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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Historia de la primera vez con varios hombres
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Mi esposa y yo nos convertimos en swingers hace unos años y nos lo pasábamos muy bien con otras parejas. Una noche, de regreso a casa después de una buena experiencia con otras parejas, le comenté que la había visto con suficiente deseo sexual como para manejar a diez hombres. Se rió y me dijo bromeando que yo debería organizarle una orgía. Le pregunté si hablaba en serio y me dijo― Si tú lo preparas, yo lo hago ―Le aseguré que hablaba en serio y ella aceptó intentarlo.

Intenté varias veces organizar una orgía, pero ninguno de los chicos con los que me puse en contacto querido hacerlo. Todos la querían sola, pero no en grupo. Puse anuncios en sitios swinger y no tuve éxito hasta que recibí un correo electrónico donde un hombre me aseguraba que tenía un equipo de hombres respetables, serios, discretos, limpios y libres de enfermedades. En ese correo afirmaba que se habían unido formando un equipo sólo para satisfacer a las esposas calientes. También proporcionaba referencias y parecía ser una oferta auténtica. Le respondí con otro correo preguntándole algunas cosas más, como edades, lugar de residencia e incluso profesión. Inmediatamente contestó con todas las respuestas y una aclaración, su equipo era de hombres negros.

Mi esposa procede de una familia muy conservadora donde las relaciones interraciales están muy mal vistas y ni siquiera se lo comenté debido a que eran todos hombres negros. Respondí al correo electrónico diciendo que lo consultaría con ella y vería cómo se sentía al respecto. Sabía que no lo haría, así que seguí buscando a un grupo de blancos para una buena orgía, pero nadie parecía interesado. Casi todos respondieron diciendo que no les gustaban los juegos en grupo.

Un día, mi esposa preguntó si realmente había intentado organizar la orgía grupal que habíamos acordado. En ese momento me sentí frustrado al responderle y decirle que los únicos que estaba dispuestos a hacerlo eran un grupo de negros y que lamentaba que no pudiéramos encontrar a nadie más. Me miró a la cara y dijo― No quiero saber nada de eso ― Yo le dije que ya me había parecido que ella no lo haría, así que le proponía abandonar la idea de la sesión de sexo grupal

Unos días más tarde, que ella estaba particularmente cachonda, mientras jugueteábamos en la sala de estar, me preguntó qué haría si ella follara con un grupo de negros. Me reí y dije― Tomar fotos y grabar en video ―Entonces, cuando se quitó las bragas y pude ver que se estaba mojando. También me preguntó si estaría de acuerdo con que tuviera sexo con un grupo de hombres negros. Le dije que me parecía que iba a ser algo muy caliente. Se puso de rodillas y después de bajarme el calzón empezó a chuparme la polla y luego, cuando se sentó encima de mí y se la metió en su coño mojado y goteante y me dijo― ¡Prepárala!

Le pregunté si hablaba en serio y me dijo que hablaba muy en serio, que nunca antes había follado con un hombre negro y quería probarlo.

Le envié un correo electrónico y le dije que lo arreglara con su equipo y que nos veríamos el fin de semana con una habitación lista. Me preguntó cuántos chicos quería, como asumimos que serían solo dos o tres respondí― ¡Todos, los quiere todos!

Respondió que por su parte comenzaría de inmediato a organizarlo todos y le envié por correo electrónico la información del hotel, y fijamos una hora para comenzar a las siete de la tarde. Se lo conté a mi esposa que pareció entusiasmarse cada día que pasaba antes de la cita.

Llegó el día y cuando llegamos al hotel mandé un mensaje informando en qué habitación estábamos. Salimos a comer y a dar un paseo por la ciudad. Volvimos a la habitación alrededor de las cinco de la tarde mi esposa empezó a prepararse. Me aseguré de que había tomado sus precauciones anticonceptivas estrictamente para que no tuviéramos que preocuparnos de que se quedara embarazada.

Un poco antes de las siete de la tarde, apareció el hombre con el que había acordado la cita, iba bien vestido y hablaba correctamente y de forma educada. Habló con mi esposa y le aseguró que no vendrían matones o tipos irrespetuosos y maleducados. Procuró que ella se sintiera cómoda porque todavía estaba muy nerviosa. Durante el viaje me había expresado su preocupación por el tamaño de las pollas de aquellos hombres. Me reí y le dije que había visto demasiadas fotos porno de hombres negros y que no eran tan grandes.

