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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Marietta actúa
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Luis regresó el jueves por la mañana y trajo el celular.

― Acá tiene, ama, le enseñaré como funciona.

Luego de unos movimientos del teclado aparece perfectamente la pieza 1, el patio, el living y el dormitorio de la Zorrilla. No había movimiento de nada, señal que la Zorrilla estaba en el colegio.

― ¿Está bien bañado, esclavo?

― Sí, limpio y perfumado, ama.

― Quíteme la ropa, esclavo y luego usted se desnuda y se acuesta boca para arriba.

El esclavo obedeció y Marietta dió rienda suelta a sus perversiones. Unas horas después Luis quedó agotado y en aquel estado ya no le servía.

― Ya te puedes largar, te vienes el próximo jueves a la misma hora…¡bien cargado!

― Sí, ama.

Aprovechando que marco estaba en el colegio, Marietta se puso a revisar en su cuarto buscando algo que pudiera ayudarle en su plan. Encontró la libreta de calificaciones que el joven debía entregar a la dirección, la misma libreta que ella firmaba sin mirar. Observó al comienzo del año, la única asignatura que le daba aplazado era, justamente castellano, el segundo mes la misma calificación. Eso le llamó la atención porque en las demás asignaturas tenía sobresalientes.

Siguió buscando, no sabía qué pero siguió hasta que encontró una esquela sin firma  “Alumno Marco: Sus estudios en la materia son insuficiente para aprobar, le sugiero que tome clases particulares para ponerse al día”. Mmm…pensó Marietta, eso pudo ser el principio. Si bien no se ofrecía ella para la ayuda, se podría pensar que tuvieron una posterior conversación en privado. Marietta se guardó la esquela.

Cuando Marco volvió del colegio le anunció algo que le dejó muda por unos segundos:

― Madrastra, esta tarde debo tomar clase de castellano.

Marietta tardó en responder.

― ¿En el colegio, Marco?

― En la casa de la profe Zorrilla.

― ¿Vas tú solo o también otros compañeros?

― Eso no lo sé.

― Bueno, que lo aproveches bien.

― Gracias.

La Profesora Zorrilla era considerada dentro del Colegio toda una Institución, el año anterior había sido premiada por la Dirección como la “Profesora del año”. La Profesora era, sin embargo, el terror de los alumnos. En su clase imperaba el silencio y no volaba una mosca. Ella gozaba con su actitud viendo a todos sus alumnos sumisos a sus pies.

Desde hacía años, venía siendo costumbre que el día de su cumpleaños todos los padres, sin excepción, le hacían hermosos regalos. La calificación quedaba subordinada a la calidad de esos regalos.

Marco, sin embargo, nada le había dicho a su madrastra al respecto y entró en la lista negra al no recibir ningún presente. De ahí que el único aplazado había sido, justamente él. Marco desconocía la realidad de la situación y no sabía a qué se debía su mala calificación pues se consideraba un buen alumno, sino el mejor por lo menos uno de los más estudiosos. Indagó entre sus compañeros y se enteró de la verdad, pero su economía no daba para pagar un buen regalo y sabía que su madrastra tampoco podía costearlo, por lo que lo dejó pasar.

Al ver su calificación, Marco que si bien era muy tímido no era ningún idiota, pidió ver al Director para preguntarle si era correcta la calificación, sin embargo este le había dicho que se tranquilice y estudie más. Al día siguiente la profesora le citó en su casa para tratar su situación.

A última hora la profe le anunció que ha ir a su casa por la mañana para ver si podían arreglar la situación y que si falta a clase, luego ella arreglaría la ausencia con el Director.

Marietta de todo esto lo único que sabía era el mensaje en el que lo convocaba, faltando a clase. Qué pasó durante ese tiempo que estuvo ahí no supo absolutamente nada y la curiosidad le carcomía.

Aquel día que Marco fue a la casa de la Profesora que le hizo pasar a la sala. Le invitó a sentarse y le preguntó si no quiere beber…agua.

― No, gracias profesora.

― Fuiste junto al Director ayer, para tratar algo que tenemos que resolverlo nosotros o ¿qué es lo que piensas que puede ocurrir yendo a llorarle al Director? ―dijo la Profesora, señal inequívoca de que se lo chismoseó el Director.

― Yo no…

―Tú te callas cuando hablo yo ¡Entendido!

