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La Página de Bedri
Asturias
El relieve de Asturias

Introducción

El relieve asturiano, profundamente quebrado es mucho más complejo de lo que la aparenta. A la acción meramente telúrica hay que añadir la de los agentes atmosféricos y la acción erosiva de los ríos. Además, la actividad humana ha modificado sustancialmente el relieve en algunas zonas como consecuencia de la actividad extractiva desde hace milenios.

El relieve asturiano se caracteriza por la presencia de dos sistemas montañosos paralelos a la costa, uno litoral y otro más al interior que contienen entre ambas una depresión conocida como cuenca de Oviedo. El sistema montañoso interior separa Asturias de la meseta Norte y consiguientemente la define perfectamente como una entidad diferenciada de aquella.

La estructura geológica de Asturias está formada principalmente por materiales antiguos del paleozoico y sobre todo del periodo carbonífero aunque existen áreas con materiales más recientes, consecuencia de diversos procesos moldeadores del relieve que principalmente fue modelado durante la orogenia alpina.

Sin embargo, en Asturias es posible distinguir dos zonas perfectamente diferenciadas y separadas por la falla de Ventanueva, que discurre en dirección Noroeste-Sudeste. Al Este de ella, los valles y las sierras se disponen de forma paralela a la costa mientas que al occidente corren perpendiculares a ella.

El Relieve de Asturias

Asturias pertenece geológicamente al llamado Macizo Ibérico, que comprende la parte occidental de la Península Ibérica. Esta se encuentra subdividida en zonas diferentes, según su constitución e historia geológica. Las dos situadas más al Norte y en las que se encuentra Asturias, son denominadas Zona Cantábrica y Zona Astur Occidental Leonesa. La primera está parcialmente oculta por el Este y Sur bajo los sedimentos de la Cuenca de Santander y de la Cuenca del Duero, limitando al Norte con el mar Cantábrico, La Zona Astur Occidental Leonesa y al Oeste con una línea que se prolonga desde San Juan de la Arena, por cerca de Cangas del Narcea, hasta La Magdalena, en la provincia de León. La mayor parte de esta zona se extiende por tierras asturianas y el resto se reparte entre León, Palencia y Santander. Es más variada y compleja que la Zona Astur Occidental Leonesa, la cual abarca por el Oeste hasta cerca de Villalba, en la provincia de Lugo y, por el Sur, hasta Ponferrada. En ella se encuadra el Occidente asturiano, con un paisaje y características morfológicas completamente distintas a las de la Asturias Central y Oriental, lo que ya nos  indica la notable diferencia de su geología.

Como cualquier otro fragmento de un continente, que se caracteriza por la existencia de una sucesión de sedimentos que han sufrido una posterior deformación y erosión, con penetración, o no, de masas de roca fundida, las diversas zonas del Macizo Ibérico se Diferencian en base a la litología, o sea, los diferentes tipos de rocas que constituyen la secuencia sedimentaria, y a su estructura, o disposición de las rocas existentes después de las deformaciones sufridas en las diversas etapas orogénicas.

La Zona Astur Occidental Leonesa  se caracteriza por su monótona composición litológica, en la que predominan pizarras, areniscas y cuarcitas, separadas en varios conjuntos o formaciones, con pequeña proporción de calizas y escasos núcleos intrusivos de rocas graníticas, salvo en su extremo occidental, ya dentro de la provincia de Lugo. Las edades de estas rocas varían desde el Precámbrico superior, que aparece en la provincia de Lugo (Villalba) y el Devónico inferior, habiendo sido después deformadas y depositándose posteriormente el Carbonífero superior discordante con capas de carbón. Su sustrato puede subdividirse en tres unidades tectónicas con litologías algo diferentes. La más oriental o unidad de Cangas del Narcea limita al Este con la Zona Cantábrica y por el Oeste con una línea trazada desde Cadavedo, en el Cantábrico, hasta el puerto de Cerredo, pasando por cerca de Pola de Allande. La unidad central o de Boal se extiende desde esta línea, hasta otra que desde Salave, al Este de Tapia de- Casariego se dirige hacia el Sur, pasan do por Villanueva de Oscos. Y, por último, la oriental o de Vegadeo llega por el Oeste hasta el limite de la provincia.

