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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Nuevo amigo
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A principios de marzo, luego de hablar muchas horas con mi novio Claudio, decidimos hacer un viaje al delta y participar de un encuentro el fin de semana en el mismo lugar donde nos conocimos. Un sitio de encuentros para gays.

Iríamos juntos, claro. En aquella ocasión fui con un amigo llamado Ernesto y en ese encuentro nos conocimos con Claudio. Ya lo relate en mi relato “El juego del deseo". Proyectamos ir juntos, pero llegados al lugar actuaríamos por separados teniendo cada uno libertad para hacer lo que se le ocurriera.

Durante toda la navegación del catamarán que nos llevó, fuimos charlando, pero sin besarnos ni abrazarnos por si acaso en el mismo viajase alguien a quien nos observara a él o a mí. Al llegar, lo primero que me llamó la atención fue ver el lugar renovado. Con un mejor muelle bien pintado y árboles hermosos. Fuimos muchos quienes descendimos, en ese muelle, siendo recibidos por un fornido chico de espaldas anchas.

Cuando pasamos a la recepción, nos agasajaron con un trago, nos registraron e indicaron la habitación. También nos mencionaron que en una hora nos dirigiríamos al comedor donde servirían el almuerzo e indicarían como jugar.

― ¿Jugar, a que juego? ―Preguntó alguien

El joven que nos hablaba respondió― Jugaremos a encontrar un amigo.

Muchos se rieron de su explicación.

Claudio recibió la llave 18 y nos dirigimos a esa habitación. En una hora, cambiados de ropa nos fuimos al comedor. Él vestido con una musculosa verde pasto seco, short de playa con dibujos caribeños y ojotas. Yo con una remera blanca corta, vincha también blanca y pantalón corto, color turquesa ajustado en la cola al punto de encajarse en la separación de mis glúteos, y amplio de piernas.

Después de servirnos un almuerzo liviano y exquisito. Repartieron las hojas para empezar el juego y comencé a responder:

¿Cómo te llamarás? ― “Lili”.

Deseo encontrar: “Activo”.

Rango de edad: “Indistinto”.

Lo que te agrada: “Pasar bien”.

Lo que no te agrada: “La violencia”.

Así complete la hoja, algo similar a la anterior ocasión.

Cuando la entregué al chico, que dijo llamarse Diego, me entregó una pulsera de papel para que escribiera el nombre manifestado en la hoja y puse la pulsera en un brazo.

Luego mientras tomábamos los postres, dio lectura a todas las hojas, con el nombre y las respuestas. Dijo también― A quien le interese un perfil, recuerde su nombre. Podrá ver esa persona en el parque a la tarde ¡y que la disfruten!

Nos reímos mucho con Claudio. Luego fuimos a nuestra habitación para decidir cómo salir al parque o la playita oculta detrás de tapias.

El con el torso desnudo, vestido con sunga negra marcando bien el porte y calibre de su herramienta. En su pulsera vi el nombre “Clau”.

Tomó mi brazo para ver el nombre escrito en la mía. Decía “Lili”. Sonrió y dijo― Te deseo suerte Lili.

En mi cabeza llevaba una visera parasol rosada. Me había vestido con una remera blanca de algodón muy escotada y corta, que no llegaba a cubrirme el ombligo. Abajo, una bikini roja que cubría mi bulto y atrás se encajaba entre los glúteos.

Salimos caminando por separado, pero ambos nos dirigimos a las duchas abiertas, instaladas en el parque.

La remera blanca mojada se pegaba a mi cuerpo y se marcaban los pezones. Me agradaba verme así, es sensual.

Me acosté sobre una tumbona a pleno sol. Cerré los ojos y recordé un nombre. “David”. Al escuchar los datos de su perfil me agrado, decía le agradaba pasivos cariñosos.

Al cabo de estar bastante tiempo ahí decidí caminar hasta la orilla de la playita. Vi a Claudio conversando con un chico delgado de torso descubierto y bikini celeste.

Únicamente una persona, de pie al borde del agua, miraba el lejano y verde horizonte majestuoso. No lo importuné, me senté sobre la arena a sus espaldas. Observé su posición inmóvil. Al cabo de unos minutos se volvió hacia mí. Acercándose me saludo y se presentó― Hola. Soy Jaime ¿Cómo te llamas?

― Lili ―Respondí poniéndome de pie para saludarlo con un beso en la mejilla.

Jaime me observó y dijo― Lili quisieras bailar conmigo a la noche ¿O ya tienes un compromiso? Me encantaría hacerlo con vos.

― Estoy libre, deseando encontrar un amigo para divertirnos ―Me apresuré a decir.

