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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primera vez en casa de Carlos
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Nuevamente este año nos encontramos en la playa de Mardel con Elvira y su amiga Elisa. Posiblemente, Claudio hubiera concertado la fecha con ellas para que nuestro viaje coincida con el suyo.

Esa tarde en la playa también estuvo Carlos, el amigo que conoció Elisa, gracias al ardid que le sugerí el año anterior. Ambas nos saludaron con inmenso placer de sentirse libres mostrando alegría, sin controlar sus emociones, estaban solas, sin sus esposos.

Claudio y Carlos también estaban muy sonrientes, atentos y complacientes a todo pedido de ellas. Posiblemente imaginando otorgarles una cogida memorable.

Animadamente y estando muy juntos en el agua, reían a cada momento y rozaban sus cuerpos. Principalmente Elvira y Claudio.

Elvira lucía un bronceado leve en su piel, muy bien tratada. Había mejorado mucho su silueta con dieta y ejercicios, según dijo ella. Cuando Claudio la vio exclamó― ¡Estas de diez! Con esta malla se te ve hermosa, sensual, sos el mejor postre de Mardel

Carlos también elogió a su amiga Elisa que, aunque con menos curvas, tiene una silueta encantadora y el cabello más largo.

Yo me mantuve apartado de ellos para brindarles más intimidad.

Al cabo de dos horas, volví al hotel a bañarme. Ellos permanecieron tendidos en la arena a la sombra de la sombrilla de Carlos.

Al caer la tarde, regresó Clau y me dijo que Carlos les había invitado a las chicas y a él, a su casa. Su vivienda está a tres kilómetros de la playa. Dijo tener piscina y un pequeño jardín. La invitación era para el día siguiente a la tarde, para regresar a las 0.00 por si llaman los maridos de Elisa o Elvira. Me pareció bien, pero quedé fuera del programa. Pensé que él estaba entusiasmado.

A la tarde siguiente, Claudio vestido con una bermuda beige, chomba a rayas, anteojos para sol y un pequeño bolso playero fue al encuentro de sus amigas y el nuevo amigo.

Me aburrí mucho en la soledad del hotel, dormí y a la noche salí a la calle. Era una noche cálida y húmeda. Con el gentío que caracteriza esta ciudad en época de verano. Luego de tomar un helado y caminar un rato. Regresé al hotel. Me bañé una vez más y luego ocupé todo el ancho de la cama y continúe esperando el regreso de Claudio.

Cuando llegó. Me encontró dormido, desnudo y tendido boca abajo. Me despertó con una palmadita en el culo. Y un beso apenas abrí los ojos.

Comenzó a quitarse la ropa y en mi ansiedad por saber qué sucedió, pregunte― ¿Cómo la pasaste, Clau? Cuéntame.

Claudio se rió y comenzó su relato “Las chicas estaban vestidas divinamente y derrochaban sensualidad. Ambas con sandalias, pantalón corto blanco muy ajustado. Y camisas anudadas sobre el ombligo. Verde agua la de Elisa y Elvira vestía color té.

Carlos nos recogió con su auto y nos llevó a su tranquila y fresca casa. Afuera, la tarde era agobiante.

Las chicas cambiaron sus ropas por mallas de baño. Elvira con bikini negro con vivos azules y Elisa vistió una bikini negra con dibujos abstractos blancos.

Ante nuestra mirada, Carlos exclamó― ¡Que elegantes, niñas! ―Y cruzó sus brazos resaltando los músculos de pecho y brazos. Su piel muy bronceada, el cabello largo mal tratado por el sol y una sunga negra aprisionaba sus glúteos firmes y pequeños contrarrestando un importante bulto donde se sumergía una gruesa línea de vellos negros que bajaba desde el pecho y vientre.

Y continuó diciendo ―Quiero brindar por habernos conocido ―Y les aclaró que aquella piscina es una piscina nudista.

Ellas se rieron pero no hicieron comentarios y Carlos continuó diciendo― Niñas no sean tan puritanas ¡Topless Si! ―Y fue por una bandeja con vasos y vino espumante para brindar

Ellas se miraron una a la otra y se quitaron el sostén que les cubría los pechos. Brindamos y nos estrechamos en un abrazo gigante. Sus pezones tocaron nuestros pechos y cobraron turgencia.

Carlos llenó nuevamente las copas, bebimos y nos juntamos en un nuevo abrazo ―Así me gusta, amo las chicas libres de prejuicios ―Dijo el dueño de casa.