La Zona Cantábrica, aunque de menor extensión que la anterior, es más complicada en su litología y estructura Atendiendo principalmente a la primera, dentro de Asturias, se puede subdividir su basamento, de edad Precámbrica y Paleozoica, en cuatro sectores, y su cobertera en varias cuencas. El sector Occidental o de Luanco-Belmonte limita al Norte con el mar Cantábrico, al Oeste con la Zona Astur Occidental, al Sur con los sedimentos post-Paleozoicos de la Cuenca del Duero y al Este con el sector de la Cuenca Carbonífera, mediante una línea que pasa por Villaviciosa, Pola de Siero y puerto de Pajares. En el se desarrollan ampliamente los sedimentos del Devónico. Más al Este se sitúan, sucesivamente, el sector de la Cuenca Carbonífera, limitado al Este por una línea que desde el Este de Caravia, pasa por Infiesto hasta el puerto de San Isidro, y que se caracteriza por su abundancia sedimentos del Carbonífero con capas de carbón; el sector de Beleño-Ribadesella, limitado al Este por una línea trazada desde la sierra de Beza, pasando por Cangas de Onís y Posada de Llanes, con un Carbonífero pizarroso sin carbón; y sector oriental o de Llanes-Bulnes, que llega hasta el limite provincia por el Este, y está oculto por sedimentos post-Carboníferos de la Cuenca de Santander al Este. Se caracteriza por un Carbonífero calizo muy posterior.

Los sedimentos post-Carboníferos discordantes se encuentran distribuidos dentro de las zonas Cantábrica y Astur-Occidental Leonesa, formando diversas cuencas, que se agrupan en las cercanías de Allande, Grado, Oviedo y Picos de Europa. La cuenca más extensa es la de Oviedo, que se extiende desde Avilés hasta Ribadesella y desde Oviedo a Cangas de Onís. En cuanto a la Cuenca de Santander, que recubre a la Zona Cantábrica por el Este, penetra en Asturias por dos entrantes en forma de cuña debido a grandes fracturas de dirección Este-Oeste y que se denominan de Norte a Sur, entrantes de Colombres y Panes.

La estructura de las zonas Cantábrica y Astur Occidental Leonesa se ha modelado en varias etapas de plegamiento y fracturación, que han dado lugar a cabalgamientos y pliegues hacia el Este, Sur o Norte, según su posición geográfica, siendo posteriormente replegados y fracturados, tanto durante el Paleozoico como en el Terciario.

Peculiaridades del relieve asturiano

Desde antiguo se conocía por los geólogos la disposición arqueada de los sedimentos, estructuras y relieve en el Noroeste de la Península Ibérica, que se ha denominado Arco o Rodilla Astúrica. Esta disposición puede ser debida a factores primarios, o sea, a una cuenca sedimentaria originalmente arqueada, o a un doblamiento posterior debido a grandes esfuerzos en la corteza. Este último efecto parece haber tenido gran importancia según las investigaciones más recientes, lo que indica que el arco se formó después de la deformación de los materiales Paleozoicos, probablemente durante el Pérmico (hace 260 millones de años). Es posible que en gran parte se deba a la acción de una gran fractura Este-Oeste paralela a la costa del mar Cantábrico, que ha sido denominada falla Pirenaica. En el Oriente de Asturias, el doblamiento es tal, que las alineaciones estructurales que llevan dirección Este-Oeste en el Norte, junto al Cantábrico, pasan a dirección Norte-Sur, al Sur de Cangas de Onís y vuelven a girar otros 90° mas al Sur, en los Picos de Europa, para colocarse de nuevo Este-Oeste.