― Que bueno, podemos hablar entonces. Acompáñame al agua, nos estamos asando aquí.

Tomándome de una mano me condujo junto a él. Jaime, me duplicaba en estatura, peso y edad. Antes de entrar al agua me quite la remera de algodón. La que deje junto a mis ojotas y las de él.

Hablamos de la casualidad de conocernos. O casualidad del destino. Jaime me dijo que asistió al encuentro para conocer gente linda sin prejuicios. No sentirse señalado por su sexualidad. Y de su preferencia por los chicos pasivos. Me confesó que desde los catorce años de edad se sintió atraído por uno de sus compañeros. Que lo deseaba pero no podía decirlo. Recién a los 19 años pudo concretar su primer encuentro íntimo homosexual con un chico pasivo. También tuvo novia por presión de sus padres. Pero al cabo de un tiempo la relación se enfrió porque no sentía atracción sexual por ella. Hoy tiene 59 años. Procede de una familia de judíos ortodoxos, lo que lo obligó a estar distante de ellos para no mortificarlos.

― Vivamos el hoy ― Le dije.

Asintió con la cabeza y se pasó una mano por los ojos.

Parado frente a él, lo tomé por la cintura y mirándolo le dije― Jaime, me agrada mucho hablar con vos. Sos auténtico. Vivamos el hoy. Si tenemos ganas de contarnos cosas, hablemos. Si deseamos bailar, bailemos. Si deseamos amarnos, hagámoslo.

― Gracias Lili, sos muy dulce ―Me dijo y continuó― Pensé en que me rechazarías, soy muy viejo para vos. Y sos tan guapo.

Luego tomando mi mano derecha la condujo hasta su short de baño. Haciendo que tocase su pene sobre la tela. Sonreí mirándolo. Nada se veía porque estábamos dentro del agua, el hasta la mitad del pecho y yo hasta los hombros. Nos besamos en los labios. Nuevamente orientó mi mano dentro de su short y toqué en directo su sexo.

― ¿Notas algo feo en mi sexo? ―preguntó.

Lo miré a los ojos y le dije― Está prolijo tu vello, tu pene es generoso y no oculta su cabeza ―y terminé riendo.

― Si Lili, es verdad, estoy circuncidado ¿Te molesta?

El contacto de mi mano en su miembro lo estimuló y comenzó a levantarse. Aparté la mano y acaricié su espalda. Me moví delante de él provocando el roce de nuestros cuerpos. Él quiso besarme nuevamente. Poniendo mis pies en puntillas miré hacia arriba entreabriendo la boca. Jaime, me mordió los labios, yo levantando un brazo lo abracé por el cuello. Sentí apoyado en mi estómago a su generoso pene.

Por momentos fue llegando más gente a la playita. Parejas tomadas de la mano, otros conversando animadamente. Algunos entraron al agua para tocarse libremente. Aunque aquí nada es impúdico. Jaime, no quería salir del agua por su fuerte erección pero logré convencerlo que me dejase chupársela para bajarle la excitación.

Mirando el hacia el agua, apenas descubierto su sexo sobre la superficie. Trabajando con mi lengua logré que llegase al orgasmo. No mucha gente percibió nuestro sexo oral. Ya fuera del agua continuamos hablando y acariciándonos uno al otro hasta caer la tarde.

Quedamos en encontrarnos en la cena y en el baile. Luego yo iría a dormir a su habitación. La pagó completa y no tiene compañero de pieza.

Regresamos y me encontré con Claudio que se alegró que me fuera a ir a la habitación de Jaime.

― ¿Y tú? ―Pregunté.

― Posiblemente me acompañe un morocho delgadito, se llama Angelina ―Me respondió, luego nos besamos.

A la cena fui con una vincha de flores, obsequio de la casa, una remera de gasa semi transparente con vivos colores; abajo, tanguita fucsia, un pareo caribeño y sandalias de tiritas. Muy bien depilado e higienizado. Claudio, estaba divino, con camisa negra, pantalón blanco de corte chino y mocasines blancos.

En el salón comedor estaba Jaime, solo, esperándome en una mesa. Vestía camisa blanca muy holgada, bermuda color aceituna y mocasines color suela.

Me despedí de Claudio y fui a su mesa― Hola Jaime ¡Llegué! ¿Te gusto así?

Me miró un momento y dijo― Estás demasiado lindo para mí.

― Nada es poco ni demasiado. Disfrutaremos la cena, el baile y lo que venga ¿Te parece correcto?

Jaime, se rió y dijo― ¡Sos tremendo!

― ¿Que te gusta bailar? ―Le pregunté.

― Contigo cualquier ritmo, no se bailar ninguno ―se sinceró o mintió.

