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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi esposa y un vecino
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Halloween siempre me recuerda a la única vez que mi esposa dejó que uno de nuestros vecinos se acostara con ella. Sucedió cuando vivíamos en una ciudad situada bastante el Sur donde en esa época hace calor. En nuestro vecindario un grupo de vecinos decidimos reunirnos y hacer una fiesta de disfraces con barbacoa. Mi esposa ya había decidido de qué se disfrazaría. Había elegido un disfraz que, de no haber sido Halloween, podrían haber hecho que la arrestaran por exposición indecente.

Su disfraz consistía en unos zapatos negros con tacones muy altos y medias negras de red hasta mitad del muslo sostenidas por ligas negras. Las bragas también eran negras pero remarcadas por una serie de pequeños volantes rojos. El material de las bragas era muy delgado y algo transparente. Supongo que debería haber usado algo más discreto debajo de esas bragas, pero no lo hizo.

El disfraz era del estilo del de las chicas de salón del oeste, sin mangas, muy corto, con muchos volantes y encajes, pero sin mucha tela para el vestido. Apenas cubría las bragas negras y el más mínimo movimiento lo ponía todo en evidencia. La blusa era sin tirantes, de estilo corpiño, era más como una plataforma sobre la que se mostraban sus senos revelando la piel blanca y lechosa entre el bronceado y sus pezones apenas escondidos. Creo que había más tetas en exhibición que cubiertas.

Una hilera de botones rojos corrían por el centro para mantener el vestido unido. Las cintas rojas proporcionaron brillos adicionales al satén negro del vestido. También llevaba una gargantilla negra alrededor de su cuello con un pequeño lazo rojo en un lado. Largos guantes negros de malla sin dedos completan el conjunto. El verdadero secreto de la sensualidad de ese atuendo era la forma en que caminaba con aquellos tacones altos. Sus caderas giraban en un puntal que hacía que su trasero se tambaleara con deleite y sus pechos se movían como dos montones de gelatina.

La mayoría de las otras mujeres también estaban vestidas de manera un tanto provocativa, pero ninguna mostraba tanta piel en esa cálida noche como mi esposa. Mientras tanto, yo parecía ser el hombre invisible, pero confieso que estaba totalmente impresionado por toda la atención que provocaba mi esposa.

Uno de los otros maridos empezó a comentarme todos los trajes de las demás mujeres. Ambos coincidimos en que deseábamos que se vistieran así más a menudo. Hablamos de cada una de las mujeres y sus disfraces. Le dije que me encantaría pasar algo de tiempo con la dama del disfraz de Campanilla, el personaje del hada de Peter Pan, de color verde claro ajustadísimo a las formas de su cuerpo y cubierto de lentejuelas. Era rubia, con un peinado y unas largas piernas que avergonzarían a una modelo. Parecía un poco más sensual que mi esposa. Puede que sólo haya sido el disfraz, pero oye, a mi me gustan las tetas pequeñas.

Cuando comenzó a comentar sobre el disfraz de mi esposa, pude notar una nota extra de lujuria en su voz. Era lo suficientemente como para estar seguro de que si miraba hacia abajo encontraría una tienda de campaña en sus pantalones de disfraz de Superman. Dijo que si pudiera elegir a cualquier mujer, su elección sería mi esposa. Estuve de acuerdo en que se veía absolutamente sexy con ese traje. Me contestó que a ella siempre la veía sexy. Luego se inclinó hacia mí de manera conspirativa y me dijo que a menudo fantasea con mi esposa mientras se acuesta con la suya.

En casa después de la fiesta, cuando mi esposa y yo estábamos en la cama, decidí contarle lo que había dicho su admirador. Le dije que uno de los asistentes a la fiesta tenía fantasías con ella. Ella no me creyó. Cuando le dije que él piensa en ella cuando se acuesta con su esposa, ella dijo que me lo estaba inventando todo.

Una semana después, mi esposa mencionó aquella fiesta de Halloween y lo divertido que había sido tener a todos los hombres, y un par de mujeres, admirándola con su disfraz. Luego me preguntó por el tipo que yo creía que la deseaba. Pero antes de que pudiera responder, me dijo―No, espera, no me lo digas, quiero seguir preguntándome quién es mi admirador secreto.