―Sí, señora― respondió bajando la cabeza―La profesora lo miró, se tranquilizó y luego con una sonrisa le dijo― Bueno, no debemos tomarlo a la tremenda pero tampoco puedo olvidar esta falta ¿Cómo crees que debemos solucionarlo?  Deberías pagar una multa, si no tienes dinero, que parece ser tu problema, lo deberás hacer en especie.

― ¿En especie?  ¿Cómo es eso, profesora?

― Atiéndeme, pendejo, en la vida todo es oferta y demanda. Sabes que el profesorado no puede mantener sus pequeños lujos con el sueldo miserable que le pagan, por lo que todos nos tenemos que rebuscar de algún modo. Si quieres aprobar, primero debes estudiar, pero con eso no vas a ningún lado si no pagas de algún modo ¿Vas entendiendo hasta aquí?

― Sí, creo que sí ―se apresuró a decir Marco, que sospechaba pero no lo podía creer.

― Con otros alumnos empleo más sutilezas y no creo que sean más inteligentes que tú. Les hablo de mis necesidades y eso se trasforma  en obsequios de los padres y para ello no hace falta que sea mi cumpleaños. Pero volviendo a ti, debes pagar de algún modo y quisiera que me digas cómo. Acuérdate que una mujer de mi edad además de dinero necesita otras cosas, cosas físicas, y en base a ello es imperioso que seas tú el que me haga alguna propuesta decente…o indecente. ¡Piensa!, mientras voy al baño y luego seguimos.

Marco le dió vueltas y vueltas al asunto y no entendía un corno.

Mientras, en el baño la profesora se puso en la piel del muchacho y lleó a la conclusión de que debía aclararle aún mas que necesita aplacar su calentura de algún modo, y que él podría tener la “varita mágica” y si es “varota” mejor. Ya había transcurrido una hora y aun no tenía solucionado el asunto. El Director, que ya no le daba el cuero para esas lides, hace años que ya no pasa casi nada con él. Todo el año pasado se las arregló con un tímido alumno al que lo explotó como quiso. Le gustaban los chicos tímidos, estos nunca le harían daño ni la pondrían en problemas.

― Bueno, pendejo, no tenemos todo el día, espero que ya tengas una propuesta que hacerme, te aclaro que tengo dolores en mi espalda y a lo mejor necesito un masaje o algo que me calme los nervios.

Ahí se le aclaró algo a Marco― Sí, señora, me gustaría pagarle con masajes, con todo el respeto que se merece.

“Por fin”, pensó la profesora, ahora deberá hacerse la ofendida― ¡Pero qué es lo que está diciendo! ―le gritó para luego decirle más bajo― Aunque pensándolo bien me hace falta un buen masaje que me relaje, pero eso no deberás contárselo a nadie, porque si lo haces no sabes en qué problemas te meterás.

― Claro que no diré a nadie, profesora, quédese tranquila.

― ¿Y se puede saber en qué consiste tu masaje, pendejo?

Marco, sopesó la respuesta con la que debía tener cuidado.

― No tengo mucha experiencia, señora, pero creo que deberá acostarse.

― A ver, me acuesto ¿Y después?

Este tira y afloja estaba excitando a la profesora y poniendo nervioso a Marco.

― Y después comienzo el masaje.

― ¿Vestida?

―Creo que debería quitarse la ropa

― ¡Queee! ―Marco palideció, pero al verlo la profe agregó ―Bueno, suponiendo que me quite alguna ropa, solo alguna ¿y luego?

― Derramaré suavemente la crema en su espalda y procederé a hacerle un masaje despacito que irá aumentando poco a poco, luego bajaré y bajaré, pero como tiene ropa puesta en ese lugar volveré a subir, luego le pediré amablemente que se dé la vuelta y le pondré una toalla en los pechos y procederé a hacérselo por adelante y cuando me tome más confianza, a lo mejor se irá sacando más ropa, y mi masaje será más intenso, profesora.

La profesora estaba con los ojos cerrados y con una expresión algo ridícula. Luego reaccionó y volvió a aparecer la bruja― Bueno, está bien, lo haré por esta vez y veremos cómo te portas. Haré como me dices, pendejo y más vale que me guste. Me harás por media hora y volverás el próximo miércoles de tarde. Dirás a tu gente que te daré clases particulares. En esa oportunidad veré si me quito otra prenda más.