Comenzó la música con cumbia santafesina. Varias parejas y otros sueltos comenzaron a llenar la pista de baile. Tomé de una mano a Jaime y comencé a menear las caderas poniéndome de espaldas a él. Levanté los brazos sobre la cabeza tomando sus manos siempre meneando mis caderas y rozando su pelvis. Bailamos todas las piezas de cumbia, improvisando pasos de baile.

Pude ver a Clau, bailando con un chico delgadito que se contorsionaba entre sus brazos.

Jaime se iba soltando, pieza tras pieza y empezaba a dirigir mis movimientos juntando su cuerpo al mío al ritmo de la música. Por momentos me contenía por los hombros, a veces por las caderas o juntaba pechito con pechito

Luego de bailar unos 30 minutos, paramos y Jaime, me preguntó si quería tomar un whisky.

― Te acepto solo uno, quiero estar bien para lo que viene a continuación ―Le dije al oído.

Nos sentamos en los taburetes altos de la barra. Brindamos con whisky y nos besamos.

Jaime, apoyó una mano grande y cálida sobre mi muslo izquierdo. Acaricié su mano y acerqué mis labios a los suyos. Literalmente me los devoró. Cuando separé mi cabeza de la suya, vi la protuberancia que no lograba ocultar su bermuda.

Volvimos a la pista cuando estaba sonando un tema lento, para bailar abrazados. Comencé a moverme cadenciosamente. Él apoyó sus manos sobre mis hombros y nos movimos juntos. Yo restregando la espalda y parte de mi trasero en su protuberancia cuando le daba la espalda.

Terminado el bloque de lentos nos sentamos un momento. Él en una silla apoyando un brazo sobre la mesa. Yo me senté en su regazo. Con su brazo libre rodeo mi cintura y pidió un whisky para él y agua mineral para mí.

Aproximando sus labios a mí oído dijo― Lili, luego de tomar el trago, continuamos bailando o vamos a la habitación

Volví mi cabeza hacia para responderle―: Vamos a continuar bailando en tu habitación, ¿quieres?

― Es lo que más deseo ―afirmó mirándome a los ojos.

Quince minutos más tarde disfrutábamos la penumbra de su habitación.

Con mi celular, usando una aplicación, comenzamos a escuchar los primeros acordes de Abrázame.

Lo abracé colgando a su cuello. El rodeo mi cintura con ambos brazos y me apretó junto a su cuerpo. Apartando las manos de su cuello, abrí los botones de su camisa y le acaricié el pecho. Ya con su camisa abierta y afuera de su bermuda. Comencé a desprender la hebilla de su cinturón. El, comenzó a levantar mi remera para sacarla por sobre mi cabeza. Antes debió quitarme la vincha con flores. Cuando termino de quitar mi prenda, volvió a colocar la vincha en mi cabeza. Yo estaba de espaldas y me volví hacia el para preguntarle― ¿Te agradan los temas de Luis Miguel?

― Si, son muy románticos, hermosos para escucharlos juntos ―Respondió rápidamente.

― ¿Recuerdas alguno? ―Dije.

― ¡Claro que sí! ahora contigo escucharía "Entregate" y " Amarte es un placer ―Dijo bajando la voz.

― Eres tan romántico como yo. En este momento quiero ser " La incondicional". Escuchemos los tres temas bailando suavemente ―Le pedí a Jaime.

Asintió con la cabeza y termino de quitarse la bermuda y los mocasines. Luego se agachó para desprenderme las hebillas de las sandalias mientras yo programaba los temas de Luismi.

Me puse de pie al comenzar a sonar las primeras notas de "Entrégate". Nos besamos abrazados. El únicamente cubierto por su bóxer. Yo vestía aún mi pareo hasta que Jaime lo desató de mi cintura y permanecí únicamente por mi minúscula tanguita.

Terminado el tema musical, Jaime pidió volver a escucharlo. Me incliné sobre la mesita de noche para ponerlo nuevamente. Él tomándome de la cintura desde atrás apoyó su sexo en mi trasero. Me reí y lo moví. Jaime, introdujo dos dedos bajo el elástico que sujetaba la tanguita a mi cintura y la bajó por mis piernas.

― Así no vale, estaba programando la música ―Le dije riéndome y me colgué de su bóxer, liberando su gruesa verga.

Escuchamos por segunda vez "Entrégate" sentados en la cama, acariciando él mis piernas y yo su pecho y vientre.

“Amarte es un placer " comenzó cuando lleve mi boca hacia su miembro y lo tragué hasta donde pude.

