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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Trato con Cherly
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Era sábado por la mañana, poco antes de las nueve, cuando sonó mi teléfono. Me sacudí para despertarme y cogí el teléfono, preguntándome quién llamaba tan temprano. No identifiqué el número y lo dejé en el buzón de voz mientras iba al baño. Me senté en el borde de la cama y escuché el mensaje.

― Soy Cheryl, la madre de Brian. Tenemos que hablar de nuestra charla en la piscina el jueves pasado. Me gustaría verte hoy, así que por favor llámame o envíame un mensaje.

Me pregunté si aquello era bueno o malo. Le envié un mensaje y le pregunté cuándo y dónde quería que nos viéramos.

― Voy a hacer la compra a las diez. Ven a verme al centro comercial del este. Mándame un mensaje cuando llegues.

Le respondí que estaría allí justo después de las diez y me metí en la ducha. Con unos pantalones y una camiseta me dirigí al centro comercial. Busqué uno de sus coches y vi el utilitario negro en el extremo del aparcamiento y me detuve junto a él. Le mandé un mensaje diciéndole que estaba allí y la ventanilla delantera del pasajero, tintada de oscuro, se bajó y Cheryl me saludó con la mano.

Salí de mi auto y ella me dijo que subiera a la parte trasera del suyo mientras subía la ventanilla. Abrí la puerta trasera y subí en el lado del pasajero mientras ella salía de la parte delantera y se sentaba junto a mí en la parte trasera. Con el pelo recogido en una coleta y vestida con una camiseta ajustada y unos vaqueros ceñidos, parecía estar más cerca de los treinta que de los cincuenta.

― Gracias por reunirte conmigo ―me dijo con una sonrisa― Sigo pensando en nuestra tarde en la piscina.

― Yo también, esperaba que me pidieras que me pasara a nadar.

― Ya veremos ―prometió― Primero tenemos que hablar. No se lo has dicho a nadie, ¿verdad?

― No. Prometí que no lo haría y no lo haré.

― Bien, sólo lo comprobaba ―continuó― Así que así es como funcionarán las cosas...

― Te ves muy bien ―dije con una sonrisa.

― Gracias― soltó una risita― Pero como iba diciendo...

― Tengo tantas ganas de besarte ahora mismo ―bromeé mientras le ponía la mano en el muslo.

Puso los ojos en blanco y sonrió antes de fruncir los labios y darme un beso rápido.

― Escucha ―me dijo con firmeza― Si esto va a continuar, tenemos que llegar a un acuerdo. Yo tengo mucho más que perder que tú si alguien se entera.

― Vale, lo entiendo. ¿Qué tal otro beso?

Se inclinó hacia mí y me dio un largo beso, pasándome la lengua por los labios antes de separarse. Noté su mano en la parte superior de mi muslo y las yemas de sus dedos empezaron a acariciar mi verga, que ahora se endurecía, a través del tejido de mis pantalones.

― Entonces ―continuó― Yo decidiré si nos vemos, cuándo y dónde. Yo te llamaré o te enviaré un mensaje de texto, pero tú nunca me llamarás ni me enviarás un mensaje de texto primero. ¿Entendido?

Tragué saliva y asentí con la cabeza mientras sus dedos recorrían el bulto de mis pantalones. Se inclinó hacia mí y me susurró suavemente al oído― Y haremos lo que yo quiera ¿De acuerdo?

― Vale ―balbuceé.

― Y si te portas bien, te dejaré hacer lo que quieras.

Su lengua me lamió la oreja y se llevó el lóbulo a la boca, chupándolo suavemente― ¡Bájate los calzoncillos! ―susurró.

Me bajé los pantalones hasta las rodillas y mi polla se levantó. Su dedo recorrió la punta y mientras se reía. Lentamente, su dedo recorrió toda mi polla, desde la punta hasta los huevos, y volvió a subir mientras susurraba una vez más― Me estabas diciendo que te gusta masturbarte pensando en las madres de tus amigos. Cuéntame más.

Tragué saliva mientras su dedo rozaba el sensible glande y hacía que mi polla volviera a crisparse.

― ¿Quién más te excita así? ―me preguntó.