Bebimos una segunda botella de vino espumante, bien frío. Elisa se sintió mareada y quiso recostarse en una reposera, a su lado se ubicó Elvira. .

Carlos les dijo en voz baja― Me voy a la piscina con Claudio. Las esperamos, recuerden que es una piscina nudista.

Había comenzado a bajar el sol. Estábamos sumergidos en el agua tibia, hablando de ellas, de lo pudorosas que son. Él me dijo que aún no había tenido sexo con Elisa pero intuía que ella deseaba tenerlo con él

Yo le dije que Elvira y yo ya nos conocíamos en la intimidad. Quizás ayude a que su amiga se suelte y disfrute de una pequeña escapada de placer con amigos.

Cuando el sol se ocultó, las chicas se pusieron de pie y comenzaron venir hacia la piscina.

Carlos les indicó con señas que se quitaran las mallas y con señas respondieron. Elvi agitando su malla y una toalla. Detrás de ella caminaba Elisa también con su bañador en la mano.

Carlos subió la escalerita y las esperó para ayudarlas a ingresar a la piscina. El bulto en la sunga era literalmente una joroba de camello. También yo me pare junto al lado izquierdo de la escalera. Veía la silueta de ambas, pero no los detalles por la oscuridad debida al follaje de los arboles vecinos al parque.

Mi pene también había despertado ante la proximidad de esas hembras deseosas y tímidas a la vez

Ingresó Elvi ofreciendo su mano y vino hacia mi diciendo― Acatamos el reglamento de la pileta nudista ¿Ustedes son los chicos de mantenimiento de la piscina?

― ¡Que ocurrencia! ―Exclamó Carlos e hizo bajar la sunga negra por sus piernas. Llegaba Elisa y pegó su cuerpo a él sin mirar hacia abajo.

Tomé por la cintura a Elvira y la pegué a mi vientre. Ella me ofreció sus labios semi abiertos y sus manos tiraron hacia abajo mi sunga, que fue a quedar en el fondo de la piscina

Eli, entró al agua llevada de la mano por Carlos que la condujo hasta la esquina opuesta a la escalerita. La rodeó con los brazos y tengo la certeza que la presionó en su vientre con la joroba descomunal que le había crecido entre las piernas.

Elvira se movía para tener mejor contacto con mi verga en crecimiento. Se mantenía colgada de mi cuello, me besaba y frotaba sus pezones en mi pecho. La vi radiante, contenta como una niña haciendo cosas prohibidas aunque fuese una señora de sesenta años.

Sus grandes pechos cobraron firmeza, sus pezones duros dibujaban garabatos en mi pecho cuando saltaba o se meneaba. Giré su cuerpo y la tomé de espaldas. Con mis manos conteniendo sus tetas y mi pene separando los cachetes de su generoso culo. Estaba perfectamente depilada, su suave piel era notable aun debajo del agua.

Miré a Elisa que había rodeado la cintura de Carlos con sus piernas, arqueando la cabeza hacia atrás y con los pies fuera del agua. Con sus brazos le rodeaba el cuello.

Estuvimos así jugando las dos parejas por poco tiempo, quizás treinta minutos.

Carlos giró su cabeza hacia nosotros y dijo― Vayamos a la casa Claudio, estás bellezas merecen ser mimadas en buena cama.

― Estaría bueno ―Respondió Elvira― Ya estoy disfrutando los mimos de Claudio y me llevan al cielo.

Carlos se rió y agregó― Que hermoso lo que dices, quizás en la cama veas las estrellas.

Los cuatro nos reímos y comenzamos a salir del agua. Ayudé a Elisa a secarse un poco el cuerpo con su toalla. Levanté su bikini del piso y caminamos desnudos en la penumbra nocturna. Detrás de nosotros venían Elisa y Carlos.

Antes de llegar a la puerta de la galería, me detuve para que pasara el dueño de casa y encendiera alguna luz. Cuando se adelantó, fue llamativa a mi vista la silueta de su grueso pene colgando, largo y levemente despierto.

Sonriente, sirvió cuatro vasos de jugo de fruta. Abrió la puerta de la habitación de huéspedes― Es toda para ustedes ―Dijo y continuó― Elisa y yo, estaremos un poco más lejos. Le voy a enseñar mi dormitorio ―Y caminaron abrazados por el pasillo.

Elvira y yo entramos a una habitación pequeña, muy limpia, perfumada y con el aire acondicionado ya encendido.

