La Página de Bedri
Relatos prohibidos Siguiente fin de semana
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser
considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para
adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta
advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y
exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que
aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el
contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.
Recibí una llamada de Miguel pidiéndome que me reuniera con él el domingo. Le dije que mi marido se iría después de comer. Dijo que él y algunos amigos me esperarían y me pidió que me llevara el mismo vestido que tenía la última vez. Empecé a protestar y me recordó las fotos que me habían tomado. Le dije que lo entendía, y que nos veríamos entonces. El domingo después de comer sonó el timbre, me levanté lentamente y abrí la puerta. Vi a Miguel, y a otros tres chicos que no reconocí. Los dejé entrar y les dije que se sentaran, les pregunté si querían un refresco y dijeron que sí. Miguel les dijo que me llamaba Bárbara, yo sólo les saludé diciéndoles― ¡Hola! Miguel me siguió hasta la cocina y de pie junto a mí noté su mano en mi trasero. Comenzó a acariciármelo y luego metió su mano bajo mi falda y jugó con mi trasero un poco más. Le pregunté dónde estaban Jesé y Diego y me respondió que estarían por ahí. Me dijo que quería que fuera amable con sus amigos y que estaba seguro de que no quería que mi marido y mis vecinos vieran mis fotos. Le respondí que eso no sería necesario y que sería amable con sus amigos. Volvimos con los otros chicos y pusimos sus bebidas en la mesa delante de ellos. Los chicos parecían tener unos diecisiete o dieciocho años y sonreían mientras sus ojos me desnudaban. Me senté entre Miguel y otro chico en el sofá, los otros dos chicos se sentaron frente a mí. Mi falda era corta y se levantaba aún más cuando me sentaba. Los dos chicos de enfrente me miraban fijamente entre las piernas y Miguel les preguntó si les gustaban mis piernas, ambos sonrieron y dijeron emocionados que sí. Luego Miguel les preguntó si les gustaría ver más, todos sacudieron la cabeza y dijeron que sí. Me levantó el dobladillo de la falda y los ojos de los otros tres chicos se abrieron de par en par. Se rió, me bajó el dobladillo y empezó a acariciar el interior de mis muslos. Los chicos sonrieron y se quedaron mirando mientras Miguel bajaba su mano hasta mi rodilla y lentamente me separaba las rodillas. Se detuvo a mitad de camino y le dijo al chico que estaba a mi lado que me cogiera la otra rodilla. El chico me miró y le tranquilicé diciéndole que podía hacerlo. Puso su mano sobre mi rodilla, me miró de nuevo y yo le sonreí. Miguel les preguntó a los otros chicos si les gustaría verme el coño y respondieron que les encantaría. Miguel ordenó al chico a mi lado que me separara las piernas. El chico, me miró y le volví a decir que podía hacerlo, pero insistió y me preguntó si estaba segura de querer que lo hiciera. Le sonreí, puse mi mano sobre la suya y lentamente abrí las piernas. Mi coño quedaba a la vista para su placer visual, me deslicé lentamente hacia adelante en el sofá y eso hizo que la vista fuera mejor, permitiendo que mi coño se abriera completamente. Los chicos sonrieron y le dijeron a Miguel que no había mentido, sonrieron se acercaron y siguieron diciendo― ¡Joder! ―Me quedé allí sentada, con mi falda enrollada alrededor de mi cintura y con las piernas abiertas de par en par. Miguel pasó su mano hasta mi coño y comenzó a acariciarme el clítoris y los chicos se quedaron mirándolo sonrientes. Miguel empezó a acariciarme lentamente el coño mientras chicos miraban atentamente esperando ver mi reacción. Mi coño se estaba mojando mucho, y había ruidos de chapoteo mientras me acariciaba más rápido. De repente se detuvo y sacó el dedo, le dijo al chico que estaba a mi lado que me follara con el dedo. Me miró y yo tomé su mano y me la puse en el coño. Colocó su dedo en mi húmeda hendidura y lo empujó hasta adentro y luego hacia afuera. Siguió follándome con el dedo mientras los otros chicos miraban y le animaban