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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Situación complicada
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Guillermo quería complacer todas las fantasías de Marina, incluso se puso por detrás de ella con tal de satisfacer sus necesidades y deseos extremos llenos de fetiches. Durante años eso le agradó, pero tal vez esta noche sería la excepción a esa regla. Pese a ello, siempre recordaba con mucho agrado cuando su bella novia mantenía hasta cinco amantes a la vez, mientras él recogía en vídeo la acción, pero esta noche podría ser un poco demasiado.

Diez hombres con aspecto desaliñado, algunos de cuerpo fornido, habían estado haciendo lo que habían acordado hacer con Marina durante los últimos cuarenta y cinco minutos. En un momento que tenía todos sus agujeros ocupados por las pollas de tres de aquellos desconocidos, ella miró a su marido mientras se balanceaba sobre el hombre que tenía debajo. Guillermo podía la lujuria que se manifestaba visible en su expresión facial. Y no estaba seguro de qué pensar, ya que le parecía haber detectado un poco de aburrimiento en su caliente esposa, sudorosa y bien jodida.

Ella le hizo un gesto para que se acercara, era algo habitual que quisiera que él le sostuviera la mano durante uno momento mientras sus fantasías se desarrollaban. Este era uno de esos casos, y Marina lo miró con cariño, mientras le colocaba la mano sobre su mejilla. A Guillermo le resultaba chocante sentir al pene del otro hombre contra el interior de su mejilla mientras le follaba la boca. Guillermo no era un mojigato y eso lo excitó un poco; aunque esa no era la intención de su esposa que movió la mano hacia las bolas del hombre que talmente parecía estar midiendo la profundidad de su boca con su pene. Guillermo aprovechó la oportunidad para pellizcar uno de sus pezones con fuerza. No era nada infrecuente que Marina saliera de estas sesiones maratonianas de sexo grupal con sus areolas severamente magulladas. Era un buena indicio de que había sido tratada de una manera que deseaba y agradecía. Él la pellizcó y le retorció bruscamente el pezón un par de veces más, y vio que la lujuria en los ojos de su esposa aumentaba exponencialmente. Sabía que ella no querría que se detuviera, pero aún así se alejó para continuar capturando la acción con la nueva cámara de vídeo.

Pasaron otros quince minutos y tres de los diez hombres ya habían vaciado el contenido de sus testículos dentro del coño de su esposa. El semen goteaba fuera de ella, mientras que otro de ellos se colocaba entre sus piernas y metía vigoroso su pene dentro. Marina ya tenía semen en la cara y sus firmes tetas en forma de copa de champán; y una piscina en su ombligo. Había cuatro corridas más antes de que comenzara la parte de Guillermo de su fantasía. Él ya había limpiado semen de extraños de sus tetas un par de veces mientras la follaban, pero no era su parte favorita. Guillermo y Marina habían intercambiando dulces besos con ella después de que ella recibiera la descarga de semen de un par de sus amigos de trabajo. Sin embargo, Guillermo no era aficionado del esperma de otros hombres.

Mientras se movía para obtener mejores tomas en distintos ángulos de la orgía de esa noche, iba pensando en las muchas veces que había terminado en la boca de Marina antes de llevarla al orgasmo con un vibrador. Ella siempre se corría mucho más rápido e intensamente cuando el accedía a darle besos largos y profundos, y alrededor de su boca pegajosa y reluciente.

Tres de los hombres se corrieron en su cara, tetas y sobre el montículo púbico, mientras ella hablaba como un estúpido camionero borracho y racista. El último de los hombres en correrse repartió su considerablemente abundante semilla dentro de su boca y luego entre sus tetas.

Con su cuerpo literalmente cubierto con su semen incluyendo un pequeño hilo que le colgaba de la nariz y un charco que le cubría la cuenca del ojo izquierdo, Marina hizo un gesto para que su obediente esposo se acercara a ella. Guillermo entregó la cámara a uno de los desconocidos y se inclinó para besar ligeramente a su esposa sobre los labios cerrados. Ella no le había indicado nada así que se movió intuitivamente. Deseaba que ella, a veces considerara cuánto más fáciles, y posiblemente más placenteras, serían las cosas si él conociera el plan antes de comenzar.

