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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi encuentro con Q
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Entras en un vagón de metro, te sitúas en medio de pie, pues los asientos están ocupados. Miras a tu alrededor y a unos dos metros ves a un hombre alto, vestido de sport, con sus vaqueros y una camiseta blanca. Con la primera mirada no te ha dado tiempo de ver más, pero al rato sientes unas ganas de seguir observando a ese hombre, así que vuelves a girarte disimuladamente y deduces que tiene un cuerpo atlético pues se marca en su camiseta. Intentas mirar si en sus vaqueros esconde algo grande pero a la que vas a bajar la mirada notas que el ve que le miras y decides darte la vuelta.

En la siguiente parada entra una manada de chicos, posiblemente de un colegio, que llena el vagón. Te ves obligada a estar embutida entre todo el gentío. Tienes ganas de que llegue tu parada y salir de ahí, giras un poco la cabeza y de reojo ves algo blanco pegado a tu espalda, es el chico de antes. Lo tienes justo detrás.

Te empiezas a poner nerviosa, sin motivo alguno pero el caso es que estas algo intranquila, cuando notas que algo roza tu culo. Quieres pensar que ha sido un roce fortuito. Tu llevas faldas y cualquier roce se nota por lo que no le das mas importancia. Pero al momento vuelves a notar de nuevo algo que te roza. Afinas los sentidos y crees deducir que es un dedo. Tu instinto te manda girarte e increpar al tocón, pero algo te dice que esperes. Acto seguido notas ese dedo en la parte posterior de tu pierna, debajo del culo, y notas como va subiendo lentamente, subiéndote la falda. Sigues inmóvil, respirando lentamente. Al llegar el dedo a la base de tu culo se para. Algo dentro de ti quiere que siga, pero el dedo se separa de tu cuerpo y la falda vuelve a su sitio. Expiras el aire que contenías y sin saber como descubres que estas moviendo el culo lentamente buscando frotarlo contra alguna parte de ese hombre. No sabes contra qué estás frotándote pero imaginas que es su bragueta. Te empiezas a sentir muy caliente y mojada. Ese hombre que te recuerda a alguien y no sabes a quien está aguantando tus roces, es más no solo los aguanta sino que además hace fuerza contra ti.

Algo de dice que estás actuando mal, pero te encanta la situación, así que decides alargarla un poco. Que habrá de malo en conseguir un calentón. Así que sigues frotándote sin mas. Cuando de repente notas una mano que te rodea la cintura, con eso no contabas. Pensabas que todo se quedaría ahí. Instintivamente escondes la barriga, conteniendo la respiración, hecho que la mano aprovecha para colarse entre el espacio que queda entre tu barriga y la falda. Delante tienes la espalda de un hombre alto que hace que nadie vea nada. Estas aterrorizada, pero excitada. La mano empieza a bajar lentamente por encima de tus braguitas. Y apoya toda la palma de la mano en tu monte de Venus y la sigue bajando hasta dejarla apoyada en tu coño.

Te echa hacia atrás por lo que estás entre la mano y su bragueta. Apretada. Caliente. Notas como su dedo corazón presiona hacia arriba, como queriendo meterse dentro de tu coño. Separado únicamente por la fina tela de la braguita, mojada. Te mueres de ganas de que sus fuertes manos te manoseen todo el cuerpo. Quieres correrte en su cara, notar como te folla pero estás en un maldito vagón de metro!

De repente notas como la mano deja de apretarte, y va saliendo de dentro de tu falda, vuelves a la realidad y notas que el metro va frenando. El hombre saca su mano y se aparta de ti.

Oyes una voz grave pero suave que dice «¿Me permites? Me bajo aquí» Te giras y ves que el hombre te sonríe y pasa por tu lado. Te quedas un rato pensativa, desconcertada, no te esperabas esto y casi sin darte cuenta te encuentras siguiendo a ese hombre desconocido. Entre el gentío del metro, el calentón que llevas y el aturdimiento del momento sucede que pierdes a ese hombre miras y remiras y no lo ves por ningún lado. ¡Maldición!

En eso que salgo del metro, voy muy caliente, tranquilo porque llevo la chaqueta y la gente no puede ver el bulto en mi pantalón de mi polla dura. Pero me muero de ganas por llegar a casas, lástima que la parada llegase tan pronto.