Unos días más tarde llegué a casa cachondo, la tomé entre mis brazos y la incliné hacia atrás en mi mejor interpretación de un romántico beso de cine. Mientras nos besábamos, puse mi mano bajo su falda y descubrí que sus bragas estaban empapadas. Dijo que ya estaba tan preparada para el sexo como yo. Entonces le pregunté por qué se había mojado tanto.

― Es mi amante de fantasía, he estado pensando mucho en él últimamente ―Me miró con mucha seriedad y me dijo― Tenemos que hacer algo al respecto para que pueda dejar de pensar en él todo el tiempo.

― ¿Por qué no lo invitó y así os lo pasáis bien juntos? ―le pregunté.

― Eso no funcionaría ―dijo ella― No sería capaz de mirar a su esposa a los ojos sin sentirse culpable. Además, no estoy segura de querer acostarme con él, puede que solo desnudarnos o algo así.

Después de mucha discusión, se nos ocurrió un plan. Yo lo invitaba y ella le seducía y, por supuesto, él la vería desnuda. Entonces podríamos masturbarnos todos juntos. Las condiciones sería que su admirador podría tocarla en cualquier parte del cuerpo, pero no la podía penetrar. Tendría que ducharse bien, y venir sin ningún rastro de perfume. No podría decir una sola palabra porque ella reconocería su voz. Si él accedía, ella lo recibiría con los ojos vendados, pero por lo demás totalmente desnuda.

La verdad es que no estoy seguro de cuál de nosotros estaba más entusiasmado con el encuentro con el vecino.

Durante los días siguientes me aseguré de poder hablar con él todos los días y siempre que lo hice me las arregle para mencionar algo sobre la fiesta de Halloween. Esperaba que dijera algo sobre mi esposa. Un día mencioné que todavía estaba pensando en la mujer con el disfraz de Campanilla y él confesó que también piensa mucho en mi esposa. Cuando le dije que podría conseguirle un pequeño show privado, pareció muy interesado.

Le expliqué las condiciones y que lo más importante era que él debía permanecer totalmente desconocido para ella. Estuvo de acuerdo con sus reglas y fijamos la fecha para el siguiente martes por la noche. La noche de ese día solía llegar tarde a casa del trabajo y de esa manera no tendría que inventar ninguna historia para contar a su esposa.

Durante unos de días mi esposa estuvo nerviosa pero muy caliente. Hacíamos el amor cuando llegaba a casa y antes de acostarnos y antes de levantarme de la cama por la mañana. Su anticipación estaba haciendo maravillas en mi vida sexual.

Por fin llegó el martes por la noche. El plan era que me encontraría con él en un estacionamiento y lo llevaría de regreso a nuestra casa. Mientras tanto, mi esposa preparaba el cuarto de huéspedes y nos esperaría con los ojos vendados y acostada en la cama del cuarto de huéspedes. Nosotros entraríamos a escondidas por el garaje con ella arriba esperándonos.

Cuando llegué acompañado del vecino, la casa estaba tranquila y parecía vacía. Lo hice pasar a la sala de estar y esperar en el sofá. Fui rápidamente a comprobar que todo estaba listo ya; mi esposa ya estaba desnuda y acostada en la cama. Le puse la venda en los ojos y comprobamos que no podía ver nada.

Regresé con nuestro vecino y le dije que todo estaba listo, pero que tenía que desnudarse. Estuvo un poco reacio a desnudarse hasta que vio que yo también me desnudaba. Le recordé la obligación de silencio y me aseguré de que no usara ninguna colonia que mi esposa pudiera reconocer.

Minutos después, nos dirigimos al cuarto de huéspedes, abrí la puerta e invité a nuestro vecino por medio de señales con la mano. Al entrar, emitió un grito sofocado pero perfectamente audible. Puse un dedo en mis labios y le recordé de nuevo que guardara silencio. Obviamente, mi esposa ya sabía que estábamos en la habitación.

Estaba tumbada de espaldas, con las sábanas completamente a un lado. Tenía las piernas estaban abiertas y su coño parecía muy húmedo. Sus brazos estaban extendidos hacia los lados de la pequeña cama de matrimonio. Lo único que la cubría era la venda negra sobre los ojos.