Elvi dejó caer la toalla al piso y su cuerpo sobre la cama. Me incline sobre ella para saborear su vulva, gordita, pequeña. Muy bien depilada con los labios levemente hinchados.

Los separé con la lengua haciendo punta, introduciéndola cuanto podía y llegando hasta el hoyuelo fruncido de su ano. Ella se apretaba los pechos, agitaba la cabeza, se aferraba a las sábanas por momentos y se mojaba con sus fluidos.

Con sus sensuales movimientos se movió hasta quedar con la cabeza colgando fuera de la cama― ¡Dámela aquí papito! ―Dijo casi suplicando, abriendo la boca y cerrando los ojos.

Crucé el ancho de la cama sobre ella rozándola con mis bolas su vientre y pecho. Parado a su lado sostuve un poco su cabeza con mi brazo izquierdo y le acerqué la verga a su boca. Succionó con desesperación y se ahogó cuándo llegó a su garganta provocándole náuseas. Sus ojos se pusieron llorosos. Ella deseaba que me descargará en su boca.

Yo quería administrar mi libido y me contuve. Estiré un brazo le froté el clítoris. Movió los brazos temblando y gimiendo. Soltó mi pene de sus fauces, giró en la cama poniéndose boca abajo, y dispuso una almohada bajo su vientre ofreciéndome su vulva, muy mojada, y el culito aún cerrado.

Yo ya sentía dolor en el pene por tanta rigidez. La tomé por las caderas y la penetre de un solo envión. Dijo algo que no entendí porque tenía la boca estaba apoyada en las sábanas. Se la metí a fondo y saqué varias veces y cuando quedo planchada sin fuerzas, la hice voltearse. Introduje la mitad de mi falo en su boca y descargué toda mi tensión sexual y mucho semen. Se pasó los dedos por su boca para limpiar exceso de crema y se untó el ano.

Me acosté a su lado tomándola de espaldas, con mi brazo izquierdo bajo su cuello. Mi mano derecha cubriendo sus tetas, mi verga acurrucada entre sus suaves glúteos y nuestras piernas entrelazadas. Permanecimos así, hablando muy bajo, diciéndonos cosas tontas pero bonitas.

No pusimos música, ni la otra pareja tampoco. Oímos el ruido de la ducha cuando la usaron. Algún murmullo de sus voces sin entender que decían. Y un ¡Ay! lanzado por Eli.

Elvira se rió muy bajito y dijo― Parece que Carlos lastimó a mi amiga... A ella todo le parecerá inmenso. Su marido es micro dotado… Y me empujó un poquito con su culo provocando que mi pene creciera y separase un poco más sus nalgas

Quité el brazo de sobre sus pechos y lleve mi mano hasta su ano. Lo unté con el semen que había brotado de mi pene mientras estaba aprisionado entre sus nalgas. No dijo palabra, estaba disfrutando el masaje relajante. Unos minutos más así y mi verga comenzaba a estar lista para una nueva ronda

― Bañémonos juntos ―dijo Eli.

― ¡Vamos amor! ―le respondí y me separé de ella para ponerme de pie.

Ella también se puso de pie y se aferró a mi cintura recostando su cabeza en mi axila, debido a su estatura.

Fluía fuertemente el agua tibia sobre nosotros dos que permanecíamos abrazados.

― ¿Recordás? ―Dijo Elvi.

― ¿Que recuerdo? Amor ―Respondí.

― Cuando me cogiste el culo en casa y nos vio Bruno. Me causa morbo recordarlo.

― No basta con recordarlo. Podemos reeditarlo ― Le dije sonriendo.

Me miró a los ojos, separó los labios para besarme, y le introduje mi lengua. Ella respondió moviendo la suya.

Elvi, comenzó a jugar con mi prepucio, lo corría hacia atrás descubriendo la cabeza y volvía a cubrirla. Llevé una mano a su sexo y hostigue su pequeño clítoris hasta ponerlo duro. Mientras, Eli se retorcía de gozo.

Salimos de la ducha y ella apoyó las manos en el bidet manteniéndose parada y abriendo un poco las piernas. Poniéndome de rodillas, detrás de ella, le lamí la hinchada rajita y su puerta pequeña ya más flexible. Elvira emitía sonidos de placer y lujuria y por momentos se volteaba y chupaba la cabeza de mi pene haciendo ruidos de “plop” “plop” cuando la ajustaba con sus labios al sacarla de la boca.