Todo comenzó a estar más claro después de que ella extendiera sus brazos invitándolo a hacerle el amor. Guillermo entendió que esa reacción era parte de la fantasía. Ella le hizo un gesto para que se recostara sobre ella y recordó su primera experiencia con su propio semen, mientras disfrutaba del incómodo beso a tres bandas que recibió de Marina y una compañera del trabajo. Fue después de una impresionante y precisa dejada de semen que él colocó en sus labios mientras se besaban. Esto sin embargo, le parecía un poco demasiado. Sin embargo, se mantuvo como el marido obediente de siempre. Cuidadosamente se colocó en la posición para follar a su esposa pero antes de que pudiera meterse dentro de ella, le agarró su cabeza por cada lado y tiró de él hacia adelante; a lo largo de su vientre cubierto de esperma. Ella le movió la cabeza a través de la sustancia pegajosa en su estómago hacia arriba para mamar de sus pechos. A Guillermo le encantaba hacerle el amor a su esposa pero débilmente se apartó un poco cuando ella le presionó la cara contra recubrimiento pegajoso que goteaba por entre sus tetas. Después de que lamió, besó, chupeteó las tetas y luego le mordisqueó los pezones, ella le soltó la cabeza el tiempo suficiente para que él metiera su pene duro dentro de ella. Era más o menos como follar un cuenco de gelatina caliente, ya que su pene estaba envuelto en los abundantes restos del semen de los otros hombres. La zona afeitada alrededor del coño de marina se le pegó cuando se la metió toda. Tanto semen había dentro que se producía ruido de succión cuando su pene entraba y salía de la vagina de su esposa. Se notaba que Marina estaba muy excitada porque sus jugos íntimos rápidamente estaban reduciendo la cantidad de esperma que no había salido cuando Guillermo metió su polla en su zona de amor. Gran parte del semen y sus jugos corría por el interior de sus muslos y se acumulaba sobre las sábanas entre sus nalgas.

Mientras Guillermo se acomodaba se dejó caer sobre el pegajoso torso y la besó ligeramente sobre los labios aún cerrados antes de deslizarse hasta su cuello para besarla y mordisquearla. Ella se tensó por el pequeño cosquilleo de placer que obtuvo de él al elegir el lado por el que cayeron la mayoría de las descargas de semen de ese día. Ella giró intencionalmente su cabeza hacia el lado izquierdo para tratar de vaciar su cuenca ocular llena de semen, esperando que resbalara hasta donde él la estaba besando. Guillermo se movía adelante y atrás para follarla mientras se apretaba contra ella impregnándose de la sustancia pegajosa que la cubría.

Marina siempre respondía a la estimulación vaginal de la polla de Guillermo pero no estaba seguro de cómo una mujer, que folló con diez hombres en la última hora, no alcanzó ni una sola vez un verdadero orgasmo. No recordaba haberle visto todavía su cara de— Me estoy corriendo —pero comenzó a notar como su vagina le apretaba la polla contenida dentro de la manera en que siempre lo hacía. Guillermo levantó la cabeza de su cuello cubierto de esperma y besó nuevamente los labios cerrados de su esposa. Luego, lentamente empujó su lengua contra ellos para metérsela en la boca. Sabía que ella había mantenido la boca cerrada para guardar una pequeña cantidad del esperma del grupo de hombres en un lugar seguro y cálido, para su sesión de amor con él. Después de pelear con sus labios cerrados durante unos segundos, él apartó su rostro y ella abrió la boca revelando mechones de semen que se extendían desde el labio inferior. Su gran sonrisa, justo detrás de la pegajosa telaraña de sustancia pegajosa que estaba exhibiendo, le robó la mayor parte de los cinco minutos que Guillermo podría aguantar antes de agregar su semen junto con el de sus anteriores amantes. Susurró— Te amo —en su oído mientras bombeaba su elixir varonil dentro de ella. Continuó follándola tan fuerte como pudo, tratando de lograr que se corriera también. Él se elevó hacia arriba buscando hacer el máximo contacto con su clítoris mientras embestía una y otra vez. Desanimado retiró su pene, comprendió que simplemente no había suficiente fricción para hacerlo con su polla porque estaba muy resbaladizo allí abajo. Después de que él cesó su incondicional pero infructuoso esfuerzo, permanecieron allí en silencio durante un momento, antes de que ella le indicara al hombre de la cámara de vídeo que se fuera. Guillermo simplemente se quedó acostado encima de ella que frotó suavemente su mano en la parte posterior de su cabeza, antes de guiarlo hacia el lado impregnado de semen de su rostro otra vez. Ella solo le acarició el cabello y que tenía la parte posterior enmarañada con el semen que recogió del colchón a donde se había escapado desde su pecho. Marina no podía creer que tuviera tanta suerte encontrando a alguien con quien pasar el resto de su vida. Alguien que estaba dispuesto a llegar a tal extremo solo para complacerla.