El relieve del macizo asturiano

De los rebordes montañosos del macizo Central ibérico, el septentrional, que abarca desde los Ancares hasta el umbral vasco, ha recibido la denominación tradicional de Cordillera Cantábrica. Si no hay duda respecto al hecho de que este fragmento montañoso presenta una evidente continuidad, no es menos cierto que, considerando la litología y la disposición tectónica de los diferentes elementos que lo componen, cabe distinguir una sucesión de conjuntos bien diferenciados, lo que pone en tela de juicio la denominación común antes señalada. Así, la mitad oriental de este sistema montañoso aparece modelado a partir de una cobertura plegada de edad secundaria y terciaria, en tanto que al oeste del meridiano de San Vicente de la Barquera, y hasta la divisoria del Eo, el edificio montañoso se encuentra construido sobre un roquedo paleozoico fallado en la orogénesis alpina. Diferencias litoestratigráficas y tectónicas justifican, por tanto, la denominación de este sector como cordillera Asturleonesa o macizo Asturiano. Asturias se encuentra, pues, ocupando la mayor parte de la vertiente septentrional del macizo Asturiano, de suerte que su relieve aparece construido sobre un fragmento de la vieja plataforma ibérica, rejuvenecido durante el terciario. A pesar de la presencia masiva del roquedo paleozoico, existen en la región áreas minoritarias, como el surco Oviedo (Uviéu)-Cangas de Onís (Cangues d’Onís) o la zona costera Gijón (Xixón)-Ribadesella (Ribesella), en la que afloran materiales secundarios y terciarios. Desde los confines occidentales de la sierra del Caurel hasta el extremo oriental de la sierra de Peña Labra, el macizo Asturiano se despliega a lo largo de unos 250 Km., presentando una anchura media del orden de los 80 Km., entre el Mar Cantábrico y los páramos y riberas del norte de las provincias de León y Palencia, y una extensión de 17.300 km2, de los que 10.565 (el 61 %) corresponden a Asturias, que abarca por tanto su vertiente marítima, a excepción de las cuencas de Sajambre, Valdeón y La Liébana y las montañas de la divisoria que las enmarcan, más los sectores de los Picos de Europa. 

La vertiente marítima del macizo Asturiano, con una anchura media de 55 Km., presenta en esta escasa distancia variaciones de altitud que pueden alcanzar los 2.500 m y una pendiente media del 34%. No obstante, las tres cuartas partes de su superficie están por debajo de los 1.000 m y sólo una décima parte por encima de los 1.500 m, de modo que la altitud media resultante es de 672 m. Con todo, se trata de una de las áreas de montaña más vigorosas de la Península Ibérica, en la que el relieve adopta una disposición compleja, que hace difícil establecer una jerarquización clara entre sus elementos.

En su tramo oriental, al Este del meridiano del cabo Peñas (Peñes), las unidades de relieve presentan en términos generales una disposición longitudinal, en bandas paralelas a la costa y a la divisoria de aguas.

En cambio, en el sector occidental se produce un predominio de los ejes orográficos en sentido transversal, es decir, perpendiculares a la línea de costa y a la divisoria, de manera que el único elemento topográfico que presenta continuidad en ambos márgenes del cabo Peñas es la plataforma litoral.

Las unidades morfológicas del relieve asturiano

En la vertiente marítima del macizo Asturiano pueden distinguirse, al menos, siete unidades geomorfológicas, de las que cinco -las rasas costeras, las plataformas y sierras transversales del occidente, las cadenas litorales, el surco prelitoral o depresión longitudinal y la cuenca central- no sobrepasan los límites regionales, y dos, los Picos de Europa y las montañas de la divisoria, son compartidas con las provincias vecinas de León y Cantabria.

Las montañas de la divisoria

El limite meridional de Asturias está formado por una franja montañosa de unos 250 Km. de longitud, que forma la divisoria de aguas entre la vertiente cantábrica y la de los ríos Duero y Sil, y que se extiende desde el pico Miravalles, al oeste, hasta la Peña Mora, junto al puerto del Pontón, al este. Esta orla montañosa, que en el lenguaje común del país recibe el nombre de cordillera, presenta en su conjunto una línea de culminaciones bastante inferior a la de los Picos de Europa, y desde el punto de vista estructural no tiene un carácter unitario. Es más bien una suma de varias unidades heterogéneas entre si y caracterizadas en ocasiones por una gran complejidad litoestratigráfica interna, que han sufrido el retoque del glaciarismo pleistoceno.

