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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Noveno día
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Estamos en el noveno día de encierro, mi tía Bárbara y yo juntos en su casa. Este día salí de la ducha y entré en el dormitorio, me puse unos vaqueros, una camiseta y bajé las escaleras hasta la cocina para encontrarme con que mi tía Bárbara estaba haciendo una taza de té.

Le comenté que se veía muy bien en su bata, una prenda vieja de toalla blanca, atada al frente y que solo le cubría hasta el culo.

Me senté a la mesa y me pasó una taza de té― muchas gracias ―Le dije y encendí la televisión de la cocina. Las noticias hablaban del virus. Si alguien quería más información debía llamar a un número que aparecía en la pantalla. En el noticiero estaban diciendo que podría extenderse el confinamiento por dos semanas más.

Me volví y le dije a mi tía Bárbara que eso significaba que quizás no podría regresar a mi casa después de los catorce días de encierro con ella.

― Eso espero ―dijo mi tía con una sonrisa.

Levanté el teléfono y marqué al número que salía en la televisión y expliqué la situación. Una amable joven dijo que debíamos estar catorce días encerrados pero que se había extendido el encierro por dos semanas más en algunas zonas, lo que significa que no podría viajar y tendría que quedarme dos semanas más pero podríamos salir a comprar comida y cosas esenciales.

Mi tía me preguntó― Vamos, dime qué te han dicho.

Le dije que teníamos que terminar el encierro de catorce días pero parece que tendría que quedarme por otras dos semanas más.

― Genial ―Me dijo con una sonrisa en la cara.

― ¿Necesitamos comida o algo? ―Le pregunté.

― Estamos empezando a agotar algunas cosas.

― Hazme una lista y le enviaré un mensaje de texto a un amigo para que nos traiga el pedido.

Le envié un mensaje a mi amigo dándole la lista de lo que necesitábamos y le expliqué la situación. Él me respondió― Sin problemas, lo haré lo antes posible. Un par de horas más tarde mi amigo me envió un mensaje para decirme que estaba en camino con la compra. Cuando llamaron a la puerta pude ver a mi amigo poniendo cerca de la puerta unas seis bolsas de compras, un par de cajas de vino y un par de cajas de cerveza. Luego lo vi irse en su coche. Abrí la puerta y empecé a meter las compras, ya que mi tía Bárbara estaba todavía con su pequeña bata. Recogí todas las compras de comida y bebidas y Empezamos a guardar todo.

Empecé a guardar el vino y la cerveza y cuando me di la vuelta vi que mi tía Bárbara se estiraba para poner las cosas en el armario de arriba y su bata estaba a medio camino de su culo. No pude resistirme y puse mi mano en ella y pronto empecé a tocarla con el dedo por la espalda.

Ella me dijo que no se podía detener y que la dejase guardar las cosas primero― Ya sabes lo que eso me provoca.

Yo me reí y quité la mano, ella giró la cabeza y sonrió. Luego me dijo― ¿Me preparas una taza de té y así te comportas y puedo terminar?

Le hice una taza de té y me senté a la mesa, mi tía terminó de guardar la comida y luego se sentó conmigo y empezamos a charlar sobre esto y lo otro. Mientras estábamos sentados allí pude ver que los pezones de mi tía estaban semiduros. Así que pensé en excitarla un poco y empecé a frotar el interior de su muslo subiéndola hasta su coño. Pronto ella se estaba moviendo y abrió las piernas ligeramente aún seguí hablando con ella. Entonces, de repente empezó a deslizarse por la silla dándome más fácil acceso a su coño. Deslicé mi dedo en el agujero de su coño y empecé a hacerle un dedo. Entonces ella empezó a gemir y gemir arqueando y levantando su trasero de la silla. Luego levantó una pierna y la puso en la mesa. Así yo ya tenía total acceso a su coño completamente afeitado, Pensé que era buena idea ver si podía hacerla chorrear así que empujé dos dedos dentro de su coño y empecé a trabajar con ellos allí dentro. Enseguida ella abrió completamente su bata y empezó a frotarse las tetas y pellizcarse los pezones que ahora estaban duros como una roca.

