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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
La escondida personalidad de Norca
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Hola les voy a contar como mi compañera de trabajo Norca, y yo, acabamos cogiendo.

Tengo una muy buena relación con ella, siempre había sido un poco especial, y desde el principio me di cuenta que me gustaba mucho y me atraía como mujer. Si bien nunca le había insinuado nada al respecto, creo que es algo que ella lo había notado. A mí, me parecía mujer muy interesante y atractiva.

Norca, es arquitecta, tiene 41 años, enviudó hace 10 años y tiene una hija de 18 años. Es rellenita pero de unas nalgas grandes y apetecibles. Llevamos 12 años de conocernos y trabajar juntos. Siempre disfruté con sus charlas dónde me contaba situaciones que había pasado como mama y esposa.

Desde que enviudó, se dedicó a ser padre y madre para su hija dejando de lado sus necesidades como mujer. Pero ese día en la oficina note que estaba triste, me acerqué a preguntarle que si sentía mal y me contestó que solo estaba triste. Le pregunté por qué y me dijo que ese día, su hija viajaba a Monterrey para continuar con los estudios, y que ella era su compañera, quien siempre la acompañaba.

― Hoy es viernes y vamos tomar unos tragos y a platicar. Voy a ser su compañero todo el día y no te voy a dejar sola ni un momento ―Le dije.

Aceptó y a las 6 tarde nos fuimos a un bar dónde estuvimos tomando unos tragos y platicando diciéndome lo sola que se sentía. Como las 9 noche me dijo― Raúl, acompáñame vamos a seguir tomando los tragos a mi casa.

Pagué la cuenta y nos fuimos, llegamos a su casa y me dijo― Entra y siéntate en el sofá, eres mi invitado especial te voy a servir un trago y continuamos platicando ―Luego, se me acercó y dijo― Tengo mucho tiempo que no tengo relaciones. Desde que murió mi esposo, me dedique a mi hija y ahora voy a estar sola mucho tiempo.

Entonces, le confesé que me gustaba mucho, y que me imaginaba haciéndole el amor de muchas formas. Le dije que imaginaba llenarla de semen en cada parte de su cuerpo. Me incorporé y ya de pie los dos, la apreté contra mí, besándole en la boca, recorriendo con mi lengua todo su paladar y su lengua. Yo sentía la dureza de mi verga a través del pantalón y empecé recorrer sus pechos y las nalgas y de inmediato le empecé a quitar la blusa y después la falda, dejándola solo con su tanga.

Separó su boca de la mía y me dijo― Mi vulva esta empapada de abundantes jugos y siento deseos locos de que me la metas ahí.

Mientras yo seguía tocándole las nalgas y las tetas, me empezó a bajar el cierre de mi pantalón y cuando me la hubo sacado, me dijo que enorme y se agachó e intentó meterse mi verga en la boca pero no le cabía. Me prendía que intentara meterse mi verga y entonces le exigí qué se la metiera toda y dijo― ¡Es imposible! Es muy grande y gorda

― ¡hazlo lento y poco a poco! ― le dije.

Poco a poco se metió mi hermosa verga en la boca, subiendo y bajando con su boca por todo su recorrido y apretando entre el paladar y la lengua la cabeza que, a esas alturas, estaba roja de sangre y dura como el diamante. Mientras me la mamaba, me empecé a desnudar, quitándome la playera y cuando me desabroché el pantalón, ella sacó mi verga de su boca y se acostó en el sofá dispuesta a gozar.

― ¡Alza los pies! ― le dije y empecé acariciar sus piernas de arriba hacia abajo hasta llegar a su panochita apenas cubierta por el diminuto tanguita. Cerró los ojos y se puso a disfrutar. Le empecé a bajar suavemente el tanga por sus piernas y hasta levantó la cadera para facilitar que se lo bajara. Alargué la mano, y sentí como un escalofrió recorría su cuerpo entero al sentir que llegaba a su vulva y abriéndome paso con los dedos, introduje dos en su intimidad. Estaba muy excitada y la raja demasiado mojada, mis dedos salieron escurriendo líquidos vaginales. Se sonrojo cuando me vio llevar los dedos a la boca y limpiarlos sin ningún pudor.