Las montañas de la divisoria no forman, por tanto, una barrera masiva y continua, sino que aparecen fragmentadas en conjuntos separados entre sí por amplios collados o puertos cuya altitud oscila entre 1.400 y 1.600 m. De Este a Oeste el primer conjunta está constituido por el tramo Pontón-San Isidro, peculiarizado por la existencia de crestones cuarcíticos adaptados al manto de Ponga y por formas glaciares desarrolladas en los sectores mejor orientados de los pasillos pizarrosos que los separan; a continuación, el sector San Isidro-Pajares (Payares) presenta una línea de cumbres modelada sobre las pizarras de la cuenca central, con formas glaciares en las cabeceras de las ríos Aller y Negro; seguidamente el tramo Pajares-Leitariegos (L.leitariegos) ofrece un relieve muy accidentado, resultado de la complejidad litoestratigráfica de los mantos de Correcilla y Somiedo, con formas muy vigorosas de modelado glaciar, como las de los montes de Somiedo y el macizo de Peña Ubiña; finalmente, el tramo Leitariegos-Ancares es el de menor altitud y mayor monotonía litológica.

Evolución del relieve

La sedimentación en las zonas Astur Occidental Leonesa y Cantábrica, tuvo lugar en medios y cuencas diferentes desde el principio. Su posición actual es debida a un acercamiento tectónico posterior. La Zona Cantábrica estaba más cercana al continente, por lo que  presenta una mayor variedad de rocas. La Astur Occidental Leonesa se encontraba algo más alejada, siendo sus rocas más monótonas y de mayor profundidad. En el Precámbrico, o sea, hace  más de 600 millones de años, se depositaron sedimentos marinos indicativos de una cierta profundidad, produciéndose al final una deformación que dio la lugar a la sedimentación del Cámbrico discordante y con características de cercanía a la costa. Sigue una sucesión de tipo litoral hasta el Ordovícico. En el Silúrico se produce un levantamiento, coincidiendo con los movimientos que tienen lugar en Galicia occidental, y esto da lugar a la erosión de parte de los sedimentos anteriormente depositados. Continúa después la sedimentación de rocas litorales hasta el Devónico superior en la Zona Cantábrica, teniendo entonces lugar otro levantamiento con erosión de sedimentos anteriores, pudiendo llegar el conjunto Devono-Carbonifero a reposar sobre el Ordovícico o el Cámbrico en la misma. Esto es consecuencia también de movimientos orogénicos o «formadores de montañas» que acontecen más al Oeste. La sedimentación Carbonífera es más variada, por la actividad de fallas que forman diversos bloques en las zonas Cantábrica y Astur Occidental Leonesa, encontrándose varios tipos de sucesiones, desde marinas de aguas profundas hasta totalmente continentales, como ocurre con las cuencas Carboníferas del Occidente de Asturias y Norte  de León. A finales del Carbonífero tiene lugar la deformación intensa de las cuencas y la erosión del macizo, con depósito de sedimentos Pérmicos discordante, que son a su vez sometidos a fracturación y depositándose los sedimentos Triásicos, Jurásicos y Cretácicos sobre ellos, con ausencias debidas a los movimientos de los bloques formados  por fallas.

Se ha indicado que el macizo Asturiano es un fragmento, abombado y fracturado, de la plataforma ibérica que a finales del primario formó parte de la cadena hercínica que ocupaba gran parte del espacio hoy cubierto por la Península Ibérica. Si se considera el mesozoico como una etapa de estabilidad orogénica, el relieve previo a la tectónica alpina seria una superficie de erosión cubierta en los sectores más deprimidos por formaciones sedimentarías más o menos amplias. 

La estabilidad tectónica mesozoica permitió la formación de una superficie de erosión, en la llamada zona asturoccidental Ieonesa, no afectada por las transgresiones marinas. En cambio, en las áreas más próximas al dominio pirineocántabro se produjeron deformaciones y transgresiones marinas, de manera que las masas orográficas y áreas deprimidas inmediatas a la costa de los sectores oriental y central del macizo Asturiano ya estaban esbozadas a comienzos del terciario. 

El relieve del macizo Asturiano, aplanado en unos sectores y más contrastado en otros, experimentó a lo largo del mioceno y plioceno, en un período de entre 15 y 20 millones de años, un levantamiento generalizado respecto a las áreas inmediatas a consecuencia de la orogenia alpina. Se produjo, pues, un notable incremento del desnivel con el Cantábrico y con las cuencas interiores de la Meseta, de manera que se reactivaron los mecanismos de erosión diferencial, con la consecuencia de que los materiales más deleznables -pizarras, margas, areniscas, etc.- fueron excavados y arrastrados, quedando realzadas las hiladas de materiales más duros, como las cuarcitas o calizas masivas.

