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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Segundo baño
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― Está claro que esto debe quedar entre nosotros ―dijo Cheryl mientras me llevaba a la piscina.

― Por supuesto ―le aseguré― Yo no beso y lo cuento, no te preocupes.

Me soltó la mano y se deslizó por el borde hasta caer al agua. Su cabeza se hundió y quedó suspendida durante un momento, con el pelo rubio ondeando alrededor de su bonita cara. Salió la superficie y respiró hondo.

― Oh, me siento taaan bien ahora ―sonrió― Ven conmigo.

Me metí en el agua y su súbito frescor me envolvió― Sí ―asentí― Me siento muy bien.

― Sí, así es ―bromeó mientras se daba la vuelta y nadaba hasta el extremo de la piscina.

La vi girar sobre su espalda y volver lentamente hacia mí. Mi mente iba a mil por hora.

Me acababa de follar a la madre de Brian... ¿y si se entera su padre? Me va a joder... a Brian también... mierda, qué coño he hecho... joder, está muy buena...

Se dio la vuelta y me rodeó con las piernas alrededor de la cintura y las manos en la nuca.

― Dijiste que habías pensado en esto antes ―me recordó.

― Sí, muchas veces ―admití mientras le acariciaba las nalgas.

― ¿Durante cuánto tiempo? ―preguntó.

― Años ―me reí.

― Entonces eras un chico cachondo ―soltó con una risita― ¿Siempre se te pone dura mirando a las madres de tus amigos?

― Eh... sí.

― ¿Te imaginas follándotelas? ―preguntó mientras frotaba su pelvis contra mí.

― Sí.

― ¿Y verlas chuparte la polla? ―susurró antes de lamerme los labios.

― Sí ―le susurré.

Su lengua se introdujo entre mis labios y tocó los míos, contoneándose mientras nuestros labios se apretaban.

Se apartó y soltó una risita― ¿Qué tal si usas la lengua? ―me preguntó mientras movía la suya hacia mí― ¿Te has imaginado comiéndote un coño?

Mi polla estaba dura como una roca y se clavaba en su culo. Se retorció y se movió hasta que quedó atrapada entre su coño y mi estómago. Su pelvis se balanceaba lentamente mientras se frotaba contra mi polla.

Le pasé la lengua por los labios mientras nos girábamos en el agua y nos acercábamos al borde de la piscina.

― Te voy a comer el tuyo ―susurré.

Chilló mientras la sacaba del agua y la sentaba en el borde de la piscina. Puse sus piernas sobre mis hombros mientras ella se apoyaba en las manos. Sus pliegues aterciopelados estaban a la altura de sus ojos, invitándome a probarla. No perdí el tiempo y le di una lenta lamida entre los pliegues, obteniendo un grito ahogado como respuesta. Mi lengua jugueteó alrededor y dentro de ella, provocándole un frenesí mientras jugaba con su clítoris. Lo agarré entre los labios y lo chupé enérgicamente, sujetándola mientras se retorcía y corcoveaba hacia el orgasmo.

Cuando dejó de temblar, aparté la cara y me lamí los labios, saboreando los jugos que me cubrían la barbilla. Me sonrió y me pasó los dedos por el pelo.

― Cámbiate conmigo ―dijo roncamente.

Fui por el borde hasta la parte menos profunda de la piscina y salté al borde mientras ella iba por el agua. Se colocó entre mis piernas y rodeó mi polla con las manos.

― Es mi turno de probar ―anunció mientras se llevaba la punta entre los labios.

Vi cómo retiraba las manos y se la llevaba a la boca. Chupó despacio, bajando y subiendo hasta la punta mientras intentaba metérsela toda en la boca. Me apoyé en las manos y empecé a empujar hacia su boca.

― Tranquilo, grandullón ―balbuceó.

Dejé de moverme y ella rodeó la base de mi pene con una mano. Me agarró con fuerza y su lengua empezó a recorrer el tronco y a girar alrededor de la punta. Sus labios se deslizaron por la parte inferior, de arriba abajo, antes de introducírsela de nuevo en la boca. Succionó lentamente, llevándome hasta el punto de no retorno, y me agarró el muslo mientras empezaba a mover la cabeza más deprisa.

Incliné la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y gemí ruidosamente cuando eyaculé. Mi semen llenó su boca y bajó por su garganta mientras ella mantenía los labios cerrados alrededor de mi polla. Cuando las palpitaciones disminuyeron, la miré y vi cómo chupaba las últimas gotas de mi polla reblandecida.

Dejó que se saliera de su boca y me miró, con unas gotas de semen en la comisura de los labios como único recuerdo del que acababa de expulsar. Se lamió los labios y me dedicó una gran sonrisa.

― Qué rico ―soltó una risita.

Me metí en la piscina y la rodeé con el brazo, atrayéndola hacia mí mientras nos besábamos.

― Eso ―suspiré ―ha estado de puta madre.

― Gracias ―soltó una risita― A mí también me ha gustado.

Nos separamos y flotamos en el agua unos instantes, los dos en silencio y mirándonos.

― Va mucho a pescar ―dijo con una sonrisa― Normalmente van los dos, a menos que Brian esté trabajando.

― Brian trabaja muchas horas ―añadí.

― Sí, de hecho casi nunca está aquí ―continuó― Tengo mucho tiempo para mí. No me importaría tener compañía.

― Bueno, tal vez puedas avisarme cuando quieras que te visite ―sugerí.

MJ

 

 

La madre de Brian

Un joven venteañero, acude a casa de un amigo con el que ha quedado. pero esté se ha ido a pescar con su padre y solo se encuentra a la madre, bañándose en la piscina. Luego se complica.

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