― ¡Que rico! Estas muy excitada ―le dije― Veras como disfrutaremos la noche ―Y empecé a besarle la ardiente vulva mientras estimulaba deliciosamente su clítoris haciéndole abrir la piernas y gemir incontrolablemente. Ya con las pierna bien abiertas, la jalé el borde del asiento del sofá y le dije― ¡Ponte boca abajo empinada! Se dio la vuelta, se acomodó como le dije y separó las piernas. Me fui contra su ano pero no protestó, me dejó hacerlo y se dispuso a disfrutar.

Ella gemía y decía― Tu lengua parece de fuego, tus caricias en mi ano me están enloqueciendo y mi raja ya escurre de líquidos vaginales.

Gemía y gritó― Quiero sentirte dentro de mi vulva ¡Métemela!

Metí sólo la punta en su coño y le pregunte si quería más. A lo que gritó otra vez― ¡Métela toda! Necesito sentirla.

Lentamente introduje el resto de la polla en ella que gemía como loca del placer que le estaba dando. Y comencé a acelerar el ritmo.

Norca, estaba disfrutando algo nuevo, algo que nunca había experimentado. Tenía la cabeza enterrada en el almohadón por mis salvajes movimientos cuando se corrió por primera vez. Seguí sacándole y metiéndole más rápido y ella pronto se corrió otra vez y luego una tercera vez, y luego otra más…

Ella no estaba acostumbrada a una follada constante como esa que le estaba dando y cuando le dije estaba listo para correrme, me pidió que lo quería en su cara, que quería sentir venirme. Abrió la boca y se la metió mientras la follaba de nuevo pero en su boca finalmente sentí que me venía y saqué la verga de su boca me vacié en su cara. En ese momento me dijo― ¡Que rico Raúl! Nunca había experimentado nada cómo esto y nunca imagine hacerlo. A mí me gustaba mucho el sexo y estuve mucho tiempo inactiva. La única pareja que he tenido era mi esposo y no fui muy agraciada ya que no me cogía de seguido pues mi viajaba mucho.

― Vamos bañarnos ―Le dije, y aceptó.

Fuimos al baño desnudos y el agua fue muy agradable. Nos seguimos besando mientras nos mojamos, y le dije― Te voy a romper el culo.

― No Raúl ten compasión de mí, tienes una vergota enorme y yo soy virgen de ahí, te lo suplico no me vayas a destrozar la colita, no sea así, por favor, por atrás no, no. ―me dijo

Ella suplicaba y yo estaba excitado sabiendo que de todas maneras, ese día su culito virgen sería mío.

La tomé de la mano, la saqué del baño y la llevé al sofá. Me senté y e hice que se montara en mi verga y tomándola de la espalda. Le acomodé mi verga en su culito y empecé a meter poco a poco la vergota en su indefenso culito, el cual se cerraba inútilmente, tratando de defenderse del descomunal invasor, hasta meterle toda mi verga.

Me excitaba cuando gritaba― ¡Por favor Raúl no! ―provocándole oleadas de placer que desencadenaban orgasmo tras orgasmos, volviéndola loca y haciendo que sus lamentos se oyeran por toda la casa. Este delicioso tormento duró como diez minutos, hasta que me vine llenándole de esperma su maltrecho culito que recibía el semen apretando la vergota que lo invadía como si tratara de exprimir toda mi leche.

Entonces ella comento― ¡Qué bárbaro, que cogida me has puesto! Ya me volviste tu puta, ya soy una puta ― gemía mientras le chorreaba semen por su culito de lo floreado que quedo.

Nos volvimos a recostar en el sofá y me confesó que le excita mucho que la sometan y al ver como se excita su dominante, ella se calienta más y accede a todo. Con ese comentario. Descubrí la otra personalidad de Norca. Es de esas que se vuelve unas perras calientes, pues después de ahí no hay un solo día que no me la coja o me venga en su boca, y nunca más estuvo sola.

Raúl J.

Otro relato ...




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