Le hice un gesto al vecino de que se fuera hacia un lado de la cama y yo me fui al otro. Arrodillándome en el borde de la cama le hice señas para que hiciera lo mismo. Luego puse mi polla en la mano izquierda de mi esposa y él puso su miembro en la mano derecha. Las dos eran similares en tamaño y me hice la pregunta de cuánto tardaría mi esposa es decir quién era quién. Ella agarró nuestras pollas y empezó a acariciarlas. Miré a nuestro vecino que sonreía de oreja a oreja y que me señaló sus bonitos y pequeños senos. Asentí con la cabeza mientras extendí la mano para pellizcarle el duro pezón entre el pulgar y el índice. Él siguió mi ejemplo y ella gimió un poco mientras aumentaba la velocidad a la que nos masturbaba.

Mi esposa movía la cabeza de un lado a otro. Entendí que estaba tratando de saber quién era quién. Luego ella le tiró de la polla al vecino hasta que él se colocó sobre la cama. Vi una sonrisa en su cara cuando ella giró la cabeza se y se llevó la polla a la boca. Yo estaba bastante seguro de que ella se había dado cuenta de quién era quién con sólo tener nuestras pollas en sus manos.

Los días previos habíamos discutido lo que ella iba a hacer y había insistido en que no iba a permitir que él metiera la polla dentro de ella. Yo había asumido que ella no quería decir nada de masturbar o chupar. Pero con mi mujer, dos o tres cervezas lo cambian todo.

Nuevamente hice un gesto para que nuestro vecino se asegurara de que permaneciera en silencio. Luego me arrastré entre sus piernas y empecé a comer su coño mojado. Apenas había empezado a hacerlo cuando ella experimentó su primer orgasmo de la noche. Sus muslos temblaban y luego se apretaron alrededor de mi cabeza.

Me levanté y miré a nuestro vecino señalándole a él y luego al coño de mi esposa. Se arrastró hasta meterse entre sus piernas y empezó a chuparle el clítoris. Ella alargo las manos y se agarró con cada mano al pelo haciéndole mover la cabeza, hacia adelante y hacia atrás exactamente donde ella lo quería. Muy rápidamente su cuerpo comenzó nuevamente a temblar, y sus piernas también temblaron, cuando tuvo su segundo orgasmo de la noche

Di un paso para poner mi polla en la boca de mi esposa que empezó una comida lenta. La vi sujetar sus piernas alrededor de la cabeza y los hombros de nuestro vecino. Intercambiamos los lugares un par de veces y le dimos varios orgasmos más con sexo oral. Me sorprendió un poco en uno de los intercambios cuando en lugar de ponerle la polla en la boca, empezó a besarla, a chuparle las tetas y chuparle la lengua.

Entonces decidí cambiar un poco las cosas y me arrastré entre sus piernas presionando mi pene contra su coño empapado. Jodimos de esa manera durante un tiempo mientras nuestro vecino nos miraba y ella le volvía a chupar la polla. Decidí que no quería acabar dentro de ella, así que salí y le ofrecí el coño al vecino. Él se arrastró entre las piernas de ella, pero antes de que pudiera metérsela, ella le recordó el acuerdo de que no había penetración. Nuestro vecino que es un caballero se contuvo y se limitó a frotar, con la punta de la polla, el clítoris y alrededor de los labios del coño. Y así, sosteniendo su tieso pene con la mano iba frotando con la cabeza de la polla el suave capullo del brillante clítoris de mi esposa. Cuanto más se lo frotaba él, más me la chupaba ella a mí. Entonces sus piernas comenzaron a sacudirse de nuevo mientras ella tenía un orgasmo.

Miré al vecino y luego le pregunté a mi esposa si podíamos corrernos en su coño. Su respuesta fue muy simple, no paraba de repetir la palabra―Sí.