Marietta desde su móvil estaba controlando todo y aunque era un video solo tenía cinco segundos de retraso, veía a la profesora que se paseaba ansiosa, podía ver lo que ocurría en aquella casa a través de las cuatro cámaras, y captar el audio del dormitorio, regalo de su esclavo pero para ello debía estar a menos de doscientos metros y si fuera más cerca mejor. Ella en su casa para el video y Luis  a 50 metros para el audio. Cada uno con su propio celular. Luego Luis haría una edición para pegar la grabación al audio con el video y se lo presentará a su ama. Finalmente decidió esperar el video editado para disfrutarlo mejor.

La Profesora Zorrilla no se entendía a sí misma, no podía determinar si estaba nerviosa o ansiosa. El chico no le era indiferente, era tan buen mozo que casi todas las demás profesoras estaban locas por él, pero parece que él no se daba cuenta de ello a pesar de las maliciosas sonrisas lanzadas. Ella sin embargo escuchaba los comentarios pero no participaba, era muy respetada porque ella era el símbolo de la moralidad. No podía negar que las cosas que contaban del muchacho la tenían a mil. Contaban cosas increíbles, que la mujer con quien residía era una mujer que lo mantenía a cambio de sexo. Otras fantaseaban con pasar un fin de semana con el joven. Ella no era de piedra y una mujer, si bien tenía sus 53 años, necesitaba las caricias de un hombre aunque ella prefería los jovencitos. Si la justicia se enteraba de todos los chicos que se tiró la arrestarían inmediatamente.

Sonó el timbre y abrió casi inmediatamente:

― ¡Pasa rápido!

― Buena tarde, profesora

― Veremos si es buena o mala tarde.

― Espera en el dormitorio, traeré la crema para el masaje. ¿Quieres un refresco?

― Sí, gracias.

― Ponte cómodo, si quieres puedes quitarte la ropa para trabajar mejor.

El chico se ruborizó pero no dijo nada, sin embargo cuando la profe volvió se había quitado la camisa, más que nada para evitar alguna reacción de la mujer.

― Voy al baño, cuando vuelva quiero verte más cómodo, ¿no sé si me entiendes…o eres estúpido, pendejo? ―comenzó a enojarse.

El chico se apresuró a sacarse los pantalones y la esperó en slip.

La Zorrilla llegó recién bañada con su salida de baño. Ahí estaba él, parecía un Adonis, era la tentación personificada, un bocado que le enviaba el diablo.

― Prepárate, pendejo, hoy harás lo que te ordene.

Mientras tanto Marietta iba recibiendo las imágenes de la grabación, todo estaba funcionando a la perfección. Apagó el teléfono y dejó que la grabadora hiciera su trabajo. Luís le había explicado que, cuando se editaba, se podía pegar el audio y  parecía como si fuera una filmación. Solo con esto la tenía agarrada a la Zorrilla.

Marietta acostumbrada a la estrechez económica desde el fallecimiento de su marido, que por orden testamentaria debía utilizar un monto mensual que en sus comienzos era holgado cuando Marco era pequeño, luego la inflación hizo que minara el poder adquisitivo de la pensión y ella se las vio negras para sobrevivir manteniendo al chico estudiando.

Aquella era su oportunidad, le apretaría a la Zorrilla por varios frentes, en lo económico y vería si vale la pena también en lo sexual. Ya tenía un esclavo sexual y no estaría demás tener también una esclava. Ya lo vería en su momento, cuando todo estuviera editado como para presentárselo con un lindo moñito rosado.

La parte económica era esencial, debía exprimirla pero no tanto, porque podría desesperarse y hacer una macana. Debía ir con mucho tacto. Lo primero que debía hacer es depositar el pendrive con la grabación en una casilla cuya llave sería depositada en una escribanía con órdenes de proceder si algo le ocurriera, ese sería el primer paso.

Transcurrieron varias horas y Luís llegó para llevarse el celular de Marietta para hacer la edición con audio y grabar en varios pendrive.

A las cinco de la tarde llegó Marco, y Marietta lo miró disimuladamente, no notaba nada anormal en su actitud. Ella no le hizo ninguna pregunta para evitar que el niño le mintiera. Trataría de que él no se enterase de nada.

A las 8 de la noche Luis le envió un mensaje diciendo que todo estaba listo y que mañana de mañana se lo traería. Ahora Marietta estaba pensando en cómo agasajar a su esclavo, se lo merecía.