Todos los ríos asturianos nacen y discurren por tierras lluviosas de clima atlántico. En consecuencia, el régimen de todas las corrientes que discurren por tierras de la comunidad tienen como común denominador el predominio del factor pluvial oceánico; eso es, caudal relativo elevado y notable regularidad, tanto interanual como estacional. No obstante, en razón de su nacimiento en altas cotas donde la innivación es también notable, en los cursos altos la impronta del factor nival es también importante: aguas bajas en invierno y crecidas primaverales. En el sector oriental, el carácter calizo del roquedo da lugar a los típicos fenómenos de infiltraciones, surgencias, etc., que inciden en el régimen de ríos como el Sella, el Cares y el Deva.

Sin embargo, esta “resurrección” de las estructuras plegadas de edad hercínica no tuvo un carácter uniforme. En el sector occidental, al Oeste del cabo Peñas, al actuar la erosión diferencial sobre un zócalo no fragmentado en bloques, quedaron realzadas las hiladas de cuarcita de la zona asturoccidental leonesa y del manto de Somiedo, paralelas entre sí y dispuestas en forma de arco con una rama de dirección Norte-Sur y otra Nornoreste-Sursuroeste, con lo que los rumbos impuestos por el plegamiento herciniano pasaron a presidir la organización geomorfológica.

Respecto a los dominios de la zona cantábrica que cubren el centro y oriente de Asturias, dos de ellos, la cuenca carbonífera central y los Picos de Europa- presentan series estratigráficas poco contrastadas, con predominio de los materiales pizarrosos blandos en el primer caso y de las duras calizas carboníferas en el segundo, por lo que la erosión no pudo actuar con un carácter diferencial ni “resucitar” los pliegues hercinianos. Respecto al otro dominio estructural de la zona, el manto de Ponga, aunque presenta una serie estratigráfica contrastada, al estar formado por escamas rígidas no permitió el resurgimiento de los viejos anticlinales y sinclinales, dando lugar a una densa morfología de crestas y surcos. Por otra parte, en este sector centro-oriental, la existencia de dislocaciones Este-Oeste, reactivadas en la orogenia alpina, hizo que en las estructuras citadas se formaran bloques más o menos autónomos de desigual extensión.

Finalizada la fase orogénica de edad oligocena y miocena, a lo largo de la cual tuvieron lugar los fenómenos de resurrección morfológica de antiguas estructuras plegadas, la morfogénesis pliocuaternaria se desarrolla, de forma continuada, a través del asentamiento y evolución de la actual red hidrográfica y, con carácter esporádico, mediante la acción de formas de modelado glaciar y periglaciar activadas durante las etapas más frías del cuaternario.

La actual red hidrográfica de la vertiente septentrional del macizo Asturiano, formada por siete colectores principales, Eo, Navia, Narcea, Nalón, Sella, Cares y Deva, se organizó durante el plioceno a lo largo de unos 10 millones de años. Las arterias más importantes no son las que se han adaptado a la morfología estructural preexistente, sino las que han salvado con un mayor desnivel, y siguiendo el trayecto más corto, la distancia existente entre las áreas más elevadas y los niveles de base, y, por tanto, han tenido una mayor capacidad para profundizar su valle y hacer retroceder la cabecera.

En el caso de los ríos occidentales, como el Eo, Navia o Narcea, se produce una adaptación a las estructuras perpendiculares a la línea de costa. El Nalón, que avena la totalidad de la cuenca carbonífera central, presenta, en tal sentido, un carácter mixto, pues mientras sus tramos alto y medio se adaptan a las estructuras, en su curso bajo taja transversalmente las crestas cuarcíticas y calizas del dominio de pliegues y mantos.