Aprieto a correr entre las y por fin llego a casa, paso del ascensor y subo saltando los escalones de tres en tres. Apenas he cerrado la puerta de casa que ya me estoy desabrochando el pantalón, dejo caer la chaqueta y me voy pitando al dormitorio, llego a la cama que ya tengo el pantalón y los boxers fuera y me echo boca arriba con mi polla dura mirando al techo. Me la cojo con la mano derecha, cierro los ojos e imagino a esa preciosidad de melena morena que minutos antes me ha puesto como una moto estoy muy caliente por lo que decido acabar pronto. Empiezo a mover la mano con fuerza y velocidad, cada vez más rápido, noto como mis huevos se van poniendo duros, se aproxima la corrida, sigo sin parar pensando en la preciosa mujer del metro en lo que sería notar mi polla entrando en su caliente coño cuando noto como la corrida recorre toda mi polla hasta salir, sigo sacudiéndome mientras noto el caliente semen deslizándose por la mano, lo noto en mi estómago mientras voy frenando el movimiento de mi mano hasta parar del todo, mmmmmmmm vaya pajote.

Al cabo de un rato comienzo a arrepentirme por haber sido tan estúpido de bajar en mi parada. Podría haber seguido un rato más. ¿Pero hasta donde me habría dejado seguir aquella preciosidad? Posiblemente estaba aterrada y si no hubiese sido yo quien sacó la mano me la habría sacado ella misma, lástima. 

Pasó el resto del día y no podía dejar de pensar en esa mujer ¿Volvería a verla? Decidí coger el mismo metro a la misma hora para ver si podía encontrarla. Aunque si la volvía a ver no sabría como reaccionar, pues posiblemente ella a estas alturas estaría ya más que arrepentida e indignada.

Llegó el metro, me subí al mismo vagón y me situé en mas o menos el mismo sitio, era la misma hora misma parada, sólo que 24 horas más tarde. Lo malo es que no vi en que parada subió la mujer, por lo que en cada parada miraba a mi alrededor a ver si la veía. A medida que pasaban las paradas tenía más claro que no volvería a ver a esa chica. Tanto es así que dejé de buscar, me quedé ensimismado en mis pensamientos, en la aventurita del día anterior, para ser más exactos, cuando noté un ligero golpe y una voz dulce y femenina que me decía «Disculpa»

Al volver a este mundo y dejar de soñar vi la melena morena justo delante de mi, como ayer, la sorpresa me había dejado inmóvil, aturdido, en eso que noté como su culo volvía a rozar mi pantalón. En ese mismo momento me di cuenta que a la mujer le gustaba el juego, al menos el de los rozamientos y toqueteos. Así que decidí volver a bajar mis manos por su costado, llevaba otra faldita, metí mi mano por debajo y empecé a subir en busca de sus deliciosas braguitas.

Me fui acercando a su braguita y al apoyar la mano encima me encontré con un coñito depilado con apenas una línea de pelos ¡había venido sin bragas! Mmmm eso hizo que mi ya dura polla se pusiese aún mas dura.

La mujer debía llevar rato pensando en ese momento porque enseguida noté la humedad de su coño en la palma de mi mano. La froté con fuerza, me pareció oír un gemido suyo, en cualquier caso seguí manoseándole el coño hasta que decidí follarla con mi mano, le metí el dedo corazón y luego el índice, se deslizaron con facilidad entre sus mojadas paredes.

Ella ladeó la cabeza atrás mientras yo seguía follándomela con la mano, importándome poco si alguien veía lo que estábamos haciendo. En eso que noté como las paredes de su coño presionaban mis dedos y comprendí que se estaba corriendo. Apreté mi mano con fuerza contra su coño para ayudarla a correrse y ahí sí oí un suspiro. Me quedé un rato con la mano dentro de ella, quieto inmóvil. Y vi que mi parada volvía a acercarse. Sin pensarlo dos veces le susurré « ¡Sígueme!»

Saqué la mano, me aseguré que no se me notaba el pollón que tenía bajo el pantalón y salí del vagón, veía como ella me seguía de cerca pero manteniendo distancias, en eso estaba el morbo de la situación, seguir siendo desconocidos, era un polvo furtivo en toda regla.

Salimos a la calle, y nos metimos entre las estrechas calles del casco antiguo, seguimos andando y llegamos al portal.

Cuando en el vagón acababas de correrte y escuchaste la voz en tu oído que decía «sígueme», no te lo pensaste dos veces.

Por vergüenza, por morbo o no sabes porqué, decidiste quedarte detrás de mi todo el rato. Desde detrás, pues lógicamente no parabas de mirar mi culo y su movimiento al andar. Cuando llegamos al portal y empecé a subir escaleras seguiste detrás sin dejar de mirar mi culo, pequeño, duro.