Marietta conoció a su marido en el velorio de su amiga íntima y de su misma edad que había muerto en el parto de Marco, cuando apenas había transcurrido un año desde el casamiento. Su marido, millonario de 69 años, estaba desolado por su muerte. Marietta lo abrazó y le dijo que se encargaría del niño y que no se preocupase. Transcurrieron los días y Marietta, por ruegos de él, se instalo en la mansión. Pasaron los días y los meses y ella se tomó la costumbre de andar por la residencia semidesnuda, o sea con el viso y absolutamente nada más.  El viejo no se acostumbraba a verla como a una hija y la deseaba con locura. Pero temía herirla y por lo tanto no decía nada, sin embargo iba por la casa como perro faldero.

Marietta vio en el viejo posibilidades y se embarcó a la conquista. No pensaba en casamientos, eso ni le pasó por la mente.

A la noche se sentaban en el living a ver la tele y ella, cuando no tenía al bebé en brazos, tenía un canasto lleno de pochoclos. Ella adoptaba poses que enloquecían al viejo, ella lo sabía y lo que deseaba era que vea su orgullo, su Monte de Venus, su Triangulo de las Bermudas, su hermosa y desaprovechada vulva. Además de sus senos casi vírgenes. Tantos atributos guardados ¿Para quién?

Poco a poco, el viejo tomó confianza y se atrevía cada vez más, le espiaba cuando iba al baño y ella cuidaba que el ojo de la cerradura no quedara cubierto, refregándose parsimoniosamente sus partes íntimas para desesperación del viejo. Ella sentía su respiración agitada y sabía que se masturbaba.

Marietta armó su telaraña y el viejo cayó en ella, al cabo de un mes era su esclavo sexual. Durante ese tiempo le regalaba las joyas más valiosas que ella sabía que habían sido de su amiga, la finada esposa.  Luego el viejo que, debía pensar en el futuro de Marco  y nadie mejor que Marietta para su crianza, le propuso matrimonio.

Marietta abusó del viejo y lo exprimió sexualmente, el viejo era un volcán y los dos eran felices, hasta que un día al viejo le dio un infarto y murió. Marietta lo sintió en el alma, era un hombre formidable y compañero ideal.

No hubo otros hombres en su vida, aunque ahora finalmente   tenía a Luis que le hacía aflorar toda la calentura atrasada que tenía dentro de sí. No quería enterarse si tenía esposa o amante, porque no lo podría aguantar. Tampoco lo quería todo el tiempo, ella era así, por eso su día y el de su esclavo eran los jueves.

Luis estaba feliz aplicando lo que consideraba su hobby, había hecho un trabajo perfecto con su computadora, ahora debía llevárselo a su ama. Marietta a los pocos días de conocerla se convirtió en la mujer de sus sueños, desde que se había separado de su esposa, no había tenido relaciones intimas. Su esposa, que lo había engañado, deseaba volver a su lado y el estuvo a punto de aceptarla cuando ocurrió lo de Marietta. Ahora no existía comparación alguna, su esposa de 65 años y Marietta con 45 más o menos.

Ella le había pedido tres pendrive pero le llevaba cuatro. Llevaba también su notebook pues ella no sabía manejar la de Marco. Le dejaría la suya en préstamo y le enseñaría a usarla. Esperaba con ansias, al igual que Marietta que llegara el jueves para reunirse.

Marietta estaba ansiosa, era su jueves y no se aguantaba más.  Miraba impaciente a Marco que se tomaba su tiempo para ir al colegio, finalmente se despidió y se fue.

Media hora después, muy puntual, llegó Luis que le mostró los pendrive y la computadora pero ella haciendo caso omiso de aquello le besó apasionadamente, luego estuvieron jugando sus jueguitos y tras dos orgasmos ella le dijo― Bueno, esclavo, ahora limpia todo, trae un balde con agua para limpiar mi orina, que quede todo ordenado.

― Como ordene, ama.

Luego los dos ya bañados y vestidos, y todo en orden, se colocaron en la mesa del comedor y Luís prendió su computadora. Era su primer momento serio y el trato debía cambiar, pensó Marietta.

― ¿Quieres una Coca, Luis?

― Bueno, sí, gracias.

Le llevó en una bandeja con unos sándwichitos que había preparado.

― Oh, que rico, Gracias, Marietta.