Entonces puse mi polla muy cerca de su coño, ella abrió las piernas bronceadas con las rodillas en el aire en lo que me gusta llamar "la pose de los arcos dorados". Luego uso sus manos para separar los labios rosados de su coño y abrirlo. Su túnel de amor se convirtió en un blanco perfecto. Miré a nuestro vecino que estaba acariciando furiosamente la polla contra el pecho derecho de ella. Sus ojos estaban fijos en el rosado coño de mi esposa con aquella oscura y pequeña caverna en forma de almendra en el centro. Momentos después le disparé mi caliente carga de semen en el coño. Alrededor de la mitad de ella goteaba en su canal de vaginal. Cuando terminé, ella movió sus caderas para apuntar su coño ya cubierto de semen hacia el lado de la cama donde estaba nuestro vecino. Este se acercó, de nuevo frotando la cabeza de su polla en su coño cubierto por sus jugos y mi semen. Creo que él podría haber metido toda la cabeza de su polla dentro de ella, pero nada más que eso porque no hubo movimientos de empuje. Además, ella no dijo nada, así que asumí que lo que él estaba haciendo estaba bien para ella. Luego retrocedió un par de centímetros, más o menos mientras eyaculaba sobre su coño. Mientras él se estaba corriendo, ella mantuvo los labios abiertos lo más posible separándolos con las manos. Cuando algo de su semen comenzó a correr hacia su culo, ella usó sus dedos para recogerlo y llevarlo de nuevo en su nido de amor. Para cuando terminó, creo que ya había metido todo el semen de nuevo en su pequeño coño. Luego, dejamos que pasaran unos minutos para que nuestra respiración volviera a la normalidad.

―Bueno chicos ― dijo― esta es una oferta única: si alguien quiere preparar otro lote de crema caliente para mí, ahora es el momento.

Miré a nuestro vecino que estaba acariciando su polla semi rígida para otra ronda. Le dije que su admirador secreto estaba trabajando en una segunda carga para ella. Ella sonrió y dijo― Me gustaría que él colocara su gran polla contra mi coño de nuevo―luego añadió―Si eso ayuda.

El vecino se arrodilló entre sus piernas y empujó su pene enardecido contra su coño mientras ella seguía manteniéndole el coño abierto para él. Mi esposa empezó a usar sus dedos índices para frotar la cabeza de su polla, guiándola alrededor de su agujero de placer. Cuando la polla del vecino alcanzó su pleno potencial, su mano derecha acariciaba la cabeza de la polla y los dedos de su mano izquierda formaban una “V” para mantener su coño abierto. Mientras ella lo acariciaba, mantenía mantuvo la cabeza de su pene girando y girando justo a la entrada de su túnel vaginal, de hecho, tenía el extremo púrpura hinchado de su polla frotando las paredes de la entrada de su vagina. Cuando su cuerpo se endureció al comenzar a correrse, él empujó su pene con fuerza, presionando su mano contra los pliegues de sus labios del coño de mi esposa que jadeó y respirando hondo soltó un persistente―Ahhhh.

Esta vez ella no tuvo que hacer nada para mantener toda la semilla dentro de ella. Después de que él terminó de correrse en su coño, ella le sostuvo firmemente la polla. No sé cuán profundo estaba dentro de ella, pero sólo la parte de su pene que cubrían sus dedos no estaba dentro, entre las paredes del apretado coño de mi esposa.

Después de que nuestro vecino se fuera me acosté con mi esposa y hablamos sobre la experiencia. Ella dijo que pensaba que era lo más travieso y sexy que había hecho en su vida. Y que no saber quién era, había añadido picante a la experiencia. Le pregunté si quería hacer esto de nuevo, pero se negó, diciendo que por muy sexy que fuera, había echado de menos la experiencia visual de ver todo su cuerpo y que había echado de menos ver la mirada en su cara cuando él se estaba corriendo.

Vivimos en ese barrio un año más o menos antes de ser trasladados. Hablé con nuestro vecino a menudo y él siempre me recordaba lo bien que lo pasó con mi esposa y cuánto le gustaría volver a hacerlo.

Aquella experiencia tuvo un efecto duradero, desde ese día en adelante mi esposa nunca se perdió ninguna de las fiestas de los vecinos. Y después de cada fiesta siempre estaba muy caliente. Me dijo que el saber que alguien en la fiesta sabía más de ella de lo que ella sabía de él la excitaba mucho. Sus bragas siempre estaban empapadas cuando llegábamos a casa. Una vez me dijo que a menudo pensaba en su admirador misterioso y que se ha masturbado mientras se imaginaba a todos los chicos del vecindario en sus fantasías. Traté de usar la excitación que sentía para convencerla de que tuviera más sexo con los ojos vendados, pero nunca más aceptó.

Christian

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