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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Trío con el vecino
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La noche comenzó como una cena entre tres parejas en un pueblo a pocos kilómetros de casa. Sara y yo fuimos en nuestro coche con nuestros vecinos Juan y Diana que viven puerta con puerta. Los hombres vestíamos de forma casual y llevaban vestidos de cóctel. Mi Sara se veía genial con su vestido azul, bajo el que sabía que solo llevaba una tanga nueva y ligero. Los pezones de sus tetitas sin sujetador se le marcaban bajo el vestido indicando que no llevaba sostén.

La comida era buena y el vino corría por las copas y todos teníamos muchas ganas de diversión. Nos fuimos a bailar y bailamos intercambiándonos nuestras parejas, entre otros juegos. Las chicas estaban estupendas con aquellos vestidos tan sexys que llamaron mucho la atención.

No tardaron en aparecer las cámaras de los Smartphone que hicieron bastantes fotos. Aprovechando que ya no quedaba casi nadie en el local, y estábamos solo es nuestro rincón. Le hice una superfoto a mi Sara, con el vestido levantado hasta la cintura, mostrando el cordón rojo de su tanga y el negro de su liguero; y otra de su trasero desnudo.

La noche terminó con Diana muy borracha y la metimos en la parte trasera de nuestro coche. Juan, su marido, entró a su lado. Cuando Sara se despidió de nuestros otros amigos hizo además de sentarse a mi lado pero se detuvo y se fue atrás sentándose al lado de Juan.

De camino a casa, Juan ignoraba por completo a su esposa Diana y se aprovechaba de estar sentado al lado de mi Sara. Me parecía muy evidente que él intentaba aprovecharse. Enseguida deslizó una mano bajo el vestido de Sara que no se opuso. La siguiente curva de izquierda se apoyó sobre ella sin que protestara. Supuse que tendría su mano ya muy por encima de su media. Les hice un comentario acerca de tomar la siguiente curva de izquierda con más velocidad y Sara se rió y me dijo que sí. A la siguiente curva, el se movió más hacia ella y ambos rieron. Pude entender que la mano de Juan ya se había movido por el muslo desnudo de Sara hasta su frágil tanga. Con su esposa desmayada junto a él y conmigo ocupado en la conducción delantera, debió haber aprovechado tres o cuatro kilómetros para sobar la entrepierna de mi esposa.

Cuando llegamos a casa, Juan ayudó a Diana a salir del coche y a llegar a su casa. Cuando entraban le pregunté a Juan si había disfrutado del viaje pero Sara no pareció muy contenta, me insinuó que quizás debiéramos invitarle a pasar a nuestra casa, quizás para un café. Sara me desafió diciéndome que no me atrevería.

— ¿Te importaría a tí? —Le pregunté a Sara.

— Si no te importa yo quiero —Dijo mi Sara.

Sara cruzó el pasillo y llamo a la puerta de nuestros vecinos mientras yo la admiraba caminado con aquel sexy vestido. Juan se sorprendió con sugerencia pero aceptó y pronto estaba en nuestra sala de estar con una taza de café. Se sentó en un sofá y Sara y yo nos sentamos enfrente. La conversación acabó por llegar a las fotos, especialmente a las que le había hecho a mi Sara.

—Pero la sesión de fotos aún no ha finalizado —Declaré tomando mi Smartphone y apuntando a Sara.

— ¿Cómo me quieres hacer la foto? —Me preguntó Sara— ¿Qué me sugieres?

—Quizás una media, la parte de arriba de una media estaría bien.

Sara se sentó en el borde del sofá y levantó lentamente el vestido exponiendo su muslo desnudo por encima de donde acababa la media. Hice una foto y el flash destelleó. Entonces Juan se levantó y e hizo a Sara ponerse de pie, el se puso detrás de ella y le levantó el vestido proponiendo que le hiciera una foto al liguero, que estrenaba en esta ocasión. Al levantarle el vestido salió a la luz su mínimo tanga. Hice la foto y Juan, rápidamente le retiró los tirantes del vestido que rápidamente se desprendió de sus pechos quedando enroscado en su cintura. Pero a la conmoción y la sorpresa, Sara no hizo ningún intento de cubrirse las tetas, ni siquiera cuando advertí de una nueva foto. La siguiente fue con Juan poniendo una mano en su teta derecha. El vestido de Sara cayó al suelo y se veía espléndida y muy sexy muy bien sólo con tanga rojo, liguero negro y medias.

Nos hicimos varias fotos, de ambos, posando y bailando con Sara. Juan aprovecha cada oportunidad para tocar un seno de mi esposa. Sara jugaba a posar sonriente y a hacer pucheritos con su trasero desnudo ante la cámara.

Luego nos sentamos en el sofá, con Sara en el medio, con dos hombres a cada lado y a uno no lo conocía. Nos lanzamos a sus tetas y cuando nuestras manos empezaron a disfrutar de sus pechos desnudos y sus pezones se pusieron como balas, el punto de no retorno ya había sido rebasado. Levanté la cabeza para ver a Sara mirando al techo, con los ojos medio cerrados, mordiéndose el labio inferior de su boca. Mientras Juan empezaba a chuparle el pezón y su mano se movía hacia arriba desde sus rodillas por los muslos que se abrieron, vi que ella le permitía a sus dedos el acceso a su trasero. Momentos después, Sara levantó el culo para permitir que le quitara el tanga llevándose con él cualquier preocupación que tuviera en su lujuria por el sexo.