El esperma que se interponía entre los dos amantes y en otras partes del cuerpo de Marina era frío, pegajoso, y cada vez menos deseable para el dúo fetichista. Con un susurro ordenó a su esclavo que se moviera hacia abajo. Guillermo conocía cuál era su deber y se resignó a hacerlo. Besó sus pechos brillantes en el camino hacia abajo, y lamió sus pezones magullados y pegajosos. Comenzó succionando suavemente al principio, pero luego comenzó a chupar con fuerza los pezones duros, uno de cada vez mientras que sus dientes se sujetaban alrededor de la base. Podía probar un poco de sangre antes de darle al que estaba mordiendo y chupando un descanso. Cuando él se movió hacia abajo, su mano lo siguió. Se detuvo para agarrar su pezón izquierdo y apretarlo con fuerza entre el pulgar y el índice de su mano derecha. Siguió bajando, hasta que el agarre falló y ella continuó el trabajo. Marina era la torturadora más hábil cuando se trataba de sus ya maltratadas tetas. El marido perfecto de Marina alcanzó su lugar entre los muslos de ella para encontrarse frente a una especie de marisma o pantano en su coño. Él insertó un dedo dentro de ella que sacó cubierto con el semen de los extraños y el suyo propio. Fue sacando más que colocaba a modo de una barrera resbaladiza, mientras se frotaba con el lado de la mano arriba y abajo, justo entro los labios del coño. Pudiera parecer hasta cómico puesto que estaba haciendo un poco de espuma con el semen que seguía saliendo de la vagina de su esposa. Marina ahora gemía mientras Guillermo continuaba usando el lado de su mano para acariciarle el clítoris. Había más que suficiente esperma para eliminar cualquier fricción que pudiera haber experimentado de otra manera. Ella arqueó la espalda mientras él frotaba inexorablemente arriba y abajo, una y otra vez. Cuando pensó que Marina estaba a punto de correrse, Guillermo cambió de táctica—¿Quería ella hacer cosas especiales? Él, al menos, haría las cosas diferentes por su parte, mientras se inclinaba y se amamantaba del clítoris. Sabía cuánto le gustaba correrse con él cuando usaba el lado de la mano, pero continuó trabajándola con la boca, mientras insertaba, dos, tres y luego cuatro dedos dentro de su chocho. El la trabajó así durante tres minutos completos a una buena velocidad.

El orgasmo de Marina hizo que la cama entera crujiera estrepitosamente. Ella se retorció, y gimió ruidosamente mientras lentamente balanceaba su culo hacia arriba y hacia abajo sobre el colchón como en cámara lenta. Aquella ruidosa reacción de Marina atrajo a un par de hombres desde la otra habitación, ella los miró un momento, como si considerara qué parte podrían desempeñar para acabar con ella aquel polvo de la mejor de las maneras. Decidió que no se fueran y se quedaran mirando antes de soltar un pequeño grito. Guillermo no se inmutó, cuando el coño de Marina se convirtió en una esponja expulsando todo el líquido contenido como si la exprimieran. No salió disparado de ella, pero se acumulación de jugos en su zona púbica que él le lamió, mientras mantenía su boca alrededor del clítoris; para poder darle pequeños toquecitos con la lengua para mantenerla activa hasta que finalmente colapsó sobre el colchón por enésima y última vez.

Guillermo usó sus labios para tomar parte de la mezcla de esperma de múltiples fuentes del coño de su esposa, para cubrir la piel seca y sedosa de sus labios, y darle a probar su elixir preferido directamente desde la fuente. Mientras la estaba besando, Marina metió la mano debajo de su culo y tomó todo el semen que pudo del charco bajo ella, y lo frotó con fuerza; alrededor y sobre sus pechos. Los dos amantes se besaron dulcemente durante unos minutos antes de rodar de lado uno frente al otro. Marina tiró de la cara de su marido hacia su escote cubierto de semen, donde las eyaculaciones de los otros se habían entibiado un poco. Ella como de costumbre estaba encantada de que él pareciera satisfecho a pesar del pegajoso semen que aún se adheriría a su rostro cuando se retiró. Los dos permanecieron allí durante unos minutos antes de levantarse. Marina se fue desnuda a la sala de estar donde los otros diez hombres que reposaban viendo la televisión la recibieron con una ovación a la que ella correspondió con reverencia y su gran sonrisa, luego se fue a la cocina en busca de una cerveza.

Guillermo estaba en el baño duchándose y deshaciéndose de todo el semen que se le había impregnado. Después de secarse y vestirse, el también se fue a la sala de estar pero no hubo aplausos para él, porque la mitad del grupo estaba mirando el resto que iniciaban las primeras etapas para follarse otras vez a su esposa. Guillermo sonrió y dijo— ¡Oh tú, eres insaciable! —antes de ir a por su cerveza y sentarse a disfrutar de un poco de televisión.

V.L.

Otro relato ...




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