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La Página de Bedri
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No sé muy bien como me vi en esta situación que voy a contar, pero sabía de algún modo, que tarde o temprano, mis pequeños vicios, acabarían jugándome una mala pasada. ¿Mala? La verdad que acabé con uno de los mejores polvos de mi vida, el mejor sin duda hasta aquel día, luego hubo más.

Me llamo Sandra. Tengo 34 años, 1,60, 49 kg, delgada, pero sin marcar músculo, buenas caderas y una pequeña talla 85 de busto, pero firmes, y coronados por unos pezones atravesados por sendos piercing, que siempre están erguidos y desafiantes. Llevo el pelo teñido y melena por debajo del cuello, y el conejito totalmente depilado, como le gusta a mi marido, Saul. El mide cerca de 1.90, pesa unos 85 kg, y está muy trabajado por el crossfit y la MTB. A veces hemos perdido de follar, por irse con la bici, que hombre…

El tema es que, dada la cantidad de veces que me ha dejado con ganas, y que yo soy, aparte de muy caliente, muy fiel, me fui haciendo poco a poco con un pequeño arsenal de juguetes sexuales para mi propio placer. Y poco apoco también fui dándome cuenta de que me gustaba el tema de la dominación y la sumisión, y el dolor, en pequeñas dosis, me excitaba mucho. Compre pinzas para los pezones, dildos, bombas de succión, vibradores, electro estimulador, esposas, correas… Como digo, un pequeño arsenal, que usaba sola, pues tenía miedo contárselo a Saúl y que me viera como un bicho raro, o una putilla que le iba la marcha.

Esa tarde era otra mas, sola, Saúl por ahí de ruta, y yo sola en casa, todo el día. Me puse una peli x en la tablet, de BDSM suave, y empecé a ponerme muy caliente con las imágenes. Saqué mi maleta de los sueños, con todos mis juguetes. Me despojé del minúsculo tanga que era la única prenda que llevaba puesta. Toqueteé y apreté mis pezones. Unté mis labios vaginales con bastante lubricante efecto calor y continué hacia mi agujero oscuro. Estando muy excitada y lubricada, introduje un dildo de buen tamaño en mi culo, es uno de esos que llevan cables para poder ser electrificado. Cogí mi Satysfier y me lo aplique en mi ya hinchado y excitado clítoris. El orgasmo fue inminente y rápido.

Calmada la ansiedad del primero, continué con mas parafernalia. Me puse una mordaza, que lleva un aro metálico que deja la boca muy abierta, para facilitar la penetración por ella hasta el fondo de la garganta; cuanto fantaseo con que Saul me folle la boca con ella puesta. De la mordaza cuelgan unas cadenas que terminan en pinzas, para aplicar a los pezones, cosa que, evidentemente hice. Además, en estos, apliqué otras pinzas más pequeñas, sobre los piercings. Estas últimas también van unidas al electro estimulador, que encendí en una frecuencia media-baja, y en modo auto, para que el mismo determine las secuencias de las descargas. Un cosquilleo atravesó mis pezones y mi culo. Tomé un consolador con vibrador de generoso tamaño, que mi coño engulló sin demasiado esfuerzo, dado lo lubricado que estaba. Lo encendí a intensidad media. Este, además, tiene una mini lengua, que vibra directamente en el clítoris. La sensación es indescriptible.

En la pantalla de la tablet, una morena atada de espaldas a una cruz de madera estaba recibiendo un castigo de látigo en culo y espalda. Me sujeté los tobillos con una barra extensible que ajusté al máximo de apertura que mis piernas permitían, y me hice unas fotos en esa postura, estaba muy cachonda, y verme así, me puso aun mas. Por último, tomé un antifaz y unas correas para las muñecas que ajusté como pude al cabecero de la cama, las cerré lo máximo que pude pero que permitieran entrar mis manos. Metí la derecha, me coloqué el antifaz y por ultimo metí la izquierda y me tumbé a deleitarme con las sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando.

Aclaro en este punto que las correas de las muñecas era la primera vez que las usaba, y como siempre, sin leer las indicaciones de uso.

El consolador estaba haciendo delicias en mi, con su armónico ritmo y la mini lengua vibrando en mi clítoris. Esto unido a las descargas eléctricas que atravesaban mis pezones y el interior de mi culo, empezaron a generar en lo más profundo de mi ser un nuevo orgasmo, tensé el cuerpo, arqueé la espalda, me retorcí de placer. Inmovilizada notaba mis piernas separadas, mi coño, empapado, y los fluidos saliendo de mí y resbalando hacia las sábanas. La tensión en mis muñecas aumentaba cada vez que tensaba el cuerpo. La saliva caía de mi boca y empapaba mi cara y pelo, y experimenté un nuevo y placentero orgasmo, gimiendo y retorciéndome, atada a mi cama.