Tenías ganas de poder poner tus manos en el y clavar las uñas. Sin darte cuenta te encontraste delante la puerta de mi casa y yo abriéndola. Una vez dentro y cuando ibas a levantar la mirada viste como sin mediar palabra me giraba y te besaba los labios mientras cerraba la puerta detrás de ti. Enseguida notaste mi lengua metiéndose dentro de tu boca, era un beso fuerte con pasión, te dejaste llevar hasta que decidiste empezar a actuar, me agarraste por el culo y me tiraste contra ti.

Nos besábamos con pasión, tu espalda se apoyó en la puerta de la entrada mientras tus manos recorrían mi culo y mi espalda por dentro de mi camiseta. Empezaste a subírmela mientras yo hacía lo mismo, con un solo movimiento estábamos sacándonos toda la parte de arriba de ropa, al momento notaste mi mano detrás de tu sujetador medio desabrochándotelo medio arrancándotelo hasta que tus tetas quedaron liberadas.

Sin dejar de besarnos juntamos nuestros torsos juntando nuestros pezones. Sin dejar de besarte notaste mis manos en tu estómago subiendo lentamente hacia tus tetas, primero en la base de las mismas, rodeándolas con la punta de los dedos en círculos cada vez mas pequeños hasta llegar a rodear los pezones, que notabas como se iban poniendo duros. luego te los presioné con fuerza con mis dedos pulgares masajeándotelos.

Luego notaste mis manos que se dirigían a tus costados para luego bajar hasta llegar a tu cintura, de ahí las notaste en tu culo y de un rápido movimiento notaste como te subía hasta poner tu coñito pegado a mi ombligo, aguantada por el culo con mis manos. Me rodeaste la cintura con tus piernas mientras seguíamos besándonos. Luego empecé a besarte la mejilla, la oreja, el cuello por el costado. Mi lengua iba dibujando un camino por tu cuello bajando hacia tus hombros y de ahí notaste como se dirigían a tu teta derecha. Te la empecé a chupar con fuerza. El pezón estaba duro de las caricias de antes.

Tu apoyabas la cabeza en la pared y seguías rodeándome con tus piernas. En eso que notaste algo duro apoyándose en tu culo. Rápidamente averiguaste de que se trataba. Te vinieron unas ganas locas de que aquel tipo que no conocías de nada te follara con fuerza, así sin mediar palabra, notabas como te ibas mojando, de hecho te ibas empapando mientras ese tipo seguía comiéndote una y otra teta sin parar. En eso que notaste como te juntaba de nuevo a mi cuerpo y volvía a besarte.

Empecé a moverme por el pasillo contigo encima. Andaba de espaldas a ti por lo que no veías donde íbamos pero si veías como el pasillo iba pasando hasta que notaste que entrábamos en un lavabo y de ahí a una ducha amplia, tipo ducha club, seguíamos besándonos cuando de repente notaste un chorro de agua que caía sobre nuestros cuerpos, no sabías como pero el agua que debería estar fría sin embargo estaba a la temperatura ideal. Tu larga melena se fue mojando mientras seguíamos besándonos. Luego notaste como tus falditas se iban mojando, con un rápido movimiento de pies te deshiciste de los zapatos antes de que se mojaran.

Te dejé en el suelo de nuevo mientras mis manos se situaban en tus piernas e iban subiendo, subiéndote las faldas, tu te morías de ganas por ver la polla que ahí dentro estaba y que veías perfectamente marcada en el pantalón.

Dirigiste las manos a mi cinturón, mis botones y con un solo movimiento me desabrochaste los pantalones, me los bajaste con dificultad, pues estaban ya mojados, hecho que hizo que tuvieras que agacharte hasta que sin darte cuenta te encontraste a menos de un palmo de esa dura polla, sólo separados por la ligera tela de la ropa interior. Pasaste la mano por mi polla por encima del boxer mientras la otra empezabas a bajármelo con cuidado de no engancharlo con la punta de esa polla que te morías de ganas de sentir dentro de tu boca.

