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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Una amiga casada
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Hace algunos años conocí a una persona en un sitio web, que nada tenía que ver con el sexo. Se trataba de una de esas páginas de amistades y poco más, donde se conversa y se cultivan normalmente amistades y se intercambian ideas. Esta persona, durante meses, chateó conmigo en ese sitio de cosas banales, hasta que un día, durante una conversación, descubrimos que hasta que trabajábamos en la misma área geográfica. Eso despertó nuestra curiosidad de  conocernos. Por precaución, y por las dudas, acordamos encontrarnos en una estación de tren. Ella me describió cómo iría vestida y yo hice lo mismo. Al llegar al lugar acordado, vi a una chica, me acerqué y me senté a su lado. Casi no podía creer en la belleza de aquella chica que sólo conocía de los intercambios de frases que mantuvimos durante aquel tiempo.

Nos levantamos y comenzamos a caminar dando un paseo. Mientras yo, no podía dejar de fijarme en su mirada  de ojos brillantes y en su boca de labios carnosos cada vez que parábamos a conversar. El tiempo pasó rápidamente y nos tuvimos que ir, cada uno por su lado. Por la noche ella no apareció en el chat y me convencí que, habiendo satisfecho la curiosidad la cosa se quedaría ahí.

Al día siguiente, cuando yo ya estaba llegando a mi trabajo, recibí una llamada suya  con una invitación para ir a dar un nuevo paseo, esta vez, cerca de su casa. Acepté y allí fui. Me enseñó la zona donde vivía y caminamos hasta un jardín donde nos sentamos en un banco. Charlábamos del paisaje del lugar cuando me dijo— Toma este sobre y guárdalo, dentro hay unas llaves y una nota con una dirección, yo me voy ahora y tú me sigues dentro de veinte minutos, ya tienes las llaves, abres la puerta y entras, te estaré aguardando —se levantó y se fue.

Me quedé perplejo, mucho más porque antes de irse se despidió con un beso que me dejó la boca marcada con su lápiz labial rojo intenso y  dulce.

Esperé el tiempo y a salir del parque busqué la nota con la dirección hasta la que caminé, subí las escaleras de dos en dos, metí las llaves en la puerta,  abrí y entré. Había un pequeño pasillo y al fondo una sala donde había una televisión conectada con una película porno. Oí el ruido de agua en el cuarto de baño y su la voz decirme—entra y ayúdame.

Cuando entré estaba debajo de la ducha, exhibiendo un hermoso par de tetas y un cuerpo exuberante.

Cuando tímidamente me acerqué dijo—ven acércate y desvístete que quiero coger contigo debajo de la ducha.

No me demoré, más que desnudase fue como arrancar la ropa y antes de siquiera darme un respiro estaba con ella debajo de la ducha arrodillado lamiendo los carnosos labios mojados de su coño mientras ella comenzaba a gemir de placer bajo el agua tibia.

Me levanté y ella puso sus manos contra la pared, de espaldas a mí y me dijo—Fóllame.

Yo no podía creer que aquello estuviera sucediendo. Mi polla estaba tiesa y dura y la agarré por la cintura penetrándola mientras ella gemía cada vez más fuerte con cada metida a cada almacén de mi polla, haciéndola sentir placer.

Yo ya estaba a punto de venirme cuando ella del cuerpo hacia adelante me dice— espera — y dándose la vuelta me agarró la polla y se la metió en la boca haciéndome una deliciosa mamada que me hizo en pocos minutos, llenar su boca al acabar. Después nos besamos e intercambiamos caricias acabando nuestra ducha, que ya duraba bastante tiempo.

Nos secamos y fuimos a la habitación después de vestirnos, y permanecemos sentados sobre la cama, cuando repentinamente ella me dice—Tienes que irte ahora, hasta me olvido de las horas, mi marido está a punto de llegar.

No me imaginaba que ella estuviera casada. Nos despedimos con un largo beso y me fui. Al día siguiente, todo parecía haber sido un sueño. Pensé en la fantasía que estaba realizando, y como en tantas otras situaciones la cosa iba a quedarse así. Pasó toda la mañana, llegó la hora de almuerzo  y como no había recibido ningún mensaje de ella, le envié un SMS de aquellos, en forma de despedida diciendo— Me encantó nuestro día de ayer. Me gustaría que se repitiese pero sé que no puedes

No obtuve ninguna respuesta durante toda la tarde. Al final del día, me preparaba para salir del trabajo cuando recibo una llamada de ella que me dice— Ven, me encantó el día de ayer y quiero repetir, quiero que me folles en el balcón.

Casi no tuve tiempo de hacerlo responder o argumentar fuera lo que fuera cuando ella insistió— ¿Vienes, o no?

—Sí, si claro que voy —le respondí de inmediato

Me subí al coche y en veinte minutos  después estaba allá.

Apenas entré, me besó, me abrió el cinturón de los pantalones y de una sola vez los tiró hacia abajo. Luego se bajó, me agarró la polla  y se la metió en la boca. Ella llevaba un vestido largo y blusa negra, transparente.

—Vamos al balcón, quiero que me folles allí —dijo tomándome de la mano— así, cuando mi marido esté llegando le podremos ver; hasta que llega aquí arriba tienes tiempo de ponerte los pantalones y salir. Si lo encuentras por el camino, dale las buenas tardes.

—Esta tipa está loca —pensé para mí.

Se inclinó en el balcón, se sacó la falda hacia arriba. No llevaba bragas.