Los ríos orientales, por el contrario, han desarrollado importantes procesos de incisión sobre estructuras que cortan en sentido perpendicular. El Sella, cuya cabecera inicial se situó en el flanco norte de las sierras litorales, atravesó estos bloques para captar la escorrentía de un importante sector del surco prelitoral, estableciéndose su cabecera en las sierras interiores, a 45 km de la línea de costa. Por su parte, el Cares y el Deva han tajado profundos cañones en las calizas masivas de los Picos de Europa, hasta alcanzar las depresiones interiores de Valdeón y La Liébana. Así, pues, los ríos asturianos han ejercido una importante acción modeladora, dividiendo su territorio en un pequeño número de cuencas fluviales relativamente extensas e independientes.

Las huellas morfológicas de las crisis climáticas frías pliocuaternarias son bastante abundantes y aparecen no sólo en las áreas dominantes, sino también en la morfología de detalle de buena parte de las laderas y vertientes. Las huellas del modelado glaciar aparecen por encima de los 1.500 m en la vertiente septentrional de la divisoria, aunque con carácter excepcional puedan darse en torno a los 1.000 m, no ocupando en conjunto mas del 10 % de la superficie del macizo. Se trata de circos, cubetas ocupadas en ocasiones por pequeños lagos, artesas, cordones morrénicos, en general de pequeñas dimensiones, combinados, sin embargo, con formas periglaciares o cársticas que diseñan un relieve muy característico de alta montaña en los Picos de Europa, San Isidro, Peña Ubiña, Somiedo y sierra de Rañadoiro, aparte de otros enclaves de menor extensión.

Una difusión mayor corresponde a las formas de modelado periglaciar, activas no sólo durante el máximo glaciar de Würm, sino también en todos los períodos fríos del cuaternario. Los fenómenos más extendidos fueron la fragmentación de los afloramientos de rocas rígidas por gelifracción, en especial de cuarcitas y calizas masivas, y el recubrimiento de las vertientes por derrubios sueltos y mantos de solifluxión.

Aparte los factores de tipo hidrológico y climático que acaban de señalarse, en la evolución geomorfológica del macizo Asturiano tiene importancia el peculiar comportamiento de algunos materiales frente a las acciones erosivas. Tal es el caso de las calizas devónicas y carboníferas, cuyos componentes fundamentales se disuelven en contacto con el agua acidulada. Estos materiales cubren aproximadamente el 20 % de la superficie del macizo y forman la litología de importantes unidades, como los Picos de Europa, las sierras del Cuera, Sueve y Aramo y el tramo oriental de la rasa costera.

En términos generales, puede señalarse que en las masas calcáreas de gran espesor, con un nivel de base muy alejado del área de culminación, el relieve evolucionó en profundidad con una tendencia a acentuar los desniveles; así, por ejemplo, en los Picos de Europa, dominio de calizas masivas carboníferas, las depresiones cerradas se desarrollaron sobre todo en sentido vertical, dejando los espacios situados entre ellas como áreas de fortísima pendiente; el resultado es un paisaje de crestas, jous, y ir profundas gargantas muy característico de la zona.

En los bancos calcáreos de menor anchura, situados a escasa altitud y cuyo nivel de base es el del mar, la tendencia es la ampliación lateral de las concavidades y una progresiva atenuación de los desniveles. La rasa costera del oriente asturiano, con una red de dolinas coalescentes rellenas de arcillas de descalcificación o de dolinas captadas por el mar, sobre la que sólo destacan algunos cuetos de calizas comidos por el lapiaz, es el ejemplo más significativo de la segunda tipología de modelado cárstico.

Para acabar, es preciso referirse al proceso que condujo a la formación de una de las unidades más peculiares del macizo Asturiano, la plataforma litoral, que con unos 1 200 km2 supone el 7 % de la superficie total. Aunque ha habido pronunciamientos encontrados en torno al origen continental o marino de estas superficies de arrasamiento, las aportaciones más recientes parecen apuntar al hecho de que las rasas son relieves correlativos de importantes transgresiones marinas sobre el margen continental, que tuvieron lugar en la segunda mitad del terciario o, como mucho, en los comienzos del cuaternario. De los tres niveles de rasas identificados en Asturias, el superior ya parece ser de edad miocena, el medio de comienzos del plioceno, y el inferior de la fase inicial de! pleistoceno.


Documentación

Diana Romero López, El Relieve de Asturias, Geografía de Asturias, Ed. Prensa Asturiana.
Enrique Martínez García, La Geología y el relieve de Asturias, Enciclopedia Temática de Asturias, Silverio Cañada.