Ella le dio un beso cariñoso. Estaba empezando una bella relación.

Llegó el momento.

Marietta antes de empezar el video creía que lo tenía todo bajo control, pero a medida que veía a su hijastro en mano de aquella zorra que hacía lo que quería de él utilizando el chantaje, se descompuso y fue corriendo al baño a vomitar.

Al finalizar el video se quedó seria y Luis no sabía qué hacer, a él le había parecido indignante como utilizaba al niño para sus bajos instintos.

Marietta estaba desfigurada por la indignación y la frustración, quería salir corriendo a darle su merecido a aquella mala pesona.

― Debes calmarte, Marietta.

No le dijo nada, pero le acarició el hombro dando a entender que aceptaba el apoyo.

―Esta desgraciada le jugó a mi hijo como quiso, abusó sexualmente de él, ahora deberá pagarlo. Habrá un castigo material y un castigo moral

Haría una nota que iría dentro de un sobre con un pendrive y se enviará por correo certificado.

La profesora estaba dando clase particular a una alumna cuando tocaron el timbre. Le mandó a la alumna a atender y le llevó un sobre y un papel para firmar. Le extrañó, sin embargo, una carta por correo en plena época digital. Sobó la base del sobre que estaba abultado, finalmente lo abrió y encuentró un pendrive.

Profesora Zorrilla:

Me llegó este pendrive que tiene algo que solo a Usted podría interesarle, véalo sola porque tiene un contenido que puede comprometerla.

La persona que me lo envió, dijo que no hay ningún problema y que es normal lo que ahí se ve y que no se preocupe que esto jamás se sabrá. Que ella como mujer madura lo comprende porque también hubiera hecho lo mismo.

De repente, si uno hace un pensamiento absurdo de algo que jamás ocurriría, por ejemplo que varios pendrive de estos llegara a los profesores del colegio, o a los padres de los alumnos o a los alumnos mismos, pero eso solo podría ocurrir en manos facinerosas o de personas de mente torcida.

Le aseguro que se encuentra en buenas manos. Estaremos en contacto.

Una amiga que la aprecia. 

“Dios mío, de qué se tratará?” pensó la profesora.

―Puedes retirarte, vuelve el lunes a esta hora ¿Trajiste el dinero?

― Ya le pagué por tres clases, profesora.

― Ah, cierto.

― Hasta el lunes, profesora.

―Sí, sí…cierra bien la puerta cuando sales.

No bien se retiró la alumna, colocó el pendrive en su notebook y cuando vio la primera escena ya se imaginó el resto, no obstante siguió viendo las imágenes,  eran de lo más elocuentes y además con audio. El vídeo comenzaba cuando ella entraba al dormitorio con su salida de baño y decía―Prepárate, pendejo, hoy harás lo que te ordene.

― Sí, profesora

― ¡En pelota! ―dijo y al instante el niño se quitó su slip y se tapó con las manos. Ella se quitó a su vez el salto de cama y le ordenó―Si quieres un 5 felicitado, hoy harás lo que te diga y nunca más te volveré a molestar, pero atiéndeme bien, pendejo, si alguien se entera de esto o no me gusta cómo lo haces ya puedes ir pensando en un examen de regularización en el mes de marzo del año que viene y deberás pasar por mis manos nuevamente.

― Sí, profesora, haré cuanto me pida y nadie sabrá jamás esto.

― Más te vale.

Marietta estaba enterada del horario de las clases de la profesora y el viernes tenía clases recién a las 10 de la mañana y de tarde iba a otro colegio. Se presentó a las 7.30 de la mañana, tocó el timbre y le atendió la zorra.

― Buen día, ¿la profesora Zorrilla?

― Soy yo, ¿Qué desea? ―dijo amablemente temiendo lo peor.

―Soy la “amiga” que le envió la nota.

― ¡Oh dios mío! ―exclamó. Miró a ambos costados de la calle y le dijo―Entre, por favor.

Marietta entra y ambas se dirigieron al living. La Zorrilla con la mirada al suelo dijo― Ested dirá, señora

― Yo soy la madrastra de Marco.

La profe se puso a llorar― Qué vergüenza, dios mío

― No meta a dios en esto, pero no quiero que se desespere, por eso vine temprano, para tranquilizarla. Como ve, yo pongo la cara para enfrentar el asunto. Quiero que sepa que debe velar por mi salud, porque si algo me pasara a mí o a mi hijastro, este video se hará público. Le cuento eso por si cree que acabando conmigo se acabará el problema.

