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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Joven semental para esposa ardiente
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En casa está siendo difícil lidiar con el asunto del sexo, mi marido ya no es suficiente para mí. Todavía lo amo y no quiero que nuestro matrimonio termine, pero también tengo necesidades. Necesidades que necesitan ser satisfechas. Y si él no lo va a hacer, alguien tendrá que hacerlo. También utilizo a mis juguetes, pero tengo ganas de sentir la piel sobre la piel. Tampoco ha sido fácil para mí, con esos chicos jóvenes que me follan todo el día con la mirada. Esos chicos tienen acceso a otros culos de atractivas jóvenes con los que pueden ir pero aún así no pueden quitarme los ojos de encima. Eso es algo que respalda mi confianza, y me la mantiene. No me duele tener que trabajar duro para tener un cuerpo cuidado y atractivo, es algo que todos pueden ver. Especialmente todos esos jóvenes de diecinueve a veinticuatro años, con sus cuerpos tensos y su insaciable apetito por el sexo. Solo quieren follar. ¿Y quién es mejor para follar que esta mujer sexy que no pueden sacar de sus cabezas?

Mi mente se ha vuelto más cachonda ahora que estoy ayudándoles en sus problemas. Les desnudo con  la mirada y me pregunto como de grande tendrán la polla. También me imagino que me desnudan con sus ojos y tienen pensamientos mucho más sucios que los míos.

Un día, un estudiante que tenía algunos problemas me preguntó si podía ayudarlo y le cité para la tarde siguiente en mi propia casa ya que residía un par de cuadras más allá. Obviamente ese es mi trabajo, pero tampoco podría decir que no aunque ya nos hubiéramos mirado coqueteando con anterioridad. Ahora mismo, él es lo suficientemente mayor como para poder actuar adecuadamente al respecto.

Era un día tan normal como cualquier otro, y me había vestido de manera muy convencional pero llevaba  unos altos tacones rojos brillantes que sabía que él se fijaría, y que luego seguiría mirando por mis piernas sexy y esperaba que eso activara su imaginación.

Llegó antes de tiempo y le advertí que regresara más tarde, cuando las cortinas de una determinada ventana estuvieran corridas a un lado. Una vez que mi esposo se hubo ido, corrí a aquella ventana con emoción. Solo un minuto después, llamaron a la puerta y mi adrenalina se disparó mientras mi coño ya se estaba mojando por lo que pudiera pasar.

Al abrir la puerta me sorprendió ver que no llevaba camisa. Su excusa fue que hacía calor y era cierto; se podía ver el sudor en su cuerpo joven y no podía evitar pensar en arrancarle los pantalones y hacerle una mamada allí mismo, con la puerta abierta, para que los vecinos me vieran. Pero la paciencia es una virtud y la discreción otra igual de valiosa.

Un poco nerviosa, le invité a pasar y le pregunté si quería algo de beber, me dijo que no tenía sed, pero me dio las gracias.

Le llevé a la sala de estar y le hice sentar en el sofá. Le pregunté por su problema y le pedí que me lo explicara detenidamente. El muchacho  habló durante más de una hora sobre sus problemas y las opciones que se le presentaban. Le escuché con mucho detenimiento, tomando notas y haciéndoles algunas preguntas aclaratorias. Me llevó un buen rato pero pronto dimos con la solución a su caso. El problema, es que yo necesitaba encontrar una manera para que se quedara. Él parecía tener la misma intención. Mencionó la piscina, pero mi esposo simplemente la dejó sin llenarse antes de irse y nadie podría nadar en ella durante unas horas. Pensé en algunas otras ideas pero ninguna de ellas tenía sentido. Me estaba quedando sin tiempo antes de que se fuera. Fue entonces cuando se produjo el milagro que me salvó el día.

—¿Sabes que siempre pensé que eras demasiado caliente para trabajar en solitario con alumnos tan jóvenes? —me dijo.

Me sonrojé y no sabía que decir, afortunadamente, el mismo vino a mi rescate.