― La madre de Jeremy está muy buena ―admití.

― ¿La señora Harper? ―confirmó Cheryl.

― Sí ―gemí mientras su dedo giraba sobre la punta hinchada de mi polla.

― Hmm ―reflexionó― Es atractiva... y tiene unas tetas realmente grandes. Quieres follarte sus tetas, ¿verdad?

Asentí con la cabeza.

― ¿Qué? ¿No te he oído? ―se burló Cheryl mientras frotaba una gota alrededor de mi punta.

― Sí ―resoplé ―Me encantaría follarme sus tetas.

― Mete tu enorme polla entre ellas... ―susurró― Fóllate sus grandes tetas hasta que te corras entre ellas...

Gemí mientras su dedo seguía acariciando mi polla.

― ¿Quién más?

― La señora Schulz ―respondí.

― Ahora estoy un poco sorprendido. Es guapa, pero nada especial. ¿Qué te gusta de ella?

Volví a tragar saliva cuando me rodeó la polla con la mano y empezó a acariciármela.

― Oh, ya sé ―susurró― Tiene un buen culo, grande y firme.

― Sí ―gruñí.

― ¿Quizá quieras follártela por detrás y agarrarle ese culazo? ―bromeó mientras me acariciaba la oreja con la lengua― ¿O a lo mejor quieres follártela por el culo? ¿Es eso en lo que piensas? ¿En meterle tu enorme polla en su culo apretado?

Asentí con la cabeza mientras sentía que la presión aumentaba en mis pelotas. El semen empezó a salir y a recorrer mi pene, y su mano se volvió resbaladiza mientras me masajeaba lentamente.

― Eres un chico muy travieso ―bromeó― Te masturbas mientras sueñas con follarte las tetas o el culo de las madres de tus amigos. ¿Eres un chico travieso?

― S...sí ―balbuceé mientras su mano bombeaba más rápido.

― ¿Qué eres? ―susurró― ¡Dímelo!

― Soy un niño travieso

― ¿Que hace qué?

― Que se masturba con las madres de mis amigos ―resoplé mientras mi polla estaba a punto de estallar.

― ¡Enséñamela! ―me ordenó― Mastúrbate para mí, niño travieso.

Me agarré la polla y me la froté furiosamente mientras ella me miraba y se reía.

― Oh, sí, masturba esa gran polla ―me instó.

Gemí fuerte mientras mi polla explotaba y chorros de semen caliente volaron sobre mi pecho y estómago mientras ella me instaba a seguir.

― Eso es, mastúrbate, enséñame ese cremoso semen que tienes para mí.

Mis pelotas se vaciaron y mi puño estaba untado de semen resbaladizo mientras lentamente dejaba de acariciarme. Solté un gemido y la vi recoger un dedo lleno del cremoso líquido de mi camisa y metérselo en la boca. Pasó el dedo por otro charco antes de llevármelo a la boca y restregármelo por los labios. Con una risita, se inclinó hacia mí y me limpió los labios.

― Eres un niño muy travieso ―bromeó.

Sonreí y asentí con la cabeza.

― Entonces, ¿tenemos un acuerdo?" ―preguntó.

― Sí ―acepté.

― Bien ―dijo con una gran sonrisa. Se agachó y cogió un paquete de toallitas húmedas, sacó unas cuantas y me dio una. Se limpió las manos y la boca antes de volver a agacharse y sacar unas bolsas de la compra― Que pases un buen fin de semana ―me dijo al abrir la puerta― Tengo que hacer la compra. Por favor, cierra las puertas.

Salió, cerró la puerta y caminó detrás del coche hacia la tienda mientras yo me limpiaba lo que podía. Después de subirme los pantalones, cerré las puertas, subí a mi auto y me fui, viendo a Cheryl hablando con la señora Schultz junto a las puertas delanteras.

¿En qué te estás metiendo? pensé mientras salía del aparcamiento.

MJ

 

 

La madre de Brian

Un joven venteañero, acude a casa de un amigo con el que ha quedado. pero esté se ha ido a pescar con su padre y solo se encuentra a la madre, bañándose en la piscina. Luego se complica.

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