Elvira había traído con ella un pomo de arginina lubricante y lo puso en mis manos diciendo― Pienso en todo.

Me reí por su ocurrencia y me senté sobre la tapa del inodoro. Ella monto sobre mis piernas enfrentando nuestras caras.

― ¿Así te agrada papito? ―Preguntó.

Llevé mi mano derecha hacia su espalda alcanzando su ano, se lo acaricié y lubrique mucho hasta lograr entrarle con dos dedos. Ella aferrada a mi cuello me besaba constantemente. Mi verga ya erecta al máximo se apoyaba en su vientre.

Le pedí que se tomara de mi cuello entrelazando las manos, tiré su cabeza hacia atrás y dejé desplazar su culo sobre mis piernas hasta quedar alineada la cabeza de mi pene con su hoyuelo marrón

Levanté un poquito sus rodillas tomándolas desde atrás de las piernas.

Elvi, murmuró un quejido y continuó diciendo― Veo las estrellas, son divinas ―y ahogó otro quejido apretando los labios.

Mi pene había doblegado el primer anillo de su esfínter y presionaba el segundo. El más doloroso al estiramiento.

Elvi, cerró los ojos fuertemente y le brotó un chorro de orina cuando quedó ensartada en los diecisiete centímetros de mi pene que abría los anillos de su esfínter a cinco centímetros de diámetro. Subió y bajo muchas veces apoyando los pies en el piso hasta cambiar de posición.

Jugamos a los perritos estando en cuatro Elvi sobre el piso del baño. La cogí también estando en cuatro sobre ella. Luego, estando yo acostado en el piso boca arriba, se sentó sobre mí dándome la espalda y flexionando las piernas se la clavaba a fondo y la sacaba hasta que en una sentada de ella no aguanté y la llené de semen. Me gusta cogerle el culo porque es dócil, suave y caliente al tacto.

Nuevamente ducharnos para quitarnos los fluidos, vestirnos y esperar a Eli y Carlos. Treinta minutos después, llegaron al comedor. Carlos sonriente. Elisa con sus ojitos húmedos parecía haber llorado.

― ¿Cómo estuvo todo? ―pregunto él.

― ¡Hermoso! ―Respondió Elvira.

― Todo 10 puntos ¿Y ustedes? ―agregué.

Ambos respondieron levantando el pulgar y Eli agregó― Carlos es un caballero, estoy re contenta ¡Es incansable! Estoy hecha una muñeca de trapos. Si me tocan me caigo.

Elvira riéndose dijo― Yo re molida y re cansada al igual que tú.

Los cuatro nos reímos alegremente.

Carlos nos trajo en su auto hasta el hotel. Llegamos 23.50. Y nos recordó que su casa está abierta para cuando deseen ir sus amigos.

― Podemos hacer algún juego sensual y sexual para conocernos mejor ―Dijo sin aclarar que juego.

Cerró su comentario diciendo― Eli es una mujer hermosa y sensual, se me ocurre que Elvira es muy sexual e incansable ―Eres un afortunado Claudio.

A ellas las besó y a mí me apretó en un abrazo. Desde su auto en marcha dijo― Nos vemos mañana en la playa.

Yo imagino que a Carlos le gustaría coger a Elvira. Ella tiene sensual una forma de caminar. De mover su culo carnoso y firme a la vez. Sus pechos grandes semejantes a melones maduros y una sonrisa cómplice de aceptación a toda propuesta. Observé a Carlos mirarle el culo a Elvira en la piscina e incluso estirar sus brazos para llegar a tocarlo. Quizás nos proponga un intercambio de parejas… o sexo grupal.

Es muy transgresor, sexualmente abierto a experiencias nuevas. Muy amable con nosotros. En definitiva un buen tipo.

Elisa es más recatada, quizás cohibida por vivencias o experiencias de vida. Siente culpa por tener encuentros sexuales extramatrimoniales. Deberá hacer coincidir la mente con su accionar. Quizás está salida la ayude a ser más sexy con su esposo… o disfrutar de pleno las transgresiones buscadas. No sé en qué puede derivar”.

¡Gracias Clau!

Heterosexual, infidelidades

Claudio le cuenta a Rober su tarde en la piscina de Carlos con Elvira y Elisa.

Rober

 

 

En casa de Carlos

Claudio y Rober planean un viaje que coincida con el de Elvira y Elisa, que van sin sus maridos. Y aparece Carlos.

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