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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Nueva cama
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¡Por fin llegó el día en que nos entregaban la cama nueva! No, no se trata de Carla o de los repartidores, ni del vendedor, ni de probar la cama antes de comprarla. Es simplemente que decidimos que necesitábamos reemplazar nuestra cama vieja por una nueva. Pensamos en un tamaño aún mayor pero decidimos que ocuparía demasiado espacio, y como dormimos abrazados la mayor parte de la noche, y todas las noches, el tamaño elegido era el mejor para nosotros.

La sorpresa llegó cuando descubrimos que la que habíamos mirado no era tan alta como esta. Por supuesto que también habíamos comprado un colchón diferente al que estaba para exhibición. El que habíamos comprado era casi diez centímetros más alto, y aunque no era excesivo, la diferencia era perceptible.

—Espero que no te caigas de la cama —dijo Carla riendo entre dientes. — Podrías romper una pierna o algo así.

—O la polla y eso sería un problema —le respondí riendo,

Ambos nos reímos con ganas. Luego tomé a Carla por los hombros y la coloqué al lado de la cama. La parte superior del colchón estaba a la altura adecuada para que ella se sentara con los pies en el aire.

—Carla, mi querido y dulce coño, podría acostarte sobre esta cama y follarte desde aquí hasta el final de los tiempos —le dije.

Carla se recostó sobre la cama y comenzó a reír, y dijo— Sí, si podrías, mi querido y dulce bistec salchichón! Y me encantaría!

Al decirme eso, le bajé los pantalones a Carla, y luego sus bragas, y metí mi cara entre sus muslos y empecé a lamer todo lo que mi lengua podía encontrar. Cuanto más lamía, más sentía ponerse húmedo su coño. Luego puse dos dedos dentro de su coño y comencé a trabajar con ellos, dentro y fuera, mientras le lamía el culo; ella gemía de placer. Se vino sobre mi mano y sus jugos de amor gotearon entre mis dedos. Entonces me puse de pie y dejé caer mis jeans, saqué mi dura polla y se la metí bien dentro de ella de un solo golpe. Empecé a golpearla tan fuerte como pude, y con cada empuje Carla gemía de placer. Tomé mi dedo y lo empujé suavemente en su culo y pude notar a mi polla follando su coño con cada empuje, con mi dedo. Carla se revolvía comenzó a dar gritos fuertes.

Seguí bombeando tan fuerte como pude y ella volvió a correrse antes de que yo lo hiciera, y llenara su coño con mi caliente esperma. Seguí golpeando hasta que me quedé sin fuerzas pero eso no fue lo bastante para Carla.

—Todavía no terminaste, te pones esa correa y vuelves al trabajo, muchachito —me dijo.

Tomé la correa y la puse a su consolador morado favorito y volví al trabajo de de metérselo por el coño como un loco. Ella se vino tres veces más antes de querer cambiar de posición y acostarse en la cama para ser follada, otra vez con la correa puesta. Ella se corrió varias veces más antes de darse por satisfecha.

CyJ

Otro relato ...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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