Sentado en la cama Jaime me pidió que me acostara boca abajo sobre su regazo. Y comenzó a dar palmadas en mis glúteos. Algunas dolían y chillé. Me pidió perdón, y dijo que le encanta ver un culo enrojecido y con los dedos marcados. Le dije que continuará, pero sin aumentar la fuerza de sus palmadas.

Su verga cobraba más rigidez cuando me quejaba juntando mis nalgas tras el azote. Comencé a chillar con cada golpe de su mano, sin sentir dolor, para excitarle. Al cabo de unos cuantos minutos me dijo― Mírate en el espejo. Verás cómo te quedó.

Mis nalgas estaban enrojecidas y sentía sensación de ardor en ellas. El me acompaño unos pasos hasta el espejo. Encendió las luces y pude apreciar mis nalgas azotadas y la tremenda erección que él tenía.

Entré al baño para hacer correr agua de la ducha sobre mi culo, higienizar y lubricar la zona que quedaría expuesta a lo que vendría. También apliqué un poco de crema sobre el grueso glande de mi amigo.

Sus grandes bolas sin pelos parecían estar colmadas de semen. Sus pelos púbicos estaban cortados casi a ras, y prolijamente encuadrados.

Entre la separación de sus nalgas aprecie abundante pelambre despareja ocultando su ano.

El llevo una mano a mi trasero para tocarme el ano con un dedo y dijo― Lili estás toda depilado. Me gusta así.

Comenzó a sonar "La incondicional”

― ¿Cómo querés hacerlo, Lili? ―Me dijo.

― En la cama ―respondí y continúe― Tú acostado, yo sobre tí.

Así lo hicimos. Sentándome, inicié la penetración, apoyando su glande muy lubricado en la entrada de mi ano.

Creo que si no hubiera tenido el entrenamiento casi a diario con Claudio, no hubiese sido posible que me penetrase. Flexionando las rodillas, controlaba la profundidad. Apenas soportando tanto estiramiento por el grosor de su pene.

Subiendo y bajando suavemente mi culo sobre su miembro. El palmeando mis nalgas hasta eyacular emitiendo un gruñido cual si fuese un animal.

Me dejé caer a su lado casi quedando en posición de cucharita. Jaime se durmió por efecto del whisky y ese orgasmo profundo recién estallado. Dos horas permanecimos abrazados. Yo de espaldas a él.

Cuando despertó, acarició todo el costado de mi cuerpo. Me moví un poco y advirtió que estaba despierto y dijo― Estamos muy acalorados ¿Quieres ducharte conmigo?

― Sí, me gustaría higienizarme el ano y refrescar todo mi cuerpo ―Le dije en voz baja.

Me abrazó cuando me puse de pie. Entramos juntos al baño. El a orinar, yo a sentarme en el bidet.

Jaime, disfrutaba del agua tibia deslizándose desde su cabeza por su cuerpo poblado de pelos hasta sus pies. Estiró un brazo invitándome a disfrutar la ducha con él. Di dos pasos y estuve tomándome a su cintura. La regadera era para una persona. Debíamos permanecer muy juntos para disfrutar la ducha al mismo tiempo. Con mi espalda pegada a su vientre, disfruté la caricia de sus manos en mis hombros, espalda y nalgas.

Me volví hacia el para hablarle y Jaime, interpretó que deseaba besarlo. Inclinó su cabeza y me devoró la boca.

Cuando pude hablar le dije― Estoy gozando mucho contigo Jaime. Me siento realizado a tu lado.

― Yo siento que sos lo que siempre deseé tener ―respondió.

Su miembro ya no colgaba. Comenzó a curvarse como si le pesará la cabeza. Le pedí que saliera del agua un momento para darle un beso a la cabeza de la verga que me sodomizó.

Él se rió y dijo ―Pero te gustó.

Abrí la boca para contenerla y sentí engrosarse todo su miembro mientras lo chupaba.

Jaime, dio dos pasos fuera de la ducha, secó mi cuerpo y el suyo con una toalla, mientras yo le brindaba una rica mamada. Luego me cargó en brazos, dejándome en la cama. Colocó dos almohadas bajo mi vientre, hundió su cara entre mis nalgas y me lamió con su ancha y húmeda lengua caliente, haciéndome delirar con esa sensación y los pinchitos de su barbilla tocando toda esa piel tan sensible.

Jaime, volvió al baño por el pomo de crema íntima, está vez la aplicó sobre mi ano y en su glande.

Sosteniendo mi cuerpo por las caderas, luego de apoyar la cabeza de su falo en el orificio empujó hasta vencer la resistencia del esfínter.

Lo sentí gozar y gocé ensartado en su grueso mástil. Abriéndome hasta lo no imaginado.

Rober

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