a continuar. Unos minutos después, Miguel le dijo que se detuviera. Miguel me ordenó que me levantara y que me quitara el vestido, y que les dejara a los chicos que me contemplaran desnuda. Lentamente hice lo que me dijo, me paré y me pasé el vestido sobre mi cabeza. Me paré allí desnuda y dejé que los chicos me miraran. Miguel les dijo que me podían tocar y meterme los dedos por mis agujeros. Separé las piernas y dejé que los tres chicos me palparan y me follaran con el dedo, me estaba mojando mucho y mi coño estaba empezando a gotear. Necesitaba más. Mis rodillas se estaban debilitando, estaba avergonzada y excitada al mismo tiempo. Miguel los miraba jugar con mis tetas y meterme los dedos por todos mis agujeros. Les dijo que pararan y me ordenó dijo que caminara hacia él deteniéndome a cierta distancia de él. Me ordenó que me pusiera de rodillas mientras los chicos se quedaban mirando. Miguel se acercó, se paró frente a mí, abrió su cremallera y sacó su polla. Se agarró la polla, me la frotó por la cara y empujando la cabeza entre los labios me la metió en la boca, parando solo después de metérmela hasta la garganta. Empezó a follarme la boca y los chicos no podían creer lo que veían. Empezó a joderme cada vez más rápido, agarrando la parte de atrás de mi cabeza para empujar la polla más adentro. Los chicos me vieron chuparle la polla, y empezaron a animarle. Los chicos se acariciaban sus pollas mientras miraban. Miguel finalmente se puso tieso y me la metió hasta la garganta. Su leche goteaba por la comisura de mi boca. Tragué tanto como pude, tratando de comerme cada gota. Se la sacó lentamente de la boca y me dijo que la lamiera hasta dejarla limpia. Con mi lengua le lamí la polla, limpiando cada centímetro. Luego me ordenó que le lamiera y le chupara los testículos, y yo las chupé y metí dentro de mi boca. Luego me ordenó que me levantara, que fuera al dormitorio y me acostara a la cama. Me dijo que abriera las piernas y que dejara que los chicos me follaran. Entré en el dormitorio, me acosté de espaldas y abrí bien las piernas. Los chicos me siguieron, uno se puso entre mis piernas y los otros se pusieron uno a cada lado. Se quitaron la ropa y se turnaban para meterme la polla en la boca. También se turnaron para meterme sus pollas en mi coño y follarme. Miguel los observaba, mientras les decía que usaran todos mis agujeros, asegurándose de que me cogieran el culo y tuve sus pollas en todos mis agujeros. Eso duró bastante tiempo y no me di cuenta que tres chicos más se les habían unido. Mi cabeza daba vueltas, nunca me di cuenta de que ahora tenía siete chicos cogiéndome por todos mis agujeros. Me encantaba ser el centro de atención, su puta. Debí haberme desmayado y cuando me desperté, estaba desnuda, y tumbada encima de la cama con las piernas abiertas y los brazos extendidos a los lados. Estaba llena de semen, completamente cubierta de semen que me salía por el culo, el coño, por la boca. Y hasta mi pelo estaba cubierto por esperma. Cuando pude levantarme de la cama me fui a la sala de estar. Estaba sola y encontré una nota sobre la mesa y la leí. Decía que se lo habían pasado muy bien. Que les encantaba follar conmigo, y que yo les chupara la polla. Decían que después de que me desmayara, decidieron tomar algunas fotos para mostrarme lo que me había perdido. Sobre la mesa, había diez fotos mías en diferentes poses muy sexuales. Tomaron fotos de sus pollas en mi coño, en mi culo y en mi boca. Incluso me sacaron una foto, desmayada desnuda sobre la cama, con las piernas abiertas y todos los chicos sentados a mí alrededor con las pollas fuera. Me dijeron que esas fotos eran para mí y que se habían guardado algunas para ellos. Terminaba la nota diciendo que no podrían esperar mucho en verme otra vez. Destruí las fotos para asegurarme de que nadie las encontrara accidentalmente. Luego me di un baño caliente, me preparé una copa y decidí compartir esto con mis amigos.
Historia de unas galletasEstos relatos de Bárbara narran las aventuras que tuvo después de que un chico fuera a su casa a venderle unas galletas.Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
|