Ya no tenía su vestido, estaba casi desnuda, solo con su liguero y sus medias, y con las piernas abiertas, su coño expuesto ya era visible para ambos. A nuestros ojos se veía preciosa y muy follable.

La mano de Juan debía haber alcanzado ya su muy húmero coñito mientras que la de ella se le acercaba a la polla. Yo miraba mientras ella se la liberaba del pantalón y el slip. Ella entonces se adelantó y su cabeza se movió hacia su regazo. Ahora casi desnuda, envolvió con entusiasmo lujurioso sus labios alrededor de esta para ella nueva polla. Sara se deslizó del sofá al suelo metiéndose entre la pierna de nuestro vecino. Vi como sus labios subían y bajaban a lo largo de la polla de Juan mientras que se movía dentro de su boca; vi sus mejillas deprimidas mientras chupaba ansiosamente este nuevo pene.

Sara giró la cabeza hacia un lado y me miró mientras sostenía la otra polla, y tirando de ella. Le pasó la lengua por el extremo de la punta. Con la cabeza de ella en el regazo de Juan al que chupaba lujuriosamente la su polla, me puse detrás de su culo desnudo y metí mi mano entre sus piernas y probablemente nunca se lo encontré más mojado y dispuesto a recibir una polla. No pude resistirme ante aquella hermosa y casi desnuda mujer empujando su culo hacía mí, así que le metí la polla que entró con facilidad hasta atrás. Por primera vez en su vida, mi sexy esposa tenía una polla de ambos extremos al mismo tiempo.

Mientras me la follaba, ella seguía chupando y lamiendo la polla de nuestro vecino que contemplaba emocionado como Sara se metía toda su polla en a boca. El cabello castaño de mi esposa bailaba sobre el regazo de Juan al subir y bajar la cabeza para meterse toda la polla hasta la garganta. Tan emocionado estaba follándome a mi propia esposa y tanto empeño ponía ella que no tarde mucho en venirme y dejarle en su vagina la primera descarga de la noche.

Momentáneamente satisfecho me senté en el sofá. Sara rodó en el suelo sobre su espalda y levantó y separó las rodillas ofreciéndose a Juan para follar. Los observé mientras nuestro vecino se ponía entre las piernas de mi esposa y se movía hacia adelante entrando en ella. Por primera vez vi a otro hombre follándose a mi mujer. Sin mirarme siquiera, como si yo no estuviera allí, mi esposa se abrazó a Juan y le rodeó por la cintura con sus piernas. Era muy evidente que Juan desfrutaba y se deleitaba en cada empujón dentro de ella mientras sentía las tetas de mi esposa contra su pecho.

No sé cuánto tiempo estuve sentado, mirando como hipnotizado, mientras mi esposa yacía en el suelo de la sala de estar con otro hombre entre sus piernas follándola.

Juan se retiró e hizo que Sara se pusiera a lo perrito, apoyada en sus manos y rodillas y arqueando la espalda para ofrecerle a nuestro vecino su hermoso trasero. Juan se colocó detrás y se la volvió a meter con fuerza haciendo que las tetas de Sara se balancearan mientras se la follaba por detrás. No pude aguantar más y me arrodillé frente a ella, ofreciéndole mi polla que rápidamente tomó entre sus labios. Pero no fue fácil que me la chupara mientras Juan se la cogía por detrás con tanta fuerza.

Sara levantó su cabeza y yo bajé la mía para besarnos profundamente mientras estaba siendo follada desde detrás de nuestro vecino de al lado. Miré a Juan que se movía de un lado a otro, deslizando su polla hacia mi esposa sin miramientos. Pude ver que como empujaba con su culo para entrar con su polla muy dentro de ella. Pero nuestro vecino tampoco podía aguantar mucho más sin venirse y sujetó firmemente el culo de mi esposa mientras le hacía la segunda descarga de la noche.

Tampoco recuerdo muy bien que pasó hasta que tenía a Sara con una pierna en el aire mientras y yo me la cogía por detrás. Juan estaba delante de ella con la polla en la mano masturbándose. Me vine con la tercera descarga de la noche en su vagina mientras nuestro vecino descargaba sobre las hermosas tetas de mi Sara. Luego nos acostamos sobre el suelo, con mi esposa desnuda entre nosotros dos.

— ¿Vosotros ya habíais hecho esto antes? —Preguntó nuestro vecino Juan sin moverse del lado de mi esposa mientras jugaba con los duros pezones de ella.

—No, no, es la primera vez —Respondimos los dos al tiempo.

Sara se levantó, recogió su vestido y su tanga y se fue a nuestro cuarto. Los dos nos quedamos contemplado su esplendida figura solo con liguero y medias y admirando su hermoso trasero que movía de manera muy excitante para que la viéramos.

— Espera Sara, aún no te retires —Dijo Juan caminando hacia ella.

— ¿Quieres más, Juan? —pregunté yo.

—Me gustaría mucho repetir.

—Por supuesto que repetiremos, nos entretendremos más veces con estos juegos —Respondió Sara haciendo un guiño antes de desaparecer de nuestra vista.

Si lo volvieron a hacer no podría afirmarlo, omitieron contármelo y dejarme participar.

Anónimo

Otro relato ...




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