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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primera vez con una mascota
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Soy Elisa, tengo 23 años y vivo en mi propio departamento junto con mi perro Charly. La primera vez que consulté material erótico de sexo con animales fue hace unos dos años, en Ámsterdam, durante un corto viaje con mis dos mejores amigas en el que nos lo pasamos muy bien. Entre otros lugares visitamos el museo del sexo, que si bien no es tan grande resulta bastante divertido. Tiene muchas salas, de diferentes temáticas cubriendo todos los aspectos y variantes el sexo. Me pareció que era todo una locura y lo cierto es que no me gustó nada.

Tenían incluso una pequeña sala dedica cada a la pornografía con animales. Yo no sabía que eso estaba permitido pero parece ser que en algunos países no es un ningún problema. Mis dos amigas estaban incómodas pero se mostraban interesadas en algunas fotos de mujeres teniendo relaciones sexuales con perros e incluso con caballos. Preferí fingir desinterés y apatía pero tengo que admitir que era solo en apariencia; en el fondo, aquellas imágenes me impactaron y desataron mi interés excitándome. Deseé de todo corazón que nadie se hubiera dado cuenta.

De vuelta en casa, nada más llegar fui a mi computadora y comencé a buscar más cosas relacionadas con aquella sala. Después de un tiempo, me detuve porque me sentía sucia pero pronto el deseo tomó de nuevo el control nuevamente y continué navegando. Encontré muchas cosas, algunas páginas eran de pago y para acceder se necesita una tarjeta de crédito, pero también había suficientes de acceso libre y gratuito. Acabé por convertirme en una especie de adicta con mala conciencia.

Dos meses más tarde de ese viaje, me llamo una tía para preguntarme si podía cuidar de Hércules, su Golden Retriever macho, porque tenía un viaje de negocios de una semana. Por supuesto que acepté y estaba muy emocionada cuando Hércules llegó. Realmente no tenía la intención de llegar demasiado lejos, al menos eso fue lo que me dije para mí, pero estaba ansiosa por cómo era tener un perro aunque solo fuera durante una semana.

El primer día dimos una agradable larga caminata y por la noche jugamos y nos acurrucamos un poco juntos. Durante el segundo día hicimos lo mismo, pero por la noche los abrazos se hicieron un poco más intensos. Yo llevaba puesto mi pijama y de repente sentí su peso sobre mi espalda. Estaba un poco sorprendida porque eso era más de lo que inicialmente había planeado. Me dejé caer y giré sobre mi espalda para poder deshacerme de Hércules. Terminé los juegos y me fui a dormir. Acostaba todavía recordaba el cálido peso de Hércules sobre mi espalda que me hacía sentir bastante bien. Al día siguiente, decidí repetir esas mismas acciones. Llevaba puesto mi pijama por lo que entendía que no habría peligro de “accidentes involuntarios”. Me puse a cuatro patas y Hércules no necesitó apenas tiempo y colocarse detrás de mí y subirse sobre mi espalda. Nuevamente volví a sentirme bastante bien y lo comencé a disfrutar por un tiempo. En realidad, debí haber estado disfrutado mucho porque no me di cuenta de que Hércules comenzó a darme golpes con su cadera y de repente comencé a notar algo entre mis piernas. Miré y vi su pene fuera de su funda entre mis piernas. Me salí como pude y paré el juego nuevamente, afortunadamente llevaba puesto mi pijama.

Esta vez estaba menos impresionada y más curiosa porque esta era la primera vez que en la vida real le veía el pene a un perro. No me atreví a tocarlo, pero lo observé de cerca con curiosidad. Mientras lo hacía, me decía a mi misma que era solo un juego y que no tenía nada de malo. Así que volví a ponerme a cuatro patas y continuamos con nuestro juego. Me gustaba ver su polla debajo de mi vientre, a veces también golpeaba contra mi coñito, pero con mi pijama todavía puesto no había riesgo de que me la metiera dentro de mí. Continuamos el mismo juego también al día siguiente y aprendí a controlar sus pinchazos para poder evitar, solo con mis movimientos, que me golpeara el coñito que duele un poco, y guiarlo por debajo de mi vientre. Si sabes cómo hacerlo, no es nada difícil.

Me fui volviendo más atrevida pero también más descuidada. Me puse una camisa pero no el resto del pijama confiando en mis nuevas habilidades para el control de sus pollazos. Por supuesto que fue un error, y si algo puede salir mal saldrá. Me volví descuidada y Hércules dio en el blanco y entró en mí para mi sorpresa y dolor. Advierto que un perro en celo no es precisamente un amante amable y delicado, y además, Hércules estaba ansioso por aprovechar el momento con todas sus fuerzas. No sé cuánto tiempo tardé en reaccionar, pero me dejé caer al suelo y me deshice de Hércules. Huí al baño, me encerré por dentro y comencé a llorar porque estaba muy asustada y totalmente confundida.

Recapacité y reconocí que me había gustado el juego con Hércules, pero que había una diferencia enorme entre la fantasía y la realidad. La realidad es que Hércules me folló, que fui follada por un perro. Eso me pareció una perversión total.

Me duché concienzudamente y me fui a dormir sin mirar a Hércules, que parecía estar confundido y no sabía lo que sucedía. Por supuesto que no pude dormir porque todavía pensaba lo que acababa de pasar. Todavía sentía su pene caliente penetrándome, el dolor y su fuerza. Por extraño que parezca, el recuerdo del dolor se desvaneció lo primero y luego, después de un tiempo, sentí lo caliente dentro de mí.

A la mañana siguiente todavía me sentía mal pero mejor que a la noche anterior. Regañé un poco a Hércules mientras le ponía la comida en su cuenco y me miraba con sus enorme e inocentes ojos. Entonces me puse a jugar nuevamente con él, estaba vez yo ya estaba totalmente desnuda. Me puse a cuatro patas y Hércules no tardo casi nada en estar de nuevo sobre mí. Después de varios intentos y algunos pinchazos entró en mí. Me dolió nuevamente, pero esta vez estaba más relajada y después de un breve reposicionamiento, el dolor desapareció por completo. Hércules me tomó con todas sus fuerzas y comencé a disfrutarlo. Pronto sentí su nudo entrar en mí y ese momento me causó un gran impacto, como si fuera un relámpago y tuve uno de los mayores orgasmos en mi vida. No solo por la penetración, sino que en este momento me di cuenta de que yo parecía hecha para aquello.

Después de un buen rato, Hércules terminó. Tardó un poco hasta que su pene y nudo se fueron deshinchando para ser lo suficientemente pequeños como para salir de mi vagina y todo terminó. Desafortunadamente, a Hércules le quedaban pocos días hasta que mi tía volviera a buscarlo. Ciertamente aprovechamos muy bien ese escaso tiempo pero la despedida fue muy triste. Desde poco después tengo mi propio perro que se porta muy bien, el resto lo dejo a vuestra imaginación.

Elisa.

Otro relato ...




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