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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Revisión anual con el médico
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Era el momento de mi revisión anual con el doctor Restrepo. Adoro a mi doctor, me ha estado llevando durante varios años. Nunca ha habido nada sexual entre nosotros, pero si lo he visto mirándome fijamente varias veces. Cualquier mujer sabe cómo es eso cuando un hombre la mira de cierta manera. También sé que a cualquier mujer le encantaría ser su paciente. De ojos castaños es alto, atlético, tiene el pelo castaño ondulado sedoso por el que a cualquiera le encantaría pasar los dedos. He oído hablar de él a muchas mujeres, pero ninguna de las que conozco lo ha conquistado aún.

Esta cita iba a ser diferente, yo había puesto como castigo que mi marido me acompañara. Había acudido con él a una cita suya con Jorque Restrepo a jugar al golf y me avergonzó muchísimo. Mi esposo y el doctor Restrepo son amigos desde la secundaria y casi podrían pasar por hermanos. Mi esposo se pasó bastante de la raya comentando nuestra vida sexual con el doctor Estaba lista para matarlo cuando percibí al doctor Restrepo mirándome de una manera diferente a la habitual. Así que como castigo, mi marido iba a presenciar este examen. Pero algo me hace sospechar que esa visita ya estaba amañada.

Estaba en bata al lado de la mesa de exploración cuando el doctor Restrepo entró y cerró la puerta detrás de él. Oí el clic del seguro de la puerta y mi esposo y el doctor intercambiaron unas miradas que yo realmente no entendí.

— ¿Dónde está tu enfermera? —Le pregunté.

El doctor Restrepo respondió— Tenía que irse temprano, pero pensé que estaría bien, ya que su marido iba a estar con nosotros.

Le dije— Claro, si, supongo que sí.

Me acosté de espaldas y puse los pies en los estribos ¡Ya estaba lista para mi revisión y solo tener que esperar por esto por otro año!

El doctor Restrepo vio mi coño afeitado y comentó— Veo que te mantienes bien arreglada.

Sin pensarlo dije— ¡Oh, sí! Siempre quiero estar lista.

Nada más decir esas palabras me arrepentí y me sentí tremendamente estúpida, no había necesidad de decir eso. Al oírme, el doctor levantó la vista, me miró a los ojos y me sonrió. Era una sonrisa por la que la mayoría de las mujeres habría matado. Entonces dijo— Cierra los ojos y relájate.

Luego hizo que mi marido se acercara y me tomara la mano. Y así, con mi esposo a mi lado sosteniendo mi mano, con los ojos cerrados, comenzó la revisión.

Yo lo notaba diferente, normalmente el gel está frío pero lo que me estaba poniendo era cálido, suave y muy agradable de sentir. Para entonces mi marido me acariciaba el pelo. Entonces sentí algo más, se sentía tan bien, tan caliente, pero estaba en mi clítoris. Me asusté y debí haber saltado un poco.

Mi marido me susurró— Está todo bien, sólo tienes que dejarte hacer, ¿Te parece bien?"

En ese momento me di cuenta de que “aquello” era la lengua del doctor Restrepo en mi clítoris, y que a mi esposo le parecía que estaba bien.

¡Guauuuu! Un sueño hecho realidad. Tenía que sacarle el máximo provecho a eso.

Alargué una mano para tocar su suave pelo ondulado y pasé mis dedos por él ¡Otro sueño hecho realidad!

Mi doctor es muy bueno con la lengua y realmente se estaba esmerando en ello. Sólo de pensarlo tuve mi primer orgasmo. Entre el doctor y mi esposo me lamieron hasta que mis jugos fluyeron y gotearon de tanto placer. Abrí los ojos y los vi a los dos con mis jugos de coño goteando por sus barbillas. Me pedían más ¿Y quién era yo para negárselo? Así que los tres fuimos a la sala de estudio donde había tenía una cama enorme en ella, que era un lugar mucho más cómodo. Entre ambos me cogieron y me colocaron suavemente en el medio de la cama, como si fuera una reina, o un premio. Los vi desnudarse a los dos, sus cuerpos eran muy similares, musculosos y en buena forma, pero cuando miré la polla del doctor Restrepo ¡Me quedé en shock! Eran por lo menos veinticinco centímetros cuando donde mi esposo tiene unos veinte. Me emocioné pensando en la polla de los dos dentro de mí. Eso fue lo bastante para empezar a correrme de nuevo. Ambos se dieron cuenta y se fueron directos entre mis piernas ya a mis tetas y empezaron a chuparme y lamerme hasta que grité del placer de otro orgasmo. ¡Era tan rico!

Supongo que les encantó mi jugo de coño porque me dijeron que querían más. Así que les desafié a que se lo ganaran.

Mi esposo puso su pene completamente duro en mis labios y yo empecé a chuparle la cabeza de su pene. Podía saborear su tan familiar líquido presencial en mi boca. Siempre fue muy bueno. Pero yo quería probar la polla grande y dura del doctor, así que lo dije. Y mientras mi marido me metía su polla dura en el coño y empezaba a follarme, yo empecé a chupar esa polla monstruosa de veinticinco centímetros. Le pasé la lengua hacia arriba y hacia abajo ¡Sabía tan bien, tan dulce, era casi como un caramelo! Pronto empecé a ver cuánto podía meterme en la boca.

Mientras tanto, mi marido me follaba tan fuerte que me empecé a correr de nuevo y como si fuera en el momento indicado, ambos se metieron entre mis piernas y empezaron a lamerme hasta que de nuevo me corrí. El doctor se levantó y deslizó su enorme polla dentro de mi coño. Poco a poco al principio, imaginó que yo no estaba acostumbrada a una polla tan grande. Finalmente me la entró toda y me sentí muy bien. Nos empezamos a balancear, a nuestro propio ritmo, hasta que me di cuenta de que estaba a punto de estallar. En ese momento mi marido le dijo a mi doctor que se volteara y quedara conmigo encima de él. Yo ya sabía que era lo que se avecinaba, mi esposo y yo disfrutábamos mucho del sexo anal, pero nunca de esa manera. Yo ya estaba tan jugosa y excitada que podía sentir el goce al notar a mi marido subirse. Su polla estaba bien lubricada y lentamente puso la cabeza en mi culo mientras el doctor continuaba cogiéndome a su ritmo que marcaba a la polla que entraba completamente en mi culo. No pasó mucho tiempo antes de que mi marido cogiera su ritmo y yo que estaba en el medio y me sentí excitante cachonda. Estaba en el séptimo cielo con el doctor besando mis labios y mi esposo besando la parte posterior de mi cuello. Todos nos vinimos al mismo tiempo. Fue genial, creo que no podré esperar a mi próxima cita con mi adorado doctor Restrepo.

C.J.

Otro relato ...




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