― De ninguna manera se me ocurriría.

― Bueno, como sea, ya está enterada. Usted sabe que tiene un problema y yo estoy acá para ayudarla a resolverlo. El pendrive me llegó de forma anónima y por lo tanto no se quien pudo hacer tal cosa. A usted le preocupa su persona y a mí me preocupa mi hijastro, ambos aparecen en el video, pero la única que lleva las de perder es usted. De todos modos ninguna de las dos quiere que esto se sepa y en eso estamos unidas. Pero deberá pagar un precio.

― ¿Un precio, ¡dios mío!, ¿cuánto me costará? ―se desesperó la Zorrilla

― ¿Ud. se preocupa del dinero y es su prestigio que está en juego? Su trabajo está en juego. Si esto se sabe, usted irá presa y perderá todas sus cátedras y se pone a llorar por lo que le costará. P¡or favor!

― Sí, sí, sí…, señora, tiene razón.

―Bueno, así está mejor. Comprendo que haya perdido la cabeza por Marquito, es un mozo que deja heridas a su paso, a varones y mujeres, y solo tiene 16 años. No me imagino lo que será cuando tenga 17 o 18 años. No le voy a pedir dinero, tranquilícese―la profe suspiró―el tema, por ahora se reducirá a las notas de Marco, usted. debe ver la posibilidad de que se reciba de Bachiller este año con honores y no solo en su materia sino en todas las demás. Para mí es imperativo que eso suceda a cualquier precio, porque depende de eso para que yo pueda tener mi propia tajada.

― El mayor impedimento hubiera sido el dinero, pero zanjado ese inconveniente, el resto se podrá solucionar, hablaré sutilmente con el Director y las demás profesoras y veré la manera de darle a Marquito las mejores notas, deje eso por mi cuenta.

―Bueno, ahora me llama por favor a mi celular para tener también su teléfono. Como usted sabrá, nuestra relación deberá seguir hasta haber conseguido el titulo con honores. Al menor inconveniente Ud. me llama por teléfono.

La calentura de la Profesora Zorrilla por Marco tenía su origen en la sala de profesoras. Dos años atrás, aquellas   mismas profesoras jamás se hubieran percatado que aquel niño flaquito y tímido se convertiría en el Adonis de hoy. Se había convertido en el ídolo de de las profesoras que hacían bromas fantaseando tener sexo con el chico. Todas reían con las bromas, pero cada una de ellas, en su recóndito interior, mantenía un deseo inconfesable que les servía a mas de una para masturbarse. La mayoría de las profesoras eran mayores de 40 años y con excepción de la profesora Zorrilla y la celadora, todas estaban casadas con hombres maduros y algunas con muy maduros.

La Zorrilla llamó a su electricista Luis, él se fue con cierto temor pero para enfrentar con valentía. Al final no podía acusarle de nada porque para ello debía mostrar el pendrive. Lo que no sabía la profesora es que cuando su ama le pidió la posibilidad de configurar su celular a las cámaras, además del micrófono instaló otra camarilla de alta fidelidad, que hacía tiempo le entregaron para arreglarla y su dueño murió y nadie la retiró.

Luis se presentó ante la profesora que le dijo― Dígame Luis, ¿esas cámaras que colocó son confiables?  En el sentido, que alguien más que yo pudiera verlas.

―Cualquiera que tenga la configuración podrá hacerlo, Profesora. Recuerde que las cámaras que compró son usadas, lo que podríamos hacer, sería cambiar la configuración de las cámaras.

― Hagamos, la primera que quiero que haga y la más urgente es la de mi dormitorio.

― Está bien, Profesora, me la tengo que llevar y se la devuelvo mañana.

― De acuerdo.

Al salir, llamó a su ama para ponerle al corriente.

― No te preocupes porque no haré nada y además le cobraré a esa pervertida.

Ahora debía encontrar la manera de convencer una a una a las demás profesoras. Marco ya tenía un 5 felicitado en castellano.

JJM

 

 

Marco y sus profesoras

Marietta, solo tiene un objetivo, cumplir el testamento de su difunto esposo, y padre de Marco. Que su hijastro terminase su carrera lo más rápido posible y así poder disfrutar ambos de la herencia. Ella hará todo lo que esté al alcance de una madrastra para lograrlo.

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