A las siete en punto de la tarde llamaron a la puerta de la habitación. Abrí la puerta y dos hombres entraron, el que había llegado primero les presentó a mi esposa. Lo siguiente que sucedió es que tenía uno comiéndoles la boca mientras el otro le chupaba los pechos y la tocaba con los dedos entre las piernas. ¡Aquello se estaba poniendo increíblemente caliente! Luego volvieron a llamar a la puerta. Abrí y eran dos hombres más. Me di la vuelta y miré al líder que me dijo ― tú dijiste que los trajera a todos.

Mi esposa parecía estar contenta con que fueran cinco, así que los dejé entrar. Para entonces uno ya le estaba comiendo el coño y ella se turnaba para chuparles la polla a los demás. ¡Y aquellas pollas eran enormes, más de veintidós centímetros!

La situación estaba poniéndose cada vez más caliente cuando volvieron a sonar golpes en la puerta. Al abrir me encontré con otros tres hombres. Me giré para mirar a mi esposa que parecía como poseída― Déjalos entrar ― me pidió. Pasaron y nada más cerrar la puerta se desnudaron y se pusieron a trabajarla.

Entonces pareció llegar el momento de la verdad, uno de ellos la puso la puso encima de la cama, sobre sus manos y rodillas, y empujó su polla dentro de su coño mojado. Empezó a follarla empujando con fuerza mientras ella chillaba de placer.

Mi esposa chupaba con auténtica ansiedad la enorme polla de uno de aquellos hombres al tiempo que otro hombre estaba follándola duro en el coño mientras yo hacía fotos y vídeos. Los hombres se fueron turnando para follarle el coño y la boca. En un momento dado, uno de los hombres se puso delante de la cara de mi esposa, tenía una polla enorme, tan gruesa como la muñeca de ella. Yo estaba seguro de que la rechazaría y no se la metería en la boca de lo enorme que era. Pero me equivoqué, cuando más la follaban, más grandes quería las pollas.

Luego, a ese hombre le tocó el turno de follarle el coño. Se puso detrás de ella, cogió su polla con una mano, la frotó varias veces por el reluciente coño de mi esposa y lentamente se la fue metiendo entera, hasta que llegó a golpearle con las bolas. Ella tenía una lasciva expresión de euforia en la cara y sus dedos de sus pies se curvaron con deleite mientras él empezaba a trabajar hacia adentro y hacia afuera. Por su expresión, me di cuenta de que se estaba corriendo de nuevo mientras él le metía y sacaba la enorme polla en su coño como un martillo neumático.

Entre todos se fueron turnando y le fueron follando el coño durante una hora y media. Luego empezaron a turnarse para correrse en su coño. Ella, en éxtasis les rogó que le llenaran el coño de su semilla de hombres negros.

Después de más de dos horas y media, el último de los hombres se corrió finalmente dentro de ella. Todos lo habían hecho por lo menos dos veces, uno de ellos lo hizo cuatro veces. Ella se dejó caer agotada sobre las sábanas de la cama empapadas de sudor con enormes goterones de semen saliendo de entre los estirados labios de su coño, y con una gran sonrisa en la cara.

Los ocho hombres se quedaron un poco descansando mientras hablaban y bromeaban entre ellos. Luego se fueron duchando, se vistieron y se fueron. Cuando cerré la puerta tras el último en irse y nos quedamos solos le pregunté si le había gustado. Me contestó que lo más salvaje que había hecho y que quería volver a hacerlo. Le pregunté si estaba segura porque podría parecer una puta en busca de un grupo de hombres negros para follárselos. Ella solo sonrió y respondió que es una puta en busca de un grupo de hombres negros para follárselos.

Después de aquella noche, ya ha tenido siete intensas sesiones de sexo en grupo con hombres negros. Alguna de esas veces eran solo dos hombres, otras tres. En una ocasión eran seis pero no hemos podido repetir otra con nuevamente ocho hombres. Sin embargo, ella quiere probar con diez hombres negros, de enormes pollas, largas y gruesas, si es que podemos encontrar tantos.

Últimamente le gusta jugar e interpretar papeles, le encanta interpretar el papel de la esposa blanca follaba por hombres negros fuertes y musculosos; también le encanta que la llamen puta blanca.

Desde entonces, no ha tenido nada de sexo con ningún hombre blanco, excepto conmigo. Dice que no tiene ningún deseo de follar con otros hombres blancos. Además, todos los hombres negros que hemos conocido son muy respetuosos y acatan sus reglas. También le encanta el hecho de que la mayoría de ellos están bien dotados y más que dispuestos a hacer de ella una puta blanca bien follada en grupo. Mi esposa se ha vuelto totalmente adicta a las pollas negras para las que siempre tiene abiertas la puerta de su habitación y sus piernas.

Trovador

Otro relato ...




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