La Página de Bedri
Relatos prohibidos El viaje de mi suegro, segunda parte ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser
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Como bien saben, la vez anterior, el señor Will acabó dejándomela toda adentro de mi chochito. Esta vez fue un día muy interesante. ;) Nos levantamos, hacia un frio horrible, y estaba nevando afuera. En una de las conversaciones con mi suegro, le comenté que mi coche estaba dando problemas. El quería ir a comprar las piezas que me faltaban para él montarlas. Así que, con mi esposo habiendo llegado del turno en la mañana a dormir, y mi niño quedándose en casa de su abuelita, salí con él a hacer dicha diligencia. Yo vivo algo lejitos de la ciudad, pues el primer centro de piezas de auto fácil me quedaba a veinte minutos, multiplicarlo por dos por la nevada. Pues bien, les comento que el carro se descompuso en medio de la nada. Perfecto momento ¿No? Will, mi suegro hizo todo lo posible por arrancar, pero no se podía, solo quedó llamar y esperar. —Will, tengo mucho frío —me quejaba. —Venga chiquita, pégate a mí, ya mismo nos vienen a buscar —dijo oliendo mi cabello y cuello y dando un suspiro—Sabes que tienes un perfume muy rico. —Gracias — respondí, —Me gusta mucho, y tú que tienes esa piel tan suave —y me besa el cuello. — ¡Hey, Will! vamos, compórtese. —No quiero comportarme, te hare mía hasta que me vaya, todas las veces que pueda. Me comienza abrir el abrigo, me desabotona la camisa, y deja mis pechos grandes al descubierto. Mis pezones estaban bien paraditos por el frio, pero su boca mojada me los calentaba. —Me encantan tus tetas, así grandotas que me quepan en la mano. —Mmmh. —Échate a la parte de atrás. —Ok. —Vamos a dejarte al descubierto, saca esa chochita gordita de ese pantalón, acuéstate, Claro, no recuerdo la última vez que me cogieron en un auto. La sola idea me excitaba tanto. Al quitarlos, no se lanzó de lleno a lamerla, si no que la olía, recorría su nariz por mi parte —Tienes un olor tan rico —dijo suspirando. Y comenzó a lamerla, y se me erizo la piel. Yo, con las ganas, empecé a mover las caderas al son de sus lamidas, ese macho me come la chochita como nunca. Le agarré de la cabeza para que no se saliese, no podía más, me quería venir en su cara de nuevo. Pero el, se salió. — ¿Por qué te sales, que pasa? —gemí con mi cara de tristeza deseosa de venirme. —Porque no te dejaré venirte ahora. Se sacó el miembro de su pantalón, ya saben esa vergota ancha y trigueña que me dejó loca. Abrió mis piernas muy abiertas y comenzó a rozar su glande en mi chochita, así en la superficie, rozando mi clítoris, torturándome. —Estás loca porque te la meta ¿No? —Anda si Will, que esperas me tienes toda mojadita —respondí gimiendo y suplicando. —Es que hoy lo quiero intentar por otra parte… Mi mirada fue de absoluta sorpresa. Tengo que decirles, tenía miedo, su miembro es bien gordo, me romperá el culito. —No te asustes, déjame empezar con la cabeza, te va a gustar créeme. Lo tomó por una mano y lo dirigió hacia mi ano, el solo roce hacia que me mojara. Comenzó a introducir la cabeza, moviendo sus caderas suavemente. Hasta la cabeza estábamos bien. Ahora me introdujo solo la cuarta parte de él en mi culito, y me hizo gritar de dolor y placer. No sabría cómo explicarles pero ese dolor hizo que me corriera. —No puedo creerlo chiquita, me has mojado todo. Me lo entra como embestida y grito— ¡Ay, duele! ¡Will está muy grande, me duele! —Vamos, seré gentil, él se acoplara ahora, iré suave. Comenzó a masajear mi clítoris, me introducía los dedos, se los chupaba. —Simplemente —decía— No puedo parar, me tienes loco, lo tienes tan cerradito. No sé por qué, pero con todo y dolorcito, mi vagina se empapaba, nunca había experimentado esto. Mi cuerpo comenzó a ponerse bien caliente, el sudaba, y los cristales del auto se empañaban. Movía sus caderas lentamente, rebotando con mis nalgas. Cada vez que me penetraba me temblaba el cuerpo, mi chochito se mojaba muchísimo. Me acerco por completo hacia él. Sabía que no faltaba mucho porque me hiciera venir. Deseosa de su boca lo agarré por el cuello y le gemía en los labios, apretándolo contra mí, mientras me corría. Una sensación muy extrema, que no paró hasta que el me agarró por el pelo, me besó bien rico, y lo escuché gimiendo, sintiendo un buen chorro caliente de leche dentro de mis entrañas. Lo único que se percibía en ese auto eran nuestros suspiros, pequeños gemidos, y nuestros cuerpos bañados en sudor. Fue tan excitante, más que el día anterior. —Diache chiquita, me has dejado completamente seco, pero quien iba a decir, que te iba a desear tanto. No puedo evitarlo, me traes mal. Yo solo trataba de recuperar mi aliento, y pensaba lo mucho que me fascina mi suegro. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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