Empecé a mover rápidamente mis dedos dentro de ella que se puso a gemir y gritar― ¡Joder! ¿Qué me estás haciendo?

Entonces me di cuenta de que estaba empezando a chorrear. Debió haber salpicado fuerte porque la parte interna de mi brazo estaba mojada. No podía creer lo que mi tía me seguía diciendo― ¡Joder! ¿Qué me estás haciendo? Me estoy corriendo con eso.

Me dolía la mano y ya no pude seguir metiéndole los dedos y los saqué completamente empapados y ella aún estaba mucho más empapada. Sus jugos le corrían por las piernas y por todo mi brazo y mi mano.

Ella recostó su cabeza y miró hacia mí preguntándome melosa que había hecho. Me paré, le sonreí y le dije que acababa de hacer un chorrito.

― ¡Oh Dios mío! ―dijo ella― mira que desastre hiciste en mi bata, también está empapada.

Me incliné hacia adelante, coloqué mi lengua en su boca y comencé a besarla. Ella pronto respondió a mis besos y entonces comenzó a desabrocharme los jeans tirando de ellos hacia abajo para revelar mi polla ahora dura como una roca. En poco tiempo ella había conseguido pasar sus labios alrededor de ella y me estaba la chupando de ella alrededor. Se la metió casi toda en su boca y garganta con que pronto podría sentirme listo para correrme y se lo dije― ¡Oh Dios! voy a correrme ahora

Ella sacó rápidamente mi polla de su boca y comenzó a masturbarme con su boca abierta. De repente empecé a cubrir su cara y su boca de semen caliente y cremoso, chorro tras chorro.

¡Oh Dios mío! qué jodidamente cachonda se veía cubierta de mi semen mientras lamía de la cabeza de mi polla hasta la última gota.

Pensé para mí mismo que mi tía Bárbara es una sucia perra caliente. Entonces me tranquilicé y dije que era mejor que nos ducháramos. Nos reímos los dos y luego nos fuimos a la ducha. Allí ella dijo que era mejor terminar aquello allí. Yo pensé― Dios mío, me está matando― Nos duchamos pero, en la ducha ella se puso de rodillas y chupó mi polla una vez más. Le metí una carga por segunda vez en la boca y ella se lo tragó todo, luego se levantó y dijo― Me encanta que estés aquí conmigo, has puesto mi vida patas arriba ¡Te amo tanto!

Luego de que terminamos de ducharnos, se vistió y bajó las escaleras. Luego nos sentamos otra vez a ver la televisión un rato y me quedé dormido.

Cuando me desperté, mi tía me preguntó― ¿Quieres comer algo, cariño? Son casi las seis.

― ¡Dios!, debo haberme dormido, lo siento.

― Está bien ― dijo con una sonrisa en su cara ― debías estar cansado.

― La cena estará en una media hora más o menos ―dijo, y un poco más tarde nos sentábamos a cenar tomando yo una cerveza y ella un vaso de vino.

― ¿Cómo te sientes? ―Le pregunté.

― Me siento muy bien, estoy muy contenta de que te quedes más tiempo conmigo, no tengo ganas de que te vayas y me dejes sola, y sabes que no es sólo el sexo contigo, me encanta tu compañía también.

― Lo sé, pero también te encanta el sexo ¿no? ―Le dije.

Ella se rió y dijo― Por supuesto que sí. Nunca he tenido tanta polla en mi vida.

Después de la cena nos mudamos a la sala de estar y nos sentamos en el sofá. Mi tía Bárbara se acurrucó a mi lado con su copa de vino y yo mi cerveza y me dijo― ¿Puedo hacerte una petición?