Mientras bajabas los boxers abriste la boca todo lo que pudiste y te metiste el capullo entero. La cerraste y la retiraste lentamente saboreándola y notando con tus labios como el capullo se acercaba para salir de tu boca. Oíste un gemido mío. Acto seguido te dirigiste a mis huevos. Los rozaste con la punta de la lengua. Notaste como al momento se iban poniendo duros, mientras notabas mi polla apoyada en tu cara. Te gusta la sensación de tener mi polla en tu cara, y a mi me encanta verte así. Me miraste con ojos de pícara y empezaste a subir la lengua lentamente mirándome a los ojos, viendo como mi cara era de auténtico placer. Pasabas la lengua por el costado de mi polla, subiendo lentamente hasta que al llegar al final volviste a engullírtela de nuevo todavía sin tocarla con las manos. Luego dirigiste una mano a la base de la polla y empezaste a pajearme y chupármela a la vez. Mmm me encantaba esa situación, me flojeaban las rodillas, notaba un placer cada vez mayor que recorría toda mi polla, te dije que pararas pues me iba a correr pero tu seguiste con más pasión hasta que noté como mi semen recorría toda mi polla hasta llegar al final, justo en ese momento la sacaste dejando que mi semen impactara sobre tu cara para luego mezclarse con el agua de la ducha y deslizarse por tus tetas. Sacaste la lengua relamiéndote y mirándome con cara retadora, te pusiste de pie y me besaste en la boca.

Me propusiste ir a la cama. Por el camino nos desnudamos del todo nos tumbamos en la cama, yo estaba encima, de rodillas entre tus piernas. Dejé de besarte y me paré un instante a mirar tu cuerpo, a disfrutar de la vista.

Acerqué mi cara a uno de tus pezones y me lo metí dentro de la boca. Mi polla morcillona te rozaba las ingles. Luego fui bajando, dibujando un caminito con mi lengua llegando a tu ombligo. Lo rodeé y me dirigí a donde quería ir desde un primer momento. Bajé un poco más y rodeé esa línea de pelitos púbicos que tenias hasta llegar a tu ingle, me encantó ver ese coño cuidadito, con los pelitos recortados, me entraban ganas de comérmelo entero.

A medida que te chupaba la ingle tú inconscientemente separabas las piernas más, como invitándome a que te comiera entera. Y eso hice, me dirigí a la parte inferior de tu coño y te rocé con la punta de mi lengua. Eso provocó que tuvieras un espasmo. Levanté la mirada y te miré, estabas mirando al techo con la boca entreabierta, deseosa de placer. Bajé de nuevo la mirada y apoyé mi lengua en todo tu coño, para luego subirla lentamente, saboreándote y seguí lentamente sin meterla, sólo chupándote hasta llegar a tu clítoris. Apoyé la lengua con la parte plana en el clítoris y empecé a moverla de lado a lado. Y de arriba abajo, como un perro que lame un plato. Tu echaste la cabeza atrás y empezaste a gemir suavemente. Alargué una mano para tocarte una teta mientras seguía chupándote el clítoris variando la velocidad y la fuerza. A ratos rápido a ratos lento. Al cabo de un ratito me cogiste del pelo y me apretaste contra tu coño, aproveché para mover la lengua con más rapidez, noté tus muslos que presionaban a cada lado de mi cabeza, tu respiración se aceleraba hasta que empezaste a gemir. Empezaste a mover la cadera arriba y abajo, yo seguía tus movimientos con mi cara pegada a tu coño, sabía que te estabas corriendo. En eso que gemiste más alto y al momento te dejaste caer en la cama, en silencio.

Rodeaste mi cabeza dejándola contra tu estómago, y permanecimos así un rato, reponiendo fuerzas y preparándonos para el siguiente asalto, pues yo me moría de ganas de follarte y me daba la impresión que a ti te pasaba lo mismo.

Te levantaste y fuiste al lavabo, bebiste agua y al salir te abordé antes de que te echaras en al cama de nuevo, pasé mis manos por tu frente echándote el pelo y la cabeza atrás, fuiste retrocediendo hasta apoyar la espalda contra una pared, mientras yo te besaba la boca, la barbilla. Me rodeaste el cuello con tus brazos mientras una de mis manos se dirigía a tu pierna y te la levantaba, situándola al lado de mi cadera. Apretaste los brazos que rodeaban mi cuello mientras mi mano te cogía de la otra pierna, las rodeaste alrededor de mi cuerpo, te pasé el brazo por debajo del culo, y con la otra mano me cogí la polla por la base, y empecé a moverla buscando tu coño con mi capullo.

Al segundo intento noté como había dado con tu agujerito, suspiraste un poco, y dejé lentamente que tu cuerpo bajara un poco mientras mi polla se te iba clavando lentamente. Te seguí bajando hasta que mi pubis presionaba el tuyo, no podía clavártela más. Presionaste con tus piernas y te quedaste inmóvil un rato. Rodeándome con fuerza. Luego empezaste a cabalgar sobre mi, gimiendo en mi oído, marcando el ritmo que necesitabas para notar como te iba entrando y saliendo, rozando las paredes de tu interior. Empezaste a moverte con rapidez, gimiendo, clavándome los dientes en mi hombro, me di la vuelta y nos tumbamos de nuevo en la cama.

