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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
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Es sábado por la noche en la ciudad y mi esposo está en la carretera, de nuevo un viaje de negocios. Yo estoy trabajando en mi tienda y no he tenido un solo cliente en casi tres horas. Afortunadamente es la hora de cerrar y de irme de allí. Regresaré a una casa vacía para acabar viendo sola la televisión. Quién sabe si tal vez me dé un baño de espuma y sales y disfrutaré de algunos de mis juguetes. Pero antes de poder hacer algo, tengo que terminar este largo y aburrido día.

Llevo más de diez años con este negocio y me ha ido muy bien; he ganado bastante dinero para poder darme muchos caprichos. Me satisface saber que mi negocio tenga éxito, aunque a veces, no entre nadie, como suele suceder los sábados por la tarde. Vendo productos exclusivos de muy buena calidad, y caros.

Suena la campana de la puerta y eso significa que alguien ha entrado en la tienda, así que me acerco a saludar y ver si puedo ayudar en algo, no es que tenga mucha prisa por llegar a una casa vacía.

Era una pareja muy agradable, parecen tener entre treinta y cinco y cuarenta años; él es muy masculino, con el pelo bien recortado y ojos azules, muy alto con más del metro ochenta centímetros, va vestido informalmente con jeans ajustados y una camiseta blanca, también ajustada. Ella más bajita, de un metro sesenta, delgadita, de no más de cincuenta kilos y unas buenas tetas de tamaño mediano, y con un cabello castaño muy bonito que llegaba a la mitad de su espalda.

Me acerqué a ellos extendiendo la mano y dándoles la bienvenida a la tienda— ¿puedo ayudarle en algo?

El caballero dijo— Si, por favor, estamos buscando una cama algo especial.

— ¿Y cómo de especial tiene que ser? —le respondí un poco desafiante.

—Una cama muy grande —me respondió él también un poco desafiante— la llevamos buscando todo la tarde y ninguna es cómo queremos.

—Creo que estaremos de suerte, tenemos algo que quizás encaje con sus requerimientos—anuncié segura de mi.

— ¿Podríamos verla? —preguntó ella.

—Claro que si, vengan por aquí conmigo, por favor.

Mientras avanzaba por el expositor con ellos detrás, no pude dejar de pensar si aquel hombre estaría tan bien formado por debajo del cinturón cómo lo estaba por encima. Me estaba poniendo cachonda.

— Realmente tiene un buen culo —le oí decir al hombre.

—Shhhhhh ¡pórtate bien! —le recriminó ella en voz baja.

Llegamos a dónde estaba la cama que les quería mostrar y se la mostré. La miraron bien, dieron varias vueltas alrededor, presionaron el colchón, y hasta miraron el cartel del precio; nada barato. Entonces la señora preguntó— ¿La ropa de cama viene incluida en el precio?

— ¡Oh, no! Lo lamento, la ropa de cama es solo para la exposición, pero se la puedo incluir si les gusta.

Entonces, el hombre preguntó— Qué tal si lo probamos para ver si nos gusta la cama o no ¿Podemos hacerlo?

—Por supuesto que sí, claro, adelante, háganle una prueba.

Llevo años en esta tienda, y antes trabajé en un hotel, así que pocas cosas me sorprenden ya, pero cuando la pareja se desnudó, quedé tan conmocionada que todo lo que podía hacer era sentarme en un balancín junto a la cama y mirar con asombro.

Rápidamente se acomodan y se ponen en la postura del sesenta y nueve. Escuchó con nitidez como él le lame el jugoso coño y ella le chupa una polla monstruosa de lo enorme. Sin darme cuenta, yo ya había levantado mi falda y tenía y dos dedos trabajándome el ya muy mojado coño.

Luego se movieron colocándose sobre el costado, frente a frente, cara con cara, y se dieron un largo, jugoso y prolongado beso.

Luego me miraron a mí, y a mis dedos enterrados en mi coño y me dijeron— Hasta ahora esto está funcionando bien, pero a veces Sori trae a su novia ¿Qué tal si te unes a nosotros para aseguramos de que esta la cama que queremos?

En un tiempo record, yo ya estaba desnuda y con su polla en mi boca chupándosela con frenesí mientras él volvía a comer el jugoso coño de Sori.

La escuché gemir—Fredi, chúpalo más fuerte —Y comenzó gritar por su orgasmo.

Luego él comenzó a gatear hacia ella como si se la fuera a follar, me pareció que sería un autentico cabrón si lo hiciera, así que le sujeté y le dije— Ya la hiciste correrse a ella primero chico grande, quiero esa polla en mi coño y la quiero ahora mismo.

Me recosté separando las piernas y él se arrastró hacia mí, yo no estaba segura de poder con aquel trozo enorme de carne pero quería hacerlo. Se colocó entre mis piernas y apoyó la cabeza de esa polla monstruosa entre los labios de mi coño y empujó. ¡Oh dios! Que gusto y que bien se siente. Luego comenzó a empujarlo dentro poco a poco, más y más hasta que mi coño estuvo lleno de polla; fue un poco doloroso al principio, pero valió la pena. Lentamente al principio, comenzó a bombear con su gran polla dentro y fuera de mi coño deseoso. Entonces noté a su esposa acercarse y comenzar a besarme mientras comenzaba a frotarme el clítoris. ¡Dios! No podía soportarlo más y dejé escapar un grito, tan fuerte como para despertar a los muertos. No pude notar el momento, pero Fredi debe haber eyaculado una gran cantidad de de semen caliente en mi coño. Luego se apartó, y Sori que estaba esperando, comenzó a lamer su semen de mi coño. Sori es realmente muy buena lamiendo coños. Mientras ella chupaba y lamía, sentí que el hormigueo del placer se me acumulaba otra vez dentro y dejé escapar de nuevo otro fuerte grito, esta vez Sori siguió chupando y lamiendo hasta que me dejó temblando de debilidad.

Nos quedamos tumbados unos minutos, hasta que Fredi preguntó— ¿Hacen entregas a domicilio?

—Por supuesto que las hacemos, tenemos un servicio para ello pero de esta me ocuparé personalmente.

Carla / CyJ

Otro relato ...




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