― Por supuesto, lo que quieras.

― Esta noche cuando nos acostemos, quiero que me hagas el amor, no sólo que tengas sexo conmigo, ¿crees que podrías hacer eso por mí?

― Para ti cualquier cosa ―Le dije y ella sonrió y puso una cabeza cerca de mi cuerpo. Seguimos viendo la televisión un rato más hasta que ella dijo― Ya estoy lista para la cama ¿Tú estás también?

― Si, por supuesto que lo estoy.

Subimos las escaleras hasta la habitación de mi tía que corrió las cortinas y se dio la vuelta. Me acerqué a ella, la besé profundamente y empecé a quitarle la ropa mientras ella me quitaba la mía. Luego nos metimos en la cama y tiré de la colcha hacia atrás, Mi tía se me acercó y comenzó a besarme apasionadamente y de manera muy significativa. Ella me susurró―Nunca antes sentí nada como esto.

Mientras nos seguíamos besando, tiré de mi tía encima de mí y la seguí besando, y acariciando su espalda. Ella empezó a empujar un cuerpo contra mí sin ningún esfuerzo. Mi polla estaba completamente dura, frotándose entre los labios de su vagina. Mi tía separó sus piernas suavemente, mientras nos seguíamos besando. También le besé el lado de su cuello y luego de vuelta a sus labios. Podía sentir su humedad entre las piernas mientras goteaba sobre mi cuerpo. Mientras me arrastraba sobre mí, de repente la cabeza de mi polla estaba empujando sin ningún esfuerzo para entrar entre los húmedos labios del coño de mi tía. La cabeza de mi polla pronto quedó enterrada dentro de ella.

Ninguno de los dos se movía mucho, yo tenía una mano en su pecho jugando con sus pezones, mientras ella me besaba apasionadamente y simplemente levantaba su trasero en el aire lentamente, sabiendo que la cabeza de mi pene comenzaba a hundirse un poco más cada vez en su coño, mientras yo empujaba hacia el coño de mi tía, ella empujaba hacia abajo contra mí. Esto no era sólo follar, estábamos haciendo el amor y ella abrió sus piernas un poco más para dejar que mi polla se hundiera más en su coño. Ahora podía notar a mi tía mojándose mucho más cuando mi polla, larga y gruesa, empezó a hundirse mucho más hasta que entró por completo dentro del pequeño y apretado coño de mi tía. Toda mi polla estaba ahora estirando su coño pequeño y apretado. Yo me notaba muy dentro de mi tía, tiré de ella cerca de mí y la besé profundamente. Entonces pude notar todo el cuerpo de mi tía empezar a temblar y estremecerse. Yo ya sabía muy bien que aquello era un orgasmo.

Moví mi polla dentro y fuera de su coño lentamente, tomando mi polla hasta la punta de los labios de su coño y luego empujando suave pero firmemente en lo más profundo dentro de ella, Mi tía estaba ahora tan excitada que empezó a gemir― Quiero que me ames Esteban.

Seguimos haciendo el amor por otra media hora o más. Yo estaba tratando de contener mi orgasmo pero no pude contenerlo por más tiempo. Puse mis dos manos en las nalgas del culo de mi tía y se las separé, luego empujé lenta y suavemente con mi polla y en pocos segundos empecé a disparar mi semen; tres o cuatro largos chorros de semen caliente y cremoso en el interior del coño de mi tía

― Puedo sentir tu orgasmo dentro de mí ¡Dios! tu polla y tu semen dentro de mí se sienten tan bien. Nunca antes había tenido esa sensación. ¡Me encanta que me hagas el amor! ―me susurró al oído.

Dicho esto, nos apretamos el uno al otro y nos besamos, y al final nos quedamos dormidos en los brazos del otro. A la mañana siguiente me desperté, giré la cabeza y mi tía seguía tirada mitad encima de mí y mitad en la cama. Cuando me moví, mi tía abrió los ojos, me miró y me dijo― Hola, cariño, ¿estás bien?