Te cogí de una pierna y la subí hasta apoyarla en mi hombro, luego hice lo mismo con la otra, dejando tu coño bien abierto para poder metértela hasta el fondo. Mis huevos golpeaban la parte inferior de tu coño a cada embestida que te hacía. Acerqué mi cara a la tuya y nos besamos manteniendo las bocas a dos centímetros de distancia, sacando nuestras lenguas, entrelazándolas. Para luego besarnos con pasión y fuerza sin dejar de follarte. Luego me dirigía a tu pezón y te lo chupaba. te lo mordía con los labios estirándolo, rodeándolo con la lengua.

Paré un momento, te coloqué de lado, sin sacarla y me puse detrás de ti, seguí follándote de lado los dos desde detrás. Levanté tu pierna para abrirte de nuevo el coño viendo como tu teta vibraba a cada embestida que te volvía a hacer.

Seguimos un rato moviéndonos rápido, lento, acompasados, dejando que el sudor de nuestros cuerpos se juntase. En eso que la saqué, me puse de rodillas, y te pusiste a cuatro patas delante de mí, me agaché un poco y pasé mi lengua desde tu clítoris hasta el agujerito de tu culo, muy lentamente, anunciándote que se acercaba otra embestida.

Cogí mi polla por la base y te golpee con el capullo en el culo, en el coño. luego situé el capullo a la entrada de tu coño, dibujé unos círculos, simulando que lo ensanchaba, para luego darte un golpe de cadera y metértela hasta el fondo de golpe, emitiste un gemido y empezaste a moverte contraria a mis movimientos para que mi polla se clavara más en tu coño. Empecé a moverme rápido. Te cogí del pelo con una mano echándote la cabeza atrás, mientras seguía embistiéndote como a una yegua. Notaba como mi corrida se iba acercando. Empecé a moverme aún mas rápido gimiendo cada vez mas alto. Mis gemidos y mi placer hicieron que tu también te corrieses en ese mismo momento. Al notar como mi semen recorría la base de mi polla la saqué y la apoyé en tu culo. Seguía moviéndome pero esta vez apoyándola en la raja de tu culo hasta que un primer chorro de semen salió disparado hacia tu espalda. Notaste la leche caliente contra tu espalda, otra contracción hizo que otro chorro de semen volviese a salir de nuevo contra tu espalda Te diste la vuelta y recibiste dos chorros más de semen contra tus tetas, me miraste con cara de pícara y te esparciste el semen entre tus tetas sin dejar de mirarme a los ojos y los dos jadeando de placer, sudorosos, sin fuerzas, nos dejamos caer sobre la cama, uno al lado del otro, mirándonos a los ojos, sin hablar, no teníamos nada que decirnos, puesto que éramos dos desconocidos que sin pensarlo dos veces, acababan de devorarse el uno al otro, ni siquiera sabíamos nuestros nombres así que minutos después, tras pasar el éxtasis, comenzamos a sonreír sin saber muy bien que decir, que hacer.

Me fui al baño, me eché agua en la cara para ser consciente de que lo que me había sucedido era realidad y no estaba soñando. Cuando llegué a la habitación, vi que te estaba vistiendo, me miraste y me dijiste que te ibas. Me quedé mirándote fijamente, serio, y sentía como tu mirada traspasaba mi piel. Por primera vez y después de todo lo que había hecho, era consciente de que ella tenía algo que me encantaba, me volvía loco, y decidí no dejarte marchar, quería estar conmigo aunque fuera tan solo una vez mas, besarte, tocarte, chuparte, follarte. Así que me acerque a ti, te dije «Quédate a dormir, ya es tarde, y hoy estoy solo, puedes pasar la noche aquí si quieres, confía en mi»

Tu no conteste, pero como sentías la misma atracción por ti cogiste mi camiseta, te la pusiste, te acostaste en mi cama, olía a mi, y eso te gustaba, te excitaba; te tumbaste a mi lado, me eché un poco encima de ti y te pregunte el nombre, a lo que respondiste con un simple «Llámame Q»

Mi cara se torno en una sonrisa enorme, de oreja a oreja, te abrace y dormimos toda la noche esperando que a la mañana siguiente pudiésemos seguir con algún escarceo más.

J.

 

 

Encuentros con Q.

Estos son los relatos de los encuentros, imaginarios, ciertos, posibles o futuros, de algunos de nuestros amigos con la excitante Q.

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