—¿Por qué querías que esperara hasta que tu marido se fuera? —preguntó con una sonrisa.

Eso acabó por dejarme sin respuestas así que me lancé— Esta es la razón —dije desabotonando la blusa y exponiendo mis tetas mientras me recostaba y levantaba la falda para mostrar mi bien cuidado coño, sin bragas para cubrirlo.

Sin dudarlo, se puso de pie, se agachó delante de mí y comenzó a lamerme el coño como un cachorro sediento. Olas y olas de placer vinieron sobre mí. No podía creer que esto estaba pasando, mucho menos en mi propia sala de estar. Pasé los dedos por su cabello guiándolo hacía mi coño una vez más. Esta vez, su lengua fue donde quería y dejé que me comiera todo lo que pude aguantar, hasta que me levanté— tu turno — le dije con una sonrisa.

Me puse de rodillas y comencé a quitarle los jeans. Podía sentir su palpitante polla, dura como la piedra a través de sus pantalones. Cuando finalmente bajé la cremallera y le retiré el slip, le vi la polla de casi veinte centímetros. No podía creer en semejante tamaño para alguien de su edad. La circunferencia era igual de impresionante. No podía contenerme más, agarré aquella polla y comencé a mamarla como una adolescente, allí mismo en mi  sala de estar. Sorbiendo y chupando su polla, pensé por un segundo que tal vez estaba disfrutando esto más que él. Entonces vi su cara, estaba en completo éxtasis. Me  metí toda su polla en mi boca y antes de que pudiera darme cuenta, mi nariz estaba tocando los músculos de su pelvis. Jugué con mi lengua, arriba y abajo y alrededor. Soltó un par de gemidos, como si fuera a correrse, y me detuve inmediatamente.

—Acabamos de empezar, no puedo dejar que termines antes de que comencemos —le dije. Entonces le tomé de la mano y le llevé escaleras arriba.

Llegué  a la puerta de mi habitación semidesnuda y  con un joven semental de la mano. En ese momento me empujó contra la pared y metió toda su lengua en mi boca y la hizo girar, tan rápido que fue como si estuviera besando un tornado. Luego me agarró de ambas tetas y las masajeó un poco antes de que una de las manos comenzara a bajar más y más. Podía sentir sus dedos llegar a la parte inferior de mi falda y pararse un momento. Con un movimiento rápido, levantó mi falda exponiendo mi coño mojado. Luego, sus dedos encontraron mi coño y rápidamente comenzó a tocarme mientras también prestaba atención al clítoris. Me estaba haciendo todo esto mientras aún me abrumaba con su lengua y aferraba mis tetas con la otra mano. Había cambiado y ya no estaba tan nervioso como al principio abajo.

Me estaba volviendo loca y en todo lo que podía pensar era en sentarme sobre la larga y gruesa polla girando para encontrar ese lugar perfecto.

Debió haberme leído la mente porque me soltó y se sentó en la cama acariciándose la polla.

—Desvístete para mí — dijo.

Me quité la blusa dejando al descubierto un sujetador de encaje, de media copa.

—Sé que querías mi polla, mira cómo te vestiste sabiendo que iba a venir, es solo una trampa ¿Verdad? Bueno, ven aquí y toma lo que necesites —dijo mientras se quitaba los pantalones y los tiraba al suelo.

Casi me arranco la falda cuando me lancé hacía la cama. Luego con un leve empujón, le hice recostarse, levanté una pierna y lo monté. Froté los labios de mi vagina contra su polla. Podía notar la mezcla de su líquido pre seminal y del jugo de mi coño mientras frotaba mi clítoris hacia arriba y hacia abajo. Finalmente me levanté  lo suficiente como para poner su polla hacia arriba y puse mi coño sobre ella, flotando y anticipando. Empecé a bajar lentamente sobre aquella polla dura como una roca. Podía sentir mis labios vaginales tragando la cabeza de su polla. Más y más profundo su pene fue entrando en mí y bajé  todo lo que pude. Luego me fui levantando lentamente hasta que toda su polla salió, tan pronto estuvo fuera, empujé con fueza y la polla se disparó hacia mí. Y comencé a subir y bajar mientras lo montaba. No podía creer que todas aquellas olas de placer vinieran sobre mí. Miré hacia abajo y vi el rostro de aquel alumno que tenía un problema, y quería follarme. Eso es lo que más me excitaba, no necesitaba follarme, quería follarme. Eso me hizo más necesitada de su polla.