― Sí, estoy bien ―Respondí suavemente.

Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Luego se inclinó hacia mí y me besó suavemente en los labios. Luego yo volví a besar a mi tía, pero esta vez empecé a besarla con un poco más de pasión. Pronto pude notar mi polla endureciéndose como la mayoría de las mañanas, luego sentí la mano de mi tía bajar por mi pecho y mi estómago hasta que tocó la cabeza de mi polla en su mano. ― ¡Oh Dios! Me encanta acariciarte la polla y jugar con ella.

Se inclinó besándome y luego nuestras lenguas empezaron a bailar en la boca del otro. Pronto levantó su pierna sobre mí, puso su mano en la parte de atrás de ella para agarrar mi polla y guiarla hacia un coño.

Esta vez no quise ir despacio empujé dentro de mi tía tal vez la mitad de mi polla. Ella gritó ― ¡Mi puto Dios oh Dios esa polla tuya es jodidamente grande!

Yo empujé y empujé mi polla dentro de ella. Entonces me giré y luego me senté y me la cogí a las primeras luces del día haciéndola gritar diciéndome que quería más polla y diciéndome que se corría.

Me la cogí muy duro y muy profundo. En poco tiempo estuve listo para disparar mi semen, pero esta vez en lugar de dejarlo dentro de su coño, saqué la polla y me pajeé encima su coño, dejando caer todo mi semen por su cuerpo. Ella tenía mi semen en sus tetas, en su vientre y en todo su cuerpo.

Ella tenía goteando los labios de su coño que ahora estaban rojos e hinchados. Mi tía se veían jodidamente sexy cuando me incliné hacia atrás mirándola. Ella colocó sus piernas bien abiertas y caí de rodillas y empecé a lamerle el coño. Encontré su clítoris y empecé a chupárselo y lamérselo.

Ella empezó a gritar― ¡Oh, maldito sucio bastardo! ¡Oh, Dios mío, me vas a hacer correr!

Yo continué lamiéndole el coño y empujando la lengua entre los labios de su coño, lamiendo y chupando. Pude sentir a mi tía Bárbara soltando sus jugos en mi boca y pronto llegó al orgasmo. Bebí cada gota del dulce jugo de su coño y luego subió por cuerpo, puse mi lengua en su boca y me devolvió su lengua en respuesta.

Cuando rompimos el beso ella dijo― He podido saborear el jugo de mi coño donde me has estado lamiendo y también puedo saborear tu semen en mi boca Nunca en toda mi vida he conocido a nadie que sea tan caliente y tan sucio pero tan sexy como tú ¡Te amo!

Luego regresamos a la ducha, lavé a mi tía Bárbara y ella me lavó. Luego nos vestimos y bajamos las escaleras. Ella se paró en el fregadero de la cocina con el sol brillando a través de la ventana son una pequeña y apretada camiseta y los pezones asomando por el material. Me acerqué a ella por la parte de atrás besándola en el cuello, luego la di vuelta y la besé en los labios metiendo mi lengua en su boca.

Luego le dije― Tía Bárbara te quiero también ― ¿Tía Bárbara, estás sonriendo? ―Le pregunté al verla de tan buen humor.

― Me siento como una niña pequeña porque me haces sentir muy feliz por dentro ―dijo.

― Yo me siento como un niño con todos sus regalos de cumpleaños a la vez. No debería decir esto, pero este encierro está siendo genial para mí.

― ¡Oh, cielito! Y he pasado de no tener polla a tenerla tres o cuatro veces al día. Te amo Esteban.

Esteban

 

 

Mi tía Bárbara

Esteban es un amigo y colaborador que nos cuenta como va pasando la cuarentena encerrado en casa de su tía, solo ellos dos. Día a día, nos relata como le va y las cosas que hace con su tía Bárbara.

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