—Vamos, ven, fóllame aquí —dijo.

Y allí estaba yo, sin pantalones, en el balcón de un cuarto piso, mientras ella me ofrecía la entrepierna y me decía—Méteme tu polla en mi coñito.

Yo que estaba cargado de una mezcla de  adrenalina y pasión, cuando me acabo de correr y llenar el coñito de ella con mi leche, me dice— ¿Ves ese coche plateado que estaciona? Es mi marido.

Rápidamente me revolví para recoger mis cosas pero ella me tranquilizó—Calma,   calma, tienes tiempo para limpiarte, toma estas toallitas y ponte los pantalones. Cuando estés fuera, , espera que el ascensor llegue aquí arriba, saludas al cornudo de mi marido, le dedicas una sonrisa y le dices— hasta mañana.

Me horrorizaba la calma de ella, pero al mismo tiempo la relación que tenía con ella me daba ganas de hacer lo que ella decía. Y así fue, me despedí de ella con un hermoso beso con lengua, abrí la puerta, salí al pasillo.

Vi uno de los ascensores a subir y esperé para coger ese mismo. Salió un hombre y con una sonrisa simpática y enorme le digo— Buenas tardes —al que él responde también con una sonrisa— Buenas tardes.

Me sostuvo la puerta del ascensor lo que le agradecí muy efusivamente diciendo— Muchas gracias y hasta mañana.

Esperé haciendo tiempo hasta el el hombre metió las llaves en la puerta y la veo  recibirlo en la entrada cuando de repente ella se volvió hacia mí y dice— Hola vecino.

— Hola —le respondí

Cuando me senté en el coche pensé que cualquier día nos descubriría, que esto no puede seguir así. Al mismo tiempo pensaba en lo muy estimulantes que eran aquellos encuentros pero también en la ansiedad que me generaban  aquellos encuentros por  ardientes que fueran.

El viernes por la mañana recibo un mensaje de ella diciéndome que esa tarde no iba a trabajar.

—Excelente—pensé— así tengo la oportunidad de tomarme parte de la tarde  y anticiparme a cualquier propuesta que ella me haga.

La mañana pasó con rapidez y un poco antes de salir, la invito a un paseo por un lugar relativamente cercano al que habría que ir en coche. Acordamos que la pasaría a recoger.

Estábamos saliendo de la ciudad cuando me pone la mano sobre la pierna y acercándose, me susurra al oído—hoy no traigo bragas — y abrió ligeramente las piernas y dijo— pasa la mano, esta todo mojadito.

—Hay muchos coches en la autopista, tienes que cubrirte ahora —le pedí.

Pasado algún tiempo, en medio de algunas caricias, besos y palpaciones mientras conducía, llegamos a nuestro destino. La zona   estaba desierta, ningún coche por allí y eran muy pocos los que pasaban por la carretera. Salimos del coche y nos fuimos al mirador. Estábamos disfrutando de aquella vista magnífica cuando ella, abrazada a mí, levanta la blusa y me dice—Chúpame la puntita de las tetitas.

Me senté sobre el pretil del mirador, frente a ella, con las tetas a la altura de mi boca y le mordisqueo los pezones. Además, aprovechando el hecho de que ella no lleva bragas,   con la mano bajo las faldas, le voy acariciando el clítoris. Es excitante, todo aquello allí, en medio de la sierra, a plena luz del día. Un morbo inmenso.

—Vamos al coche y vayamos a un lugar discreto —me pide.

Tomamos un pequeño camino, que conozco como la palma de mi mano, y metí el coche en un pequeño claro, fuera de la carretera, un lugar que está completamente escondido, sin que se vea desde la carretera.

Salimos y ella se recostó sobre el capó del coche y levantando las faldas me dice— anda querido, comemelo aquí.

Y así fue, ella estaba toda excitada, y mojada,  y durante largos minutos le estuve comiendo el coño  en aquella posición.

—Espera que me voy a desnudar — me dice ella.

—Locura total — pensé. Pero aún no había recompuesto mis pensamientos cuando la vi sin una sola pieza de ropa, arrodillarse a mi frente, agarrar mi polla y empezar a chupármela.

Fue muy bueno, luego fuimos al coche y nos metimos dentro para empezar a follar. Pronto los vidrios se empezaron a empañar así que abrí el techo practicable.

Yo también me desnudé y durante horas follamos hasta dejar el coño de ella con mi leche brotando. Tuvimos horas de placer hasta que, ambos exhaustos acostados sobre los asientos de detrás, apenas veíamos el cielo, a través del techo abierto.

Sorpresivamente, me doy cuenta de algunas sombras que pasaban de poco a poco, cubriendo el sol que entraba dentro del coche, me doy cuenta de que es un grupo de personas en ala delta que volaban casi en círculos sobre el coche.

—Me parece que   estamos siendo observados, es mejor vestirnos e irnos —le dije— pero realmente, quizás ya no haya nada que esconder si, como es de esperar, llevaran consigo sus cámaras; es posible que nos hayan grabado  en nuestros momentos de placer.

Ya que peor no podría ser, nos quedamos un rato contemplando el vuelo de aquellos artefactos, completamente desnudos y acostados en el asiento del coche, hasta que, más recuperados, decidimos ir a dar unos paseos por la zona, hacer tiempo antes de cenar en el restaurante que había elegido.

Al volver a la ciudad, la dejé en casa después de haber hecho planes para el fin de semana.

Anónimo

Otro relato ...




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