de un lado a otro. Durante unos minutos más me la follé, antes de que me agachara, cogiera sus delgados tobillos con cada una de mis manos y levantara sus piernas, y luego empecé a penetrarla más profundamente. ― ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ―gritó de nuevo― ¡Oh, Dios! ¡Está muy profunda! ¡Está muy profunda en mi coño! ¿Cómo es posible? ―gimió. ― Supongo que nunca antes has estado tan llena de polla ―le pregunté. ― ¡No, nunca! ―respondió ella. Miré a la cámara, me encogí de hombros y dije― Lo siento Teddy ―Luego, mirando de nuevo a Sofía, continué metiéndosela dentro, y ella volvió a gemir con fuerza, con cada entrada y salida. Durante unos cuantos minutos más, mantuve sus delgadas y pálidas piernas en el aire, mientras se la metía profundamente su coñito, una y otra vez, y ella gemía fuerte. Era evidente que estaba disfrutando de cada segundo. Entonces pensé que era el momento de cambiar de posición, así que saqué la polla de su pequeño agujero, y me acosté en la cama junto a ella, y le sugerí que me montara. Se puso ansiosamente sobre mí en cuatro patas, y busco mi polla con su mano poniéndosela ante el coñito que se abrió con facilidad, al tocar mi polla y con un gemido, se la metió. Su pequeño y húmedo agujero atrapó mi polla, tragándosela casi hasta la base, antes de besarme, y mientras yo le devolvía el beso, ella empezó a mover su pequeño culito hacia arriba y hacia abajo. El dulce y húmedo coñito de Sofía iba hacia arriba y hacia abajo por mi polla, de forma lenta pero constantemente, disfrutando de la sensación de mi polla más grande y dura que la que estaba acostumbrada, y me cabalgó y me besó mientras lo hacía. Luego, después de un poco de tiempo, ella separó su boca de la mía, se sentó y comenzó a subir y bajar un poco más rápido y más fuerte sobre mí. ― ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ―gimió―Nunca pensé que una polla pudiera dar tanto placer. ― ¿Te gusta? ―le pregunté. ― ¡Sí, joder, si me gusta! ―respondió antes de besarme de nuevo. Estaba claro que empezaba a cambiar de opinión, y que el desafío terminaría pronto, pero sabía que no podía apresurarla, así que me recosté y la dejé cabalgarme durante un rato, mientras miraba cómo se agitaban sus pequeñas tetas. Durante varios minutos Sofía me cabalgó, levantándose y bajando sobre mí, y gimiendo sin cesar mientras yo acariciaba sus suaves nalgas, e incluso me senté y conseguí chuparle uno de sus pequeños pezones. Entonces decidí que era el momento de un nuevo cambio, y el momento de ganar el experimento, así que la hice ponerse a cuatro patas frente a la cámara, y me puse detrás de ella. Entonces dirigí la polla a su pequeña y húmeda entrada, para introducirla de nuevo y mientras entraba, gimió nuevamente. Luego, sujetando su esbelta cintura, comencé a entrar y salir rítmicamente de ella, que volvió a gemir con fuerza, mientras la cámara lo grababa todo. Durante unos minutos me la follé así, antes de empezar a aumentar la velocidad, yendo más fuerte y más rápido, y ella también empezó a gemir más y más fuerte. ― ¿Te gusta esto, Sofía? ¿Te gusta mi polla follando tu coño? ―le pregunté satisfecho. ― ¡Si! ¡Si! ―gimió ella. ― ¿Quieres más? ―le pregunté. ― ¡Si! ¡Si! ¡Dame más! ¡Dame más! Quiero toda tu polla. Así lo hice, y continué follando más fuerte y más rápido en su pequeño y húmedo agujero, y ella gemía una y otra vez a la cámara, mientras mi polla iba adentro y afuera de entre los labios de su pequeño coño. Durante unos buenos minutos la sujeté con fuerza y le metí la polla con avidez en el coño, mientras aquella rubia caliente gemía con cada empujón que le daba. Entonces sentí que mi excitación comenzaba a aumentar, y supe que no tendría mucho tiempo antes de acabar, así que comencé a empujar dentro de ella más fuerte y más rápido, y ella gritó mientras lo hacía. ― ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ―gimió una y otra vez. ― ¿Quieres más? ¿Quieres seguir follando conmigo? ―le pregunté. ― ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ―gritó, mientras su cabeza botaba con cada una de mis embestidas. ― Entonces, ¿te vas a tragar mi corrida? ¿Vas a beberte mi semen? ―le pregunté. ― ¡Sí! ¡Sí! Lo que sea. Sigue follándome así, sigue follando conmigo―casi gritó. ― ¡Entonces dilo Sofía! Di las palabras que quiero oír ―le pedí. Ella gimió mientras yo seguía empujando dentro de ella, antes de decir en voz alta― He cambiado de opinión, quiero tragarme tu corrida. ― ¡Sí! ―grité excitado y satisfecho antes de agarrar su pequeña cintura y continuar follándola, dándole lo que me pedía. Durante un minuto más o menos, fui duro y rápido, tal y como ella quería, pero noté que mis pelotas empezaban a apretarse, y después de empuja unas cuantas veces más, la tuve que sacar, para ganar el desafío. Mientras la sacaba de su dulce y húmedo coño, lista para eyacular, la hice poner sobre la espalda, para que su cabeza colgara sobre el extremo de la cama, su boca entonces se abrió naturalmente de par en par, y la cámara pudo grabarlo claramente todo. Antes de ponerme encima de ella, empecé a masturbarme, sobre su boca en espera. Entonces, mientras me frotaba la polla con firmeza y avidez, sentí que mis pelotas se agitaban y que mi semen empezaba a subir, y con un poderoso gemido, lo descargué directamente en su boca abierta. Mi esperma blanco salió disparado y entró directamente a su garganta, casi haciéndola ahogarse, pero se mantuvo en su sitio, y lancé más y más gotas en su boca, y sorprendentemente ella atrapó y tragó cada una de ellas. Entonces, después de varios segundos felices, empapando su boca en mi semen, paró todo y me relajé con un suspiro. Luego me aparté, para que la cámara pudiera recoger claramente su bonita boca cubierta de mi semen. Entonces me senté a su lado en la cama, antes de ayudarla a sentarse, y hacer que mirara a la cámara, entonces dije― Bien Sofía, muestra a la gente en casa, cómo te he hecho cambiar de opinión. Y ella miró a la cámara, sonrió tímidamente, y abrió la boca para mostrar los restos de la sustancia viscosa que todavía estaba allí, antes de tragarla. ― ¿Y lo has disfrutado? ―le pregunté. ― ¡Er...! ―respondió con indiferencia, encogiéndose de hombros. ― Pero lo más importante es que te hice cambiar de opinión, y conseguí que te tragaras mi corrida, ¿verdad? ―le pregunté. ― Sí. Sí lo hiciste ―respondió con un suspiro. ― Entonces sólo hay una última cosa que tienes que hacer. Por favor… ―dije señalando a la cámara. Ella suspiró antes de mirar a la cámara y decir― Me llamo Sofía, y le doy a René permiso para publicar este video en Internet, para demostrar que se cambiar la opinión de alguien… sólo por follar. ― ¡Sí, se puede! ―dije con una gran sonrisa. Entonces miré a Sofía y le pregunté― ¿Entonces, quieres hacerlo otra vez? Ella me miró, suspiró y respondió― De acuerdo, pero esta vez apaga esa cosa. Y lo hice con ganas. Otro relato ... 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