Decidí moverme y cambiar de postura, y me coloqué sobre la cama a cuatro patas presentándole mi culo a aquel joven. Mostrándole cómo quería ser follada. Mostrándole mi agujero. Me gire, lo volví a mirar y le dije— Puedes follar cualquier hoyo excepto mi trasero, nada de anal ¿De acuerdo?

Él asintió en señal de acuerdo.

Pronto pude sentir su polla buscando mi coño y encontrando mis perfectos labios vaginales, lentamente me entró desde detrás. Yo empujé hacia él con impaciencia y empecé a  balancearme hacia adelante y hacia atrás. Girando la cadera mientras me metía su polla dentro y fuera. Después de un minuto, más o menos, tomó el control. Se agarró a mis caderas y metió su polla en mi tan fuerte como pudo. Por eso dejé escapar un pequeño gemido.

Comenzó a golpearme tan fuerte como pudo. Tan rápido como pudo. Golpeando dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera... Esto fue así por un tiempo, hasta que soltó una mano de mi cadera y la apoyó entre mis omóplatos dando un empujón hacia abajo. Eso me tomó desprevenida y mi cara cayó hacia adelante apoyándose sobre la cama. Al tiempo, levantó mi culo más en el aire dándole un mejor acceso. Entonces empezó a follarme aún más rápido.

Olas de placer me alcanzaron y sentí que me venía un gran orgasmo. El chico fue implacable y no se detuvo. Yo gemía fuerte con cada vez que me venía, una y otra vez; recubriendo su polla con mis deliciosos jugos.

Finalmente, después de un tiempo comenzó a bombear un poco más lento pero más fuerte. Era como si estuviera tratando de poner toda su polla dentro de mí. Sabía que iba a correrse pronto.

Apreté mis labios vaginales alrededor de su polla, lo que debió haberlo empujado hasta el éxtasis. Lo sentí meterme su polla tanto como pudo y comenzar a respirar pesadamente y gemir. Sentí que el semen caliente salía de su polla, dentro de mi coño. Sentí cada pequeño chorro de su esperma. Él mantuvo su polla  dentro de mi coño hasta que descargó completamente en mí.

Justo en ese momento oí cerrar la puerta de un auto. Miré por la ventana y vi que mi esposo llegaba a casa.

—Mierda, mierda, mierda, debes irte ahora — le dije entrando casi en pánico. Me puse una bata de estar en casa, mientras él se vestía en un tiempo récord.

—Puerta trasera, ve ahora. —le dije susurrando.

Se fue como un ninja, sujetando todas sus pertenencias y corriendo por las escaleras hacia la puerta de atrás. Oí como la puerta trasera se abría y se cerraba mientras bajaba las escaleras abrochando mi bata de estar en casa. La puerta del frente se abrió y mi esposo ni siquiera se dio cuenta de nada. Me quedé como una tonta tratando de encontrar una excusa para explicar por qué estaba en bata. Pero no fue necesario porque pasó junto a mí sin decir nada. Entonces me di la vuelta y subí las escaleras para ir al baño con el semen del joven semental comenzando a gotear fuera de mi coño, y resbalando hacia abajo por mi pierna. Sonreí satisfecha y decidí mantener aquel semen dentro de mí  un poco más. Acostada en la cama, exhausta miraba al techo llena de esperma y completamente satisfecha. La vida de una mujer caliente puede ser increíble.

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Otro relato ...




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