Cuando recobré un poco la compostura, y me fui a soltar, me di cuenta de el lio en el que acababa de meterme. Las correas tenían un sistema, que al tensar o tirar, se cerraban más, hasta llegar al máximo que se habían ajustado, y en mi caso, era tanto que era imposible sacar las manos sin soltar los cierres de velcro ajustables. Mi cabeza empezó a girar, me mareé, estaba inmovilizada en la cama, con mis agujeros llenos, recibiendo pequeñas descargas eléctricas, ¡y no podía soltarme! Solo podía esperar a que llegara Saúl, y me encontrara en esa situación ¿Cómo se lo iba a explicar? ¿Cómo iba a reaccionar? Y encima esta excitadísima de nuevo, pues mi amante de goma seguía dándome placer, ajeno por completo a mi dramática situación, quería llorar, pero solo me salió gemir y jadear y dejar que el tercer orgasmo me invadiera, estaba tan entregada que no oí la puerta y apenas percibí la voz que decía― ¿Pero qué coño es todo esto?

― ¿Joder, siempre te recibe así? No me extraña que siempre quieras volver a casa ―dijo otra voz

― Deja de tocarte y mirarla

― ¿Por que? ¿No te das cuenta lo que necesita?

― La verdad que estoy súper empalmado

Lo siguiente fue silencio, y de repente, mi boca llena con una polla, que comenzó a follarmela hasta llegar a la garganta. Yo seguía excitada, cuando noté unas manos quitándome las pinzas de los pezones y supuse que de los piercing pues las descargas cesaron, para ser sustituidas por unas manos y una boca que me los pellizcaban y mordían, lamian y volvían a morder. Las manos del dueño de la polla que llenaba mi boca, tomaron mi nuca para poder empujar aun más adentro

Retiraron el consolador de mi empapado coño, y una buena cantidad de flujo salió por mi entrepierna. Aflojaron las correas de mis muñecas para darme la vuelta en la cama y volver a inmovilizarme, sobre un cuerpo acostado en la cama, que automáticamente, me ensarto por el coño su polla hasta el fondo, sin dificultad. Noté como sacaban el dildo de mi culo, y automáticamente otra gloriosa polla me llenó por detrás. Uno de mis sueños más morbosos se estaba cumpliendo. Inmovilizada y carente del sentido de la vista, estaba siendo usada como un juguete sexual y recibiendo la primera doble penetración de mi vida, por Saúl y por un desconocido.

Jamás hubiera apostado a que mi chico me hubiera compartido con alguien y, sin embargo, allí estaba. El hombre en mi culo, se aferró a mis caderas para sacar y meter su polla por completo dentro de mí, mientras el de abajo se dejaba llevar por el ritmo impuesto desde detrás. Apretaba mis pechos y mordía mis pezones, tomaba un piercing entre los dientes y estiraba el pezón hasta el límite.

Un nuevo orgasmo estaba llegando. Estaba fuera de mi, empecé a gritar todo lo que mi mordaza me permitía, la saliva caía a chorros sobre mi oculto amante, las embestidas en mi culo eran cada vez más fuertes, hasta que, entre jadeos y gruñidos, noté como me llenaban de caliente semen por detrás y la presión de las manos en mis caderas era casi dolorosa. Yo me dejé llevar en mi orgasmo también, ensartada por completo por el culo, notando como aquella polla palpitaba soltando sus últimos chorros dentro de mí.

Mi otro amante, se deslizó como pudo desde debajo, tomó mi cabeza entre sus manos y hundió su polla en mi boca, provocándome una arcada, ahogada por un potente chorro de semen, directo al fondo de mi garganta. Mantuvo la presión unos segundos que se me hicieron interminables, descargando otras tres o cuatro veces. Las lágrimas salían de mis ojos, por las arcadas contenidas. Cuando sentí mi boca liberada, me soltaron la correa de la mordaza y pude tomar aire y toser. Poco a poco me fueron liberando de las ataduras y pude acostarme en la cama. Con el culo ya liberado también sentía salir de él abundante semen que se deslizaba hacia mi sexo, palpitante e hinchado. Solo el antifaz cubría mis ojos.

― Nunca imagine que te fuera este rollo ―me susurró la dulce voz de Saul― Descansa, que hoy a cambiado tu vida para siempre, no vas a tener que volver a jugar sola.

Me dio un beso en la mejilla y retiró el antifaz. Entre la penumbra y con mis ojos adaptándose a la tenue luz, puede ver a Saúl, completamente desnudo, al lado de Sergio, su hermano menor, también desnudo y con su gloriosa polla aun a media asta. Los dos lucían estupendos, y con esa bella imagen, me quede dormida.

MARORI69

 

 

Renacer sexual

Estos relatos narran el renacer sexual de una hermosa mujer casada, animada por su marido.

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